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La Soledad de los LLanos (Capitulo 11)

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CAPITULO XI

El trote del caballo robado llegó al Rincón del Ébano a las 10:00 p.m. El muchacho desmontó rápidamente e ingresó a su casa. Para su fortuna observó a sus dos hermanos sanos y salvos. Suspiró profundamente y exclamó un lamento agradecido. Levantó su cara al cielo y agradeció de nueva cuenta. Consuelito lloraba aterrada en los brazos de Ramón. Juntos fueron al encuentro de su hermano mayor. Doña Consuelo llegó presurosa. Quitó a Ramón y a Consuelito de en medio y golpeó a Luis con gran fuerza. La madre de familia recriminaba su posible culpabilidad ante el trágico evento.

-¿Qué hiciste ahora? ¿Dime que hiciste? - expresaba con descontrol Doña Consuelo.

-¡no hice nada malo, se lo juro…!- respondía tímidamente Luis.

Ramón y Consuelito intervinieron argumentando la veracidad de la historia.

-de pronto retumbaron varios disparos y la luz desapareció, Luis no tiene nada que ver-

Doña Consuelo los calló al instante y pidió explicaciones a Luis.

-¡Madre se lo juro que no hice nada, yo estaba bailando con Consuelito y de repente un loco se puso delante de mi!...-

-¿Qué loco?- preguntó la madre con decisión.

Luis suspiró resignado y contestó con desanimo.

-Merced González-

- ¿y todavía me dices que no tienes nada que ver?-

Doña Consuelo lo volvió castigar con otra bofetada. Ramón se escabulló durante aquel embarazoso momento y Consuelito rogó por el perdón de su hermano mayor. El muchacho bajó su rostro y lloró conmovedoramente. Ante ese sentimiento el instinto maternal floreció y segundos después lo abrazó con ternura.

-perdóname hijo, todo estará bien mijo, vas a ver que todo estará bien, yo te cuidaré-

Don Pedro Ibarra llegó con su esposa para averiguar lo que pasaba. Los gritos se habían escuchado con gran intensidad. Consuelito explicó la horrorosa experiencia que vivieron en el baile mientras unos ruidos extraños sonaron afuera. Ramón apareció entre los pasillos de la Hacienda y llamó con apuro a Luis. Este notó la urgencia del llamado y acudió inmediatamente.

-¡te tienes que ir, no tardan en venir por ti¡- expresó Ramón.

-lo sé, lo sé- asintió con la cabeza.

-ya preparé tu caballo y te hice un bastimento[1]-

-gracias hermano-

-solo prométeme que estarás bien-

-prometido hermano-

-quisiera ir contigo-

-¡NO!- contesto enérgicamente Luis.

-ta gueno-

-no entiendes Ramón, ¡me moriría si te pasa algo!-

Se observaron detenidamente y sus ojos se cristalizaron. Ambos comprendieron que no había tiempo que perder. Se fundieron en un fuerte abrazo de despedida y Ramón volvió con su familia para explicar la nueva partida de su hermano.

<<juro que volveré>>

***

SOLO VERACRUZ ES BELLO

-Padre, te doy gracias por lo bueno que has sido conmigo. Sin merecerlo has hecho que sobreviva a todas estas tragedias que me he metido. Te pido que me perdones por lo que voy a hacer. Tengo miedo de regresar a la Hacienda porque mi familia puede salir dañada por mi culpa. Solo te pido que me ilumines y me ayudes a que toda esta horrible historia termine… amén-

El muchacho se levantó de la banca y se persignó como buen cristiano. Volteó hacia la figura de cera de nuestro señor Jesucristo y le agradeció mentalmente por mandar a esa presencia extraña para salvarlo en todas sus dificultades. Después de su inspiración espiritual se puso el sombrero y se dio la vuelta para salir de la iglesia. En su camino de salida observó a la joven más hermosa que jamás había visto. Su belleza era alucinante. Sus ojos verdes destellaban una ternura y bondad que no había encontrado en otra mujer. La perfección de su rostro lo enmudeció por unos instantes. Su pelo castaño le paseaba graciosamente por sus hombros. Luis creyó que soñaba. La hermosa joven le había sonreído tiernamente al pasar por su lado.

-¿Qué tienes muchacha?, ¿Por qué le sonríes a un desconocido?-

-lo siento mama, es que me da risa que me vio como si me conociera-

-ándale, déjate de tonterías y vamos a sentarnos-

-si mama, disculpa-

El muchacho salió del recinto sagrado con una enorme sonrisa. Sintió una “vibra” muy especial al encontrarse con aquella preciosa joven.

<< De haber sabido que así estaba la cosa, hubiera venido a la iglesia desde hace mucho>> sopesó el vaquero.

***

Se encontraba sentado a la orilla del mar. Nunca había sentido la tranquilidad del océano. Tenía cerca de un mes desde su ultimo escape. Se preguntaba cuál había sido el saldo de la batalla sostenida en la obscuridad del Rancho Los Cedros. Sabía que su familia era afortunada por haber sobrevivido aquella noche de terror.

<<¡nomas yo soy el que anda tentando a la muerte, nadie me obligó a venir aquí!>>

Cayó en fuertes crisis existenciales. Se cuestionaba constantemente su proceder ante la pérdida de su Padre. La vida en el puerto de Veracruz lo hizo reflexionar. Por un momento deseó traer a su familia. Tardó 25 días en llegar al puerto desde Tamaulipas. Pero esta vez decidió cambiar sus antiguos hábitos. No volvió a acampar en los llanos ni pidió posada en los ranchos. Eligió llegar a una iglesia en el pueblo que le tocara la noche. De esta forma aprovechó para agradecer la atención divina que había recibido en cada encuentro con sus temibles rivales.

El miércoles 30 de mayo de 1934 arribó al famoso puerto de Veracruz. Al igual que en su largo camino buscó una parroquia para pedir alojo mientras terminaba su misión. Por las noches trataba de dormir, pero no dejaba de pensar en los puntos ciegos de su trabajo. Sopesó la posibilidad de abandonar su objetivo y regresar a casa. Pero la delicada situación en Los Cedros lo hizo quedarse en aquella parte del País. La Parroquia Nuestra Señora de la Asunción era su nuevo hogar. Consideró el fracaso de su encomienda. Tenía 3 semanas viviendo en la Iglesia bajo el mando del Padre José Sahagún y aún no localizaba a su última víctima. Dudó en la veracidad de la información. Buscaba una excusa para abandonar todo. Empezó a perder el interés. Ahora su nueva tarea era volver a ver aquella hermosa joven que se encontró en misa. No se había percatado que la jovencita tenía la costumbre de visitar el recinto religioso 3 veces por semana. Afortunadamente para Luis los encuentros con la doncella se hicieron comunes.

***

SIGUIENDO EL RASTRO

<<tal parece que este chamaco es la muerte, donde quiera que aparece pasa una tragedia>> Sopesó Tadeo Jiménez.

-Jefe, ya supimos quiénes fueron los de la matanza de los Cedros-

-Teo, eso yo lo supe desde el día siguiente de la masacre-

-perdón jefe, no me explique bien, ya sabemos dónde están-

-¡ah, eso sí me gusta¡…dile a los muchachos que ensillen, vamos tras esos cabrones-

***

Los cuatro demonios causantes de la masacre en Los Cedros improvisaron una choza. Se encontraban bajo uno de los arboles más grandes del Rancho El Refugio. Merced y Florentino caminaban impacientemente pensando en la manera de volver a tierras tamaulipecas. Sin embargo, un presentimiento atroz castigó la mente de González. Se auguró un negro destino. El Refugio -tal y como su nombre lo dice- era el escondite de los hombres de Adolfo Villarreal cada que realizaban un asesinato. Siempre cumplían con la misión encomendada y enseguida cruzaban a los Estados Unidos para llegar al Rancho propiedad de John Lee Cole. El Refugio se localizaba a 12 kilómetros de Rio Grande Texas y a 35 del lugar donde sucedió la horrenda masacre. 

-¿Porque no le disparaste cuando lo tenías en frente?- recriminó Florentino.

-¿otra vez con la misma canción?, ya te dije que no quería que nos reconocieran-

-pos sí, pero ahorita ya estuviéramos cobrando la recompensa y sin andarnos escondiendo-

La discusión se interrumpió por los otros dos pistoleros. Estos avisaron a Florentino y a Merced que alguien se acercaba; Los 4 matones tomaron sus armas y formaron posiciones de ataque. Segundos después reconocieron la falsa alarma. Se trataba del Gringo. El dueño del lugar los ayudaba a esconderse y les llevaba comida.

-¡ave maría! - exclamó el Norteamericano.

-¡ya te vimos John!-

-aquí les traigo comidas-

-ta bien, oye John ¿Porque no podemos quedarnos en el rancho como otras veces?, ¿porque tenemos que dormir en medio del monte?- cuestionaba Merced mientras guardaba su arma.

-¡oh god damn it[2]¡… look Merced, los Rangers[3] los están buscando de este lado también- explicó John.

-¿Porque no nos habías dicho?- se inmiscuyó en la conversación Florentino.

-no los quería asustar- enfatizó el norteamericano.

-¡A nosotros no nos asusta nadie!- contestó amenazante Epigmenio Saldaña.

-¿who the hell is this guy[4]?- Enfureció John Lee Cole al momento que Merced calma al colérico pistolero.

- no hemos tenido chansa[5]* de hablar. Estos dos muchachos son gente de mi confianza. Ellos son Epigmenio Saldaña y el Crisóstomo Peña- Comentó González.

El Gringo criticó los nombres complicados para su mal español. Enseguida explicó que deberían quedarse entre la maleza por un tiempo. No quería levantar sospechas ante las autoridades Texanas. Los matones comprendieron la gravedad del asunto. Sabían la dificultad que representaban los estadounidenses. Accedieron a resguardarse por el tiempo que John Lee Cole les indicara.

El Gringo les entregó las provisiones y regresó en su camioneta hasta la cabecera del rancho. Antes de bajarse para abrir un portón de madera cruzó palabras con otro vaquero que lo esperaba en el cercado de púas.

-son 4 y están armados, así que ten cuidado- aconsejó John.

-¿cómo andan de municiones?- cuestionó el vaquero desconocido.

-¿what?[6]- frunció el ceño el Gringo.

-¡balas¡... ¿tienen balas?- explicó con ademanes el misterioso hombre.

-oh bullets[7], no…. No tienen muchos-

-ta gueno-

El hombre cruzó la valla y se dirigió al encuentro con los 4 bandoleros. Sin embargo, fue interrumpido.

-hey- lo detuvo John.

-¿qué paso?- esperó expectante el vaquero misterioso.

-no quiero problemas- recalcó el dueño del Rancho.

-no se preocupe John... pa´ la mañana estará su rancho limpio, ni se dará cuenta de lo que sucedió-

***

En Matamoros Tamaulipas Tadeo Jiménez se preparaba para ir detrás de los 4 forajidos y cobrar otra suculenta recompensa. Sin embargo, comprendía que la situación no era nada fácil. Aristeo Gutiérrez comentó que los pistoleros se escondían en un rancho de Rio Grande Texas. El líder analizó la situación. Concluyó que muy difícilmente pasarían el armamento a través del rio o por la frontera. De esta forma dio indicaciones a 5 de sus mejores hombres para ir a Texas y cumplir con la misión.

-¿Jeremy?... ocupo un enorme favor- expresó Tadeo Jiménez por teléfono.

***

La masacre de Los Cedros fue un acontecimiento que enlutó a 11 familias; Horas después de la tragedia la Policía Local de Los Ébanos requirió ayuda Federal. Por primera vez desde que Luis cayó en el bajo mundo no era el objetivo principal. Aún seguía siendo buscado por las autoridades, pero la actividad en su contra disminuyó notoriamente. Se aprobó una recompensa de $1,000 pesos por cada uno de los 4 desalmados. Este premio aplicaba fueran capturados vivos o muertos. La sensibilidad de la comunidad tamaulipeca estaba seriamente afectada después de la balacera. Don Lorenzo explicó sobre la suerte que tuvieron tanto el cómo su familia. Salieron completamente ilesos de la tragedia. La escena era desgarradora. La Policía Federal inspeccionó el lugar a las 11:35 de la noche.

Caminaron sobre la pista de baile con antorchas en las manos. Lastimosamente encontraron 11 cuerpos sin vida, 7 hombres y 4 mujeres. Una docena de personas más habían resultado heridas, pero se encontraban fuera de peligro. El reflejo de los cuerpos alumbrados por la luz de las antorchas les llenó de ira. Esta fue la gota que derramó el vaso. Ante dicha barbarie decidieron llamar a La Cordada.

***

Los 4 desalmados dormían a placer en aquella choza improvisada. El reloj marcaba la 1:15 de la madrugada. A paso lento y silencioso se acercaba una sombra que rondó el albergue. El humo de la fogata todavía daba señales de vida. Esto indicaba que aquellos hombres se acababan de acostar. La sombra se detuvo en una de las maltrechas ventanas y observó cómo descansaban los pistoleros. Nadie se percató de su presencia. Decidió darle vuelta a la pequeña vivienda para observar todo el panorama. En varios segundos determinó la posición de sus rivales. Después del estudio rápido al lugar, la sombra se perfiló al lado derecho de la choza. Lentamente buscó comodidad. Los ronquidos de los hombres eran estruendosos. Dormían profundamente. Pero un par de ellos jamás volvería a despertar.

Tres detonaciones interrumpieron el silencio de la noche. Dos hombres se despertaron asustados ante la verídica pesadilla. Los otros dos pistoleros ya estaban siendo juzgados por San Pedro. Uno de los sobrevivientes buscó su arma. Sin embargo, otras tres descargas le quitaron la vida instantáneamente e hirieron al último rufián. Solo quedaba un bandolero. Trató de escapar a rastras de la choza. Mientras tanto la sombra recogía las armas de sus enemigos caídos. Inmediatamente pateó la pistola que buscaba el último de los chacales. La victima gemía fuertemente de dolor.  Sufría un impacto de bala en el centro de su pecho. Las piernas no le respondían. Sintió sangre brotar por su boca. Alcanzó a salir de la choza y todavía escuchó 3 disparos más mientras se arrastraba lentamente.

<<¡los está rematando, tengo que escapar!>>

Su teoría era correcta. La sombra misteriosa había terminado su trabajo con el tiro de gracia[8]a cada uno. La última víctima trató de apresurar su escape, pero sus condiciones no lo ayudaban. Siniestramente escuchó los pasos de un individuo que se acercaba

<<¡puta madre, no!>>

La desesperación ahogaba al último sobreviviente. La sombra lo alcanzó y se interpuso en su camino. El bandido en rastras observó las botas de aquel individuo que había asesinado a sus compañeros. Lo maldijo al instante.

-¿Quién eres?…¡maldito cobarde!-

-shhh… shhh… no hagas ruido, despiertas a los vecinos-

-¿Gato?-

La sombra se inclinó de rodillas hasta nivelar los rostros. Metió su mano izquierda en su chamarra de mezclilla y sacó una caja de fósforos. En seguida encendió uno en su cara.

-¡ahora sí, Ya sabes quién soy!- expresó con frialdad.

-¡maldito cobarde!- exclamó la víctima herida.

-mira nada más…. ¡Merced González!... no sabía que eras el que escapó- carcajeó el ejecutor.

-¡mátame de una vez!- gritaba el guardaespaldas de Adolfo Villarreal.

-¡A la orden mi General!- El asesino misterioso se levantó y apuntó su arma directamente a la cabeza de Merced González. Le disparó sin contemplaciones. Segundos después se dijo a sí mismo:

-¡A como mataron, murieron, …en la obscuridad, como ratas!-

***

El cruce de la frontera fue fácil. A las 10:25 p.m. del 18 de junio de 1934 arribaron a Brownsville Texas los 5 pistoleros enviados para ajusticiar a los culpables de la masacre en Los Cedros. Del lado Texano los esperaban 2 hombres pertenecientes a la Patrulla Fronteriza Estadounidense. Ellos les proporcionaron una camioneta GMC Modelo 1934 y los equiparon de armamento para combatir aquellos 4 desalmados. Aristeo Gutiérrez era el líder del comando y se presentó ante los oficiales americanos. Estos les brindaron lo que necesitaban y señalaron que solo seguían ordenes de su jefe; El Sargento Jeremy McDowell. Gutiérrez ordenó a sus hombres que subieran al vehículo. Los agentes fronterizos explicaron detalladamente la localización del Rancho El Refugio. Les entregaron un mapa para arribar con mayor seguridad y sin distracciones. Inmediatamente se dirigieron a Rio Grande City. La jornada sería aproximadamente de 2:30 horas.

Un enorme portón indicaba la entrada al Rancho. La señal de bienvenida desvaneció sus dudas. “Welcome to El Refugio Ranch”. Eran las 12:50 de la madrugada. Enseguida ingresaron por el camino terregoso. El rancho estaba localizado 18 kilómetros antes de llegar a Rio Grande Texas, pero se tenía que avanzar otros 3 kilómetros por la brecha. Recorrieron unos cuantos metros y Aristeo estacionó el vehículo a medio camino. Apagó las luces y se bajó de la camioneta. Apuró a sus secuaces quienes comprendieron al instante que seguirían la misión a pie. Tomaron el armamento que se encontraba en la caja de la troca [9] -como dirían los Texicanos[10]-  y se dirigieron a la cabecera del Rancho.

Los pistoleros se detuvieron repentinamente cuando escucharon varias detonaciones. Estaban totalmente quietos. Cubrieron todos los flancos desde sus posiciones. Varios minutos después volvieron a escuchar otros 3 disparos. Los miembros de La Cordada estaban receptivos a cualquier señal de alerta. Gutiérrez levantó la voz y volvió a apresurar su gente.

-¡vamos, vamos… tienen que ser ellos!-

***

Trotaban a paso rápido cuando fueron sorprendidos por un último disparo que retumbó más cerca. En ese instante llegaron al Rancho. Irrumpieron en la casa sin contemplaciones y tumbaron dramáticamente la puerta. Sacaron ente empellones al dueño y a su esposa. John Lee Cole se encontraba de rodillas con sus manos en la nuca mientras que su mujer lloraba asustada atendiendo la misma posición.

-¿Dónde está Merced y sus hombres?- cuestionó Aristeo.

-no sé de qué me habla-

El cachazo sobre la mandíbula de John sonó tan fuerte como las detonaciones anteriores. Dos pistoleros montaron guardia sobre los prisioneros mientras el resto inspeccionaba el Rancho. Durante estas acciones la sombra retornaba de su nefasto trabajo. Rápidamente percibió el movimiento hostil y retornó a su estado silencioso. Se escondió entre la obscuridad de la noche. Solo la luna atestiguaba aquellos hechos violentos. Las armas incautadas le estorbaban en sus desplazamientos. Con dificultades pudo llegar hasta el papalote lateral. Se encontraba a 50 metros de la casa. Observó con gran enfoque los sucesos y pronto se percató que un hombre armado se acercaba a su posición.

El pisar de las botas se escuchaba cerca. La sombra misteriosa decidió guardar sus armas de fuego y optó por relucir su daga asesina. Sabía que Los Cordados no eran hombres fáciles de dominar. Tenía que ser muy preciso en sus movimientos. El inspector sostenía una metralleta de cargador redondo utilizada en la guerra de Chicago. Los agentes fronterizos les habían proporcionado arsenal decomisado a la banda del mismo Al Capone.  Este pistolero mostró su sonrisa cuando tomó por primeva vez el juguetito. Pasó a dos metros de distancia. La sombra se abalanzó sobre el hombre armado y lo apuñaló certeramente. Le tapó su boca y el pistolero murió en silencio. El agresor tomó al recién fallecido en sus brazos y lo arrastró delicadamente para no causar ruido. Segundos después tomó el arma novedosa y sonrió. <<¿Qué es esto?>> pensó.

Desafortunadamente, el sonido del asesinato no pasó desapercibido. Otro de los hombres escuchó los quejidos adoloridos de la víctima. Se habló a señas con el resto de los suyos y se dirigió al lugar donde escuchó los ruidos extraños.

 –¿Quién anda allí? -preguntó, pero dos segundos después cayó muerto de un disparo. La acción retornó al lugar. Los 3 restantes pistoleros descargaron su arsenal hacia la misma dirección. Todos contaban con esas mortales metralletas de cargador redondo que de alguna manera terminaron en la frontera con México. John Lee Cole tomó a su esposa y corrieron presurosos hasta su casa. La sombra se cubría en el papalote donde había dejado todas sus armas. La refriega era incontrolable. Resintió la crueldad de los ataques en su contra y decidió contestar de igual manera. Tomó la metralleta de su última víctima y se levantó disparando a todo lo que se moviera. De esta forma, hirió a dos hombres mientras que un sorpresivo escopetazo atravesó la ventana del rancho y dio blanco en el tercer pistolero. Quedaron dos hombres heridos en el suelo.

Finalmente, la sombra salió de su escondite. Fiel a su costumbre remató a todos los cuerpos tendidos. Avanzaba hasta el último sobreviviente y lo miró directamente a los ojos. John Lee Cole salió en ese momento de su rancho. Portaba su escopeta y se mostraba sumamente nervioso. La sombra misteriosa al fin se expuso a la luz. Aconsejó al viejo Gringo que regresara a su casa. Inesperadamente el sobreviviente comenzó a reír. Se mostraba como un verdadero psicópata. Enseguida entabló una pequeña conversación con el verdugo de su escuadrón.

-¡Gato¡- carcajeó por un instante.

-Teo- contestó Rafael.

-¿Ya sabes cuál es tu destino verdad?- sonreía sarcásticamente un moribundo Aristeo Gutiérrez.

El pistolero herido carcajeó y le auguró una muerte dolorosa a su rival. Sin pensarlo, El Gato le atravesó la cabeza con un disparo de su revólver. Instantes después exclamó al ver el cuerpo inerte.

-¡estúpidos moribundos nunca se callan!-

Rafael suspiró de manera profunda. Sabía que aquel hombre no mentía.

-¡Puta madre!- gritó con desesperación.

John Lee Cole se dirigió al Gato.

-¡you said Puta Madre¡…. ¿who are these guys?... ¿how bad is this?-[11]

Rafael contestó en el idioma universal.

-¡pretty damn bad¡[12]-  

 

Próximamente el Capítulo 12...


[1] Conjunto de provisiones destinadas para un largo viaje.

[2] ¡oh demonios!

[3] Termino militar de origen anglosajón que define a un soldado especializado en la vigilancia, cuidado y labor policial de un territorio en específico.

[4] ¿Quién demonios es este hombre?

[5] Palabra coloquial proveniente del inglés “Chance” que significa oportunidad.

[6] ¿Qué?

[7] Balas.

[8] En el ámbito gansteril mexicano se le denomina “tiro de gracia” al acto de disparar sobre una persona estando presuntamente muerta o herida de muerte.

[9] modismo coloquial mexicano usado especialmente en la frontera con Estados Unidos. Proviene del inglés “Truck” que significa “Camioneta” en español; Es una mezcla de ambos idiomas, mejor conocido como “Spanglish”.

[10] Personas de origen mexicano que se asentaron en el estado de Texas. A pesar de haber varias denominaciones tales como: “Chicano”, “Pocho” o “TexMex”. Los Texicanos son usualmente de segunda generación, es decir; de padres mexicanos, pero nacidos en Texas.

[11] Dijiste “Puta madre” ... ¿Quiénes son estos hombres?... ¿Qué tan malo es esto?

[12] Endemoniadamente malo.

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