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Sometida

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Él es especial por ese sentimiento de lujuria que me hace sentir.

Llega a ser tan humillante que me da vergüenza recordarlo.

Yo soy para él, una simple puta que necesita que la castiguen y él es para mí, un amo cruel que me hace todo lo que quiera a cambio de sentir algún que otro orgasmo, siempre que él sea compasivo conmigo y me deje correrme.

Ese viernes, me sorprendió cuando encontré a otra mujer en su casa, me hizo pasar a una habitación y allí estaba ella. Era más delgada que yo y con el pelo rubio teñido y corto, muy diferente a mí. Eso sí a simple vista tenía unos senos más grandes que los míos. Mi amo no nos presentó, se limitó a decir que las dos éramos sus esclavas, así que haríamos lo que él ordenara y que, si a alguna no nos gustaba que nos fuéramos, pero que después no podríamos hacer nada. Como ninguna dijo nada, pues él nos ordenó desnudarnos y que nos pusiéramos la lencería que había en unas cajas con nuestros nombres, en su caja ponía Sara, y que estaba totalmente prohibido hablar entre nosotras.

Me dio un poco de vergüenza desnudarme delante de ella, pero me tuve que conformar con darme la vuelta y desnudarme. En mi caja solo había unas medias blancas y unos grilletes, cosa que me preocupó un poco, pero empecé a sentir calor. Sara se desvistió antes que yo porque no había traído puesta nada de ropa interior, en su caja había unas medias negras con un liguero de cintura y unos tacones altos negros, pero nada de grilletes. Cuando regresó nuestro amo, nos dijo que esperaba a invitados. Serían tres amigos suyos y que iban a jugar una partida de cartas. Sara haría de camarera mientras que yo sería la coctelera. No le entendí bien, pero cuando estuve atada no tuve ninguna duda de a qué se refería. Me puso a gatas encima de una mesa, me ordenó que me tocara los pies con las manos, levantando mi culo y dejando los brazos entre mis piernas, una vez le hice caso me ató los tobillos a las muñecas, con los grilletes.

Luego me puso una correa al cuello y, pasándola por debajo de la mesa hasta el otro lado, la ató a los grilletes tan fuerte que no me podía mover. Una vez atada le dijo a Sara:

—Mira puta, tú nos servirás las bebidas, pondrás una copa entre las piernas de ella. –Le dijo señalándome—  Luego le echarás las bebidas por su culo, de tal forma que el líquido pase por su culo, luego pase por toda su raja y caiga en la copa, ¿entendiste?

—Si amo —dijo Sara.

—Para que no le entre nada en su culo, le meterás este vibrador (en un cajón tenía un gran dildo rojo que ya había usado conmigo), se lo meterás en el culo y lo pondrás a vibrar cada vez que terminemos una partida hasta que empecemos otra, ¿entiendes esclava?

—Si amo —volvió a responder Sara.

—Cada vez que veas que una copa se va a quedar vacía, deberás meterle a esta otra puta un hielo dentro de su coño para que salga su jugo, luego debes arrodillarte delante de mi amigo y preguntar que quiere, entonces pondrás la copa entre sus piernas, pondrás en la copa el hielo que te han ordenado, y verterás el licor que te hayan pedido que están en ese mueble, ¿los ves? —el tono de mi amo era muy severo.

—Si amo —era lo único que Sara decía.

—Cada vez que le eches una copa por encima tendrás que lamerla entera, tanto el culo como el coño, incluso la mesa si cae fuera, aunque por tu bien no te lo recomiendo, las bebidas valen más que tú, ¿Ok?

—Si amo, no se caerá nada amo —le dijo Sara con algo de intranquilidad en la voz.

—Ah, si te piden ron con cola, por ejemplo, echas el ron y lo lames y luego la cola y vuelves a lamerla, ¿entendiste?

—Si amo.

—Bien, deben de estar al llegar, practica un par de veces.

—Si amo —dijo otra vez Sara.

—Y tu zorra —me dijo, mientras me daba un fuerte jalón del pelo para levantarme la cabeza— a partir de ahora ni una voz ni un gemido, eres un mueble, si te escucho decir algo te dejaré en la calle desnuda, con los tobillos y las muñecas atadas y el dildo en el culo.

—Si amo, no diré nada amo —le dije asustada de verme así en la calle.

Después de que Sara probara con alguna de las bebidas, supe que la noche iba a ser muy dura para mí. Sara me metió el dildo en el culo y un hielo en el coño, que por lo frío que estaba, me dolía, después de poner la copa entre mis piernas, activaba el vibrador y echaba la bebida justo entre mis nalgas, notaba el líquido pasar por la raja de mi culo y llegar hasta mi coño, donde se mezclaba con el agua del hielo que se había derretido dentro de mi sexo. Después de llenar la copa, paraba el vibrador y me lamía entre mis piernas. Sentía su lengua pasar por mi culo y noté que le gustaba pararse un poco en mi coño, donde creo que lamía más de lo necesario. Al llegar los invitados de mi amo, no se sorprendieron de ver a dos mujeres de la manera en que estábamos Sara y yo, si no que felicitaron a mi amo por la suerte que tenía de disponer de dos putas tan magníficas. 

Pronto comenzó la partida y las bebidas, una tras otra ronda, Sara seguía el mismo procedimiento, era desalentador para mi sentir placer y no poder llegar al orgasmo porque nunca duraban el tiempo necesario, a veces no hizo falta de que me metiera un hielo en mi rajita del coño para estar húmeda, aunque no pude lograr correrme. A los invitados les encantaba como se les servían las copas y animaban a Sara para que se excediera en sus tareas. La partida de cartas duró unas tres horas, no se a que jugaban, pero apostaban fuerte. En la última mano la apuesta de mi amo fue “una de mis esclavas durante un mes”, pero afortunadamente ganó y no se separó de mí, ni de Sara. Al terminar la partida, creo que eran ya las dos o las tres de la madrugada, me dolía toda la espalda y el cuello y necesitaba correrme pronto, después de haber conectado Sara muchas veces el vibrador y haberme lamido el coño otras tantas de veces.

Al terminar la partida mi amo se fue a su habitación, dejándonos a solas con esos tres hombres. A Sara, que ya iba muy bebida de tanto lamerme el culo y el coño mojados con las bebidas alcohólicas que se habían tomado durante la partida, la tumbaron en la mesa de juegos y empezaron a follarla entre dos. Uno se puso de rodillas encima de la mesa dejando la cara de Sara entre sus piernas y le ordenaba que le mamara la polla, el otro simplemente se la follaba de pie. El tercer hombre no podía hacer nada, entonces se vino hacia mí. Si me hubiera atrevido a hablar le hubiera suplicado que me follara.

—¿Quieres que te folle bien fuerte zorra? —me preguntaba el hombre, aunque deseaba gritar que sí que por favor me follara, no podía porque mi amo me había ordenado silencio.

—¿No contestas eh? igual que la otra puta, más calladas que las putas en misa, jajaja —El hombre también estaba borracho.

—Primero te sacaré esto del culo —dijo quitándome de dentro el vibrador— Vaya, jajaja, se te queda abierto el agujero de tu culo. ¿Quieres que te folle por ahí?

Me atreví a negar con la cabeza mientras escuchaba los gemidos de los otros hombres y los insultos con los que llamaban a Sara.

—Está bien, te voy a follar ese coño que tienes.

No lo vi bien porque no podía mover mucho la cabeza por tenerla pegada a la mesa, pero supe que el hombre se estaba sacando su verga. Me la metió entera en su primera embestida, aunque me dolió algo era lo que necesitaba para correrme. Cosa que no tardó mucho en ocurrir, en un par de minutos ya me había corrido, no pude aguantar más después de lo que había soportado esa noche, ni quería aguantar. Y el hombre aún seguía dándome duro por mi sexo. Uno de los que se estaba follando a Sara dijo:

—Tengo una idea, ¿por qué no nos corremos encima de esa otra puta para que esta la limpie como ha estado haciendo toda la noche?

 

Los otros dos estaban de acuerdo, primero se corrió encima mío el que me estaba follando, me sacó la polla y noté su lechecita caer en mi culo. Los otros dos hicieron lo mismo. Notaba algo caerme por mi rajita y por mis muslos. Entonces le ordenaron a Sara que lamiera sus sémenes de mi cuerpo. Noté que me abría las cachas de mi culo y su lengua pasarme por mi sexo y por todos lados donde la leche de los hombres me había caído. Cuando ella terminó de hacerlo los hombres se fueron. Sara se tumbó a dormir encima de la mesa y yo estuve así hasta que nuestro amo me soltó al día siguiente, me dolía todo el cuerpo.

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