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Follada por un desconocido

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Esto me pasó hace unos años, estaba de vacaciones en España y me fui a Las Negras, (Cabo de Gata), me fui sola a una playa poco concurrida, un sitio donde las casitas son individuales y que, si quieres, subes la persiana y de un saltito te metes en la playa.

Pues bien, después de varios días, de ocio, llegó un día de tormenta y lluvias, así que me quedé en casa sin salir, serían las 10 de la mañana más o menos y el cielo estaba de lo más negro, menuda tormenta va a caer, pensé. Y así fue, cayó una gran tormenta que sonaban atronadores los truenos. Sin levantarme de la cama, con el fresquito que se levantó estaba deliciosamente a gusto, tanto, que me quité la poca ropa que tenía puesta y comencé a tocarme muy despacito. La venta, al pie de la cama, estaba bien subida a sabiendas de que nadie me vería, con la que estaba cayendo pensé que no habría nadie por la calle. Comencé a acariciarme lentamente por mi torso, por mis pechos haciendo que mis pezones se pusieran duros como piedras.

Con una mano bajé hasta mi más íntimo secreto, que en ese momento no era tal, ya que estaba totalmente abierta de piernas como mostrando al mundo, diciendo: "Este es mi coño y quiero que me folléis". Mientras con la otra seguía pellizcando mis duros pezones. Lentamente comencé a acariciarme el clítoris, con ese punto que una solo sabe darse. Estaba tan metida que no avisté lo que ocurría al otro lado de la ventana de la habitación, vi una sombra, parecía que había alguien ahí mirándome y disfrutando, pero como todo estaba muy oscuro, solo vi sombras. Y si, digo disfrutando porque estaba segura de que quién fuera, por los movimientos era un hombre que se estaba masturbando.

La primera reacción que tuve fue pararme y ver qué pasaba, pero era tal la excitación que tenía, que pasé, me dejé llevar, seguí metiéndome mano, acariciando mi mojado coño mientras quién fuera se deleitaba viéndome como me masturbaba.

Pensé que por qué no darle a ese desconocido un poco más de placer visual, él me lo estaba dando con sus miradas y viendo cómo se masturbaba, me puse a cuatro patas orientando mi culo directamente hacia él. Con una mano me acariciaba el coño, también llamaba a la puerta de mi culito, que, si bien más de una vez me lo han hecho por ahí, al principio cuesta, pero con el calentón y lo mojada que estaba, el dedo entró solito en lo más profundo de mi cueva.

Mientras no paraba de acariciarme y de meterme una y otra vez los dedos en mi mojadísimo coño, sentí un ruido, sin mirar, sabía que estaba pasando, ese desconocido se adentraba a través de la ventana, el corazón se me puso a mil, mis latidos se podían escuchar a más de 100 metros. Y entonces noté como dos manos agarraban mi trasero y lo separaban, no daba crédito, estaba a cuatro patas con un dedo en el coño y un desconocido me estaba separando los glúteos mientras me lamía mí ya dilatado ano…

Lo lamía una y otra vez, estaba que casi me corría cuando noté una tremenda tranca entrando en mi culo, comenzó a bombear y a darme bien, muy fuerte.

“Así, así, fuerte”. Grité entre jadeos, estaba empapadísima y sentí correrme, me corrí por lo menos tres veces en un momento, era brutales los orgasmos que estaba teniendo, cuando al poco, sentí un gran chorro de leche caliente descargando dentro de mi culo. Le apreté contra mí todo lo que pude, quería todo dentro, fundirnos en un gran orgasmo hasta que caí rota sobra la cama.

Me quedé así, con el culo en pompa y soltando leche un rato, sentía dolor y placer a la vez, no era capaz de reaccionar, al poco, en unos minutos volví en sí y al girarme vi que ya no estaba, se había ido y me había dejado un buen reguero de leche sobre mí.

Solo había una gorra que se dejó, la cogí y la dejé en la ventana con la esperanza de que volviese, pasaron los días, y repetí el momento, masturbarme con las ventanas abiertas, pero jamás más volvió a aparecer, tuve muchos orgasmos ese verano, pero ninguno como aquellos que aquel desconocido me dio.

 

El resto de las vacaciones los pasé deseando que el dueño de la gorra volviese para repetir aquella maravillosa experiencia, pero nunca volvió.

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