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Cuernos con placer

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Mi nombre es Mauricio, tengo 52 años, casado hace 2 años con una mujer de 43 que está de muy buen ver.

Siempre me ha excitado la idea de ser cornudo y finalmente llegué a cumplir este deseo, cuando cerca de nuestra casa vino a vivir un muchacho de 28 años, guapo, alto, moreno y musculoso y con muchas ganas de “trabajar”.

Con la excusa para arreglar mi jardín empecé a dejarle asistir a mi casa y, a continuación, por lo que es un buen chico y educado, lo invité a cenar varias veces con la excusa de hacer otros trabajos

Miguel y mi esposa han estado en sintonía de inmediato. Noté que la miraba con frecuencia tratando de ver su escote o entre las piernas cuando a veces recogía algo del suelo. También vi, como mi mujer se maquillaba de una manera especial cuando él venía.

A menudo con la excusa de usar el ordenador me alejaba y los dejaba solos, y fue en uno de esos momentos que, mirando hacia la cocina desde el pasillo podía oír los cumplidos que Miguel le hacía a mi esposa, diciéndole que a pesar de la edad era una hermosa mujer sensual, mucho mejor que muchas que había conocido”, y mi esposa dándole las gracias con una palmadita en la mejilla, respondiendo queél es un buen chico”.

Entonces, veo a Miguel apoyar a mi mujer contra la nevera y buscar su boca. Se besan apasionadamente, veo claramente cómo se buscan sus lenguas. Él quiere prologar ese beso, pero ella lo aparta y le dice “por favor, para, estoy casada y allí está mi marido”.

Después de unos segundos, decidí hacer un poco de ruido, para prevenirles que me dirigía hacia ellos y no pude dejar de notar la incómoda –para él claro− erección de Miguel. Y obviamente tampoco pasó desapercibido para mi mujer.

Ahora que la cosa había comenzado a funcionar, tenía que dejarlos solos en la casa, pero ¿cómo?

Y la ocasión llegó durante una final de Champions en que invité a Miguel a verla con nosotros. La noche era hermosa, entre las emociones, el vino, los goles… ya borrachos llega el gol de la victoria y nos confundimos entre saltos, besos y abrazos… y mi mujer participó de ellos también con Miguel. Dejé que él la abrazara, para que ella sintiera el calor de su cuerpo.

Fingiendo un mensaje del móvil con una cita inesperada de trabajo, lo saludé con un apretón de manos, besé a mi esposa y marché. Y aprovechando el bullicio y los petardos, sigilosamente volví por el jardín y me agazapé para mirar por la ventana apenas abierta…

Fue un espectáculo maravilloso, ya habían retomado ese beso interrumpido, dejando sus manos recorrer sus cuerpos y las de Miguel llegar hasta el coño de mi mujer. Veía como él se abría paso para lamer con avidez sus labios y ella gemía como una perra mientras se acariciaba sus pechos… ya estaba media desnuda, pero él le quitó las bragas…

Mi sueño se estaba haciendo realidad, yo estaba feliz de ser cornudo y terriblemente excitado.

Miguel lamió durante unos diez minutos el coño de mi mujer, y luego se puso de pie y comenzó a besar a mi esposa, se quitó la camisa y empujó la cabeza de ella hasta su polla.

Con cada lamida de mi esposa Miguel cerraba los ojos y se quedaba sin aliento...
Ella le desabrochó el cinturón y bajó los pantalones y el bóxer. Entonces comenzó a lamerle las pelotas para acabar otra vez engullendo su polla.

Miguel estaba en éxtasis, y yo también...

Durante varios minutos, mi mujer lamía y chupaba como una puta, pasando de vez en cuando sus dedos por el coño húmedo y frotando los labios de Miguel. Estaba claro que ella quería eso desde hacía mucho tiempo y finalmente estaba sucediendo.

Él se puso de pie y ella con una de sus piernas en el sofá. Pude ver claramente como su pene entraba y salía de la vagina. Miguel la folló durante al menos 10 minutos haciéndola correr una docena de veces, para luego sacar su pene y apuntar directamente a su culo.

Ella entendió cual era la intención, y, con una sonrisa de placer, le cogió la polla para facilitar el trabajo de Miguel y suavemente comenzó a masajearlo… abrió sus nalgas y dejó que él la penetrara. Emitió sonidos de dolor y placer mientras él la sacaba y la metía. Entonces comenzó a alternar, se la metía por el culo y por el coño, una y otra vez, hasta que se dio cuenta que iba a correrse y entonces se la quitó con cuidado, arrodilló a mi mujer y comenzó a correrse en su boca. Era tal la cantidad, que la leche se filtraba por las comisuras de los labios, pasando por la barbilla hasta llegar a sus pechos.

Luego ella, le limpió toda la polla con su lengua, lo besó y le sonrió satisfecha y él le devolvió la sonrisa.

Desde entonces, las cosas han cambiado por completo, a menudo salgo de noche y vuelvo más tarde, siempre me invento compromisos de trabajo para dar oportunidades a Miguel para follar a mi esposa mientras yo los observo sin ser visto.

Ella no sospecha nada, y continúa siendo una muy buena esposa.

Miguel y yo ahora somos grandes amigos, a menudo viene conmigo a pescar, a veces con sonrisas maliciosas menciona temas sexuales que me hacen pensar que sabe de mi deseo de ser cornudo, pero la verdad me importa un bledo.

Todo lo que quiero es ver coger a mi esposa como y cuando quiere, de hecho, también estaría dispuesto a pagar para que la follen.


Tarde o temprano voy a confesarlo… o no.

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