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Exclavo de mi hermosa hermana

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Ya habíamos dejado de ser niños. Ella ya tenía sus 19 años, y yo 18; y nuestras costumbres de ser yo su obsecuente cómplice de todas sus astutas andanzas, no por ello dejaron de serlo, y seguí entonces yo, sirviéndola cada vez más... más... y más.

Nuestra madre nos lo señalaba constantemente diciéndonos que era yo como un esclavo que sólo le faltaba lamerle a ella los pies, cosa que no resultó sino, una linda idea que los dos comenzamos a ver como maravillosa.

Cierto día que estábamos con ella solos en casa y como tantas veces nos encontrábamos charlando en esas extensas charlas que los dos sosteníamos, mi hermosa hermana, que había llegado momentos antes de su acostumbrada caminata de quilómetros para mantener su hermosísima figura, inmediatamente llegada se puso a charlar conmigo que me encontraba en uno de los sofá de la sala sentándose frente a mí, y con esas amabilísimas maneras que teníamos de comunicarnos, llegó un momento en el cual a ella se le dio por recordar ese dicho de mamá cuando decía siempre que sólo me faltaba para ser como su esclavo, lamerle a ella los pies.

Nos reíamos los dos en cómplice alegría, y repentinamente... comienza a arder en mí una sorpresiva eroticidad furibundamente caliente al imaginarme lamiéndole a ella los pies.

Mi hermana, que me conoce mejor que yo mismo a mí, inmediatamente capta ese sentir en mí, y... comienza a mirarme con una risa llena de picardía maliciosa. Me muerdo los labios mirándola avergonzado al captar yo también que he sido capturado por ella en eso, y... nos reímos mirándonos. Lentamente...comienza ella a quitarse el calzado y las sudadas medias, riéndose maliciosa mirándome al hacerlo. Yo, sabía ya, que había llegado el momento en el que iría a lamerle los pies. ¡Reíamos...!

-Hermanito, te comunico que tengo los pies completamente sudados ¡y con olor!!! -Me decía riéndose con la más pícara maliciosidad mientras quitaba la primera media de uno de sus pies. El fuerte olor invadió el ambiente inmediatamente, y los dos soltamos las risas por ello y quitando su otra media, juntó las dos medias arrojándomelas por la cara, riéndonos los dos y, de inmediato, levantó sus plantas, y.… ¡sí!:me las colocó en la cara y yo, comencé a deslizarle mi lengua lamiéndole las plantas sudorosamente olorosas, mientras reíamos los dos en cómplice afinidad absoluta. Casi con desaforada pasión placentera le lamía yo las plantas y chupaba sus dedos metiéndolos dentro de mi boca y metiendo mi lengua entre sus dedos chupándole su sudor, y mi hermana hasta las carcajadas largaba feliz.

-"¡Ay, hermanito!!! ¡cómo te tengo, por favoooor!!!" -Me decía, y reía yo mientras no dejaba de lamer, lamer y lamer, y chupar, chupar y chupar.

Mi excitación había ya comenzado en mí a mostrarme descontroladamente caliente y poseído en una erección dominantemente escandalosa notándose mi verga completamente empinada dejando mi short como una carpa entre mis piernas, y me dice mi hermosa hermana riéndose al así verme:

-Hermanito caliente, ya mismito te desnudás bien desnudito, y me seguís lamiendo las patas, desnudo... ¡bien desnudito!!!

Ni que hablar que le obedecí con total rapidez, y su carcajada estalló cuando mi enorme verga empinadamente gruesa y dura apareció al aire en mi desnudez completita.

¡Ahora sí!  ahora sí, mi cuerpo comenzó a ser el juguete de mi hermana que comenzó a manosearme y hacerme todito cuanto se le antojaba ahora hacerme.

-Ahora sí, ahora sí que soy tu esclavo completito, ¡hermana hermosa! -Le dije. Y ella, largaba las carcajadas más que feliz.

Comenzó a hacerme una mamada de película, y mientras con sus dos manos me cosquilleaba atrozmente enloqueciéndome con cosquillas monstruosas, me hacía hasta gritar como enloquecido de placer atroz, y las avalanchas orgásmicas comenzaron a invadirme entero, y un torrente de leche empezó a saltarme por la pija inundándole la boca a mi hermana que alzaba los brazos festejando tal cosa haciéndome con eso multiplicar mi placer al así verla, y más fuerte saltaba mi semen y ella se lo engullía tragándoselo mientras aplaudía.

Los dos, mientras eso hacíamos, sabíamos que era el comienzo de una intensísima vida incestuosa que iríamos los dos a partir de allí a vivir desarrollando toda una amplísima gama de sexuales variantes que, en nuestra afinidad total, ahora en esto... más iríamos a acentuar comenzando a vivir lo que iría a ser, una relación de amor que ya comenzaba.

¡Aquello, recién comenzaba!

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