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Pequeñas Viciosas: Natalia

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Algunos ya sabéis de Natalia por ser la amiga de Marina, no ha aparecido apenas en los anteriores relatos por lo tanto no influye que los hayáis leído o no, pero lo que sí está claro es que ella también merece su cuota de protagonismo y por eso mismo hoy es su turno.

Natalia como Marina, era una chica muy afortunada, no sólo por tener bastante dinero, sino que también estaba muy buena, ¿cuál de las dos estaba más buena? Pues se podría contestar de varias formas como, por ejemplo, no sé... las dos o cuestión de gustos.

Para salir de dudas los que andáis deseosos de comprobarlo, os diré que Natalia era una hermosa jovencita morena (aunque su larga melena permitía que al final de ella llegaran los tonos castaños), de esas personas que tienen facilidad para aguantar el moreno de piel todo el año, ojos castaños y sonrisa de anuncio. También era alta, superaba el 1,70 y su cuerpo era delgado pero tonificado, debido a que practicaba la natación como su amiga Marina, aunque a diferencia de ésta, en su caso las miradas de los chicos se centraban en su pecho, de muy buen tamaño y sobretodo de muy buena forma, redondeado, de apreciables duros y pequeños pezones y que desafiaba las leyes de la gravedad. Todo esto sin desmerecer por supuesto esas fuertes y largas piernas que terminaban en su culito duro y estrecho.

En definitiva, la chica estaba para comérsela. Diferente a Marina pero igualmente irresistible en lo físico, sí que era un polo opuesto en lo que se refiere a mentalidad. A diferencia de su amiga, Natalia no tenía vergüenza de nada, era mucho más dicharachera, hablaba del sexo sin tapujos, de lo que hacía y dejaba de hacer, regalaba sonrisas, miradas y comentarios picaros, aunque eso le daba cierta fama de calientapollas a ella simplemente le daba igual.

Lo cierto es que, al principio de conocerse, chocaban un poco, debido a sus diferentes ideologías, pero con el paso del tiempo y el roce, se hicieron muy buenas amigas, de hecho, junto con su hermana melliza Andrea, Marina era su apoyo más importante, ya que, por su forma más recatada de ver las cosas, a veces actuaba a manera de conciencia para ella, que era impulsiva y no paraba a mirar las consecuencias que podían tener sus actos.

Natalia no tenía novio, no quería, mejor dicho, le gustaba más tener algún que otro amigo y jugar con sus varios admiradores, a los cuales utilizaba como le venía en gana, ya fuera para que la llevaran al cine, la invitaran a comer o a alguna copa. Así ella guardaba gran parte de su paga para una de sus pasiones, la ropa.

Últimamente uno de esos admiradores la buscaba todo el tiempo y como Borja (así se llamaba el chico) se portaba bastante bien y se conformaba con poco (Natalia le daba algunos roces y le dejaba darle algún piquito), ella le seguía el juego. Una noche que salieron, llegaron a la disco Gabana, ella iba preciosa con su larga melena hacia un lado, un chaleco gris ajustado de punto y una faldita de vuelo negra a medio muslo, dejando a la vista sus buenas piernas con medias oscuras. Estaban tomándose una copa cuando desde alguno de los sillones que hay en los laterales les saludó un grupito y se acercaron. Eran amigos de Borja. Cuando llegaron a los sillones el chico los saludó y uno a uno se los fue presentando a Natalia. La chica se quedó embobada cuando conoció a Esteban. Alto, rubio, ojos claros, aparentemente buen cuerpo, sonrisa de príncipe...

La mayor parte de la noche la pasaron allí sentados con ellos y aunque también había un par de chicas, casi toda la conversación la tuvo con Esteban, del cual descubrió que era uno de los mejores amigos de Borja, que casi nunca bebía alcohol y que jugaba de portero en un equipo de los escalafones inferiores del Real Madrina.

E: —Bueno, ¿y tú qué?, Borja me habla mucho de ti, también haces deporte ¿no?

N: —Jeje, ¿sí? ¿habla mucho de mí? Pues mira algo de deporte si hago, nado casi todos los días y algún día suelto corro un poco también

E: —Eso está bien, y siéndote sincero se nota que practicas deporte, se te ve un cuerpo muy estilizado —Dijo el chico intentando ser amable.

N: —Gracias. —Dijo sonriendo Natalia y pensando que los tiros iban por otro lado. —El fútbol también me gusta, pero sólo verlo. Aunque siento decirte que como buena “che”, odio al Real Madrid. —Terminó guiñándole un ojo y sacando la lengua.

E: —Jajaja bueno siendo de Valencia, aunque ahora vivas aquí era de esperar. Pues dentro de dos semanas se juega el Real Madrid –Valencia, normalmente viene Borja siempre a ver el futbol conmigo, intentaré conseguir otra entrada y vienes a ver perder a tu equipo ¿no?

N: —Vale, pero perderá el Madrid, que lo sepas.

A Natalia se le caía la baba mirando al chico, era guapo, estaba bueno, amable, con conversación, simpático... si hubiese podido se habría lanzado allí a por él, pero estando Borja delante le daba algo de remordimiento hacer eso.

El lunes en la piscina, después del entrenamiento, aprovechó mientras estaban en las duchas para contarle a Marina que había conocido a un macizo que se llamaba Esteban el sábado, y que jugaba en el Madrid, que creía que ella también le gustaba a él, pero no había podido hacer nada porque era amigo de Borja y él se encontraba allí delante.

M: —Jaja, Natalia como eres eeh, ¿no estás bien con el pobre?, se la quieres dar con su amigo.

N: —No se la quiero dar... quiero que me dé el amigo. —Empezaron a reír las dos mientras enjabonaban sus cuerpos desnudos bajo la ducha. —Además, no estoy con Borja, salimos juntos de vez en cuando y me cae bien, pero solo eso.

M: —Pues no sé tía, si es solo eso deberías de aclarárselo, porque yo a él lo veo muy ilusionado contigo. Y mejor cortarle ya que esperar y que se haga más ilusiones.

N: —Bueno ya me pensaré lo que hacer. —Dijo mientras pellizcaba el culo de su amiga saliendo de las duchas como de costumbre y ésta daba un gritito.

Natalia estuvo pensando unos días en lo que su amiga le había dicho, pero entonces la llamó Borja y le contó que tenía una entrada para el MadridValencia de dentro de dos sábados, que se había enterado que le gustaría ir y la había conseguido. Con esta noticia a la morena se le borró de la cabeza decirle cualquier cosa al chico y decidió seguir igual al menos durante un tiempo.

El fin de semana volvieron a salir, pero esta vez en plan más tranquilo, el chico la invitó a cenar y al cine, estaba un poco más pegajoso y tocón que de costumbre, pero Natalia se lo permitía porque le convenía, incluso en el cine le pasó la mano por encima de la ropa por sus pechos y el interior de sus piernas, muy cerca de su coñito, y le dio un par de morreos. Borja se iba creciendo ante la permisividad de la chica. De hecho, se creció tanto, que ya a altas horas, cuando la llevaba a su casa después del cine. Paró el coche en una esquina oscura, varias calles antes de la casa de Natalia y volvió a meterle mano y comerle la boca mientras ella se dejaba hacer.

Estuvieron así un rato hasta que Borja paró y con un movimiento rápido, desabrochó sus pantalones y se sacó la polla ya dura, ante la sorpresa de la chica. Una polla normalita y con el prepucio que cubría el glande.

B: —Natalia vamos a hacerlo, mira como de cachondo me tienes hoy que me has dejado hacerte más cosas.

Si lo llego a saber, no te dejo, es lo que pensó la morena. Que pensaba rápidamente para decir algo que la librara de aquello. Y dijo lo primero que se le ocurrió.

N: —Borja... yo es que no sé lo que te habrán contado de mi... pero no soy ninguna fresca. Soy virgen. —Era una mentira muy gorda lo que Natalia le estaba soltando al chico. De hecho, a estas alturas y con otro chico, ella probablemente estaría encima de la polla botando como loca, como ya había hecho muchas veces. Pero lo dijo con tanto convencimiento, que el chico la creyó.

B: —Joder no era mi intención ofenderte Natalia, no quería insinuar nada de eso solo que mira como estoy... pero bueno. —Decía mientras se disponía a guardarse la polla en los pantalones otra vez.

A Natalia lo cierto es que le dio algo de pena el chico y por qué no decirlo también, no se podía resistir a una polla, era ver una polla dura y es como si una fuerza invisible superior a ella la obligara a hacer algo para que volviera su estado normal. Así que, sin poder evitarlo, llevó su mano hasta el muslo de Borja.

N: —Espera, haremos algo, pero prométeme que no le dirás nada a nadie.

El chico no acertó a decir palabra, sólo asintió con la cabeza. Ella rápidamente llevo su mano hasta la rígida verga de él y con tranquilidad y mirándole, comenzó a pajearlo. Natalia sabía hacerlo muy bien, ni mucho menos era al primero que pajeaba, había hecho muchas pajas, tenía experiencia y eso se notaba, aunque ella lo intentaba disimular preguntándole de vez en cuando a Borja si lo estaba haciendo bien. El chico se limitaba a decir que sí bajito entre suspiros de placer.

La chica era una maestra haciendo pajas, le tenía agarrada la polla firmemente y cambiaba de movimientos rápidos y cortos, a largos y lentos, dando buenas sacudidas. Veía que el chico estaba cerca, así que decidió acabar pronto la paja. Echó saliva a la polla para que resbalara mejor, acercó su boca a la oreja del chico, aumentó la velocidad de su mano y mientras no paraba empezó a besarle por el cuello y la oreja. Cosa que hizo que Borja no aguantara más, cerrara los ojos y reventara al instante entre jadeos, salpicando el volante, llenándose los pantalones y llenando la mano de Natalia de semen.

Ella dándole un par de sacudidas más, miró su mano cubierta de leche y sonrió, le encantaba comprobar que era muy capaz de dar placer a los chicos. Mientras Borja se recomponía y arreglaba un poco aquel desastre, ella sacó una toallita de su bolso y se limpió la mano. El chico la dejó en su casa y quedó en llamarla durante la semana para fijar el plan del sábado para ver el partido.

En cuanto llegó el martes a la piscina (no fue el lunes porque tenía que estudiar para un importante examen), no perdió tiempo en contarle a Marina lo que había hecho y por supuesto que todo iba relacionado como supuesto premio a que la llevara a ver el partido el sábado.

M: —¡Natalia que le hiciste una paja!!

N: —Shhh, no grites tía, que se va a enterar todo el mundo.

M: —Perdón, pero es que esto no es lo que hablamos de que le dejarías las cosas claras, pero bueno, no sé por qué me sorprendo sabiendo lo cabra loca que eres.

N: —Jaja, pues si, oye antes te escandalizabas más por estas cosas. Desde que estuvo tu hermana aquí hace poco se te ve más tranquila cuando hablas de estos temas.

M: —No no, sigo igual. Por cierto, mi padre tiene el carnet de socio del Madrid y este fin de semana está fuera por trabajo y mi novio está hasta arriba con los parciales y no va a salir, si quieres voy contigo también a ver el fútbol, pero luego me tendría que quedar a dormir en tu casa. —Cambió la rubia rápidamente de tema.

N: —Siii por fin sii, que mi hermana va a salir con mi prima y se quedará con ella seguramente. Además, estando tú será Borja menos pegajoso jeje.

Borja la llamó el miércoles para quedar el sábado sobre las 20:00 ya que el partido era a las 22:00. Natalia le comentó que su amiga Marina iría con ellos también Y que después no saldría porque su amiga se quedaba en su casa a dormir. Al chico esto último no le gustó mucho, ya que esperaba la oportunidad para volver a quedarse a solas con ella, pero como no podía opinar, no le quedó otra que aceptar.

Llegó el sábado y a las 20:00 puntuales como un reloj estaban Natalia y Marina esperando a Borja en la puerta del Corte Inglés de la Castellana. No se habían arreglado mucho, pero, aun así, dos chicas tan guapas y con vaqueros más bien apretados llamaban la atención de los hombres y los chicos que pasaban por allí. A Natalia casi le da algo cuando vio que Borja venía acompañado por Esteban; saludaron con dos besos a las chicas y fueron andando tranquilamente para el estadio.

En un momento que se pararon a ver un escaparate y los chicos siguieron andando, Marina aprovechó para darle la razón a Natalia en que Esteban estaba muy bien, pero que seguía sin estar conforme con lo que hacía con Borja. Ya en las inmediaciones del Bernabéu estuvieron un rato en un bar, Borja tomando una cerveza, ellas un tinto y Esteban una Coca-Cola. Cuando se acercó la hora entraron y aunque fue difícil, al final dieron con un sitio donde pudieron sentarse los cuatro, ya que al ir Marina con el carnet no coincidía con los asientos que tenían los demás con las entradas.

En el descanso, mientras Borja había ido a comprar algunas bebidas para todos, estuvieron hablando con Esteban, este les dijo que hoy era el cumpleaños de un amigo que tenía en común con Borja e iban a salir otra vez en Gabana. Natalia le dijo que no iban a salir, a lo que él les respondió con un “lástima”. Que la chica volvió a interpretar de manera equivocada.

Cuando Borja volvió de comprar las bebidas, venía de mal humor, por lo visto lo había llamado su padre, que, al día siguiente temprano, salían hacia Ávila, tenían una importante comida con la familia de un socio de su padre y no podía faltar, por lo tanto, no saldría finalmente. Esto hizo que Natalia en su cabeza empezara a planear algo y cambiara la idea inicial de no salir. Pero eso ya se lo contaría más tarde a Marina, ahora era momento de disfrutar de nuevo del partido, que estaba muy reñido. De hecho, finalizó con empate a dos.

Después de esperar un poco para abandonar el estadio, volvieron juntos hasta la estación de nuevos ministerios y allí se despidieron de los chicos. Ya en el metro y de camino a casa de Natalia, ésta le dijo a Marina de hacer un pequeño cambio de planes.

N: —Marina vamos a salir y vamos a Gabana ¿no?

M: —No Natalia no, le dije a mi novio que no iba a salir, para que me vea ahora alguien que me conozca por allí, además... que sé por dónde vas.

N: —Venga anda por fi, eres mi amiga y las amigas se ayudan entre ellas, ¿cuándo te he negado yo a ti algo? —Decía tratando de convencer a su amiga.

M: —Joé tía, en que líos me metes, pero, además, ¿tú me has visto? No puedo entrar así en Gabana. Además, ¿y si nos piden el DNI? ¿qué hacemos?

N: —Por eso no te preocupes, tengo muchísima ropa, te pones lo que quieras, además tengo también casi un armario lleno de zapatos y tenemos el mismo pie. Y no, ya verás como no nos piden el DNI, no mientes ruina y venga anda dime que siii.

M: —Bueno vale, pero que sepas que este verano cuando vayas a Valencia a disfrutar de tu yate, me tienes que invitar a mí y a mi hermana.

N: —Eso está hecho tonti.

Llegaron a casa de Natalia y se pusieron a vestirse para salir lo más rápido que pudieron. No tardaron mucho, aunque tuvieron el problema de el modelito que llevaría Marina, los pantalones de Natalia, le quedaban que parecían que iban a estallar (eso el que le pasaba de su precioso culo) y los vestidos le quedaban muy cortos, por la misma razón, al tener más culo que su amiga, los vestidos ya de por sí cortos, a ella le quedaban aún más a pesar de ser un poco más bajita.

Finalmente cogió un fino vestido negro de vuelo con puntitos blancos, uno de los más largos que tenía Natalia, que a ésta le quedaba a medio muslo pero que a ella a duras penas le tapaba el culo. Y digo culo y no bragas, porque Marina llevaba un precioso tanga blanco con bordados rosa. Natalia por su parte escogió un bonito vestido rosa chicle con escote de pico, aunque para nada exagerado, también de vuelo y cortito, que dejaba a la vista sus fabulosas piernas. Incluso le había dado tiempo a hacerse un bonito recogido con trenzas en el pelo mientras su amiga elegía qué ponerse y terminaba de maquillarse.

Cuando acabaron y viendo la hora que era y como iban vestidas, decidieron llamar a un taxi, tardó poco en llegar, cogieron unos abrigos y se montaron Natalia de copiloto y Marina detrás. Eran cerca de las 2:00 cuando llegaron a Gabana. Había cola, pero iba a buen ritmo. Entraron y se dirigieron al guardarropa a dejar los abrigos y el bolso, en cuanto se los quitaron fueron varias las miradas que se posaron en las chicas y es que no era para menos, estaban muy buenas.

Llegaron a la pista y dieron un par de vueltas buscando a Esteban, mientras andaban por la discoteca las miradas descaradas y los roces disimulados no faltaron, a Natalia ese rollo le gustaba y además no se cortaba un pelo, miraba directamente a los chicos y les regalaba su bonita sonrisa, Marina por su parte era más cortada e iba con la mirada hacía al suelo como con vergüenza, mientras le decían algún piropo e incluso le tocaban el culo sin llegar a pillar a quien lo hacía. Cuando al fin vieron a Esteban a lo lejos, fueron a donde estaba él con sus amigos. El chico se quedó un poco desconcertado cuando las vio venir ya que no se lo esperaba, pero tanto él como sus amigos disfrutaban de las vistas que tenían con las nuevas chicas que habían llegado a hacerles compañía.

Esteban muy educado les presentó a sus dos amigos, los chicos no tardaron nada en invitarlas a una copa, estaban pasando una noche muy amena. Natalia la pasó hablando la mayor parte con Esteban, se veía que se llevaban bien y la chica pensaba que algo más que bien, por eso en un momento que el chico fue a por una copa para ellas y los amigos fueron al servicio, le dijo a Marina.

N: —Tía me tienes que ayudar.

M: —¿Cómo? No entiendo lo que me quieres decir.

N: —Pues eso, que me tienes que ayudar. Estoy segura que Esteban quiere algo, pero me tienes que ayudar con los otros dos, necesito algo de intimidad, para que se lance... o para lanzarme yo jeje.

M: —¿Yo? Pero... ¿qué hago?

-. N: No sé... dales conversación o.… mira yo haré como que me tuerzo un pie y le diré a Esteban que me acompañe a sentarme un rato, algo que aprovecharé para perdernos.

M: —Joé Natalia mira que te lo dije y me vas a dejar aquí sola con los dos amigos de él.

N: —Venga Marina, hazlo por mí, no se ven malotes, habla con ellos y entretenlos o baila con ellos un poco. La cuestión es que me des un ratito para estar a solas con Esteban.

A la rubia no le quedó más remedio que aceptar. Al poco de llegar de nuevo los chicos, Natalia empezó con su plan e hizo como que se doblaba un tobillo y necesitaba sentarse. Pidió ayuda a Esteban para que la llevara hasta los sillones, los otros dos chicos también los iban a acompañar, pero entonces ella les dijo que no importaba, que se quedaran con su amiga en la pista. La chica mientras andaban para sentarse, buscó con la mirada un sitio lo suficientemente alejado y poco iluminado para estar a solas con Esteban sin que los molestasen. Cuando lo encontró cogió al chico de la mano y fueron a sentarse rápidamente antes de que llegara alguien y le quitara el sitio.

Una vez allí sentados los dos tranquilamente y tras esperar un poco, la chica pasó al ataque. Empezó a hacerle preguntas, tipo ¿cuantas novias has tenido?, ¿ y ahora por qué no tienes?, ¿cómo te gustan las chicas?, mientras le acariciaba una pierna, un brazo...y se iba pegando más a él. Esteban iba reculando más y más, hasta que ya no pudo porque no quedaba más espacio. Estaba atrapado entre Natalia y la pared. Y entonces ella intentó besarlo, pero él giró la cara rechazando el beso. Algo que desconcertó por completo a la chica, ya que era la primera vez que le pasaba.

N: —¿Qué... ¿Qué pasa?

E: —Nada.

Ante esa respuesta Natalia volvió a intentar besar a Esteban, que rápidamente, pero con delicadeza le puso su mano en los labios parándola. La chica lo miraba sin entender bien qué pasaba.

E: —Mira, no sé qué haces, pero no voy a traicionar a un amigo. Borja está enamorado de ti y por lo que parece y me cuenta creo que estáis saliendo. Así que no sé a qué viene esto.

Natalia no quería decir nada que luego comprometiera que pudiera sacar algo de beneficio de Borja, así que, ignorando esa parte, volvió a la carga.

N: —Pero... ¿es que no te gusto? —Decía mientras subía un poco su vestido, mostrándole más aún sus piernas.

E: —No es eso, pero...

N: —¿Entonces? —Natalia acercó su boca al oído del chico. —Podemos... pasarlo muy bien juntos ¿no crees? —Dijo mientras ponía su mano por encima del paquete de Esteban.

E: —¡Na... Natalia! ¡NO! —Dijo tajante el chico mientras le apartaba la mano.

Natalia ante el rechazo, se molestó mucho, se levantó y salió disparada para la pista a buscar a su amiga. Cuando llegó a donde ella estaba alucinó un poco. Marina estaba bailando entre los dos amigos de Esteban, que prácticamente le estaban haciendo un sándwich, la tenían entre medio de los dos muy apretada, moviendo las caderas y sobándola. El que estaba detrás, se la estaba follando con ropa literalmente, le restregaba a conciencia el paquete por el culo, provocando que su ya de por sí corto y levantado vestido se levantara aún más y dejando a la vista gran parte de ese deseado culo y el precioso tanga, para alegría de los chicos que andaban por allí al lado. A Natalia lo que aún le sorprendía más es que parecía que su amiga lo estaba disfrutando.

Natalia quería irse de allí rápido, así que, cogiendo a su amiga de una muñeca y con un escueto, “me la llevo”, sacó a Marina de entre los dos chicos y fueron a por los abrigos para volver a su casa. La chica llevaba a su amiga detrás a la carrera prácticamente, mientras iba diciendo cosas algo bordes por el enfado que llevaba.

N: —¡Vaya! Con la mosquita muerta. Sí ya decía yo... luego no me negarás que desde que estuvo aquí tu hermana estás cambiada. Te dije que los entretuvieras, no que dejaras que casi te follen en medio de la pista. —Natalia estaba pagando todo el enfado con su amiga.

M: —Natalia ¿qué pasa?, me vas a dejar caer tirando de mí. —Dijo la preciosa rubia soltándose de su amiga.

La morena reaccionó un poco y dándose cuenta que estaba siendo injusta con Marina, le sonrió y le dijo. 

N: —Nada cari, ahora te cuento cuando estemos en casa, vamos a por los abrigos y pillamos un taxi. Pero antes... por favor, ponte bien el vestido que vas enseñando todo el culo y o nos van a echar por escándalo o vas a matar a alguno de un infarto.

Marina que no se había dado ni cuenta que iba con el vestido subido y medio culo al aire, se puso roja de vergüenza y rápidamente se lo bajó.

Ya en casa de Natalia, tranquilas sobre la cama y con unos pequeños pijamas, hablaron de lo que había pasado con Esteban y de lo de los amigos de éste con Marina. El ambiente se fue caldeando ya que las chicas se habían puesto un poco caliente hablando de esos temas. Sin saber cómo, Natalia, le dio un piquito a su amiga. Quedándose las dos muy serias. Para seguidamente, darse otro, esta vez más largo y húmedo. Empezaron a acariciarse, Natalia llevaba la iniciativa y Marina la seguía con sus mejillas rosadas por la calentura. Despacio, se quitaron los pijamas la una a la otra, quedando la morena solo con unos culots burdeos y las tetas al aire y la rubia con un sujetador blando con encajes y su precioso tanga blanco con bordados rosas por alrededor.

Natalia empezó a frotar por encima de la tela el chochito de su amiga, que rápidamente empapó la tela. Seguían dándose besitos mientras Marina le acariciaba los pechos a la morena. Lo hacía con timidez, aunque se los había visto muchas veces y alguna vez se los había tocado, no era ni en esa situación ni de esa forma. Esto era algo nuevo para ella. Mientras su amiga seguía frotándole el coñito, cada vez más rápido También le pellizcaba el culo, y le pasaba algún dedo por encima del ano. Todo iba sobre la seda hasta que Natalia echó hacia un lado el tanga de su amiga y le introdujo un dedo en su empapada rajita. Ahí la rubia pareció reaccionar y paró aquello de inmediato.

M: —¡No! Por favor Natalia, para. Esto no está bien. —Dijo la preciosa rubia que a pesar de que no podía negar la excitación. Pensaba que ya había ido demasiado lejos.

N: —Bueno como quieras. Pero que sepas que no hay nada de malo en que dos amigas se alivien las tensiones. —Dijo visiblemente molesta la morena. Y después de decir esto se volvió a poner el pijama y se fue a su cama a dormir.

Lo curioso es que, aunque enfadada, ahora tenía más claro que nunca qué hacer para que Esteban fuera suyo, lo iba a intentar todo para conseguirlo. De hecho, tenía una ligera idea de lo que hacer, pero no sabía el cómo ponerla en práctica.

Habían pasado unos días, estaba anocheciendo y lo cierto es que para estar a principios de mayo hacía un día de perros, mucho aire y frio, apenas acababa de comenzar Esteban su entrenamiento, cuando vio a varios compañeros de su equipo mirar para la grada y silbar. Se giró a mirar también y pudo ver a Natalia que estaba sentándose, con una larga gabardina que le quedaba un poco más baja de las rodillas, por lo que parecía venía arreglada, ya que estaba maquillada y se apreciaba que llevaba tacones. Sus compañeros le dedicaron algún comentario subido de tono, ante la sonrisa de la chica, hasta que el entrenador pitó y llamó a todos al centro del campo para empezar a dar las indicaciones sobre los ejercicios.

Esteban se puso muy nervioso con la presencia de Natalia, no tenía la más mínima idea de qué era lo que estaba haciendo allí. Para un portero estar en ese estado de nerviosismo no es buen síntoma, y así se vio reflejado en los distintos ejercicios que tenía que hacer, no le salía nada a derechas. En uno de estos ejercicios hizo una estirada en la que no calculó bien, con tan mala fortuna que se golpeó en el poste con el hombro y un poco la cabeza. El chico quedó bastante aturdido y se lo llevaron a los vestuarios, entre el fisio y el segundo entrenador.

Lo sentaron en un banco al final, apoyado en la pared, le aplicaron un spray en el hombro y le dieron una bolsita de hielo que el chico sostenía poniéndosela en la cabeza. El fisio volvió al entrenamiento dejando allí sólo al segundo entrenador con él.

—Hola, per – perdón, ¿se encuentra bien?

Esteban alzó la vista y vio que era Natalia la que preguntaba y acababa de entrar al vestuario.

—Parece que sí, que sólo es el mareo por el golpe. Quédate aquí con él por si se marea más y yo vuelvo al entrenamiento. Si se pone peor sólo tienes que avisarnos. —Dijo el segundo entrenador, mientras abandonaba el vestuario sin dejar de mirar a la chica de arriba a abajo.

Natalia cerró la puerta cuando el hombre se fue y se acercó a Esteban despacio. El chico miraba hacia el suelo mientras tenía la bolsa de hielo en la cabeza. Cuando vio aparecer los pies de la chica en unos bonitos tacones negros.

E: —¿Qué haces aquí Natalia? —Dijo el chico sin levantar la cabeza. —¿Y por qué vienes arreglada?

Sólo obtuvo silencio como respuesta. Iba a pedirle que se fuera, que no era el momento para hablar, cuando de repente vio caer al suelo la gabardina gris que tenía la chica, que seguía sin decir palabra. Esto llamó su atención y levantó la mirada. Siendo de impresión lo que vio.

Ante sus ojos estaba Natalia, que no tenía por vestimenta más que un precioso conjunto de lencería azul marino con encajes y transparencias, con un sexy liguero y medias de rejilla. Había ido a por todas, ella tenía que conseguir todo lo que quería y ésta vez se había asegurado de no fallar a pesar del riesgo que corría a que alguien la pillara.

E: —¡Ostias!, pero qué co —Natalia rápidamente le tapó la boca.

N: —Shhh, calla bobo. Vamos cómeme. —Y retirándole la mano de la boca, cogió la cabeza del chico y la llevo hasta su pecho. Al principio se resistió, aunque su resistencia duró poco y empezó a chupar ese canalillo y las tetas con dedicación.

La chica empezó a sobarle el paquete por encima de las calzonas mientras le daba sus primeros besos en la boca. Al poco se puso de pie y se sacó las finas y bonitas braguitas, dejando a la vista un delicioso y apetecible coño cerradito, adornado por una fina línea de vello bien recortadita. Esteban no podía hacer otra cosa que tener la boca abierta.

Con mucha maña, Natalia le bajo las calzonas hasta los tobillos, quedando a la vista una rasurada y bien cuidada polla. Estaba totalmente empalmada y era gordita. Aunque eso sí, más bien pequeñita. Algo que a la chica no pareció importarle, ya que era algo que llevaba tiempo queriendo conseguir. Así que sin perder el tiempo. Se agachó y se puso a comerle la polla a Esteban como una autentica profesional. La mojaba bien con la saliva, hacía ruido succionando, se la sacaba de la boca y lo pajeaba rápido. La morena sabía muy bien lo que hacía. A la par que le chupaba la polla al chico empezó a masturbarse y meterse los dedos, tenía el chochito que le hacia aguas y estaba deseando follar con Esteban.

Estaban tan concentrados en lo que hacían que no se dieron ni cuenta que alguien entró.

—¿Pero qué mierda está pasando aquí? ¿qué es esto?

Esteban abrió los ojos sobresaltado, conocía de sobra esa voz, era la de su entrenador. Se levantó a toda prisa poniéndose como podía las calzonas, mientras Natalia había dejado de chupar y se tapaba a duras penas con la gabardina.

E: —Entrenador... Pu-puedo explicarlo... —intentaba excusarse el chico.

—¡Fuera de aquí ahora mismo!, vuelve al entrenamiento que ahora hablaremos cuando acabes.

El chico salió escopeteado por la puerta sin ni siquiera mirar a Natalia. La chica estaba allí de pie, medio desnuda, con el pintalabios totalmente ido por la mamada que le había hecho a Esteban y el entrenador a escasos cinco metros, no es que tuviera miedo y tampoco mucha vergüenza porque ella no era así, pero... estaba en una situación delicada.

—¿Y tú? Uuuff, tú... qué pedazo de guarra. —Decía el entrenador hablando a la chica mientras comenzaba a tocarse el paquete. —No he visto una guarra como tú en la vida. Qué dura me la has puesto, hacía años que no se me ponía así, me va a estallar. —Dijo mientras se bajaba los pantalones dejando a la luz una polla de un tamaño normal, pero con un glande morado extraordinariamente grande que parecía podía reventar en breve.

—Ven y me la comes un rato, que he visto que lo hacías muy bien con el minipito ese.

N: —¡Já!, ni en tus sueños viejo verde asqueroso.

El entrenador de Esteban, que se llamaba Sandro, por cierto, un hombre casado y con hijos, es verdad que estaba cerca de llegar a los sesenta. Pero no se conservaba mal. Lo típico, algo de tripa, pelo ondulado moreno con varias canas ya. Aunque si bien es cierto que tenía unos ojos verdes bonitos y penetrantes, que parecían intimidar con solo mirarte.

S: —Mira bonita, conmigo no te pongas chula que te giro la cara de un bofetón y encima monto un escándalo de lo que estás haciendo aquí, que tienes pinta de ser puta, pero puta de las caras y de buena familia y seguro que no te gustaría que se enteraran de esto. Y luego está lo de tu querido porterito... que si quieres que vuelva a jugar aquí... así no lo vas a conseguir.

El tío la tenía totalmente pillada, no sólo la que se armaría si su familia se enteraba, ya era el hecho también de que por su culpa echaran a Esteban del equipo y eso la hacía sentirse culpable.

S: —Venga puta que no tenemos todo el día, ven aquí y me la chupas.

Natalia soltó la gabardina con resignación, volviendo a quedar al descubierto su precioso cuerpo. Lentamente se acercó al hombre y delante suya se agachó, cogiendo la ya dura polla y llevándosela a la boca. Al principio lo hacía con desgana, pero como dije anteriormente... a Natalia, le pierden las pollas y precisamente esta, tenía un sabor que la estaba volviendo loca. Así que al poco, se encontraba haciéndole un auténtico mamadón a un viejo, casi desnuda en medio de un vestuario de fútbol.

S: —Aaah joder qué puta. Cómo la chupas. —Decía mientras sacaba la polla de la boca de Natalia y le daba en la cara con ella, dejando que después siguiera con la mamada.

La chica estaba volviendo a ponerse muy caliente, y prueba de ello es que se estaba frotando el coñito de nuevo.

Sandro estaba disfrutando de la mamada, pero ni loco iba a dejar pasar una oportunidad así.

S: —Niña, ponte de pie y deja que te vea esas tetas de guarra que tienes.

Natalia poniéndose de pie y echándose la melena a un lado, se llevó las manos a la espalda y de manera muy sensual y sin dejar de mirarlo en ningún momento, se sacó el sujetador. Dejando ver esas dos buenas y duras tetas que tenía, con los pezones oscuros y pequeñitos, pero que podían apreciarse desde lejos que estaban duros y de punta por la excitación.

Para Sandro no pasó desapercibida la excitación de la chica, ni que sin ella darse cuenta miraba su polla con deseo mordiéndose el labio. Así que lo tenía muy claro, iba a darle lo que había ido a buscar allí así vestida. Una buena ración de polla, aunque no fuera la que la chica pensaba en un principio.

Polla en mano, se pegó a la chica y cogiéndola de la cabeza con la mano que le quedaba libre, le plantó un buen morreo. Mientras empezaba a frotar su inmenso glande por la entrada del coñito de Natalia, que estaba muy mojado. Los flujos de la chica le estaban empapando la polla y el hombre sabía que su momento había llegado. Tumbó a la chica en uno de los bancos la abrió bien de piernas y puso uno de los tobillos en su hombro, colocó la punta de su polla en la entrada de aquel cerradito coño y haciendo un poco de fuerza, le metió el glande con trabajo, ante el suspiro de gusto de la muchacha.

Una vez dentro esa “bola” el resto iba mucho más fácil, la polla le resbalaba a toda velocidad, debido a la excitación que tenía la morena, que había empezado a pellizcarse los pezones mientras gemía con cada pollazo.

Natalia lo estaba pasando muy bien, ya se había olvidado por completo del “chantaje” y estaba disfrutando como loca, así que decidió compartir su locura con aquel hombre. Llevando una mano al pecho aun cubierto por una sudadera de Sandro, lo paró, se sacó esa polla que la llenaba y mandó al hombre a que fuera ahora él, el que se tumbara en el banco del vestuario. La chica no perdió tiempo en ponerse encima y volver a meterse esa verga que tanto le estaba gustando. Natalia quería demostrarle que se le daba muy bien follar y no iba a perder la oportunidad. Cabalgaba aquella polla como si no hubiera mañana, de vez en cuando, cambiaba los botes por unos movimientos circulares con la polla incrustada hasta el fondo, que hacían que el entrenador casi llegara a correrse. Éste cuando la chica hacía esos movimientos la agarraba fuertemente estrujándole el culo. Algo que le gustaba sobremanera a Natalia.

La chica echó su cuerpo hacia delante y Sandro no perdió oportunidad para comerle las tetas. Eso le gustaba mucho a la morena, que, tras un pequeño bocadito del viejo en uno de sus pezones, llegó al orgasmo, entre espasmos y gemidos.

N: —Aaah aaah aaaagghh —Era lo único que salía de la boca de la chica mientras caía rendida encima del hombre.

Sandro estaba ya apuntito también y saliéndose de dentro de la chica y levantándola volviendo a dejarla en el banco, comenzó a pajearse a escasos centímetros de su cuerpo, tardando poco en correrse exageradamente encima del cuerpo de Natalia, sobre todo por su pecho y vientre, en el que cayeron no menos de siete grandes chorros de semen.

El hombre se sentó en otro de los bancos de allí jadeando del esfuerzo.

S: —Joder qué zorra, estás más que acostumbrada a follar con lo jovencita que eres. Se ve que eres una viciosa. —Comentarios que tuvieron la sonrisa de la chica como respuesta, que seguía tumbada en el otro banco con los ojos cerrados.

S: —Tú chico se va a librar de la expulsión del equipo, no te preocupes. Eso sí, se va a llevar una buena bronca, por lo menos hay que disimular.

Natalia se incorporó un poco mientras le corría el semen por el cuerpo.

N: —Jeje, me parece bien... pero me gustaría que fuera titular. A cambio... podríamos vernos más veces... ¿te parece? —Lo cierto es que a Natalia le había encantado aquella polla y quería que se la follara más veces, pero como siempre, quería algo a cambio.

S: —Uhmm... qué buena putita estás hecha... de acuerdo. —Accedió el entrenador. —Este partido estará sin convocar como es lógico. El resto será titular. Ahora déjame tu número y toma estas llaves. Es mi despacho en el que también tengo un pequeño cuarto de baño, aséate y límpiate allí y vete. Ya te llamaré. Y recuerda. Yo no te voy a fallar, no me falles tu a mi o se romperá el acuerdo.

N: —Vale. —Dijo sonriendo y cogiendo la llave que el hombre le daba.

Al cabo de unas horas y ya en su cuarto casi para acostarse. Natalia recibió una llamada de un número desconocido.

N: —¿Hola?

—Natalia soy Esteban. —El corazón de la chica empezó a latir más rápido cuando escuchó su voz.

N: —Ayy Esteban perdóname por lo de hoy, yo no quería causarte problemas... —Empezó a excusarse, pero el chico la cortó.

E: —No no Natalia, no es eso... es que no puedo borrar de mi cabeza la imagen de tu cuerpo. Creo que... deberíamos vernos, vamos... quiero que comencemos a vernos, me da igual Borja.

N: —¿Sí? ¿de verdad?, por mi estupendo. —Dijo aliviada la chica.

Siguieron hablando un poco y se despidieron no sin antes quedar para el sábado, ya que esta semana, aunque su equipo jugaba el domingo, no iba convocado por el incidente.

Cuando Natalia colgó no pudo evitar sonreír de felicidad y satisfacción. Y es que como de costumbre. Había conseguido lo que quería.

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