Nuevos relatos publicados: 13

Empleado para todo

  • 13
  • 27.523
  • 9,33 (52 Val.)
  • 4

Durante mi juventud tuve relaciones sexuales con chicas y con chicos indistintamente. Debo confesar que mi preferencia eran las almejas, pero no le hacía asco ninguno a una salchicha. Después conocí a Blanca, me enamoré perdidamente de ella y aunque volví a tener algún que otro escarceo con chicos el sentimiento de culpa acabó haciendo mella en mí, así que decidí decirle a ella la verdad, lo pasó mal al principio pero después incluso fue mejor para los dos, introdujimos en nuestros juegos sexuales el cambio de roles, por lo que yo a veces era el hombre y otras la mujer lo cual me gustaba tanto a mí como a ella y abrió un mundo de fantasías que enriqueció nuestra relación como pareja. A partir de ahí no volví a necesitar tener relaciones con otros chicos hasta que conocí a Chema y esta es la historia que os voy a contar.

Llevaba dos años con el camión de reparto, las cosas marchaban bien y yo no daba abasto al trabajo así que me decidí a contratar un ayudante, cargar el camión y después repartir la mercancía es un trabajo duro, necesitaba a alguien fuerte y con ganas. Entre todos los candidatos elegí a Chema, un chico de mi edad, un armario de metro noventa, fuerte como un toro y trabajador incansable. Todas las noches al final de la jornada nos dábamos una ducha en la nave que usaba de garaje para el camión, él al principio era muy recatado, procuraba tapar sus partes y no enseñar nada, yo sin embargo me desnudaba y duchaba sin darle importancia a que él estuviese mirando o no. Bien fuese porque ganó confianza conmigo o por sentirse ridículo de esconderse delante de alguien tan abierto, acabó también desnudándose sin pudor para mí regocijo y placer visual. Aquel cuerpo musculoso estaba acompañado por unas ricas nalgas y una buena verga, no era muy grande, pero si gorda con un buen capullo. A veces mientras estaba delante de mí secándose la cabeza con la toalla y yo pensaba que no me veía, sentía un tremendo impulso de agarrarla, ponerme de rodillas y tragar toda aquella cosa tan rica, me forzaba a mirar para otro lado antes de que me mis pensamientos lascivos me delataran produciendo en mí una erección y hacer el más tremendo de los ridículos. Alguna vez le daba un cachete en el culo cuando lo cogía de espaldas y cosas así en plan juego, a lo que él siempre respondía de buena manera, siempre pensé que la forma en que se lo tomaba era solo porque él pensaba que eran bromas sin otra malicia.

Con el tiempo acabamos saliendo los tres Blanca, Chema y yo, salíamos de cena y después bailábamos en alguno de los locales de moda, un día después de unas cuantas copas lo dejamos a él en su casa y cuando llegamos a la nuestra ella me preguntó.

—Este Chema estando tan bueno. ¿Cómo es que no tiene novia?

—No lo sé, supongo que ser tan vergonzoso no le ayuda a relacionarse con las chicas. Además ¿Está tan bueno? —Pregunté intentando disimular inocencia.

Ella se acercó a mí contoneándose como solía hacer cuando quería insinuarse, cuando llegó a mi altura me agarró por los huevos, no me hacía daño, pero cualquier hombre sabe la sensación de indefenso que nos produce el hecho de que nos agarren por ahí. Me empujo contra la pared y acercando su boca a mi oído me pregunto:

—¿Te crees que soy idiota?

—Te pone cachondo ¿A que sí? —Me dijo en tono excitado mientras tiraba un poco más de mis partes y metía la lengua en mi oído

—Si —Se me escapó de la garganta sin quererlo decir.

Me mordió la boca mientras me desabrochaba los pantalones y los bajaba junto con los calzoncillos, después se puso de rodillas, y se tragó mi polla, abrió mis piernas y me introdujo un dedo en el culo, estuvimos así un buen rato en medio del pasillo y rematamos la faena en la cocina puesto que estaba más cerca que el dormitorio. Follamos como hacía tiempo que no lo hacíamos.

En los siguientes meses esta fue la fantasía recurrente entre Blanca y yo. Cuando salíamos ella bailaba con él muchas veces, los veía en las canciones lentas como se apretaban el uno contra el otro y ella me hacía gestos obscenos pasando la lengua por los labios y cosas así, después cuando llegábamos a casa y follábamos me decía lo dura que se le había puesto a Chema o como la agarraba por el culo y apretaba fuerte su verga contra su clítoris cuando mi ángulo de visión no podía verlo estas cosas nos daba muchísimo morbo. Debo confesar que al principio cuando se me bajaba el calentón sentía muchos celos, pero según fue pasando el tiempo, estos poco a poco desaparecieron, a cambio cada vez sentía más ganas de ser un cornudo maricón.

Un sábado que íbamos los tres con unas copitas Chema nos invitó a su casa, cuando llegamos preparó unos cubalibres y nos propuso jugar a un juego de dados. La cosa era sencilla cada cual tenía dos dados, cada vez empezaba uno distinto de forma rotativa, tiraba y cuando veía el resultado hacía un mandato que tenían que cumplir los dos perdedores, de tal forma que el mismo que tiraba podía perder, si sacabas un resultado alto pedías cosas difíciles o comprometidas y si era bajo lo contrario, después de varias jugadas con tonterías de si besitos, si danzas eróticas y otras cosas ñoñas, le tocó el turno a Blanca, sacó una puntuación de cinco y dijo:

—Los que pierdan tienen que olerse el sexo mutuamente durante dos minutos.

Tiré yo y saqué un cuatro, tiro Chema un dos, dijimos que no que aquello no lo íbamos a hacer, a lo que Blanca contestó que el juego había que cumplirlo. Así que nos desnudamos Chema se acostó en el suelo yo me puse encima haciendo un 69 Se me hacía imposible reprimir la erección mientras sentía como me olía la polla y los huevos, su aliento cálido y los roces supuestamente casuales de su nariz, además el olor que desprendía su sexo, lo que ya acabó con mi resistencia fue cuando vi como la tranca de él se ponía tiesa y hacía ese movimiento que hace una polla cuando tiene una erección, el capullo moviéndose arriba y abajo. Poco después Blanca me abrió bien las nalgas para que él me oliese el culo, al cabo de un rato vino para donde yo tenía la cabeza, le abrió las piernas a él, agarró su polla y comenzó a tragarla sin dejar de mirarme, la engullía toda de golpe y después la sacaba poco a poco hasta que llegaba al capullo donde le daba lengüetazos y acto seguido se la tragaba toda de nuevo, mientras tanto Chema había dejado de oler y empezó a comerme los huevos, después lamió la parte que va desde el escroto hasta el culo, arriba y abajo, luego empezó a hacer círculos con la lengua  alrededor del ano, hasta que por fin metió la lengua dentro. Blanca se sacó la polla de la boca y me dijo:

—Mira que gorda y rica, ¿Quieres comértela tú? —me preguntó.

No hizo falta que insistiera, llevaba tanto tiempo sin comerme un buen rabo que la sensación se me hizo tremendamente placentera, sentir como movía las caderas para follarme la boca, saber que le estaba dando placer me provocaba un morbo tremendo. Lo disfrute durante un buen rato, hasta que Blanca me apartó lo cogió a él por la mano y lo llevó hasta una silla, después de sentarlo se dio la vuelta y se sentó encima, clavándose toda la polla en el coño, yo los miraba mientras me pajeaba, al cabo de un rato me dijo ella:

—Deja de pajearte y ven a comerme el coño.

Obedecí y me puse a comérselo, mientras ella se follaba aquella polla como una loca, después de un rato se levantó lo suficiente para que la tranca le saliera del coño y dirigiéndose a mí dijo:  

—Lubrícala bien con tu boca y dirígela a mi culo.

Así lo hice me la tragué toda procurando que se mojase bien de saliva, le solté un par de escupitajos, la agarré con la mano y mirando a la cara de Blanca le dije:

—Esta lista cariño, clávatela.

—Tú no te muevas, déjame a mí sola —dijo dirigiéndose a Chema.

—Y tú, dirige bien esa polla y no dejes de comerme el coño.

Al capullo le costó un poco entrar, pero una vez que este estaba dentro se la metió toda de un tirón estuvimos así un rato, al cabo del cual ella puso los pies en las rodillas de él se recostó hacia atrás y me ordenó:

—Ahora méteme tu polla en el coño.

Dios que gusto da metérsela dos a la vez, es como si las vergas se acariciaran una contra otra, además todo es como más apretado, Chema le agarraba las tetas con fuerza y yo le mordía los pezones hasta que comenzó a gritar de placer y su coño se volvió una fuente de flujo. Cuando Blanca se está corriendo le gusta gritar obscenidades y en aquel momento se estaba yendo, pero de lo lindo:

—¡Joder que me hacéis correr maricones, cabrones, que pollas más ricas tenéis, tu cornuda salida muerde fuerte mis pezones y tu rómpeme el culo a pollazos!

Cuando terminó me agarró por la nuca, me dio un morreo largo mordiéndome la lengua y los labios luego me miró fijamente a los ojos y me dijo entre dientes:

 

—Ponte a cuatro patas que ahora vas a ser tú la zorra.

Volví a hacer lo que se me pedía me puse como me dijo, esperando ansioso a que me follara aquella polla, pero aún me hicieron sufrir un poco más, Chema se fue al dormitorio y volvió al cabo de un momento con un frasco de lubricante y entregándoselo a Blanca dijo:

—Prepáramelo bien para que le entre suave, y tú, mientras tanto cómemela.

Así fue, yo a cuatro patas como una perra llevaba mi ración de tranca dura en toda la boca y ella me lubricaba el culo metiéndome luego un dedo, cuando ya entraba bien dos y así hasta que metió tres, cuando estos entraban bien le dijo a Chema:

—Esta zorra está lista para que te la folles.

El muy cabrón era y es un estupendo follador de culo, me la clavó de golpe, engrasado como lo tenía entro suave y me dio tal placer que casi me desmayo, (cosa que después si ocurriría) empezó a bombearme adentro y afuera, mientras ella me pajeaba la polla con un buen chorro de lubricante, no tarde en gritar: “me corroooo” entonces él le apartó la mano a Blanca diciéndole:

—Ahora déjame a mí.

Sacaba la polla entera de mi culo y después la clavaba de un fuerte empujón, la volvía a sacar despacito hasta que estaba fuera y otra vez la clavaba con fuerza. De cada vez que entraba aquella tranca en todo mi coño (Ya sé que es mi culo, pero cuando tiene una polla dentro siento que es un chocho) un chorretón de corrida salía con fuerza de mi polla. A la tercera o cuarta embestida un escalofrío recorrió mi cuerpo y perdí la noción de todo, cuando me recuperé oía los gritos de placer de Chema y sentía como el líquido espeso de su corrida bajaba desde mi culo y me corría por los huevos abajo hasta caer en gotas que se unían a las de mi propia corrida formando un charco en el suelo.

Nos acostamos los tres en la cama, unos abrazados a otros y así nos quedamos dormidos exhaustos de tanto placer.

Unos profundos gemidos me despertaron al día siguiente. Cuando abrí los ojos me puse a buscar la procedencia de aquellos lamentos y me encontré con los ojos de Blanca que me miraban sin pestañear, mientras su boca estaba llena con la tranca de Chema, le estaba haciendo una mamada mañanera, quedaba claro cuál era la causa de los gemidos. Al cabo de un rato Blanca se libró la boca y me pregunto:

—¿Quieres desayunar?

—Pues no estaría mal, ¿Que estás sacando la leche? —le pregunté con una sonrisa en la boca

—¿Tu que dices Chema? ¿Tendrás suficiente nata para los dos? —Le pregunto ella

—Bueno haré lo que pueda —Dijo él con una sonrisa en la boca

—Creo que tengo una idea —Sentenció ella con cara de picara

Me mandó poner la cabeza hacia los pies de la cama acostado boca arriba, y haciendo un 69 me puso el coño en la boca, dirigiéndose a Chema le dijo:

—Ahora clávamela

Se la clavaba toda mientras yo me comía aquella raja y ella se tragaba mi rabo, de vez en cuando sacaba la tranca del coño y me la clavaba a mí en la boca. Un rato después Blanca comenzó a gemir con fuerza al mismo tiempo que volvía a salir a chorro flujo vaginal que yo me bebía con avidez, poco tiempo después él rugió y junto con los líquidos de ella empezó a brotar leche de polla

—¡Que rico! —dije mientras me lo bebía todo

Entre lo que me estaba gustando comerme las dos corridas juntas y el tremendo gusto que me daban los gritos de Blanca con mi polla en la boca no aguante más y empecé a correrme, ella ahora no gritaba solo tragaba como si tuviese miedo de que se le escapase una gota del montón de leche que le estaba echando.

Cuando acabamos nos quedamos tirados encima de la cama jadeando, totalmente agotados, al cabo de un rato dije:

—Este sí que es un buen desayuno y seguro que bajo en calorías

Chema empezó a reírse, le siguió Blanca y después yo, nos reímos con ganas durante un buen rato al cabo del cual nos quedamos en silencio y nos volvimos a dormir.

Aquel domingo follamos todo el día, a veces los tres juntos, otras ellos y yo miraba, otras yo con él y ella miraba y también yo con ella mientras Chema miraba

Estuvimos los tres juntos durante tres años, incluso llegamos a vivir juntos más un año, pero si son difíciles las relaciones entre dos a tres son mucho más complicadas. Pero esto ya es una historia para otro sitio ¿Verdad?

 

                                                             

(9,33)