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Manuela y yo

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Trabajo en Madrid, tengo 27 años y aunque suelo ir los fines de semana a Sevilla, este me he quedado aquí. Pues bien, el viernes salí con unos compañeros de trabajo, fuimos a la Avenida de Brasilia, allí hay algunos pubs y está bastante bien.

Serían alrededor de las 12 de la noche más o menos y noté que mi compañera de trabajo Manuela, no dejaba de mirarme. Manuela es rubia, delgada, con grandes pechos y muy buen cuerpo, tiene 29 años, está casada y tiene una niña. Pasaba la noche y me seguía mirando con cara de morbosa, la verdad es que está bastante bien y aunque el marido estaba allí, yo no podía dejar tampoco de mirarla.

A eso de las 3, más o menos, dice Andrés, un chico de Cuenca que trabaja con nosotros, que porque no nos vamos a su casa que hacía frío y así allí seguíamos terminando la noche. Éramos 6 personas y la mayoría dijo que si, excepto el marido de Manuela que tenía que irse ya que hoy sábado trabajaba. A eso de las 4 estábamos en casa de Andrés; Inma, Raúl, Manuela y yo. Andrés tiene un piso bastante grande cerca del Retiro.

Me fui a la cocina con Raúl a por vasos y hielo para las copas, en eso que entra Manuela, sale Raúl y nos quedamos solas, Manuela me dice: «¿María es verdad que eres lesbiana?» Yo me quedé de piedra ya que no sé cómo coño lo sabe, porque en el trabajo no lo sabe nadie, así que le dije que sí, ella me dijo que era bisexual y que no lo sabía su marido, que cada vez que podía le gustaba acostarse con alguna mujer. Manuela que iba ya cargadita de ron, me mira y me dice: «me encantaría comerte el coño...» así de repente, y cogió y empezó a besarme y tocarme, yo que llevaba ya un mes sin puro sexo no pude evitar dejarme, además de lo buena que estaba. Después de un buen sobeteo y morreo le dije:

—Manuela, aquí no podemos ¿qué hacemos con los que están en el salón?

Entonces Manuela salió al salón y me dijo:

—tú sígueme...

Se acerca a Andrés y le dice:

—¿Andrés dónde está el servicio?? creo que he bebido demasiado y no me encuentro bien.

Todos empezaron con el cachondeo, lo típico, y Andrés le dijo dónde estaba el servicio, entonces ella dijo:

—María acompáñame por favor...

En 1 minuto estábamos las dos solas en el baño de Andrés. Manuela me dice:

—¿lo ves?? ya estamos solas...

Empezó a desnudarse y en cuestión de segundos se quedó desnuda frente a mí. Llevaba unos vaqueros negros con un jersey de cuello largo granate, un conjunto de ropa interior color crema, con un tanga de encaje que dejaba ver todo lo que estaba detrás. Su coño lo tenía casi afeitado, solo con algo de pelo por encima y unos enormes pezones que me llamaron la atención. 

Rápidamente empezó a besarme y a desnudarme y en unos segundos estaba desnuda, yo también. Comenzó a besarme por el cuello y poco a poco iba bajando hasta llegar a mi coño, empezó a chupármelo como una loca, parecía que llevaba 10 años sin sexo, lo hacía con muchas ganas, yo no podía ni pensar, lo hacía muy bien y me tenía paralizada con el placer de su lengua. 

Cogió unas toallas y las echó en el suelo, me tumbó y siguió comiéndome el coño como una loca, no sé cuántas veces me corrí, pero fueron muchas. Se puso al revés haciendo un 69 y empecé a comérselo a ella, tenía los labios muy gordos y estaba chorreando, cada vez que le pasaba la lengua por su coño se encogía de placer... nos pasamos así 10 minutos por lo menos hasta que ya no podíamos más... 

Hacía tiempo que no me comían tan bien, era una experta, cualquiera sabe cuántos coños habrá ya comido Manuela... después de quedarnos las dos desnudas, tiradas en la toalla un rato, nos vestimos y salimos.

 

Ella me dijo que nos comportáramos como si no hubiera pasado nada y que viera en ella una compañera de trabajo, como cualquier otra, pero con la condición de que podíamos montárnoslo cuando quisiéramos, ya que le había encantado.

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