Nuevos relatos publicados: 13

La Morena del Circo Night Club - Segunda Parte

  • 4
  • 12.946
  • 8,62 (13 Val.)
  • 0

Estacioné mi auto en un espacio libre que por suerte estaba enfrente de mí cuarto. Nos bajamos al instante, y con llave en mano abrí la puerta y entramos a un cuarto muy fresco. Había espejos en los paneles y nuestras figuras se veían algo tenue. Busqué por el switch para alumbrar el interior y en cuanto lo prendí, el cuarto se tornó tan espacioso y de repente, el momento tomó un rumbo tan extraordinario y me cayó el veinte de mi suertuda situación.

Britney me estaba diciendo que estaba tan feliz y me agarraba la espalda; montando su cuerpo tras mi espalda; jugueteando simple y apasionada; tan cortés y atenta conmigo se portaba y el momento era algo más que una cachondearía; me encontraba con una súper chica y juguetona. Al estirar mi pelo me atacaba y su risotada me azotaba.

La tomé de la cintura y cargándola la aventé a la cama y viendo su sonrisa tan alegre me lancé encima y la empecé a besar por todo el cuello; escuchando sus jadeos, no dejaba de rosar mis labios en ella. Ella tan excitada, me mordía los labios y con los ojos cerrados me decía:

—Tómame. Haz conmigo lo que desees. Estoy tan caliente y necesito tu cuerpo en el mío. Por favor no me hables tanto mientras lo haces.

Desesperadamente me empecé a desvestir, titubeando me quité los zapatos y los arrojé hacia la puerta. Al mismo tiempo, ella se quitaba sus prendas y las dejaba por encima de sus zapatillas.

No le pensé mucho y a pesar de la manera que ella se comportaba, como una muchacha traviesa y juguetona, decidí no perder mí tiempo y la tomé ligeramente de los cabellos y la jalé hacia mí que todavía permanecía parado y con mi erección latiente. Con suficiente masculinidad le dije que se postrara sobre la orilla de la cama; de rodillas y cuando se posicionó, con mis manos empecé a agasajar su perfecto y deleitable trasero; que tan suave y firme se regresaba hacia mí, con tanta posesión que tomé mi miembro y lo puse en el culo.

Empecé invadiendo lentamente y con ajuste, tratando de penetrar ese orificio que no cedía, que se empujaba hacia mi firmeza tratando de ayudar. Hasta que le di, llegué y en ese instante la chavala empezó a agitarse y a mugir con tantas ganas que me hacían darle con más ímpetu y seguía y seguía, aumentado el paso, sintiendo su calor interno y, ella emocionándose más y más, cansándose.

Así duré un lapso. En momentos bajaba el ritmo, pero cuando recuperaba un respiro. regresaba con más velocidad e impulso haciendo que esta chica se encorvara y se meneara, gruñía con gusto y placer, susurraba unas palabras inusitadas como amortiguando la aporreada que le estaba brindando a ese gran trasero que ya sudaba, pero tan empinada estaba mi nena que sus nalgas tomaban una forma tan redonda y tan increíble.

Después de tanto auge me precipitaba y tratando de seguir forcejeando y empujando llegue al clímax, con una última pinchada que le dejé clavada un largo instante y con mis ojos cerrados me sobrevenía el placer y el deleite, al mirar que mi semen estaba chorreando de adentro de su abierto y tan empapado culo. Me traté de recuperar del tan intenso golpe a mis sentidos y le di la vuelta a mi nena, y me puse enfrente de su cara con mi erecto, metiéndoselo en la boca, dejándola chuparme el trozo, hasta que lo limpió, se lo saqué y sin decir nada, levanté mi ropa y me retiré hacia el baño.

Abrí la llave de agua y con ambas manos lavé mi cara y respiré para recuperar mi aliento. Estaba tan conmocionado, me quedé fijo hacia el espejo que, reflejándome, empecé a sonreír. Con ambos puños hice un gesto de victoria.

Me cambié.

—¡Estoy lista, mi amor!  —me gritó desde la cama.

Salí del baño y la encontré acostada en la cama y le pregunté:

—Y bien, dijiste que estabas lista, ¿Qué haces ahí metida entonces?

—Yo solo te digo que estoy lista, pero para más acción. ¿Qué, ya no tienes fuerzas?

Me encontré en aprietos. Ahora sí que me las iba a ver duras con esta amazona tan exigente y energética. Le dije:

—Como gustes mi vida, recuerda que tu placer es mi placer.

 

Lo que aconteció después de esto fue algo insólito. No quisiera perturbar sus mentes, pero al día siguiente sentía todo el cuerpo adolorido y no se diga mi miembro, mis respetos, en serio.

(8,62)