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Orgasmo en el metro

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Cada vez que tengo que bajar a la Capital por motivos de trabajo o personales, me recorre un gusanillo por todo el cuerpo difícil de explicar, pero para podáis entenderlo os contaré una de mis historias acaecidas en el Metro. 

Tengo 37 años y siempre he tenido una buena apariencia, lo cual hace más fácil aprovechar ciertas situaciones que se dan cualquier mañana, en hora punta en el Metro de Madrid. 

Aquella mañana, como todas, la estación de Atocha Renfe estaba hasta la bandera, como mínimo había que esperar un par trenes para entrar como sardinas enlatadas al vagón, a mi lado esperando había una joven de unos 20 años con una carita angelical y un cuerpo de excepción, minifalda a tablas y camisa blanca semitransparente, que dejaba entrever un sujetador de encaje que quitaba el hipo. 

Mientras nos acercábamos al andén para poder acceder al vagón, empecé a tantear el terreno, con la mano colgada sujetando el periódico empecé discretamente a rozarla, aprovechando los empujones de la gente para coger sitio, de momento no se dio cuenta, acababa de pasar un tren y seguramente en el próximo entraríamos al vagón, ella, creo que inconscientemente, también se pegaba a mí, lo cual aproveche para seguir trabajando poco a poco aquel cuerpo monumental sin que mi niña se inmutara o lo tomara como habitual en la situación que nos encontrábamos. 

Llegó el tren y me quedé discretamente un poco detrás de ella, para entrar a la misma vez y en el mismo sitio, llegado casi a la puerta dudó si esperar al siguiente, pero con un leve empujón la introduje en el vagón y yo detrás de ella. Mientras la gente se terminaba de colocar, ella se dio la vuelta quedando frente a mí sin poder mover ni un músculo de su cuerpo, discretamente fui subiendo la mano con el periódico hasta colocarla en forma napoleónica, apoyada sobre mi pecho y a escasos centímetros del suyo. Por fin se cerraron las puertas y empecé a maniobrar discretamente, realmente no sabía si lo que había ocurrido hasta el momento de los roces, era cosa de mi fantasía o es que la niña tenía ganas de marcha. En el primer movimiento del tren me eché un poco para adelante, llegando a rozar la parte de arriba de uno de sus pechos, ella instintivamente retrocedió, lo cual me dejo hecho polvo (mi gozo en un pozo), no quise insistir ya que no quería encontrarme en la situación de que me montara un escándalo en medio de tanta gente. Yo seguí con mi postura y mi niña pareció pensárselo mejor y se acercó a la postura inicial como diciéndome “Aquí estoy”. 

En esos momentos sentí una mezcla de excitación, nervios y morbo difícil de explicar y empecé el contraataque, afortunadamente la mayoría de la gente que nos rodeaba estaba de lado o de espaldas con lo cual podía actuar con tranquilidad, apoye la mano del periódico directamente en su pecho y acompase el movimiento al traqueteo del tren (arriba-abajo arriba-abajo) lo cual le hizo que los pezones se le pusieran duros y ella a su vez se sonrojara, pero no se apartó, en la primera parada salió y entro gente, lo que nos dio momento para irnos colocando en la postura que quisimos, porque el metro seguía lleno.

Sabía que esa situación empezaría a cambiar a partir de la quinta o sexta estación, así tenía que aprovechar al máximo. Siguiendo con mi magreo de tetas (que por cierto no eran ni grandes ni pequeñas pero muy duras), dejé libertad a mi dedo índice para que jugara con su pezón, intenté abrirme hueco entre ojal y ojal de la camisa hasta rozar su sujetador, en ese momento la miré y está colorada con la mirada baja, alzó un poco la vista, la volvió a bajar y cerró los ojos como avergonzada por lo que estaba haciendo, pero sin moverse. Conseguí meter el dedo entre el sujetador y el pecho y empezar a rozarle el pezón, joder, la polla me iba a reventar.

En la siguiente estación sabía que iba a ver bastante movimiento de gente, así que paré, para ver qué pasaba, entre empujones nos llevaron hasta la puerta contraria a la de salida y aproveché el momento para colocarme detrás de ella, lo que la dejó un poco desconcertada, sin darse cuenta que mis intenciones iban más allá que un roce de tetas. Apoyé mi mano en un tirador del metro en la parte más baja y la miré como invitándola a que se acercara, ella se acercó hasta el tirador, pero no llegó a apoyarse, pero la situación de la gente la obligó a apretarse contra él (o lo hizo aposta) dejando mi mano por debajo libre. 

Como no estaba dispuesto a perder ni un minuto antes de que se cerraran las puertas, ya me estaba rozando la mano con su culo (dios que culo), en cuanto empezó a moverse el tren puse en marcha mi nueva estrategia. Imaginaros la situación, ella apoyada en el pasador sin poder moverse, y yo como abrazándola, con la mano a escasos centímetros del borde de su falda. Metí la mano por debajo de la falda e instintivamente abrió un poco las piernas, ya sin ningún tipo de recelo empecé a magrearle el culo a mi gusto pasándole la mano por encima de las bragas, poniéndole el dedo en la raja del culo y frotándolo…, podía sentir que estaba completamente chorreando lo cual me dio más alas para seguir, pero de repente se echó para adelante y me dejo a medias (pensé “si me deja así, me muero”) pero no, la tía iba a aprovechar el siguiente movimiento de salida y entrada de gente para darse la vuelta y colocarse directamente con su coño apoyado en mi mano por encima de su falda, me di cuenta que estas situaciones solo ocurren una vez en la vida y por supuesto no la iba a desaprovechar, y para colmo bajo la mano con su carpeta, para medio tapar la situación, y acercarse discretamente a mi polla. No sé si alguien se dio cuenta de la situación, porque aparte a ahí fue un descontrol total, sin importarnos que había gente alrededor, volví a hacer la misma operación que anteriormente con el culo y bajé un poco la mano para introducirla de nuevo bajo la falda. 

 

Ella ya estaba completamente abierta así pude trabajar a mi antojo, primero frotando mi mano contra su coño por encima de las bragas y después abriéndome espacio entre sus braguitas para acceder al interior de su secreto, intente meterle un dedo pensando que sería imposible, pero entro a la primera haciéndole soltar un gritito que intento disimular con un amago de tos, como me sobraba espacio le metí el segundo y los deje quietos dentro, como jugando, y ella empezó a moverse a su gusto. A todo esto ella ya había llegado a mi polla y la rozaba despacito apretando con los nudillos fuerte y para arriba y abajo, no se me había pasado por la imaginación corredme, menudo escándalo toda la mañana con la mancha en el pantalón, pero ella si se corrió apretando los muslos tan fuerte que me hizo daño, sentí sus espasmos y sus fluidos en mi mano que también intento acallar con otro amago de tos, discretamente saque la mano y volví a mi posición inicial, ella me miro, me hizo un amago de sonrisa agradecida y se bajó en la siguiente estación.

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