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La Soledad de los LLanos (Capitulo 13)

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CAPITULO XIII

EL BROCHE DE ORO

La reunión estaba concertada exactamente a las 3:00 de la tarde. El empresario veracruzano estaba impaciente ante la visita de su rival. Se aseguró que todo estuviera bajo control. Contrató a 10 hombres para resguardar su casa mientras su madre y hermana ignoraban por completo la situación. La ansiedad por terminar aquella rencilla hizo sudar las manos del jarocho. Meditó la posibilidad que su rival no apareciera. Pero instantes después reconocería que estaba equivocado.

Transcurrieron 20 minutos desde el último vistazo al reloj. El empresario abandonó el jardín y prefirió ingresar a su hogar. <<si llega a venir mis hombres me avisaran. Tal vez debí haberlo matado cuando pude>> Cerró la puerta de su estudio y tomó un vaso. Lo llenó de whiskey y bebió con tranquilidad. Después del trago suspiró. Descansaba del estrés causado por la probable visita. Sin embargo, cuando parecía que todo marchaba en calma su oído escuchó el martilleo de un gatillo. Una voz aguda lo sorprendió enormemente.

-¿Querías verme?... ¡aquí estoy!-

El hombre que esperaba estaba a su espalda. Un frío intenso recorrió su espina dorsal y la sangre bajó hasta sus pies. Se giró lentamente con las manos en alto según las indicaciones del enemigo.

-¿cómo entraste?- cuestionó nervioso Esteban.

-digamos que tu servidumbre no es muy fiel- expresó Luis.

<<¡maldita india tacuata¡>>  maldijo mentalmente.

-no te ves tan macho ahora que estamos solos… ¿traes pistola?- cuestionó el muchacho.

-no- respondió el veracruzano.

-¿no guardas ninguna?- insistió el fronterizo.

-aquí en el cajón- expresó Esteban mientras consideraba la opción de tomar el arma y dispararle.

El rival se aproximó lentamente al escritorio. Le pidió a Esteban que se alejara unos metros y después verificó los cajones. Constató que en realidad si existía el arma y entonces realizó un movimiento totalmente inesperado. El muchacho arrojó la pistola sobre el escritorio. Instantes después se alejó sin darle la espalda a su rival.

-te voy a dar la oportunidad para que te defiendas, no como lo hiciste con mi padre-

-¡yo no le disparé a tu padre!- exclamó García.

La furia del joven se reflejaba en su rostro. No obstante, se mostró confundido ante la negación de su rival. Nunca le había sucedido tal cosa. Todos sus anteriores enemigos -a excepción de Adolfo Villarreal quien no tuvo la oportunidad de hablar- habían aceptado su participación en la muerte de Juan de la Garza. Esteban era algo nuevo para Luis.

-¿Qué estás diciendo?- cuestionó extrañado el vaquero.

-que yo no le dispare- reafirmó Esteban.

Las dudas inundaron la mente del joven. Agitó fuertemente su cabeza y decidió comenzar de nuevo.

-¿sabes quién es Juan de la Garza?-

-¡un hijo de puta!- respondió férreamente el jarocho.

-cuida lo que hablas o aquí te mueres… ¿A qué te refieres con que no le disparaste? -amenazó el norteño.

-yo no soy un asesino, pero tengo que confesar que si estaba en el lugar donde ocurrieron los hechos- aceptó Esteban.

-¿y que hacías allí?- continuó la interrogación el muchacho.

-me aseguraba que muriera tu padre- manifestó con decisión increíble.

-¡hijo de perra!- exclamó rabioso el joven. Avanzó un par de pasos y amenazó con disparar a su rival.

-¡mátame, adelante. Ni siquiera sabes lo que me hizo tu padre!-

<<¡Es la segunda vez que escucho esa frase!>> sopesó el muchacho.

-¿A qué te refieres con eso?- respondió tembloroso.

-te creía más inteligente, pero solo eres un pistolero común y corriente. Te has ido por la puerta fácil, decidiste matar a los asesinos de tu Padre, pero no investigaste la razón del asesinato- exclamó con decepción el veracruzano.

-¡habla más claro¡- gritaba descontrolado el muchacho.

-¿Quieres saber la verdad?... ¿o solo quieres completar tu tarea?- respondía retadoramente el empresario agrícola.

-¿Qué hacías en el rancho el día que mataron a mi padre?- cuestionó el joven fronterizo.

-¡ya te dije! me aseguraba que lo mataran. Contraté un pistolero para que lo destruyera-respondió Esteban con fastidio.

-¡esto te hace un asesino también!- apuntó su arma el joven vengador.

-¡escúchame… escúchame primero y luego haz lo que quieras!- agitó sus manos Esteban cuando presintió su inminente muerte.

El escandalo crecía en la biblioteca. La conversación se hacía más ruidosa. La madre y la hermana de Esteban descansaban en el patio trasero. Sin embargo, percibieron el peligro dentro de su hogar.

-¡admiro la pasión con la que defiendes a tu padre…. Pero en realidad era un Monstruo!- defendía su postura Esteban quien lentamente bajaba sus manos.

<<no entiendo nada, ¿lo mato?... ¿Qué hago?... ¡Señor ayúdame!>> la indecisión hizo estragos en la confianza del muchacho.

-tienes que saber la verdad- insistió Esteban.

-¡adelante!-concedió el joven norteño sin dejar de apuntar su arma.

 -Un día aparecieron dos hombres justo allí donde estas parado. Me ofrecieron participar en un “ajuste de cuentas” con un viejo conocido de ellos y mío. Al principio no me llamaron la atención y estuve a punto de correrlos. Pero su insistencia en hablar me despertó curiosidad. Esos dos hombres eran Adolfo Villarreal y Agapito Ramírez. ¿Cómo supieron donde vivía? pues al igual que tú, dieron conmigo preguntando, ¿Cómo supieron que tu Padre me debía algo?, eso no me extraña. Tanto en San Rafael como aquí todo mundo sabe lo que ocurrió con tu Padre. Primero me explicaron sus motivos para tomar la decisión de asesinar a Juan de la Garza. Al escucharlos me di cuenta que tu Padre era un hombre sin honor y desleal. No merecía otra cosa más que la que sucedió. Adolfo Villarreal era uno de sus mejores amigos. Juntos comenzaron una sociedad donde exportaban e importaban todo tipo de mercancía, “legal e ilegal”. Lo hacían a través de una empresa lechera que no recuerdo su nombre.

-DLG Lácteos- susurró el Joven con mirada perdida.

-Algo así. Esta era solo una cortina para contrabandear tequilas, vinos y mariguana. Pero lo que más les generaba dinero era el cruce de indocumentados a Estados Unidos.-

Luis recordó la amarga experiencia vivida durante aquellos meses en el Rancho de Villarreal.

-Tu Padre aprovechó los contactos que tenía Villarreal en la aduana para comerciar todos los productos legales de la empresa. Pero también aprovechó la ubicación del rancho para pasar toda la mercancía ilegal por el río. Tengo entendido que allí mismo asesinaron a mucha gente. El mismo Adolfo Villarreal me lo dijo.-

-¡mi padre nunca haría eso¡- replicó indignado el joven.

-Tal vez no personalmente. Pero de seguro ordenó el asesinato de mucha gente- explicó en teoría el veracruzano.

-¡tal y como tú lo hiciste¡- respondía con su corazón el muchacho. Sin embargo, se le acababan los argumentos.

-pues sí, pero la diferencia es que yo no mande asesinar gente inocente-

La plática subió de tono hasta convertirse en discusión nuevamente. De pronto se escucharon las voces de Doña Amalia Courier y de su hija. Preguntaban preocupadas que sucedía mientras el joven pistolero cerraba con llave la puerta.

-Juntos hicieron muchísimo dinero cruzando gente de mojados[1] para Estados Unidos. Adolfo estaba muy bien conectado con gente de los dos lados del río. Eso fue una ventaja comercial para tu padre y su socio. Villarreal nunca quiso que la empresa estuviera a su nombre. Tu padre aprovechó esta situación y se convirtió en el único dueño legal. Villarreal consideraba de alto riesgo que la empresa estuviera bajo su cargo. Entonces dejó que tu padre estuviera al frente… ¡que error tan grande!-

-¿Porque?- preguntó curioso el muchacho.

-Tu Papa realizó una magnifica jugada desleal. Acusó a Adolfo Villarreal de contrabando y asesinato. A causa de esto el viejo estuvo preso 10 años… ¿Qué edad tienes tú?- detuvo la explicación Esteban.

-22- contestó extrañado el muchacho.

-Tal vez por eso no recuerdas, ni siquiera yo me acordaría-

-¿Qué más?- cuestionaba impaciente el fronterizo.

-¿Quieres más?... ¿No se te hace razón suficiente para vengarse?... parece que no conociste a Adolfo Villarreal. La verdad es que no fue lo único que tu padre le hizo. Mientras este estuvo encarcelado, Juan de la Garza le quitó todas sus tierras y el negocio pasó a ser completamente de él. ¡Ahora!… si tu conociste a Villarreal quien era otro ser despreciable, debes de saber que esto no se quedaría así. Ese hombre le podía más el orgullo que cualquier otra ofensa. El saber que Juan lo hundió en la cárcel y lo despojó de sus propiedades lo volvió loco de furia. Nadie le podía ver la cara a Adolfo Villarreal según sus palabras- Esteban bajó sus brazos, pero Luis le ordenó que los realzara.

-¿pero… porque no se defendió?- se refirió a Villarreal.

-Lo intentó, pero tu Padre era un hombre muy calculador. Dímelo a mí que hicimos negocios con él por más de 5 años. Para cuando Villarreal quiso exponer que Juan de la Garza también era culpable de los mismos cargos, tu Papa ya había comprado a todos los Jueces de la frontera en Reynosa. Debes de saber que en este país el que tiene el dinero es el que manda- expresó con desprecio el veracruzano.

-Adolfo Villarreal también tenía dinero- argumentó Luis.

-Sí, pero tú Papa se movió primero- explicó Esteban.

El muchacho resintió un ligero dolor de cabeza ante el bombardeo de información. La mano con que sostenía el arma le pesaba. Caminó al escritorio y tomó la pistola que había dejado a su rival minutos antes. Después de una breve pausa, el muchacho guardó los dos revólveres en su cintura e indujo a su enemigo que terminara el relato. Los golpes en la puerta destellaban desesperación. De esta forma las mujeres de la casa pidieron a los guardaespaldas que la echaran abajo. Esteban pidió que se calmaran. Mencionó que se encontraba dialogando con una persona y les aseguró su bienestar. Al mencionar estas palabras observó a Luis quien asintió con descontento.

<< nomás quiero que termines tu platica y te quiebro cabrón>> pensó el vaquero.

***

-¿Qué te parece?...¿tú crees que Villarreal tenia razones para matar a tu Papa?- Preguntó el empresario Jarocho

<<¡Mataba por menos que eso!>> pensó el joven. Sin embargo, respondió diferente. No quería ser empático con su enemigo.

-¡como quiera ya se lo cargo la chingada!- expresó con frialdad su asesino.

-y merecido lo tenía. Tal vez tu Padre hizo bien en poner en su lugar al maldito de Adolfo Villarreal- contestó Esteban quien si estaba interesado en ser empático.

-aún sigo sin entender muchas cosas- se rascó la frente.

-Espérame que no voy ni a la mitad de la historia. Ahora van las razones de Agapito. Tu Padre era uno de los mejores amigos de Agapito Ramírez. No sé si estarás enterado pero el viejo Ramírez era un portentoso Jinete. Nadie que yo haya conocido ha montado a caballo como él. Yo lo conocí cuando este ya era un señor. No quiero ni pensar la habilidad que tuvo de joven. Sucede que Ramírez siendo un gran vaquero trabajó muchas veces para tu padre. Arreaba el ganado y se encargaba de las labores de campo. Era reconocido en todo el noreste de México. Por esta razón tu padre se hizo de sus servicios. Ramírez vino muchas veces a San Rafael y a Veracruz tiempo después de su tragedia. Tuvo que trabajar para otras personas y así se forjó una manera digna de vivir otra vez. Es por eso que yo ya lo conocía. Pienso que él fue quien tuvo la idea de venirme a buscar para la propuesta asesina. Como te digo, Juan era uno de los mejores amigos de Ramírez. Siempre lo procuró económicamente. Pero por alguna razón lo traicionaría con el paso del tiempo. Este señor se enamoró perdidamente de una muchacha rica que por obvias razones su familia no estaba de acuerdo con la relación. Agapito con su orgullo herido decidió irse a los Estados Unidos para hacerse de capital. Quería dejar de ser un simple vaquero. El creía que con propiedades y capital económico sería un digno partido para casarse con esta muchacha. Probablemente así hubiera sido. Tengo entendido que ella también le correspondía. Se fue a Texas donde trabajó duro por casi 3 años. Al tiempo regresó solo para darse cuenta que la mujer de su vida se había casado con otro hombre.-

Un silencio aturdidor acaparaba la biblioteca. El joven aún no podía encajar todas las piezas del rompecabezas. Después de unos segundos de quietud, la puerta volvió a sonar. El empresario jarocho reafirmó su bienestar y pidió paciencia.

-Muchacho, necesito que te calmes para lo que te voy a decir. Siéntate por favor-

La mirada perdida de Luis parecía omitir cada palabra. Ante esta renuente actuación del joven, su rival suspiró y prosiguió con la conversación. Estaba consciente que un arrebato de ira podría acabar con su vida en cuestión de segundos. Sus siguientes palabras serían sumamente delicadas.

-El hombre que le quitó la mujer a Don Agapito fue tu Padre…y esa mujer es tu madre-

La respiración del joven empezó a forzar su destrozado pecho. Sus niveles de ansiedad estaban al borde de la explosión. Trató de respirar profundo pero aquella información lo debilitó física y mentalmente.

-¡mi madre amaba a mi papa!- gritó Luis.

-eso no lo puedo saber yo- respondió Esteban.

-¡mientes, mientes!-

Luis se descontroló totalmente. Dirigió su arma hasta el rostro de Esteban y amenazó con disparar. Dos lagrimas recorrieron sus mejillas mientras su batalla interna aún no reclamaba ganador. El veracruzano cerró sus ojos con resignación. Presintió su violento final. Sin embargo, el joven se contuvo. Trató de asimilar la información y quiso encontrar errores en la historia.

-¡no te creo!…  ¿cómo se conocieron Agapito y Adolfo?- cuestionó el vaquero.

-Varios meses después de que tus Padres se casaran Agapito regresó y se desengañó. Juró jamás molestar a tu madre de nuevo. Tu Padre le restregó en la cara que hacía falta más que dinero para conquistar a Consuelo. Ramírez contestó que no tenía nada contra ella. Pero cuando la traición viene del que dice ser un amigo, eso duele más que cualquier otra cosa. Aún faltaba más. El resignado vaquero se dedicó a lo suyo y volvió al rancho en Santa Rosa. Trabajó con sus hermanos y familia, pero pronto supo que tu padre había comprado los ranchos aledaños. Estos suministraban el agua a la propiedad de los Ramírez. Juan lo prohibió. En 8 meses perdieron todas sus cosechas y ganado. Agapito le rogó a tu Padre que diera la orden para que volviera el agua. Sin embargo, no lo hizo. Esto lo llevó a la bancarrota. No contaba con nada de dinero. Todo lo que tenía se lo dio a su familia para sobrevivir. Nadie le brindó trabajo por órdenes de Juan de la Garza. De todas formas, se las ingenió para trabajar a escondidas. Tuvo que regresar a Texas de nuevo. Una vez en la frontera buscó quien lo pasara y en una cantina de Reynosa se encontró con Adolfo Villarreal. Celebraba su último día de libertad antes de cumplir su sentencia. Ambos hablaron sobre sus intereses y de allí salió el tema de tu Padre. Los dos reconocieron que sus vidas habían sido arruinadas gracias a él y decidieron vengarse.-

­Esteban requirió permiso para tomar una copa de whiskey y el muchacho se lo concedió. Enseguida continuó con el relato.

-Pasaron diez años y vinieron conmigo. Querían acabar con su proveedor para que tu padre no tuviera ingresos. Sin embargo pronto se enteraron que yo también tenía motivos para desquitarme de Juan de la Garza.- Esteban bajó su mirada y se aclaró la garganta.

-¿y cuáles fueron tus motivos?- preguntó sumamente interesado el muchacho.

El empresario meditó unos segundos. Le pidió a Luis que abriera la puerta. Era necesaria la presencia de dos personas. Doña Amalia y su hija ingresaron con asombro mientras Luis observó con vergüenza a la que fuera su único amor. No pudo sostener la mirada y enseguida escondió su rostro.

-No quiero hacerte el cuento más largo- dijo Esteban <<demasiado tarde>> pensó Luis.

-Nosotros trabajamos con tu Padre por 5 años. Mi madre es viuda ya que mi papa murió cuando yo era muy chico. Desde entonces mi mama se hizo cargo de los negocios. Mis tíos –hermanos de mi mama- la ayudaron por lapsos de tiempo, pero nunca se quedaron permanentemente. Tu papa siempre hizo trato directo con mama y pues...-

Las damas se abrazaron con emotividad y delicadeza. Un nudo en la garganta complicó la fluidez de Esteban. La declaración que estaba a punto de hacer le carcomía el alma.

-Un día tu padre vino con el pretexto de cerrar un gran trato. Se encerró con mi mama y.… la violó-

-¿la violó?-

La sorpresiva información desconcertó brutalmente tanto a Luis como a la joven Amalia. De inmediato observó a su madre y lloró lágrimas de confusión. Esteban sufrió el amargo momento y decidió terminar lo más rápido posible.

-sí, la violó delante de mí. Tu papa amenazó con colgarme si decía algo.

Un fuerte mareo impactó la cabeza del joven mientras el llanto de las damas no pudo contenerse.

-Sé que ustedes dos se estiman mucho, pero lamento decirles que son “medios hermanos”-

Esteban García había terminado su historia.

<<¿Amalia mi hermana? ¿Mi papa un asesino, violador, avaro, desleal y traicionero? ¿por esto arriesgue mi vida?>>

Una serie de imágenes desbordaron el pensamiento del joven. Recordó cuando voló la cabeza de Adolfo Villarreal. Inmediatamente después visualizó el valiente duelo contra Don Agapito Ramírez. Mentalizó sus tenaces escapadas, aquellas noches de soledad en los llanos, el bestial enfrentamiento contra el Lobo, la balacera terrorífica en Los Cedros, la bondad desinteresada de Felipe Sánchez, la crueldad sin medida de La Cordada, y por ultimo recordó su familia. Su conciencia no pudo resistir un segundo más. Tomó su revólver y lo posicionó en su propia sien. Enseguida disparó sin ningún miramiento. Más una milagrosa reacción del mismo Esteban García le salvó la vida.

Los dos hombres cayeron al suelo. El impacto de bala derribó una foto familiar que colgaba de la pared. El muchacho estaba incontenible. Su interminable angustia lo orilló a derramar lágrimas incansables. Rompió en llanto sin ningún pudor frente a la persona que amaba –Amalia- como su rival –Esteban-. Los Courier lo llevaron a un sillón. Sus mareos se evidenciaban por el zigzag de su caminar. La Señora atendió al muchacho con agudeza mientras la llorosa joven no comprendía plenamente la historia. Días después tendrían una larga y dolorosa conversación.

Fue necesario llamar un médico para calmar al inestable joven. Al mismo tiempo, el Padre José Sahagún fue notificado del suceso. El ataque de histeria había pasado pero la asimilación de la información todavía estaba en proceso. La tristeza del joven se reflejó en su desencajada mirada. La joven Amalia le cuido con fraternal cariño, pero su desilusión era palpable. De alguna manera también aspiraba un posible noviazgo con el apuesto joven. Sin embargo, la vida les había preparado un destino de la cual no pudieron escapar.

No hay golpe más duro que un amor frustrado. Sobre todo, cuando ambas partes desean permanecer juntos. El joven se levantó con dificultad, tomó sus cosas y observó al Padre José agradecer el gesto de la familia Courier. Antes de despedirse del sacerdote quiso salir de una última duda. Solicitó la presencia de Esteban García una vez más. Este atendió la petición y espero el cuestionamiento. Luis preguntó sobre la relación de Leobardo Rodríguez con el resto de sus enemigos. Esteban respondió que nunca se había sentido capaz de asesinar a nadie. Por esta razón contrató al Lobo.

-¿así que nomás lo contrataste?-

-así es, me lo recomendó Agapito Ramírez. Me dijo que era un asesino muy conocido en Jalisco. Nunca me fie de él, por eso fui a verificar que cumpliera su promesa- contestó apenado Esteban.

-Dios te perdone por lo que has hecho- exclamó tembloroso el joven norteño.

-Mi conciencia jamás estará tranquila hasta el día que muera. Desde entonces no he dormido un solo día pensando en lo que hice- exclamó cabizbajo el veracruzano.

-¿te arrepientes?- preguntó Luis.

-con todo mi corazón- respondió sinceramente Esteban.

-¿porque?- deseaba saber el muchacho.

-porque no cambió absolutamente nada el haber asesinado a tu padre. A pesar de mi odio, si no hubiera sido por el no tendríamos la alegría más grande de mi casa, mi hermana Amalia-

El muchacho aun desencajado le regaló una tenue sonrisa. Sus ojos estaban teñidos de decepción. Segundos después prosiguió su camino. Abrió la puerta de aquella mansión, pero antes de cruzarla lo detuvo Esteban.

-Luis-

-¿Qué paso?-

-yo sé que lo que te voy a decir no ayuda ni cambia nada entre nosotros, pero….  ¡Perdóname! -

El joven simplemente agachó la cabeza y observó al suelo. No contestó la sincera disculpa. Cerró la puerta y se marchó para volver a su hogar.

 

Próximamente el Capítulo 14 y final...


[1] Persona que se introduce ilegalmente a los Estados Unidos a través del Rio Bravo. Generalmente lo hacen para buscar trabajo y una nueva calidad de vida.

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