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La transexual latina de la discoteca

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Aquella noche decidí ligar sí o sí y follar a la primera guarra que se me pusiera a tiro. Había pasado una buena mañana relajante en el gimnasio, me había dado una sauna y me había afeitado el vello púbico para que al comérmela disfrutara de una buena ración de polla en su lasciva boca. Comí bien y me eché la siesta para luego poder aguantar toda la noche. Al levantarme, me sentí todo fresco, me puse a ver la tele y cuando se acercó la hora de cenar, poco antes me puse a ver unos videos porno para salir ambientado y todo calentorro y cachondón.

Me puse un fuerte perfume que atrajese a cualquiera guarra que se me acercase, mi camisa ajustada de ligar, un lascivo y libidinoso tanga y mis vaqueros que de dos tallas menos que marcaban mi sexo. Iba dispuesto a comerme el mundo en la discoteca y decidí que aquella sería mi noche. Di una vuelta para ver lo que había y de momento no vi a ninguna guarrona ligable. Me dispuse a ir a la barra, saludé a la camarera que allí había y charlamos un poco pues la conocía de ir mucho por allí. Pedí mi bebida habitual y me alejé hasta una mesa con tres sillas.

Mientras degustaba mi bebida, fue a la barra una latina muy sexy y lasciva, con un pelo negro azabache, unas puntiagudas tetas y un culo que quitaba el hipo y unos morbosos zapatos de plataformas muy morbosos que entremedias llevaban un refuerzo color plata. Todo rematado por unas chinchetas plateadas que recorrían todo el zapato y un tacón de aguja que elevaban sus tetas y su lascivo culo. Usaba unas medias rojas de rejilla que me pusieron cachondo. Tenía una carita muy sexy con unos labios rojos llamativos y unos pendientes de aros, muy de putona. Del codo a la mano llevaba una especie de guantes de rejilla que le daban un aire muy lascivo. Su modelito rojo no dejaba nada a la imaginación, pues llevaba una blusa de tirantes negra y una minifalda que le marcaba bien el sexy culazo que tenía.

Mientras ella pedía una bebida, se le acercó un hombre para intentar ligarla y después de charlar con ella, vi que ella empezaba a menear la cabeza diciéndole que no, ese fue el momento para entrar a esta libidinosa zorrita y tratar de llevarla al catre. Una vez se hubo marchado ese pesado entré yo:

—Hola, ¿cómo te llamas? -le dije

—Me llamo Candy –repuso.

—Yo me llamo Ricardo -le contesté.

Ella me preguntó que si yo venía mucho por aquí y que tipo de personas había y todo eso... yo le conté mis aventuras con algunas hembras que había ligado en ese garito y pareció gustarle. Ella me comentó los garitos a los que ella iba generalmente y que le habían hablado de este dónde nos encontrábamos y que venían muchas mujeres a ligar y con ganas de rabo.

—Mira Candy, aquí podrás encontrar lo que quieras porque con ese cuerpazo te lo puedes llevar todo de calle -le dije yo.

Ella rio mi ocurrencia y me pegó un beso de lengua que me puso cachondón. Me agarró de la mano y nos metimos en el bullicio de la pista de baile y nos dispusimos a bailar. Pusieron todo tipo de música y ella y yo nos mirábamos con simpatía a la vez que ella me guiñaba un ojo pícaramente. Después de un rato, pusieron música lenta y nos abrazamos fuertemente. A ella se le hicieron los ojos chiribitas y me susurró:

—Veo que no te cuesta estar en ambiente y que te gusto, estas muy empalmado cariño.

—si es cierto, me gustas mucho y aunque acabamos de conocernos deseo hacerte el amor -dije yo.

Seguimos bailando un rato y nos retiramos a un aparte para estar más íntimos. El número de personas había descendido y había zonas libres en muchos sitios. Nos sentamos, nos miramos a los ojos y le dije:

—tienes unos ojazos verdes preciosos Candy.

Ella me pegó un morreo que me dejó patidifuso y cada vez muy caliente. Yo le sobaba lujuriosamente las tetas y ella a mí me pajeaba, pues ya estaba como un burro y con una fuerte erección que parecía que se me hiciera la tienda de campaña dentro del tanga. Nos tomamos lo que nos quedaba y salimos a la calle y cogimos un taxi. Ella no vivía muy lejos de allí y como no veíamos pasar ninguno libre y no hacía mala noche, decidimos andar. Yo la miraba con lujuria y ella a mí también. Íbamos de la mano como si dos novios fuésemos.

Al llegar a su portal, entramos rápidamente en el ascensor y allí empezamos a sobarnos y comernos a besos. Yo le sobaba el culo y las tetas y ella me abrió la cremallera del pantalón y se puso cachonda y lasciva al notar que yo llevaba un tanga. Me agarró el rabo y empezó a masajearlo con avaricia y lubricidad muy lujuriosa. Al llegar al séptimo piso donde ella vivía, entramos a su apartamento, abrió la puerta y nos dirigimos rápidamente a su habitación. Se quitó su ropa y yo también. Ella llevaba un sujetador negro muy sexy con lunares blancos, rematados por unas cintas rojas y un tanga de idéntico color y forma. Sus medias llevan una cinta roja al principio que le daba más morbo. Se sentó en la cómoda de su habitación y me llamó haciendo gestos lascivos y lujuriosos, mientras voluptuosamente se tocaba las tetas. Sacó una verga del tanga y yo para no romper la magia del momento no dije nada. Ella empezó a sobarme el tanga y notaba que estaba cada vez más burro. Yo la decía todo lo sexy que era y comencé a comerla las tetas. Se bajó el sostén para que se las comiera mejor y se puso frente al espejo para que viera como yo le comía las tetas. Ella se refocilaba y recreaba al verse de esa lúbrica forma. Seguía y seguía deleitándose frente al espejo, y yo le comía las tetazas con avaricia lúbrica y se ponía morbosa por el obsceno tanga que yo llevaba. Retiró la tela para magrear mejor mi rabo y me decía mil guarradas lascivas e impúdicas cual fulana barata. Yo le comía y sus lascivas tetas y le agarraba el culazo y ella me seguía y seguía magreando el rabo a modo, así como también los cojones.

Se puso de rodillas frente a mí y comenzó una comida de rabo que no me esperaba... Empezó a lamer mí ya enhiesta verga y se la empezó a meter con urgencia sexual, mamaba y mamaba mi rabo y lo lamía desenfrenada y muy sicalípticamente, tragaba, tragaba y tragaba mi rabo y escupía en el para que la mamada fuera más obscena y mucho más viciosa, me agarraba los cojones con fruición y tragaba, tragaba y tragaba más mi rabo y se lo volvía a meter en su lujuriosa bocaza de fulana ardiente. Volvió a escupir para volverse a meter mi rabo y agarrarme de los cojones con fuerza, mientras yo gemía, jadeaba y suspiraba de lujuria como un macho depravado y vicioso en celo. Tragaba, tragaba y tragaba más mi rabo y lo volvía a lamer y notaba como llegaba a tocar la campanilla con la punta de mi cipote. Mamaba y mamaba mi rabo con obscenidad lujuriosa y me la mamaba con su bocaza y yo moría de placer carnal. Tragaba, tragaba y tragaba mi rabo sin descanso y hacía unos lascivos ruidos presa de la lujuria que tenía. Ella se puso a cuatro patas y comencé a comerla el culo y rezongaba con brutal ansia sexual. Le volví a comer sus tetas y bufaba y rezongaba de pura lujuria. Nos tumbamos y ella me volvió a comer el rabo y yo la magreaba el culo. Yo estaba en el 7º cielo por esa magnífica comida de polla que la muy cerda me estaba haciendo.

Yo la ensarté mi dura verga en su culazo y la muy puerca jadeaba, gemía, berreaba y aullaba de placer y me insultaba sexualmente como una fulana de burdel barato. La muy cerda pedía que la follara más y más sin parar y se volvía para agarrarme de las pelotas y me ponía más y más caliente. Mientras me cabalgaba le azotaba con una mano, se levantó para darme la espalda y se volvió a clavar mi vergaza en todo su hirviente ojete de golfa lasciva. Ella botaba y botaba con mi verga dentro de su culo y yo la agarraba sus tetazas con lujuria y ella no paraba de jadear, gemir, berrear y aullar de placer anal. Seguía botando y botando con mi dura verga dentro de su sensual culo de fulana transexual y me insultaba impúdicamente llamando cabrón y semental y chulo de putas e hijo de puta. La agarraba de la cintura para que la follada fuera más fuerte. Luego cambiamos de posición y le clavé lateralmente mi verga. Yo me movía eléctricamente y ella recibía las embestidas y gemía y rugía del placer anal a la que la estaba sometiendo. Seguía gozando de mi rabo en su ojete y continuaba gritando, gamitando y gimiendo de placer anal la muy golfa. Recibía mil pollazos y se sofocaba, acaloraba y calentaba y miraba como era taladrada en su transexual pero libidinoso ojete de golfa licenciosa.

Me pedía más y más que la follara y follara y refollara y se exaltaba y excitaba y me pedía más y más rabo. La muy puerca me gritaba que la estaba matando de placer al encularla así y se asfixiaba y exaltaba y sofocaba de tantos pollazos y lujuria del momento. Me volvía a gritar que era bueno y que la estaba matando de gozo sexual y gemía y se sofocaba. Me puse encima de su culo y se la seguí clavando. La seguí enculando, enculando y enculando y ella continuaba asfixiada y sofocada de tanta y tanta lujuria y me seguía gritando burradas sexuales. La agarraba con fuerza y la seguía taladrando. Salimos de la cama, ella se asía a los pies de la cama y yo la taladraba y enculaba con más fuerza y ella me chillaba de pura lujuria y se asfixiaba de pura lubricidad. Sus tetas parecían que fueran a explotar y me pedía que la follara y follara más sin descanso, sus tetas se ponían que daban miedo, pues parecían que fuesen a salírselas. Se volvió a tumbar en la cama, alzó las patas e inicié otro brutal metisaca y ella continuaba sofocándose y berreando como una cerda a la que estuviesen matando de placer anal. La di mas de mil pollazos, hasta que nos corrimos los dos a la vez, prorrumpiendo en un grito brutal en el que ella me llamaba cabrón. Yo la dije todo lo que ella me había hecho gozar y ella a mí también. Nos fuimos a la ducha y al salir quedamos para otra ración de sexo igual.

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