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Con dos maduras y más

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Y aquella mujer de rostro joven, pero de cuerpo entrado en años era una de las mejores clientas de mi tío Eusebio. Compraba comida para los fines de semana. Tenía unos 50 años, pero se notaba que se cuidaba mucho, poseía un chalet a las afueras de Liria (Valencia) y ella y una amiga suya en verano iban a disfrutar del sol y la piscina, ella. Se llama Sara para que se hagan una idea era de unos 1,70 rubia teñida, ojos marrones, culo respingón pero relleno, anchita de caderas siempre con su maquillaje y faldas cortas que en alguna ocasión en la tienda mientras descargaba llegué a vislumbrar el tanga que llevaba, de complexión delgada, uñas pintadas de rojo y en verano llevaba unos zapatos abiertos a tiras como los que llevaban los romanos. Tetas normales que dejaban ver un buen canalillo y supongo que no debería llevar sostén dado que muchas veces se le marcaban los pezones que se veían grandes.

En cuanto a su amiga Beatriz una mujer de unos 43 años, más bajita, algo entradita en carnes, pelo castaño, buenos pechos, también se arreglaba bastante, pero ella a diferencia de su gran amiga iba con pantalón, de caderas anchas, pero muy simpática que en ocasiones también venía con Sara a la tienda a comprar. Las 2 eran separadas y las malas lenguas del lugar decían que eran “Muy liberales, de bragas ligeras, que no les costaba nada bajárselas ante una buena polla”. La de veces que me masturbé pensando que Sara me follaba y que Beatriz me hacía besos negros y me sobaba los huevos con la boca acabándome corriendo entre las tetas de ellas dos. Yo rondaba unos 25 años en la plenitud de mi potencia sexual y con el agravio de que tenía bastantes ganas de endiñarle mi polla a Sara y acabar bombeando dentro de ella mientras su amiga me limpiaba con la boca los residuos de semen y flujo de mi falo.

-Hola esta tu tío

-No

-Vaya

-Tenía un paquete para mí

-Si pues debe de estar en el almacén

 -Voy a por él.

Ella me siguió y entramos en el almacén

-Señora Sara aquí no veo ningún paquete para usted

-Yo sí.

Al instante me tiró mano a la cremallera y me sacó la polla fuera.

-¡Que hace! -Exclamé con cierto placer.

-Crees que no me doy cuenta de que como me miras y crees que no se los comentarios que hay alrededor de nosotras dos, sé que piensas lo mismo quieres averiguar hasta qué punto podemos hacer de putas.

Yo asentí con la cabeza.

En un instante se metió mi miembro en su boca dulce y labios gruesos rosados mientras succionaba, como un ternero mama las ubres de su madre mientras yo le subía la falda y empecé a bajarle el tanga.

Cuando se lo quité le metí los dedos y froté aquel coño con ansia como un descosido mientras con mi dedo gordo de frotaba el clítoris veía como todo su flujo chorreaba por mis dedos, ella no paraba de mamar mi verga cuando de repente un estallido, un espasmo me sacudió y me corrí en aquella boca madura y con experiencia en esos mismos instantes noté con mis dedos como su útero se contraía también en espasmos sabía que se acababa de correr ella también.

-Tienes una magnifica polla.

-Gracias.

-Qué te parece si este fin de semana me traes esta lista de cosas a mi chalet.

-Me parece estupendo.

-Bueno pues te espero me tengo que ir hacer cosas.

Se bajó la falda y se marchaba…

-Sara te dejas tu tanga.

-Da igual para ti guapo, quédatelo de trofeo.

Faltaban 3 días para el sábado y se me hizo larga la semana, pero llegó el sábado y me fui con la furgoneta de reparto hasta el chalet. Cuando llegué toqué a la puerta y la voz de Beatriz se oye:

-Pasa.

Entré y no había nadie, me dirigí hacia uno de los cuartos y me las encontré a las dos desnudas jugando con varios consoladores. Beatriz tenía uno insertado en el chochito, bien grande, me quedé maravillado por la capacidad de dilatación de aquella mujer corpulenta no me explicaba como cabía tanto en una vagina, mientras Sara tenía unas bolas chinas metidas en el ano y un hermoso consolador de color púrpura clavado en el conejo.

-Sorprendido –Dijo Bea.

-Un poco, nunca he tenido este recibimiento.

-Son nuestros ejercicios matutinos, respondió Sara.

-Ejercicios dije.

-Sí, esta noche hemos invitado como todos los fines de semana a cuatro amigas más y dos chicos, por qué crees que venimos al chalet, todos los fines de semana montamos una fiesta donde no existe el límite en cuanto a sexo, se admite todo tipo de prácticas.

-Y yo que pinto.

-¿Te hemos invitado no? Pues desnúdate y fóllanos a las dos.

Me desnudé y me tumbé en aquella cama, Beatriz empezó a darme besos con la lengua mientras Sara me mamaba nuevamente la polla. Parecía que eso le gustaba, Bea me metió la mano e introdujo el dedo en mi ano frotándolo con gran experiencia en el tema. Notaba como mi pene golpeaba lo más profundo de la garganta de Sara. De repente y sin darme cuenta Bea con aquellas enormes tetas me la estaba mamando mientras Sara me puso el chochito en la boca, aquella Rajita emanaba sus jugos con un sabor a miel para mis sentidos. Estábamos los 3 excitados como animales y ellas se pusieron a 4 patas.

-Elige y follamos como te dé la gana.

Enganché a Bea y empecé a apretar con mi glande el ano de su culo hasta que conseguí traspasarlo y la enculé con todas mis fuerzas provocándole una tremenda dilatación anal. Cuando me cansé saqué mi verga de aquella cavidad y se la metí a Sara en el coño Beatriz aprovechó la postura para pasear la lengua por mi ano y por mis testículos chupándolos y absorbiéndolos hacia el interior de su boca. En aquella espiral de placer no aguanté más, dentro de aquella hembra eché lo que llevaba dentro, un reguero de leche salió de mi pene notando las palpitaciones y dejando aquella mujer madura, pero a la vez la más experta en vida sexual inundada de mi semen. Estuvimos así un buen rato y parte del día y cayó la noche.

A eso de las 9 de la noche se presentaron cuatro mujeres entraditas en años: Marta, Consuelo, Teresa y Linda todas ellas con pintas de furcias y con ganas de follar como locas. A los 5 minutos llegaron dos hombres, uno de ellos de color, Ernesto y José. Estuvimos bebiendo un rato y charlando hasta que poco a poco todos nos fuimos desnudando y nos tumbamos en el suelo del salón, todos contra todas, mi polla chorreaba de jugos de varios conejos donde la metí, entremezclada con saliva de aquellas que me hacían felaciones y recuerdo que Sara fue penetrada por los dos hombres, uno por el culo y otro por el coño, a la vez.

Recuerdo también sus gemidos de placer al correrse en aquella mujer y como ellos la manchaban de esperma por la cara mientras se relamía. Yo por mi parte me corrí dentro de Consuelo y Marta y probé el sabor de todos los coños. La primera vez que me comía 6 clítoris. Llegó la fiesta a tal énfasis que olvidamos que éramos hombres y mujeres y nos convertimos en animales en celo, sólo con ganas de follar. Linda fue penetrada por Ernesto y yo por el ano nunca pensé que aquel trozo de piel diera para tanto mientras las otras mujeres se frotaban lésbicamente como zorras entre ellas y contra sus consoladores.

Al día siguiente todos aparecimos durmiendo desnudos unos encima de otros entrelazados, pero poco a poco se fueron vistiendo y marchando. Yo tenía los genitales algo inflamados por la fricción en aquellos chochitos, pero podía aguantar. En la alfombra las machas del delito, Sara y Bea se ocuparon de limpiar todo.

-Qué, ¿te ha gustado esta noche?

-Si mucho, muchas gracias por hacerme gozar tanto las dos.

-Bueno ahora que sabes el secreto espero que volvamos a repetir, ¿verdad?

Y ella sonrió con cara de astuta zorra y así fue repetí seis veces más hasta que el verano pasó y por circunstancias personales de ellas no han vuelto a organizar nada. No obstante, siguen viniendo por aquí y a veces cuando no está mi tío, aún seguimos hablando y haciendo cosas en el almacén.

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