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La Soledad de los LLanos (Capitulo 4)

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CAPITULO IV

Lugar y tiempo indicado, Luis se presentó desarmado y con $3,000 pesos en la bolsa. Eran sus ahorros desde los 12 años. El pistolero lo esperaba sentado en un fresno e inmediatamente comenzó la conversación.

- no me dejaste tomar nada ¿eh?... nomás llego a la cantina y me ofrecen negocios .-empezó a reír. -¡ah que guerquito este.. es la única chansa[1] que tengo pa’ relajarme- continuaba el pistolero.

Luis se encontraba aterrorizado, no contestó a las ironías del engreído pistolero. Un tenso silencio inundó el lugar hasta que el gatillero reanudó la conversación.

- pensé que no ibas a venir-

El joven se llenó de valor y contestó.

-¡pos aquí estoy¡-

- ¿y bien? ¿Quién mató a tu Papa? - pregunta el gatillero.

- no se- contesta apenado el muchacho.

- así está cabrón…  bueno ¿y quién era tu Papa? - cuestiona curiosamente El Gato.

- Don Juan de la Garza- responde con un nudo en la garganta.

-¡Don Juan de la Garza!.. así que tú eres el tal Luisin- la sorpresa invadió el rostro del pistolero.

- si- contestó el joven.

- pos ya creciste, ni te conocía… así que no sabes quién mató a tu Papa y me pides que lo busque y lo maté.- analizaba Garza Cantú.

Luis se desesperó al ver que la conversación no llegaba a ningún lado. Inmediatamente sacó el dinero y se lo mostró al pistolero.

-tengo dinero, dígame cuanto y yo se lo pago-  el joven agitó nerviosamente su mano con el efectivo.

 El Gato puso a trabajar su mente criminal, pero en vez de actuar decidió corregir los errores del joven.

- tu Padre, Juan de la Garza, era un hombre muy respetado, muy poderoso también, y el poder vuelve loca a la gente, tú papa también tenía sus enemigos, y como depende el sapo es la pedrada, sus enemigos también eran muy poderosos, debes de saber que el enemigo de una hormiga es una hormiga, y el de un León es un León-

Luis escuchaba a detalle el discurso del criminal. Se miraron directamente a los ojos. Fueron segundos de alta tensión. El Gato acariciaba su arma mientras mencionaba sus obscuros deseos.

- ¿Quién te asegura que no fui yo el que mató a tu Papá?...  te lo digo, Él tenía muchos enemigos y pudieron pagarme lo que pidiera-

 El terror invadió todo el cuerpo del muchacho al escuchar estas palabras. Por su parte, el pistolero proseguía con la intimidación.

-¿Qué me cuesta matarte y robarte el dinero?, no sería la primera vez que lo hago,  vienes aquí solo, desarmado y con Rafael Garza Cantú,  ¿O estas muy pendejo[2] o eres muy valiente?-

El cuerpo del joven temblaba al contemplar su posible final. Sin embargo la conversación se relajó.

- no te asustes, yo no mate a tu Papa, pero tampoco voy a hacer lo que me pides, vete a tu casa muchacho. -

 El joven no entendía la razón. De inmediato cuestionó al gatillero.

 -¿pero porque no lo harás?-

 - no huerco… ¡perro no come perro! - contestó Garza.

 -¿pero entonces si sabes quién mato a Papa?-

 -  sí lo sé… y no fue “quien” sino ¿quiénes? -

 

El pistolero montó su caballo y dejó al joven con todos los sentimientos a flor de piel. Lo atacó la duda, el miedo, la furia, el coraje, el odio, la venganza y el temor. Tuvo que cambiar sus planes puesto que su “gallo[3] para eliminar a los asesinos de su padre se había rehusado a colaborar. Empezó a empacar ropa, guardó tabaco y unos cuantos artículos como si se prepara para un viaje. Solo Dios sabría el destino que le tocaría al hijo mayor de Doña Consuelo. Luis visitaba todos los jueves la cantina “EL PORVENIR” en su afán de encontrarse nuevamente con El Gato. Sabía que no lo convencería de que actuara. Esta vez solo buscaba los nombres de los asesinos. Su segundo encuentro fue muy similar. El Gato estaba sentado en el lugar que acostumbraba, volteaba su mirada sobre la ventana como si observara las estrellas a través del vidrio. En ese momento sintió la presencia de un joven que tomó una silla y se sentó.

 

-¿otra vez tú?... ¿Qué quieres huerco?-

El muchacho arrojó el dinero en la mesa sin decir una palabra. El Gato agarró los billetes rápidamente y con la mirada lo guío para fuera de la cantina. Ya estando solos, el pistolero le recriminó al joven su impulsiva acción.

-primero que todo... ¿Con quién crees que estas tratando?... ¡Huerco pendejo!... por menos de ese huateque[4] que hiciste yo he matado gente¡-

-¿Quiénes son los asesinos de mi padre?- replicó el joven sin poner atención a la amenaza.

El Gato contó el dinero, y ante la falta de respeto mostrada en la cantina le aumentó la cifra.

-son $500 pesos, dame $1,000 más-

El joven sin regatear tomo más dinero de la bolsa de su chamarra y le pagó lo que pedía. Con una suma exacta de $1,500 pesos el Gato dijo todo lo que tenía que decir.

1.      Adolfo Villarreal, vive en Reynosa.

2.      Agapito Ramírez, se fue a vivir a San Miguel el Alto Jalisco.

3.      Leobardo “El Lobo” Rodríguez, vive en un pueblito no muy lejos de San Miguel el Alto, se llama Arandas.

4.      El último se llama Esteban García, ese Pelao vive en Veracruz, en el mero puerto.

 - ahora que ya lo sabes ¿Qué vas a hacer? - preguntó curioso el gatillero.

-voy a matarlos... a todos... uno por uno - contestó el joven con una firmeza inquebrantable.

El Gato no dudó de aquel muchacho. Sabía que hablaba desde su corazón. La decisión en su mirada le explicaba que haría todo lo posible para cumplir lo que acababa de mencionar. Para el pistolero no había vuelta de hoja. El joven se había enlistado en una misión suicida. En su mente imaginaba a Florentino y a Merced torturándolo para después tirarlo al río en Reynosa. Pero si por alguna extraña razón el joven se dirigía primero a Jalisco, no tendría ninguna oportunidad en un mano a mano con Agapito Ramírez, ni mucho menos en contra del sádico Lobo.

<<Pobre imbécil, no sabe dónde se mete>>

Con la información recopilada en su cerebro y con una disposición tremenda para cumplir con su objetivo. El joven emprendió la huida. Tomó un morral grande con tazas, sartenes y algo de comida. En otro morral llevaba los cartuchos. Contaba con parque de carabina 30-30. Enfundó el rifle en el costado izquierdo de su caballo zaino y también empaquetó municiones para su colt calibre 38. y para una Smith & Wesson de la misma dimensión. Su ropa comprendía unas cuantas camisas a cuadros, 2 pantalones de mezclilla, una cuera tamaulipéca, un sarápe en caso de frío, su tejana y las botas. Después de sentirse listo montó su caballo llamado Julio. Verificó las chaparreras protectoras y partió la madrugada del 28 de Julio de 1933. Buscaba un destino el cual pocos serían capaces de enfrentar.

***

 

EL PRIMER RIVAL: ADOLFO VILLARREAL

El primero en la lista negra se llamaba Adolfo Villarreal Villarreal. Originario de Reynosa Tamaulipas. Este hombre nació un 5 de agosto de 1875. Los primeros años de su vida los pasó en ambos lados del rio junto a su padre, quien era agente de aduana. Para su juventud, Adolfo ya conocía la importancia del comercio, así como las maneras de sacar ventaja sin importar los métodos que se usen. De carácter intransigente, explosivo y visceral, Adolfo Villarreal siempre usó la represión para obtener lo que quería en cualquier ámbito. A los 25 años de edad se robó a la mujer que meses después sería su esposa. Sin embargo, la abandonó 10 años después con 5 hijos y sin darles ningún peso para su bienestar. Eventualmente los visitaría solo por mero trámite, pero sin ningún sentimiento envuelto. Desde que su padre lo puso al mando del control y tráfico de aduanas en el lado mexicano, Adolfo Villarreal hizo muchísimos contactos y aprovechó esos lazos comerciales para explotar al máximo su avaricia. Desde 1903 hasta 1907 se dio gusto contrabandeando en los dos lados fronterizos. Los productos más frecuentes eran vinos, licores, cervezas, así como artículos de la canasta básica. Villarreal evadía los impuestos de traspaso de un país a otro para después duplicar el precio de venta en ambos lados de la frontera. Cuando los productos provenían del lado americano los almacenaba en su rancho de Reynosa Tamaulipas, y cuando los enviaba de México para Texas se quedaban en la propiedad de un amigo en el condado de Hidalgo.

Para 1910 la Revolución estalló. La ferocidad con que esta trágica guerra civil azotó a los mexicanos fue causa de una migración masiva hacia los Estados Unidos.

“A rio revuelto, ganancia de pescadores” –Adolfo Villarreal-

Esta descomposición social la aprovechó para cambiar sus productos de contrabando por el tráfico de indocumentados. El cobro por pasar a los Estados Unidos era de $500 pesos por persona. Villarreal y sus socios se llenaron de dinero por los inmigrantes. Las condiciones inhumanas de vida e inseguridad los forzaban a hacer lo imposible por salir de México. Allí entraba Adolfo Villarreal. Rápidamente se convirtió en uno de los más ricos en todo el norte del país. Su avaricia hizo que aprovechara el cruce de ilegales para darles bolsas llenas de mariguana. De esta forma agilizaba dos negocios, pero ¡hay de aquel que se atreviera a escapar con la droga o a perderla!. Los indocumentados eran esperados del otro lado del rio en la propiedad del socio de Villarreal. Este los examinaría a cada uno para ver si tenían la mercancía. En caso contrario serian asesinados en ese instante. Todo continuó exitosamente por 3 años. No obstante, El General Victoriano Huerta llegó al poder en septiembre de 1913. Entonces mandó a su gente para administrar “la frontera chiquita[5], y fue entonces que no hubo cabida para Adolfo Villarreal. El ex aduanero fue encarcelado durante 10 años por sus actividades delictivas.

 

PRIMERA PARADA, VENGANZA FRONTERIZA

Luis de la Garza cabalgó por más de un día hasta llegar a la frontera. Reynosa no estaba lejos de Los Ébanos, pero a caballo el sacrificio era mayor. Luis jineteó desde la mañana hasta la puesta del sol. Alrededor de las 6:00 p.m. se alimentó de carne seca y descansó por unos minutos. Después recolectaría matorrales de mezquite y cazaría liebres para comer posteriormente. El joven buscaba lugares desolados para descansar. El miedo lo atrapaba durante la noche. Sabía de la partida de cuatreros y asaltantes que había por la región. Comprendía el peligro latente que vivía desde que dejó su poblado natal. $1,500 pesos en el bolso de su camisa eran razón suficiente para un asesinato durante 1933. Tan pronto arribó al poblado de su primer enemigo se dispuso a buscarlo, y que mejor lugar para preguntar que en la Cantina. Tenía que andar con mucho cuidado. Conocía mucha gente en Reynosa debido a los negocios de la desaparecida empresa DLG Lácteos. Sin embargo, el muchacho confió en su rostro adolescente  y cambiado para pasar desapercibido.

Con el pretexto de buscar trabajo, el joven se identificó como Chacho. Preguntó por Adolfo Villarreal y pronto le dieron referencias. Chacho no la tenía nada fácil. Don Adolfo Villarreal era un prominente empresario en la industria tomatera, algodonera y cebollera de la región. Rápidamente descubriría su lado obscuro y gansteril. El ex aduanero era el amo del contrabando. Se rumoraba que cruzaba una porción de sus mismos productos legítimos para evadir de impuestos. También se habló sobre el cruce de bebidas ilegales, y terminaron con los temas de contrabando de mariguana y el cruce de indocumentados hacia Texas. Luis definió inmediatamente a su rival como un hombre muy peligroso y de difícil acceso.

Días después se presentó en el Rancho del multifacético hacendado para pedir empleo. El trabajo le llegó al instante y empezó a laborar como cargador de cajas de tomate. El producto cruzaría al valle de Texas semanalmente. Luego de casi un mes de trabajo, por fin se llegó el día en que el joven conocería al señor Villarreal. Un tipo de 58 años de edad, de complexión robusta –obeso- , víctima de una clara calvicie, extremadamente rico y siempre resguardado por un par de escoltas. El primer contacto visual fue abrumador. Luis observaba rabiosamente al asesino de su padre mientras Villarreal no se percataba de dicho sentimiento. De manera déspota el contrabandista le habló al joven.

- ¡hey tú... nuevo!... échale una mano a los potosinos, ¡no te hagas guey!-

-sí señor... ahí voy-

 

***

Los potosinos eran un grupo de personas originarias de San Luis Potosí que esperaban la oportunidad de cruzar a Estados Unidos. Mientras trabajaban para Villarreal. Durante varias semanas Chacho convivió con ellos. Se dio cuenta de la infinidad de atrocidades que sufrían a manos del rico hacendado. Eran constantemente humillados y trabajaban por más de 16 horas diarias, sin goce de sueldo. Siempre les recordaba que “El” sería quien los cruzaría a los Estados Unidos por lo que le debían obediencia. En una fogata nocturna los potosinos contaron varias historias de sus vidas. Los sacrificios que habían hecho para llegar a la frontera. La manera en que eran tratados y discriminados. Las historias desgarradoras conmovieron a Luis al punto de la reflexión profunda. Sin embargo, algo peor se aproximaba. La gota que derramó el vaso sobre la escasa calidad humana de Adolfo Villarreal fue la siguiente; Una mañana llegaron Merced González y Florentino Hernández -Pistoleros de Villarreal- Levantaron a todo el mundo de sus camas y los interrogaron. La Hacienda El Arenal –propiedad de Villarreal- había sido robada. Los guaruras[6] en vez de encontrar al infractor buscaban a quien castigar. Ante el alboroto pusieron a los trabajadores en fila. González y Hernández escogieron a un joven oaxaqueño de entre todos.

-¡haber tu¡...¿Quién robo en la hacienda?- cuestionaba autoritariamente Merced González.

- no se señor, de verdad que no se- contestó intimidado el trabajador.

- mira cabrón, a mí me dijeron que llevara a alguien, así que si no nos dices quien fue.... te llevamos a ti, yo no voy a andar batallando- explicó Florentino Hernández.

- está bien, está bien, nomás denme unas 3 horas para averiguar quien fue y yo mismo se los traigo- respondió en su delirio el trabajador.

- no…. ¡una hora!… te damos una hora para que lo encuentres- enfatizó Merced González.

El joven oaxaqueño buscó, preguntó e indagó todo lo que pudo. Al ver que no podía encontrar al culpable se dio a la fuga.  Ese mismo día los gatilleros lo mataron junto a un arroyo. Su cuerpo lo encontró el mismo Luis junto con otros dos trabajadores. Nadie reclamó su cuerpo. (+)

***

El muchacho había visto suficiente. Ahora no solo era el sentimiento de vengar a su padre. El clamor de justicia por las salvajadas ocurridas en el Rancho lo impulsaban a accionar.

<<tengo solo un mes aquí y ya he presenciado un asesinato ¿cuantos más habrán sucedido antes?>> sopesó el joven afligido.

Sabía que tendría que actuar con mucha cautela. Don Adolfo Villarreal era un hombre muy peligroso y difícil llegar. Estaba completamente resguardado por más de 10 hombres, entre ellos su escolta personal conformada por Merced González y Florentino Hernández. Era muy probable el fracaso en su primera actuación de venganza. Así que esperó pacientemente por el momento justo.

La noche estaba fría, Luis tuvo ese presentimiento inquietante de que algo fuera de lo normal pasaría. Se encontraba despierto a las 2:30 de la madrugada cuando escuchó los ruidos de unos presurosos pasos que se acercaban. Las mismas “voces” que buscaron al ladrón de la hacienda hacía unas cuantas semanas, se alzaron nuevamente para levantar a todos los trabajadores.

-¡órale… pá arriba todos!-

-vístanse pronto, porque nos vamos a jalar-

Entre patadas y empujones, Florentino Hernández y Merced González obligaban a aquellos jornaleros a una nueva humillación. En medio de ellos iba Luis quien se encontraba totalmente desconcertado. Temblaba de miedo, pero su sentimiento se confundía con la brisa de la madrugada. Los trabajadores salieron de sus jacales para después caminar por 25 minutos. Apenas sus ojos se acostumbraban a la obscuridad de la noche. Solo escuchaban los insultos de la gente enviada por Adolfo Villarreal. La incertidumbre creció cuando observaron un par de camionetas Ford modelo 1930. Estaban cargadas con cajas de madera y de cartón. En este lugar los estaban esperando 4 pistoleros más. Tan pronto llegaron a los vehículos, las ordenes continuaron. Subieron a 2 trabajadores por camioneta y empezaron a descargar. Merced González organizó dos filas de personas por cada vehículo para bajar la Mercancía. El resto de los pistoleros encendieron candiles y se colocaron a 50 metros de distancia para señalarles el camino a los cargadores.

-¿a dónde vamos?- preguntó Luis

-vamos para el río- le contestó un compañero llamado Tomas

-¿el río?-

-Sí, vamos a cruzar estas cajas… no te preocupes, no es la primera vez, no va a pasar nada-

Luis suspiró aliviado, aunque no estaba convencido.

-¡más rápido, más rápido!- demandaban los pistoleros.

Durante el camino, uno de los trabajadores soltó una caja de madera, esta se partió al instante. Para su mala fortuna, este incidente ocurrió exactamente delante de un pistolero. Inmediatamente lo golpeó y lo obligó a continuar con su labor. Luis caminaba detrás del agraviado al momento del error y alcanzó a notar dos cosas muy extrañas; Primero reconoció la mercancía que salió expulsada de la caja. ¡era mariguana! El joven había escuchado sobre este tipo de irregularidades más nunca lo había visto con sus propios ojos. La segunda situación extraña era el logotipo de la caja, -DLG LACTEOS-. Lo pudo notar gracias a la luz de una lámpara. El muchacho sintió una punzada en el estómago. Su cabeza era un huracán de ideas, sin embargo, continuó en su labor de cargar la hierba. Los trabajadores seguían avanzando entre la maleza. Tras sobrepasar aquellos matorrales reconocieron la cercanía del Rio Bravo. Dos balsas con dos hombres en cada una los esperaban. Inmediatamente cargaron los pequeños botes. Enseguida Merced González subió a una balsa mientras Florentino Hernández abordó la otra. Estos ordenaron la compañía de Luis y dos trabajadores más para descargar del lado americano. Los jornaleros obedecieron, pero cuando intentaron subir a las balsas fueron detenidos por los pistoleros.

-ustedes se van nadando…. Las canoas no aguantan tanto peso-

-¡pero, yo no sé nadar¡- replicó un trabajador

Luis quedó estupefacto ante la sátira que presenciaba, sin embargo “El siempre positivo” Tomas comentó que el rio no iba crecido.

-no se preocupen muchachos, las aguas están tranquilas, podemos cruzar caminando-

-ya oyeron al indio pata rajada… ¡órale, vámonos! - exclamó Florentino.

Del otro lado los esperaban Adolfo Villarreal y un norteamericano. El gringo también disponía de dos camionetas para subir la mercancía. Una Ford modelo 1933 y otra Chevrolet modelo 1930. Traía consigo solo dos hombres para la mano de obra, pero Villarreal se ofreció en cruzar varios de sus trabajadores para ayudar en el trabajo. El conteo de material se llevaba a cabo y el norteamericano notó una irregularidad.

-Greg, ¿are you sure?[7]-

-yeah boss, there’s a box missing-[8]

-¿the hell is this?[9]-  El norteamericano se dirigió con Adolfo.

-¿Qué chingados dices?- contesta el hacendado mexicano.

-¡falta un caja¡- recrimina el gringo con un golpeado acento americano.

-no hagas tanto borlote[10] John… ¡no me la pagues y ya!- minimizó el hecho Villarreal.

-¡You god damned mexican¡[11]… yo ya tengo vendido todo- insistió el norteamericano ante el fastidio de Villarreal.

-¡chingada madre¡….¿Merced, Tino?..- exclamó el ex aduanero.

-¿Que pasó jefe?-

-busquen una caja que traemos perdida- exigió el corrupto hacendado.

-está en la canoa jefe-

-¿y qué demonios hace en la canoa?- increpa nuevamente.

-pos está rota la caja- contesta González.

-¡tráiganla como quiera¡-

Florentino envió a Luis por la caja que había visto romperse 40 minutos antes. El joven la recogió y volvió a leer la insignia <<DLG Lácteos>>

<<¡Hijos de perra!>> exclamó mentalmente.

El resto de la mercancía se le entregó al norteamericano y la transacción se llevó conforme al acuerdo. Luis observó fijamente al gringo y lo reconoció de inmediato. Era el ex –socio de su padre, John Lee Cole. Probablemente de ahí venga la relación con las cajas. <<DLG>>

-siempre es un placer hacer negocios contigo John-

-yeah, yeah- << ¡dirty Mexican¡ ¿you think you can fool me?>>[12]

***

Corría el 2 de noviembre de 1933. La Hacienda El Arenal” se complacía en realizar una gran fiesta en honor al décimo aniversario de la liberación de Don Adolfo Villarreal. Una conglomeración de 200 personas originarias de los ranchos aledaños, así como de los pueblos de Reynosa, Matamoros y algunos de Texas se reunieron para dicha celebración. Todos los presentes tenían en mente la fiesta del cacique. Pero Chacho consideraba otra opción. Otro tipo de festejo. EL DIA DE MUERTOS.

El corcel estaba preparado para la huida. Luis se aseguró que los Guarda Espaldas de Villarreal no estuvieran cerca. Parecía una misión imposible dado que los hombres armados no dejaban un solo segundo al cruel hacendado. El chamaco espió por dos horas a Villarreal. Estaba siendo presa de la desesperación debido a que nunca encontró el momento oportuno de actuar. Se encontraba en el costado de la casa observando cada movimiento. De pronto, una llovizna de puños explotó al fondo de la pista de baile. Era tal el desorden que Don Adolfo Villarreal envió a Merced y Florentino a tranquilizar la situación. En ese momento El Patrón quedaba completamente solo.

<<¡Aquí mero!>>  se dijo a sí mismo el muchacho y se lanzó en su caballo hacia Villarreal.

En cuestión de segundos ya estaba frente aquel criminal sin escrúpulos. Luis lo observó con frialdad y exclamó:

-¿Con que le gusta matar gente inocente? ¿eh?-

-¿y tú qué quieres?.. ¿Qué dices?- Adolfo Villarreal no reconoció al joven.

-¡vengo de parte de Don Juan de la Garza¡-

El muchacho sacó su colt .38 y con sus ojos inyectados de sangre le disparó dos veces sin ningún remordimiento. Al instante cayó muerto el hacendado Adolfo Villarreal. El cuerpo tumbó la mesa principal donde se encontraban varias botellas y platos de comida. El cráneo quedó totalmente destrozado ante los impactos de bala a corta distancia. Por su parte, los Guarda Espaldas regresaron rápidamente pero el muchacho ya había logrado su escape. (+)

***

Urgentemente se comandó una brigada para buscar al Asesino. La persecución no se hizo esperar. El joven era cazado por los pistoleros de Villarreal y por la Policía Rural de la región. Decenas de mercenarios a caballo y otros tantos en camionetas cercaron los caminos y posibles escapes. Pero al fin de cuentas no lograron capturarlo. Luis de la Garza nunca volvió a ser visto en Reynosa Tamaulipas.

Próximamente el Capítulo 5...


[1] palabra coloquial proveniente del inglés “Chance” que significa oportunidad.

[2] Persona sin vergüenza, despreciable, y en otros casos considerada estúpida o de escasa inteligencia.

[3] Su elección favorita.

[4] Escándalo, ruido, acción exagerada, se aplica también al igual que “mitote” para fiestas y juegos.

[5] Reynosa Tamaulipas.

[6] Personal de seguridad.

[7] Greg, ¿estás seguro?

[8] Si Jefe, falta una caja.

[9] ¿Qué demonios es esto?

[10] Escándalo.

[11] ¡Tú, Maldito mexicano!

[12] Si, si, -sucio mexicano, ¿crees que puedes engañarme? -

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