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La Soledad de los LLanos (Capitulo 2)

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CAPITULO II

Un hombre de Respeto.

 

-buenas tardes Don Agapito-

-buenas tardes-

-pásele, pásele, ¿Que le servimos? -

-lo mismo de siempre Chema, una cerveza por favor-

-claro que sí, Don Agapito-

Eran las 7 de la tarde en la Cantina San Miguel. La gente poco a poco llegaba al lugar, las jugadas de baraja comenzaron al momento de arribar Don Agapito Ramírez. El pueblo lo estimaba demasiado, no había día en que Don Agapito visitara la cantina y no fuera invitado una copa por uno de los presentes.

-muchas gracias Pancho-

- de nada Don Agapito, aquí estamos pa’[1] servirle-

El máximo placer en la vida de Don Agapito era ser reconocido y querido en San Miguel el Alto Jalisco así como sus alrededores. Su sonrisa al momento de estrechar su franca mano contrastaba con aquella mirada que parecía explicar un enorme vacío. Don Agapito Ramírez Guajardo era un hombre nacido el 12 de junio de 1882 en Ventura de Santa Rosa, Apodaca Nuevo León. Desde niño mostró un gusto enorme por montar a caballo, lo cual marcaría su juventud al convertirse en un auténtico vaquero reconocido regionalmente. Su familia era de campo y siempre se dedicó al negocio de la ganadería. Agapito junto con su padre y hermanos hicieron enormes esfuerzos para comprar sus propias tierras. Diferentes Hacendados y los primeros empresarios neoleoneses poseían tierras para la agricultura y requerían los servicios de un amplio conocedor del campo; De esta manera contrataban a los hermanos Ramírez. Muy pronto se dio a conocer como un jinete muy respetado, y desde los 16 años hasta los 20 -en 1902- fue el responsable de arrear reces para un gran número de ganaderos. Sus rutas fueron a través de muchísimos ejidos, rancherías y pueblos tanto del Estado de Nuevo León como Tamaulipas y Coahuila. En diciembre del 1902, Agapito fue contratado por un restaurantero importante originario de Monterrey. La diferencia radicaba en que dicho empresario lo necesitaba de manera exclusiva. Después de pensarlo unos días, Agapito acepto la propuesta y se mudó para el rancho de su nuevo jefe. La Hacienda donde trabajaría se ubicaba en la Villa de Santiago Apóstol; Allí mismo en Nuevo León.  Agapito se mostró contento de trabajar relativamente cerca de su casa, es decir, a unos 70 kilómetros de distancia. Era un trabajo que conocía perfectamente y estaba muy bien remunerado, por lo tanto, decidió ir tras su fortuna sin saber que el destino le cambiaría su vida para siempre.

***

Después de las fiestas decembrinas de 1902 y recibir el año entrante en familia, Agapito se presentó en la Hacienda EL MANZANAR en Villa de Santiago Nuevo León. Fue introducido de manera rápida ante todo el personal y familia del lugar, y fue aquí donde la vida le haría una de las peores jugadas. La quinta persona que le presentaron era la hija del empresario regiomontano. Acababa de cumplir 14 años, sus ojos azules penetraron la mirada de Agapito y su sonrisa tierna hizo un festín de las fantasías del nuevo capataz. El primer pensamiento de Ramírez fue sobre los alentadores años venideros de la niña consentida del “patrón”[2]. El tiempo transcurrió y Agapito cada vez se ganaba más el respeto y la confianza de su jefe. Este lo mandaba a hacer compras de ganado con la entera responsabilidad de tomar el dinero y hacer regateos. El joven era afortunado de tener un patrón que lo estimara como amigo de infancia. Tras 3 años de trabajar en la hacienda EL MANZANAR la tensión sexual entre el joven capataz y la hija de su jefe era cada vez más notoria. Evitaban el contacto visual, se sonreían tímidamente, y a veces buscaban pretextos para cruzar palabra o tan solo verse. Un día la joven se perdió entre el bosque, su padre organizó una brigada para ir en su búsqueda, la preocupación de Agapito era evidente y fue el primero en internarse a campo abierto para su búsqueda. La encontró 40 minutos después de iniciada la excursión, y para su sorpresa, la joven se echó en sus brazos después de verlo; Esa acción jamás la olvidaría el joven Ramírez. Al día siguiente la joven fue hasta el jacal donde descansaba Agapito y le agradeció por salvarla. Los dos estaban solos, el silencio se alargó por unos cuantos segundos y de pronto se enfrascaron en un apasionado beso de considerable duración. La joven expuso abiertamente sus sentimientos y Agapito respondió exactamente igual; Desde entonces se verían una vez al mes en el mismo lugar donde Ramírez la había encontrado. Una y otra vez los jóvenes se perdían entre el bosque para disfrutar de su amor. La atracción era demasiada y la pasión los desbordaba, fue entonces que decidieron verse dos veces por mes. Por casi 4 años ocultaron su relación hasta que el joven se armó de valor y decidió hablar con su jefe al respecto. El empresario le comentó que dicho tema se hablaba entre padres, entonces Agapito regreso a su rancho y le pidió a su padre que lo acompañara para pedir la mano de su novia. Se reunieron en la casa del Patrón en el centro de Monterrey, y tras una larga platica, el padre de la joven les explicó su negativa en la petición. El empresario expresó la gran estima para su capataz, sin embargo, le preocupaba la vida que le pudiera dar. Era claro que el oriundo de Santa Rosa no tenía el capital suficiente para ofrecerle una vida de comodidad a la cual estaba acostumbrada la joven. Agapito se levantó decepcionado, volteó a ver a su padre como diciéndole que era hora de irse y se disculpó con su jefe por el inconveniente. Antes de cerrar la puerta de salida, Agapito le dijo a la joven quien estaba escondida en la cocina escuchando todo.

-volveré por ti, volveré cuando sea digno-  enseguida se fue.

La depresión consumió al joven de Santa Rosa, y en una noche de parranda optó por irse a los Estados Unidos para hacer fortuna y regresar siendo un hombre capaz de darle a una mujer la vida que se merece.

***

EL ascenso del “Rey del Norte”

Por años Don Juan se obstinó en hacer dinero para el sustento de su familia. Su visión empresarial no tenía límites. Estaba respaldado por una enorme fortuna económica. El jerarca de la familia hizo correcto aquel viejo adagio que dice “dinero llama dinero”. Por casi 90 años la familia se había dedicado a la compra y venta de ganado, pero siempre llegaba a un límite. Se estancaban cuando querían dedicarse a otra cosa. Este no era el caso de Don Juan. Desde 1912 -año en el que contrajo matrimonio con la bella Consuelo Treviño- Don Juan se dedicó a rebuscar proveedores de reces las cuales le redituaran a un porcentaje más alto del acostumbrado. Los De la Garza importaban ganado de Texas; Aprovechaban las tierras que tenían por aquellos lugares, pero pronto llegaron a la conclusión de que no era recomendable comprar del lado americano. A pesar de la buena calidad del ganado, los precios eran elevados y no existía provecho alguno; Habría que buscar quien pudiera venderles calidad y a buen precio. Los viajes comenzaron y la búsqueda del “proveedor de oro” se volvió una obsesión. Don Juan de la Garza se acompañaba de Mateo Segura de la Garza  -su primo hermano-, Pedro Ibarra, Capataz de la Hacienda y de 4 o 5 vaqueros en caso de que se hiciera una compra. Empezó por abrirse camino en Coahuila, -Nuevo León, Tamaulipas y Texas ya los conocía a la perfección- Conoció a unos cuantos buenos ganaderos en Saltillo, pero prosiguió su camino. Paso por Durango, llego hasta Chihuahua, y de allí se trasladaron hasta Sonora. Hizo al menos una compra en cada Estado, sin embargo, no encontró lo que en realidad estaba buscando. Continuo su búsqueda, viajaba por tren y algunas veces utilizaba su flamante Ford Modelo T 1912. Varías expediciones después decidió contratar guardaespaldas ya que eran tiempos de Revolución. Una furia infernal estaba desatada en todo el país y los grupos de bandidos aterrorizaban a cada persona de cada poblado, tanto de sur a norte como de este a oeste. Don Juan lo sabía y por eso contaba con su protección personal, aunque para su “fortuna” nunca le paso absolutamente nada. Con más de 15 contactos comerciales del ramo ganadero selectamente escogidos, Don Juan prosiguió con su sueño. Anhelaba extenderse al ramo de las Carnicerías -mejor conocidas como “Maquetas”[3]- .Aprovechó que tenía el capital suficiente para comprar producto y siempre mantuvo abastecidos sus establecimientos. Empezó por abrir una Maqueta en su pueblo natal -LOS EBANOS Tamaulipas- pero pronto supo que los mejores dividendos estaban en la frontera. Rápidamente se expandió hasta los pueblos de Reynosa y Nuevo Laredo. La búsqueda de nuevos proveedores seguía en su cabeza; A pesar de tener buenas ganancias con sus actuales contactos, el ojo empresarial de Don Juan siempre buscaba la mejor opción para hacer negocio. Continuaron viajando por gran parte del territorio nacional. Ya habían visitado Sonora, Chihuahua -donde se convirtieron en socios comerciales con una firma llamada Salgado & Anderson que importaban ganado desde El Paso-, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas. Ahora era el turno del centro, bajío y sureste del País. Durante todo el año de 1915 se pasearon por los Estados de San Luis Potosí, Guanajuato, Zacatecas hasta llegar a Chiapas, del cual disfrutaron sus paisajes más nunca de un buen negocio. A su regreso de este infructuoso y largo viaje se detuvieron en el Puerto de Veracruz. Les habían recomendado llegar a un poblado llamado San Rafael, se encontraba a 165 kilómetros de la capital Jarocha. Los rumores decían que, debido a su fértil tierra, su agradable clima y abundante vegetación no había mejor lugar para criadero de ganado. Don Juan tuvo un ataque de emoción al escuchar estas palabras por lo que prosiguieron su camino hasta llegar al pueblo mencionado. Todavía transitaban los caminos rumbo a San Rafael cuando el brillo de los ojos de Don Juan parecía alumbrar a todos sus acompañantes. Las cabezas de ganado se avistaban por doquier, se cruzaban sobre la terracería, se les veía comiendo pasto a escasa distancia, así como en lo alto de los cerros enverdecidos de aquel bello pueblo. Don Juan paró su vehículo y pregunto a la primera persona que se encontró:

-¿Quién es el dueño de estos animales?-

***

La prosperidad abundaba en la familia de Don Juan. En menos de 2 años ya contaba con casi 7000 cabezas de ganado en el RINCON DEL EBANO. A partir de allí, echó a andar su plan corporativo. Las Carnicerías o Maquetas se empezaron a expandir por toda la frontera Tamaulipeca; Después se extendió a Nuevo León. CARNICERIAS DE LA GARZA fue el primer peldaño de la carrera empresarial de Don Juan. Llego a ser propietario de 40 Maquetas. El dinero caía como torrencial de septiembre. Ya una vez instalado como empresario carnicero su siguiente paso fueron los Restaurantes. Que importaba intentar algo en el mundo restaurantero, en caso de fallar ya tenía dos negocios muy redituables en las Maquetas y la compra-venta de ganado. Los Restaurantes empezaron a dar frutos tan pronto fueron abiertos. Don Juan estableció así su siguiente meta: Establecer un Restaurante en cada pueblo donde se encontrara una CARNICERIA DE LA GARZA; Así contarían con su propio proveedor. El negocio fue un éxito total, al punto que abrieron pequeñas fondas en casi el 90 % de las rancherías tamaulipecas.

***

Cuando un negocio tiene éxito, cualquier cosa que emprendas a raíz de este se te da por añadidura. Don Juan lo sabía. Al hacer cálculos sobre el ganado con el que contaba en la Hacienda, el empresario reconoció tener más de 3000 vacas, las cuales producían leche de calidad. Agregó las 1500 cabras y ovejas lecheras con las que rellenaba sus corrales. De esta forma visualizó un nuevo comercio. Pronto estableció otra fuente de ingreso que llamó DLG LACTEOS. La nueva empresa ofrecía principalmente productos lecheros tanto de vaca como de cabra. Rápidamente se extendió con quesos y demás derivados. Tenía sus oficinas generales en Reynosa Tamaulipas debido a que sus principales clientes radicaban en Texas. Estos eran el norteamericano John Lee Cole y Mateo Segura de la Garza. Mateo era primo-hermano de Don Juan y vivía en San Benito Texas. Él se encargó de la distribución de productos por todo el valle hasta Brownsville; Mientras que “el gringo[4] John Lee Cole -quien era originario de Nashville Tennessee pero se asentó en Laredo Texas- tomó las riendas de distribución desde su poblado hasta El Paso.  Mateo y John se hicieron socios y aprovecharon el bajo precio que les daba DLG para romper el mercado texano y así proclamarse como los Reyes Lecheros de la región.

***

En diciembre de 1920, Don Juan visitó a su cuñado Abraham Treviño. Este manejaba un exitoso buffet de abogados y realizaba trabajos de notaría pública. Juan de la Garza se había extendido mucho comercialmente; Contaba con las CARNICERIAS DE LA GARZA, la cadena de RESTAURANTES “EL EBANO” y con la distribuidora DLG LACTEOS. Fue entonces que decidió la creación del GRUPO DLG. Básicamente serían las oficinas generales donde se administrarían todos los negocios concernientes a la familia. Dicho grupo tendría su cuartel general en la HACIENDA EL RINCON DEL EBANO. Eran tiempos felices donde imperaba una solvencia económica descomunal. Este nivel de éxito causaría envidia a más de una persona. ¿Sería esta la razón de su asesinato?

***

A raíz de la muerte del patriarca los tiempos cambiaron. Las personas de confianza con las que contaban en su apogeo empresarial gradualmente fueron abandonando a la familia. Solo Don Pedro Ibarra era fiel a sus “patrones”. Los años siguientes al asesinato marcaron el negro porvenir de la familia. La Viuda tomó las riendas de todos los negocios. No tuvo tiempo de llorar lo debido a su difunto marido, no obstante, pronto requirió la presencia de su hijo mayor. Entre ambos administraron los negocios del GRUPO DLG, sin embargo, su falta de experiencia los haría tomar decisiones equivocadas. Meses después le cedieron mayor responsabilidad a Don Pedro Ibarra para descargarse un poco. La familia continuaba sin superar el devastador acontecimiento. Doña Consuelo no paraba de llorar cada noche mientras trataba de mantener la calma en sus hijos durante el día. Luis no era indiferente al tormento por el que atravesaba su madre, su familia, su casa y toda la gente que dependía de Don Juan, no obstante, el más afectado por esta pérdida era el mismo. El estar en el lugar donde asesinaron a su padre fue algo que lo había marcado de por vida, sin duda era un trauma que jamás resolvería. Su impotencia por no haber ayudado y por no ser un experto en los negocios para solventar a su familia hizo de Luis un muchacho frío y de carácter depresivo.

***

La administración del GRUPO DLG se fue complicando considerablemente. Don Pedro Ibarra estaba al mando en las labores de campo, así como también en las transacciones de ganado. El Capataz instruía a Luis diariamente, y a pesar de que aprendía rápido, el mal tiempo no ayudaba en lo absoluto. Sequías, perdida de animales, todo se vino para abajo. Poco a poco el GRUPO DLG se iba desvaneciendo; primero empezaron por vender algunos Restaurantes, después continuaron con las Maquetas. Por 8 años la familia De la Garza observaba como se les escapaba de sus manos cuanto negocio alcanzaron a poseer. En abril de 1931 la sequía fue de tal magnitud que más del 45% de las reses perecieron sin nada que hacer al respecto. Esto trajo consigo pérdidas gigantescas de dinero. Las presas estaban sin agua; Por esta razón tenían que traer tanques repletos desde Reynosa y Nuevo Laredo. Estos viajes se prolongaban hasta día y medio a Carreta. Para entonces, Doña Consuelo Treviño ya había vendido 35 de las 40 carnicerías y 52 de los 70 restaurantes. El fondo que se recaudó por estas ventas era lo suficiente para vivir bien, pero tendrían que olvidarse de excentricidades y caprichos.

El despido masivo de empleados era doloroso pero necesario. Ni Consuelo Treviño ni su hijo Luis tenían el valor de agradecer a los jornaleros por su trabajo y despedirlos. Esa tarea se la dejaron a Don Pedro Ibarra quien se ofreció a recibir los reproches y reclamos de los ahora ex trabajadores de la Hacienda. Al mismo tiempo, la falta de personal confiable en Reynosa y el descuido de la familia causó la caída libre de DLG Lácteos. Don Pedro los visitaba mensualmente y se quedaba por 3 días, pero su estadía era inútil. La reacción en cadena del mal tiempo también afectaba al negocio lechero. La sequía había matado tantas reces en la Hacienda que la producción de leche desapareció. Era inconcebible la existencia de la empresa. Mateo Segura presintió la oportunidad y se presentó a principios de mayo para ofrecer una propuesta a Consuelo Treviño.

-lo más conveniente para la familia es la venta de DLG- propuso Mateo.

-¿y que me ofreces para que esta conveniencia sea cierta?- respondió la viuda.

-mira Consuelo, los números no mienten y las ventas han bajado demasiado, tal vez yo y mi socio podemos hacer algo con el negocio-

-no entiendo Mateo, ¿si el negocio es tan malo porque te quieres quedar con él? – replica Doña Consuelo.

-te aferras a DLG por puro valor sentimental Consuelo, ¿Quién te dijo que queremos darle el mismo giro? -respondió hábilmente Mateo.

Consuelo Treviño aceptó mentalmente el comentario de Mateo. Solo se aferraba a DLG por recuerdos sentimentales; Como empresa no aportaba nada. Después de una pausa, la viuda cortó la conversación.

-¿Cuánto ofrecen?-suspiró Consuelo.

Mateo sin titubear expone la cantidad.

-$15,000 pesos-

Luis enfurecido replicó ante la propuesta.

-eso es una mentada de madre, ¡no lo aceptes mama ¡-

-¿así es como le hablas a tus mayores?- responde Mateo

-¡a los aprovechados si¡- sostuvo su postura el hijo mayor.

-¡ya basta ¡-  interrumpe Doña Consuelo.

La viuda de Don Juan observó tímidamente a Don Pedro y le pidió un minuto a Mateo para analizar la propuesta.

-¿Como la vez Pedro?- pregunta la Matriarca.

-pues señora, que le puedo decir yo- responde incomodo Don Pedro.

-¿Cuánto cuesta una empresa como DLG LACTEOS?- vuelve a cuestionar la Viuda.

-pos se me afigura[5] que unos $50,000 de perdido- responde seguro el Capataz.

-¡ya vez mama, es un robo lo que ofrecen! -expone Luis.

-pero...- Don Pedro interrumpe.

-¿Qué pasó?- pregunta intrigada la Viuda.

-no sé si podamos sostener DLG hasta la temporada de lluvias- responde cabizbajo el Capataz.

-¿tú crees que debamos aceptar?- Doña Consuelo se acerca y lo mira directamente.

Después de 25 minutos de conversación se le pidió a Mateo que entrara al estudio. La decisión había sido tomada

-¿y bien?- cuestiona Mateo.

-¡aceptamos! -responde Doña Consuelo mientras apretaba su mandíbula.

Luis azotó la puerta sin despedirse de su “Tío” y Doña Consuelo le estrechó la mano en señal de trato, aunque muy a su pesar.

 

 


[1] Para

[2] Modismo de la época utilizado para referirse a la persona en cargo, jefe, dueño o líder en determinados trabajo

[3] Palabra con que la gente del noreste de México se refería a las Carnicerías a principios del siglo XX.

[4] Palabra coloquial utilizada en México para referirse a los Norte Americanos, especialmente al anglosajón.

[5] Descifrar, tener una idea, imaginarse.

(9,29)