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Mi hermano cruel - Segunda parte

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Félix entro a su oficina y encendió la luz detalle que le pareció extraño, el siempre dejaba la luz encendida, junto con él. Traía una pareja que había sorprendido y los llevo ahí para saciar sus bajas intenciones.

Era una acción por demás estudiada ataba al varón con las esposas y se aprovechaba de la dama con su chantaje obsceno.

—oiga no estábamos haciendo nada.

—yo vi lo contrario eso que estaban haciendo es inmoral, a ver dame tu mano.

Tal cual estiro el brazo Fermín tomo la mano y la olfateo.

—lo ves hijo huele a panocha como puedes seguir fingiendo te lo voy a demostrar esta chiquita debe traer las pantaletas mojadas.

Los ojos de Fermín miraron a la chica con avaricia la chica retrocedió al verlo avanzar hacia ella hasta que la pared la contuvo.

—he que pasa allá en la tribuna te veías complacida no veo porque ahora te cause miedo, si te portas bien podrán irse sin problema.

La aterrada chica no tenía alternativa y aquel hombretón estaba plantado frente a ella con la mirada torva y una protuberancia mal disimulada bajo el pantalón.

Tal parecía que el temor que la chica demostraba le causaba excitación.

—no tengas pena princesa solo debo demostrar a tu galán que tenía sus dedos ahí donde a ti te causa placer.

Enseguida con mano muy firme Fermín levanto su falda ella intento oponerse, pero él la persuadió a no oponerse.

Hagamos esto fácil no hay porque aplicar métodos más rudos.

El acompañante de la chica estaba mudo de terror su cara pálida a su máxima expresión.

Fermín retiro la mano de la chica y arteramente metió la mano en su entre pierna. Ella apretó las mismas tratando de defender su agredido tesoro, pero obcecado Fermín metió una pierna entre las de ella y las separo con poca delicadeza.

—no me obligues a lastimarte muñeca no es necesario.

La sostuvo con firmeza mientras su mano invadía el interior de su prenda íntima, haciendo contacto con su mullido pelambre hasta introducir los dedos en su húmedo canal.

—lo ves pequeña tu cosita esta tan mojada como una cuba.

Extrajo sus dedos brillantes de preciado líquido lubricante y antes de olerlo puso una gota en su lengua hum delicioso nada como el sabor de este néctar,

—mira hijo a esto huelen tus dedos.

El muchacho intento evadir la acción de Fermín y este le dio un manotazo.

—-no me digas que esto te causa asco si yo hasta me lo bebo.

La chica miraba a Fermín lamerse los dedos impregnados de su intimidad sin comprender la actitud de aquel lascivo sujeto.

—veras amorcito se me antoja beber de tu fuente de placer no hagas tonterías.

Se aproximó a la chica y se hinco frente a ella levantando su falda, hundió el rostro en su íntimo rincón y al momento poso las manos en las voluminosas nalgas, Fermín hiso presión con ellas sobre su rostro, permaneció varios segundos pegada al mullido enjambre, después torpemente hizo a un lado las pantaletas hasta parcialmente descubrir su sexo.

—abre las piernas cariño.

La chica obedeció tímidamente y separo las temblorosas piernas Fermín introdujo la lengua en la mojada hendedura acariciando la suave membrana de su vulva a pesar del temor la temerosa chica sucumbió ante la implacable y grata atención que estaba recibiendo en la vagina apretó sus crispadas manos al sentir que las piernas se le doblaban.

—lo ves cariño como no es tan malo, creo que te lo has ganado Fermín se incorporó llevando sus manos a la bragueta libero con ellas el endurecido estoque y lo campaneo orgulloso delante de la chica.

—mira mi amor es como una barra de oro que tendrás que guardar en tu cofrecito quítate tú falda y también tus calzoncitos nos van a estorbar.

La chica obedeció y se desnudó del tronco hacia abajo.

El artero sujeto devoraba la desnuda figura de la chica y los ojos le brillaban de lujuria.

Con voz ronca le indico:

—Creo que sea mejor si te empinas mi amor así intentare penétrate.

De pronto se escuchó una puerta que se abrió a sus espaldas, era Víctor que se había escondido dentro de un gran mueble donde guardaban todos los implementos de limpieza.

Traía con él una pistola vareta con la que apuntaba a Fermín.

—espectacular realmente erótico hijo de perra, vístete nena y tu pendejo libera al muchacho.

—¿Quién eres tú porque interfieres en mi trabajo?

—¿te pagan por hacer esto? Lo dudo, lo liberas o tengo que meterte dos plomazos.

Fermín libero al muchacho y Víctor los apuro a irse.

—váyanse pronto porque tengo arreglar un asunto con el señor pene.

—¿a ti que te va o que te viene acaso son tus familiares?

—ellos no, pero resulta que tuviste la mala fortuna de meterte con mi hermana y su novio.

—¿y cómo sabes que fui yo y no otro?

—porque ratas de tu clase no hay muchas, además con lo que acabo de ver estoy seguro de que di con mi objetivo.

—si los conduje hasta aquí es porque seguramente a tu hermanita estaban a punto de cogérsela.

—y eso que, ¿quién te dijo que tú eres juez y ejecutor? en todo caso tenías que remitirlos porque ni policía eres, eres un pendejo empleado de teatro y nada más, te tomaste atribuciones solo para abusar de las chicas.

Víctor lo tuvo encañado en todo momento, Fermín aparentaba un aplomo que estaba lejos de sentir.

—solo por curiosidad ¿quién es ella?

—rápido la vas a recordar fue quien te dio la patada en los testículos.

Una sonrisa nerviosa acompaño a la sorpresa.

—puede que duela lo que te voy a decir, pero él tenía la mano bien clavada en su panochita y ella lo tenía sujeto por la verga.

Este comentario enfureció a Víctor y le dio una patada en la espinilla.

—estas a punto de ser ajusticiado y le sigues rascando los huevos al tigre, ponte los grilletes, solo uno.

Enseguida lo llevo hasta la ventanilla y ato de la parte más alta donde casi no podía moverse y con la pistola clavada en las costillas.

—más te vale no intentar nada porque este gatillo esta flojo y se acciona solo, ¿Qué hago contigo desgraciado?

—¿qué tal entregarme a la autoridad?

Víctor lanzo una estruendosa carcajada

—ja, ja, ja, ja, ja,ja, hijo de la chingada lo que tú no hiciste con estos jóvenes apasionados, eres una autentica gallina cabron.

Víctor lo despojo de su cinturón y con el ato sus pies enseguida bajo pantalón y calzones hasta los pies.

Fermín sintió que la sangre se le helaba.

—entrégame a las autoridades no tienes que hacerme nada.

—¿sabes cómo se llama esto?

—-si.

—¿Cómo se llama cabron?

—tolete

—-exacto…. to… le… té y es lo único duro que hay disponible para ajusticiarte.

Fermín sudaba y veía la extraña actitud de Víctor y adivino lo que se proponía de pronto se escuchó agua caer, era Fermín que se había orinado de miedo.

—me pregunto ¿Qué explicación vas a dar cuando te encuentren, así como estas con tu “esposo don tolete” dándote amor? te voy hacer un favor que no debería, lo voy a untar de aceite, pero es la única canonjía que tendrás de ti depende que tan doloroso pueda ser.

Fermín intento defenderse, pero un fuerte toletazo en las nalgas lo convenció de lo inútil de su resistencia, Víctor se lo clavo en el culo sin la más mínima consideración, lo empujo lo más profundo que pudo hasta completar 25 cm. Fermín se quedó quieto sintiendo como aquel duro madero había invadido sus intestinos.

Así fue hallado después de par de horas había recibido la más cruel de las lecciones jamás regreso a trabajar al cinema.

Alondra y Ricardo habían concluido los asuntos que habían ido a resolver mucho tiempo antes de lo calculado ahora Alondra tenía el tiempo necesario para llevarse a Ricardo a la cama. Todo era encontrar la manera de atraparlo cosa que ella sabía no sería tan difícil.

Sin embargo, todas las cosas con llevan sucesos que hasta parecen cronometrados. Aquel día regreso Lorenzo esposo de Alondra y copropietario de la empresa, entro a su oficina después de algunos minutos pregunto:

—Adela ¿regreso mi mujer de su viaje?

—no señor, aún faltan unos días.

—Consígame boleto de avión y localice el hotel donde se hospeda, pero no le avise que voy, quiero darle la sorpresa.

—ojalá que la descubriera, a ver qué demonios hace la muy zorra si la descubre con Ricardo encima.

Alondra empezó a hacer su labor con Ricardo.

—hizo muy buen trabajo Ricardo lo felicito.

—gracias señora viniendo de usted el halago se apreció más.

—Ricardo ahora estamos solos, dígame Alondra nada más.

—está bien como quieras Alondra.

—vamos a cenar hoy en la noche celebremos nuestro éxito en el trabajo.

—Está bien ¿a qué hora paso por usted perdón por ti?

 —a las siete está bien.

—si perfecto.

Cuando dio la hora y Ricardo se presentó en la habitación de Alondra, y se vio sorprendido por lo espectacular de su atuendo, un deslumbrante vestido rojo con tonos brillantes que se adhería estrechamente a su cuerpo. Alondra era una mujer madura, y su figura lucia como la de una mujer de menos de treinta, enormes pechos de tamaño estético, cabello largo y sedoso y un rostro que en aquel momento parecía más hermoso que costumbre, largas pestañas enchinadas y ceja poblada y delineada. Escultural en verdad, sus curvas pronunciadas eran un auténtico platillo, cedió el paso solo para observar aquel carnoso par de nalgas dignas de una princesa.

Todavía turbado le pregunto:

—¿adónde vamos?

—reserve en un restaurante muy bueno hacen buena comida y sus vinos son muy ricos, estoy segura que le va a encantar.

Saborearon los ricos platillos que Alondra había seleccionado y bebieron vino exclusivo del lugar.

Había una orquesta que ambientaba el lugar con música instrumental de compases muy románticos.

Era imposible sustraerse al encanto de la belleza de Alondra lucia esplendorosa en toda su madura belleza.

—Ricardo.

—dime.

—¿tiene novia?

—si.

—¿y piensa casarse con ella?

—yo sí, pero ella no sé si lo desee.

—bueno, pero eso no impediría que pasáramos una buena noche juntos ¿verdad?

Ricardo le miro un poco sorprendido era la primera vez que una mujer le invitaba a coger sin pena alguna.

—¡claro! ¿Porque no?

—entonces vámonos de aquí.

—si enseguida.

Alondra llevaba una vida sexual muy esporádica no era precisamente lo que su temperamental cuerpo necesitaba, pero las circunstancias le habían obligado aquello.

Llegaron al cuarto del hotel y no hubo preámbulos Alondra tomo de la mano a Ricardo y lo llevo directo a su cuarto.

Alondra empezó a desnudarse y su elegante vestido cayó en cascada al piso.

Ricardo observo admirado aquel maduro y juncal cuerpo que el tiempo había respetado y aún conservaba la hermosura y firmeza de sus años juveniles.

Era un espectáculo bello sensual el de aquella linda mujer con tan solo el sostén y pantaletas como resguardo.

—¿a qué esperas para desnudarte o es que piensas coger vestido?

—perdón, pero es que no pude sustraerme a sus encantos cualquier hombre se sentiría halagado de disfrutar de ellos.

—hum, cualquiera menos mi marido.

Ricardo un poco cohibido comenzó desnudarse.

Alondra se había despojado del sostén y las pantaletas y sentada sobre el lecho observaba a su joven galán desnudarse.

Ricardo parsimonioso acomodo su ropa muy cuidadosa y la apilo sobre la silla, enseguida se despojó de su bóxer y mostro lo generosa que había sido la naturaleza con su órgano reproductor este había empezado a estirarse al contemplar la regia desnudez de la hermosa mujer.

Apenas iban a recostarse cuando escucharon una voz que los dejos helados.

—Alondra cariño te quise dar una sorpresa abre que tengo unas ganas enormes de estar contigo.

Era Lorenzo que se las había arreglado para que le franquearan la entrada hasta la habitación que Alondra había alquilado en el hotel.

—¿qué demonios? este cabron ya vino a amargarme la noche es Lorenzo mi marido.

—¿y ahora que hacemos?

—recoge todas tus cosas y metete debajo de la cama.

—¿debajo de la cama?

—sí, no nos queda de otra no quiero escándalos.

Ricardo tomo su ropa y zapatos y se zambulló debajo de la cama.

—¿Qué pasa mujer porque no abres?

--ahora voy no puedes esperar un minuto casi dormía y vienes con tu escándalo.

—mujer quería darte una sorpresa y la sorpresa me las das tu mírate nada más que suculenta estas, ¿Por qué andas con la panocha de fuera mi amor acaso adivinaste mis deseos?

—como los iba adivinar si ni siquiera te esperaba.

—hace tanto tiempo que no estamos juntos que casi olvido lo buenísima que estas.

Lorenzo se desnudaba al tiempo que comentaba con su mujer.

La única diferencia con Ricardo era la juventud porque en cuanto al arpón estaba tan bien dotado como el muchacho, si acaso su abdomen un poco voluminoso, pero era un gigantón tan fuerte como un toro.

—vamos mi reina no creo que te niegues hacerme un espacio en tu rico huequito, mira que ya se me puso grande y gorda.

—me desconciertas Lorenzo, pensé que esto ya no te interesaba, ni siquiera saber a qué huele.

--como crees mi amor acepto que he sido un idiota por abandonarte tanto, pero eso puede cambiar si tú quieres.

—oh no será que ya te cansaste de andar de putañero porque a mí no me engañas seguramente has metido esa tripa en cuanta vagina se te ha presentado.

—tienes razón no te puedo engañar, pero ahora si tú me lo permites quiero retomar lo nuestro.

Alondra había quedado prendida con la casi copula que iba a tener con Ricardo estando su marido ahí era su única opción para mitigar el fuego que sentía entre las piernas.

—déjate de palabras entonces.

Ya con la venia Lorenzo prácticamente se arrojó encima de su mujer, estaba realmente ansioso su tremenda verga se manifestaba desafiante y poderosa a sus 45 años aún conservaba una potencia bastante considerable.

—Alondra mi vida te necesito tanto.

Miraba su rostro lleno de deseo y ternura. Beso sus labios con pasión con ansias de pegarle un buen mordisco, de hecho atrapo su labio inferior y apretó levemente con sus dientes, deslizo sus labios en terso cuello y aspiro hechizado el delicioso aroma de su perfume, dedico un par de chupetes a sus voluminosos pechos y enseguida hundió su rostro entre sus piernas, Lorenzo era todo un experto en aquellos menesteres, y lamia como un gato su plato de leche, Alondra abrió las piernas y con ella las puertas de su resquicio de placer, la experta lengua de Lorenzo deslizaba a lo largo y ancho de su genitalia provocando suspiros y gemidos en la ardiente mujer. Debajo de la cama Ricardo escuchaba molesto aquel ritual sexual que se desarrollaba justo encima de él cada movimiento de la pareja era delatado por el colchón que irremediablemente vencido por el peso de la pareja rosaba su espalda.

Cuando Lorenzo se incorporó para montar a su mujer poso su cuerpo justo en donde se encontraban las nalgas de Ricardo, así que pudo imaginar todo aquello, justo el momento en el que Lorenzo apunto su barreta en la panocha de Alondra, y como aquella gimió en el preciso instante en el que su marido penetraba en su interior después de un fuerte empellón que lo llevo hasta el fondo de sus entrañas, aquello fue una dura batalla Lorenzo embestía con todas sus fuerzas cada vez que metía y sacaba su vigorosa verga empapada por los abundantes jugos lubricantes de su mujer, para tormento de Ricardo la panocha de alondra tronaban de manera escandalosa cada vez que su endurecido visitante profanaba su oquedad.

Después de incontables instantes Alondra se vino escandalosamente mientras su cuerpo sacudía acometida por fuertes descargas provocadas por su taladrante éxtasis, enseguida fue Lorenzo quien una vez concluido su afán de dejar satisfecha a su mujer vertió dentro de ella todo su líquido de vida de manera tan abundante como abundante fue su esfuerzo por complacerla.

Después de sentir el último estertor Lorenzo dejo caer todo su peso sobre Alondra, fatigada y exhausta Alondra apenas lograba respirar, de pronto escucho a Lorenzo roncar con su poderoso dardo dentro de ella. Sabía que no despertaría más durante la noche y lo empujó hacia un costado, el tremendo garrote parecía resistirse a abandonar su grata estancia y la panocha Alondra trono al liberar el potente musculo que saturaba su hueco.

Era momento de liberar a Ricardo se levantó con las piernas entumidas sus ingles pagaban la factura de darle cabida entre ellas al enorme cuerpo de Lorenzo.

—Ricky sal ya ahora ya no se despierta aun cuando pasara un tren encima de él.

—¿estás segura?

—¡claro que si lo conoceré yo!

Provisto de todas sus pertenencias y temblando sus piernas por lo nervios Ricardo abandono la habitación en compañía de Ricardo.

—no nos va a quedar otra que terminar aquí lo que empezamos.

—por supuesto que no debes estar loca

—si pero de ganas yo quiero más y el ya no me a dar.

—te entiendo, pero entiéndeme tu a mí no estoy de humor, no sería bueno te lo aseguro, no me hace gracia coger con tu marido tan cerca de nosotros.

—espero no hayas cambiado de opinión.

—no, claro que no, pero será en otra ocasión más propicia.

—me lo prometes.

—Si por supuesto, pero ahora quiero ir a mi cuarto a descansar.

Alondra pensó que aquella habitación seria testigo de su adulterio, pero se equivocó porque Lorenzo no se separó un instante de ella hasta el día que regresaron del viaje.

Claro que aquel contratiempo no evito que Ricardo se convirtiera en amante de Alondra solo se postergo un poco su candente encuentro.

Los beneficios que Ricardo logro con esto fueron evidentes desde el sueldo hasta el puesto que desempeñaba al frente de los negocios de su flamante patrona y amante.

Víctor y Paola habían vuelto a encontrar la armonía cenaban y se divertían juntos, el tiempo que Ricardo estuvo ausente ni siquiera lo sintió, aquella mañana Paola salía a trabajar como de costumbre desde la ventana Víctor la observo detenida en la acera, de pronto se detuvo un auto y Paola lo abordo era el auto de Ricardo que se ofreció llevarle al trabajo, fue arponazo brutal el que se llevó Víctor, al no verla con él había olvidado su existencia un ataque de súbita ira inyecto su ojos de sangre sin embargo logro controlarse y comenzó a urdir la forma de quitar a Ricardo de en medio el sabia como no había de preocuparse.

La verdad es que Víctor no tuvo mucha paciencia pues un par de días después abordaba a Ricardo en el restaurante donde el solía comer.

Llego hasta su mesa y se sentó sin decir palabra.

—¿lo conozco?

—en realidad no, pero te aconsejaría que no intentes conocerme.

Ricardo sintió al momento la clase de gente con la que estaba hablando.

—¿tiene algo que decirme?

—pues en realidad si y voy ser directo.

—dígame ya tiene mi atención.

—se trata de Paola.

—sí ¿qué hay con ella?

—se quién eres y quiero que sepas que no me gustas nada para mi hermana.

—ah… es eso, porque no me das una oportunidad cuñado que tiene de malo son serias mis intenciones.

Víctor se a acerco a Ricardo y lo tomo por la solapa.

—no me digas cuñado ¡imbécil! Y no trates de hacerte el valiente o el chistosito.

—cálmate no es para tanto.

—yo decido si lo es o no.

Se deshizo de las manos de Víctor con un fuerte jalón.

—¿y si no se me diera la gana?

—te dije que no hicieras el valiente me temo que ahora, tendré que demostrarte de lo que soy capaz, yo no amenazo, pero te advierto que si algo te pasa a ti o a algo tuyo será por mi causa… Adiós.

Ricardo quedo atemorizado con las palabras de Víctor, tal vez había cometido un error, en su actual posición podía renunciar a Paola y no meterse en problemas le amaba, pero desconocía los alcances de Víctor.

Era ya de madrugada cuando Víctor llego al domicilio de Ricardo traía con él un porrón lleno de gasolina era muy astuto y había cuidado hasta el último detalle sus manos cubiertas por un par de guantes le impidieron abrir el contenedor con facilidad, después de algunos problemas logro destaparlo y lo tiro para que escurriera debajo del auto casi totalmente de tal forma que quedara distribuida a lo largo del auto levanto el porrón que aun contenía gasolina y roció un poco en una llanta y después en el chasis, con toda calma saco un cerillo lo fricciono y encendió lo miro atentamente esperando que la llama tomara fuerza y después lo arrojo al piso lleno de gasolina. Las llamas fueron instantáneas y Víctor corrió enseguida llevando con el contenedor.

Ricardo no pudo evitar ciertas acciones de la policía, pero estaba convencido que lo mejor era no decir media palabra, un par de días después se presentaba en casa de Paola buscando el momento oportuno, preciso en el que ella no se encontrara.

Víctor abrió la puerta al escuchar el timbre.

—¿Qué tal quieres pasar?

—no solo vine decirte que ya entendí.

—qué bueno no quiero ser más rudo.

—no puedo decir que te lo agradezco, bueno pues hasta nunca.

—hasta nunca.

Víctor cerró la puerta y una sonrisa lleno su rostro se había desecho de Ricardo y todo salía según su plan no tendría necesidad de correr a nadie más.

Atento con Paola hasta el más mínimo detalle se dio cuenta de la perturbación de ella.

—¿Qué te pasa?

—nada.

—¿si algo te pasa que es?

—Ricardo parece que se lo trago la tierra no contesta el teléfono se cambió de trabajo y no me aviso.

Víctor se acercó a Paola que permanecía quieta sentada en un sofá.

—¿le quieres mucho?

—sí, pero no sé si él me quiera igual hasta pienso que huyo de mí.

—no lo creo quien pudiera huir de ti tan linda como eres.

—eso lo dices porque eres mi hermano.

—no, te lo digo como hombre, eres muy linda y yo me sentiría muy afortunado de contar con tu preferencia.

—gracias por querer levantar mi ánimo, pero creo que lo superare.

—ojalá de todas formas sabes que cuentas conmigo.

—lo se ven abrázame necesito sentirme protegida.

Paola se incorporó y se acuno en los brazos de su hermano, Víctor le estrecho con fuerza su más preciado tesoro se entregaba inocente entre sus lujuriosos brazos y el calor de aquel joven y delicioso cuerpo terminaron por perturbarle.

Froto su rostro en el sedoso cabello de Paola y percibió como su aguijón empezó a estirarse, prudentemente y muy a su pesar retiro su ardiente cuerpo de los graciosos encantos de su fraterna.

—vamos a distraernos un poco te invito a cenar.

Víctor estaba decidido a seducir a Paola e iba a echar mano de todo lo que estuviera en sus manos no sería la primera hembra que cayera rendida por sus atenciones.

Fueron seis meses en los que Víctor ocupo para borrar a Ricardo de la mente de Paola, Víctor era toda astucia y había logrado que Paola no se separara de él ahora ella era muy dependiente de su persona. Salían a todas partes como si se tratara de una pareja.

No había sido del todo paciente las visitas nocturnas al cuarto de Paola se habían hecho cotidianas horas enteras le contemplaba acompañado por la lámpara de su teléfono móvil, aquello era tan íntimo como torturante ya hasta conocía tonos colores y formas de todas sus prendas íntimas, muchas ocasiones se enteró los días en que el periodo le acompañaba, algunas noches tuvo la audacia de descubrirla cuando las sabanas le impedían disfrutar de su semi desnudo cuerpo.

Víctor tomaba café mientras leía una revista, después de algunos minutos le dejo sobre la mesa, y alisando su cabello comenzó a pensar.

—Creo que llego el momento, no soporto un minuto más, Paola tiene que ser mía esta noche, si una cena baile y un par de copas definitivo así será.

Paola llego por la tarde cansada y malhumorada, Víctor noto en su bello rostro el tedio, pero no iba a ceder en cuanto a sus planes.

—porque no te duchas tengo ganas de divertirme un rato vamos a cenar a distraernos un poco.

—hay no tengo ganas.

—báñate y quien sabe que pueda pasar después.

Paola se fue directo al cuarto de baño y tomo su ducha refrescante y sintió como su alma regresaba a su cuerpo, salió de la ducha con una bata y una toalla enredada en la cabeza. Víctor le esperaba impecablemente arreglado.

—que guapo.

—¿te sientes mejor?

—aja.

—entonces ponte guapa quiero que todos me vean con envidia.

—ja, ja, ja, eres un adulador empedernido.

—es poco comparado con lo hermosa que es mi linda hermana.

Paola noto cierto brillo en la mirada de Víctor, fue una mirada que le hizo estremecerse, de momento se sintió deseada por él. Sus mejillas se ruborizaron y sonrió desconcertada.

—me voy a vestir.

—si aquí te espero.

Ya en su cuarto Paola sintió la necesidad de complacer a su hermano y busco las prendas que tanto le elogiaba, eligió un vestido rojo liso y brillante que se ajustaba fiel a su cuerpo como una. Sostén y pantaletas rojas pantis y zapatillas al tono de su atuendo.

Especial cuidado al maquillarse, poco pues Paola no necesitaba mucho para verse hermosa.

Internamente deseaba ver la reacción de Víctor al observar su arreglo personal.

Cuando salió de su cuarto Víctor estaba listo para salir, pero quedo como estatua al ver la graciosa y elegante figura de Paola espectacularmente hermosa.

Mudo contemplo a Paola y ella noto de nuevo aquella mirada de Víctor que parecía desnudarle, perturbado solo atinó a decirle.

—nos vamos.

—si… vámonos ya.

Víctor había elegido un sitio muy especial velas música un ambiente muy propicio para el romance,

—¿te gusta?

—si está muy bonito.

—espero que sea una velada inolvidable.

—yo también.

Cenaron y conocedor del gusto de Paola pidió una botella de Martini, vino suave y delicioso que provoca calorcito y ganas de bailar, después de un par de copas Víctor invito a Paola a bailar. Música romántica pista en penumbras sombras de parejas estrechamente abrazados y ello una pareja más en aquel circulo de hombres y mujeres departiendo y mostrando sus afectos.

Paola recargo su rostro en el regazo de Víctor, este percibió como su corazón se aceleró al contacto con Paola.

¿Era quizá el momento oportuno? se dejó llevar por el impulso del momento y se estrechó contra ella, Paola también se vio arrastrada por el ambiente y paso sus brazos sobre el cuello de Víctor, su terso cuello estaba a escasos centímetros de su boca, su aliento fresco chocaba contra él. Sin poder contener aquella tentadora situación, poso su labios discretamente sobre su cuello, Paola parecía haber perdido la dimensión de con quien se encontraba y movió su cuello complacida con la suavidad de los labios de Víctor parecía que el efecto del alcohol había encendido su sangre, observaba una disposición ignorada frente aquel macho que empezaba a seducirla, loco ya sin control Víctor empujo su duro bulto al encuentro con la entrepierna de Paola, ahora besando y lamiendo su cuello, para Víctor era increíble lo que sucedía cerró los ojos y no los quería abrir pensando que se trataba de un sueño del cual no quería despertar, pensó que al percibir su dureza ella retrocedería más no fue así, muy al contrario se plantó firme a recibir el puyazo.

Quería besarla, pero algo en su interior se lo impedía, justo antes de terminar la pieza le propuso

—¿nos vamos?

—sí creo que si.

Víctor pago la cuenta y salieron de aquel sitio, no quería que aquello se apagara debía actuar rápido recordó entonces que muy cerca de ahí había un hotel muy lujoso por cierto y se dirigió ahí de inmediato.

Botella en mano entraron a la habitación, Víctor sirvió dos copas y la bebieron sentados sobre la cama, al terminar Paola se tendió sobre la cama.

—¿se puede saber porque me trajiste aquí?

—en realidad todavía falta averiguarlo tal vez sea una sorpresa tal vez no porque también depende de ti.

—¿Por qué lo dices?

Víctor se recostó junto a ella.

—¿recuerdas nuestros juegos de niños?

—¿Cómo podría olvidarlos?

Víctor respiro evidenciando la excitación que sentía.

—¿entonces recuerdas como jugábamos?

—sí, si me acuerdo.

Trago saliva antes de continuar como si la saliva le costara trabajo pasar, casi en murmullo le dijo.

—Pao recuerdas como te acariciaba…Tu panochita.

—si.

—¿dime una cosa te gustaba, sentías rico?

—si muy rico.

—¿serias tan linda de permitirme hacerlo ahora?

—no sé qué responderte.

—contrario a lo que puedas pensar no quiero forzarte, no pienso hacerte nada que tu no desees.

—hoy cuando llegue a casa me miraste como cuando hacíamos todo aquello, lo tengo tan presente como si estuviera sucediendo de nuevo me siento halagada con tus miradas, tus atenciones, pero esto que me pides no está bien y lo sabes, pero si me prometes que solo harás lo del toqueteo estoy dispuesta a complacerte, yo también quiero revivir todo aquello que me parecía tan hermoso, porque me hacía sentir mucho muy feliz.

Todas estas palabras Paola las dijo en medio de suspiros anhelantes palabras que le salían del alma, como podía olvidar todo aquello que Víctor le hacía si llego a enamorarse de su hermano, cuantas veces no deseo que cuando fueran adultos pudieran ser pareja como sus padres.

Víctor casi salta de gusto, su gatita estaba atrapada, de él dependía terminar copulando con la mujer que más deseaba en la vida.

—eres tan linda Pao.

Dijo esto mientras observaba los lindos rasgos de su rostro.

—¿acaso me dejaras besarte como en aquel tiempo?

—sí, bésame eso también me gustaba —Víctor comenzó a besarla con suavidad mordiendo con ternura los tibios labios de Paola, hasta que ambos aumentaron lo apasionado de aquella sublime caricia.

Interminables minutos duraron besando sus labios, se mostraban lacerados del continuo contacto.

Víctor le miro de nuevo al rostro con aquella mirada que tanto hacia estremecer a Paola, discretamente bajo su mano hasta su vientre, froto con dulzura la llana superficie y enseguida la poso en su pierna tanteando el límite de su vestido, tomo la orilla del mismo y lo levanto hasta su cintura, sin dejar de mirar la expresión de su linda cara.

Paola gesticulaba mostrando su excitación su bello rostro había enrojecido y empezaba sentir temblar todo su cuerpo, dejo caer su cabeza y cerro sus ojos. Víctor seguía frotando su pierna, hechizado con la suavidad de su piel, respiro agitado y centro su atención en el triángulo que formaban sus piernas con toda sapiencia simulo una caminata con sus dedos lenta y ascendentemente sobre su pierna camino hacia el centro de su feminidad. Paola estiro su cuello cuando la mano de Víctor se introdujo entre sus pantaletas, aprovechó aquella circunstancia y le propino una estimulación con el dedo que Paola maullaba de placer cada vez que rosaba su sensible clítoris, era tanto el placer recibido que ni siquiera protesto cuando Víctor la despojo de sus pantaletas, apretó las sabanas con sus manitas crispadas de emoción, Víctor separo sus piernas abriendo de par en par su rosado capullo y depositó un tierno beso en medio de su rendija. Paola apretó los ojos y mordió sus labios ante el atrevido ósculo. Permaneció quieta abandonada a los deseos de su lujurioso hermano. Víctor desabotono su pantalón y lo dejo caer a sus pies y después hiso lo mismo con su trusa, su estirado coloso campaneaba desafiante frente al velludo sexo de Paola, lo acerco con cautela pretendiendo cumplir lo prometido Paola, pero sufriendo un terrible deseo de penetrarla lo aproximo hasta besar con la testa la entrada de la vagina y ahí se detuvo Paola retenía la respiración adivinaba con que estaba apuntando a sus genitales.

—¿Qué estas esperando?

—que me lo pidas recuerda que será solo si lo deseas.

—aaaah entonces métemela hazme mujer.

—Pao ¿es tu primera vez?

—sí pero no te preocupes que podré soportarlo.

—mi linda muñeca si pudieras imaginar lo dichosa que vas hacer.

Víctor estaba más que listo para consumar sus deseos, y comenzó a empujar su dardo con toda firmeza, pero despacio abriéndose pasó poco a poco dentro del estrecho y viscoso ducto de Paola, ella se mantenía quieta silenciosa solo delatada por su respiración sintiendo como aquel coloso invadía su cavidad hasta que el pubis de Víctor choco contra el suyo. Después de aquello Paola cayó en un abandono total estaba feliz aquella visita estaba instalada en su interior y no deseaba que abandonara su cuerpo.

Víctor sostenía sus piernas mientras penetraba con lentitud una y otra vez el viscoso canal, Paola mantenía ojos y puños cerrados pero sus labios temblorosos delataban el éxtasis en que se encontraba, la dura barra saturaba su rincón y parecía partirla en dos, Víctor apoyo su piernas en su pecho buscando más libertad en sus embestidas, suspirando Paola extendió su manos y tomo las de Víctor este las ocupo y haciendo tirabuzón la penetro con toda su fuerza y observaba complacido como su coloso desaparecía, y solo se miraban sus respectivas marañas entrelazadas, permaneció unos segundos quieto tratando de evitar su derrame, el cual amenazaba traicionarle, hecho mano de toda su experiencia y hacia palpitar su dureza dentro de ella provocando una sensación que fue el epilogo de la pasión de Paola después de aquello la linda chiquilla exploto con toda su pasión apretó las manos de Víctor y sacudió fuertemente su cadera chocando ferviente contra el pubis de Víctor, contagiado por su triunfo Víctor la embistió con toda sus fuerzas socavando salvajemente la vagina de su fraterna , enseguida extrajo su duro estoque y lo froto con fuerza para derramar todo su contenido entre el pelambre y el plano vientre. Sudoroso con las piernas engarrotadas Víctor se acomodó en la cama y ayudo a Paola para que se acostase junto a él, el sueño les venció y durmieron largo rato sus respiraciones había retomado su ritmo y sus rostros lucían plenos de satisfacción.

Víctor despertó primero y al voltear a su costado observo a Paola dormida, se puso a contemplar su bello rostro, a recorrerla toda con la vista, sus piernas estiradas acometidas por la languidez propia del sueño y el adorno capilar abundante entre hasta muy cerca de su ombligo, el rojo vestido ensortijado en su cintura, era una adicción la que Víctor sufría el estar contemplando los bellos rasgos del rostro de su hermana, tan bella, tan dulce y ahora tan vulnerable a sus deseos, estaba convencido de que esto duraría toda la vida iba a vivir para complacerla y hacerla feliz aunque en ello le fuera la vida. Paola aun dormida presintió la mirada de Víctor y al abrir los ojos se encontró con los verdes ojos de su fraterno aquello no era obra de la casualidad Víctor era un hombre muy apuesto muy varonil de un encanto muy especial que incluso había hechizado a la misma Paola, su voz tenía un matiz seductor difícil de resistir.

—Pao……yo.

—calla no digas nada, esto ya comenzó y no se cuanto pueda durar, ojalá fuera por siempre, solo el tiempo lo sabrá.

Fin

(9,28)