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La evolución de Anita (5)

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Llevo más de tres meses teniendo relaciones a la vez con Juan y con Jacinto y sigo sin motivos para elegir, ya que mi interés es puramente físico y como estoy acostumbrada a mandar, me gustaría que alguien adoptase el papel del macho y me hiciese sentir como una dama y sentir la pasión y el deseo que siento cuando tengo una aventura puntual

Tras la experiencia con Mariano, Jacinto y yo hablamos de que había sido muy satisfactorio para los dos y le dije que había actuado como mi chulo y que me había gustado y que me encantaría que me proporcionara clientes como el de hoy, siempre y cuando él participase activamente. En todo caso yo me prostituía por diversión no por necesidad, así que ponía mis condiciones. Solo aceptaría hombres no muy grandes, sanos, muy aseados, simpáticos, sin barba ni bigote, siempre con condón (sexo seguro) y sin hacerme penetración (me da miedo que la tenga muy gorda y me haga daño). Por mis motivos de trabajo nunca más de uno a la semana y solo el viernes por la tarde o el sábado. Acordamos que solo se relacionarían con Jacinto al que pagarían, la sesión no más larga de tres o cuatro horas y que él estaría esperando fuera de la casa o dentro y mirando sin intervenir o si el cliente quería haríamos un trío. Yo me reservaba tiempo para satisfacer a Juan o echar un polvo con alguna de mis amigas ya que me gustaba tanto el pelo como la pluma.

Se nos ocurrió que sería bueno que Jacinto tuviese en su móvil unas fotos mías para enseñar a los posibles clientes, pero yo no quería, por obvios motivos, que se me viese bien la cara, así que decidí hacer las fotos con antifaz, pero como no disponía de ninguno en ese momento, decidimos hacer las fotos la próxima vez.

En mi busca de un sitio donde vendieran antifaces, encontré una tienda on line que ofertaba lencería sexy, así que encargué un conjunto completo de sostén, liguero, tanga y medias de encaje de color blanco. En dos días recibí el encargo y cuando lo vi, me empecé a excitar, naturalmente me lo puse y tuve mis problemas con el tanga de lo tiesa que la tenía, no sé si por el tacto con la tela o la figura que veía en el espejo.

Ya no podía más, necesitaba un hombre o una mujer en que desahogarme. Llamé a Jacinto y se lo conté con todo detalle y me hacía preguntas hasta que oí unos suspiros conocidos y le dije: «¿No te la estarás meneando que para salido ya estoy yo?» me contestó riéndose «En este momento no, ya me he corrido».

Me preguntó si tenía zapatos blancos de mujer, le dije que no, «entonces te compraré unos para que vayas toda de blanco». Eso me sirvió para replantearme mi vestuario y pensé que debía comprar unos pendientes, aprender a pintarme los ojos, usar rímel y pestañas postizas, tener varios tonos de labios y barniz de uñas, así como crema depilatoria y cremas para dar suavidad a la piel y me cuidé el depilado en forma de corazón de mi vello púbico.

Quedamos para hacerme las fotos unos días después. Llegué con el antifaz, toda mi lencería blanca, pendientes y pinturas. Cuando me vio Jacinto me dijo que estaba realmente buena y me dio los zapatos que eran una especie de zapatillas destalonadas, con medio tacón y un pompón en el empeine que eran una completa horterada, pero le dije que me gustaban. Se sonrió y me dio una caja que contenía una bata blanca semitransparente muy amplia hasta el suelo y con plumas blancas en el borde de las mangas y en el bajo. Me puse todo; la verdad es que estaba riquísima y parecía una autentica leona. Hicimos casi cien fotos, con esta lencería y con el mini traje rojo con lencería negra que me había regalado. Al final nos quedamos las seis más sugerentes, esas eran las que iban a servir de atractivo para los clientes que iba a traer mi chulo.

Pocos días después, Jacinto me dijo que ya tenía un cliente para el viernes por la tarde, me dijo que cumplía todas las exigencias, incluso me envió una foto; no era mal parecido y de algo más de cincuenta años. Me confirmó que era de confianza y que se había quedado viudo hacía más de dos años y estaba muy salido, pero que como era más bien tímido no se atrevía a buscar a alguien que le aliviara y estaba harto de meneársela. Jacinto le traería a casa, me lo presentaría y vendría a recogerle una vez satisfecho el zagal.

Así fue y el viernes a eso de las tres de la tarde ya estaba yo en el tajo. Me di una ducha, me pinté las uñas, me maquillé a fondo, me perfumé y me vestí toda de blanco incluida la bata y los zapatos, con unos pendientes con piedra roja y peluca negra. La verdad es que yo misma me ponía cachonda de verme en el espejo. Jacinto se fue a por José Luis y yo me quedé encendiendo las velas rojas. Poco después de los cinco Jacinto tocó el claxon, nuestro primer cliente había llegado.

Llamaron a la puerta y yo les dije que pasaran, pero me disculpé porque estaba en el baño acabando de arreglarme. Al poco tiempo salí toda vestida de blanco con la bata hasta los pies, parecía una reinona. Jacinto nos presentó y yo le di dos besos. La verdad es que el tío tenía que haber estado bien bueno, ahora un poco mayorcito, pero todavía tenía un arreglo. Les pregunté si querían una copa, Jacinto me dijo que tenía prisa que ya vendría cuando le llamásemos para llevar a José Luis a su casa, nos despedimos, se marchó y yo cerré la puerta con cerrojo para que no nos molestaran, le dije.

Le preparé un whisky y para mí un gin tonic y me senté en el sofá a su lado, pero no demasiado cerca, de manera que enseñaba todo el muslo medio cubierto por la media y el liguero, la bata hacia atrás arrastrando en el suelo. El chico estaba un poco nervioso así que decidí darle un poco de palique antes de meternos en faena. Hablamos de intrascendencias y dije que iba a poner música suave; al sentarme lo hice muy cerca de él de manera que nuestros muslos se tocaban. Le puse la mano en la rodilla y le pregunté si había estado antes con un travesti, me dijo que no y le dije que estuviera tranquilito que yo sabía cómo hacerlo y que iba a disfrutar haciéndome y haciéndole yo lo que quisiera y que me tratara como a una puta que era lo que yo era. Así le di un beso en la mejilla, a lo que él me contestó con otro en la boca, mientras me acariciaba el sostén.

Le pregunté si le apetecía bailar música romántica, naturalmente me dijo que si así que me levanté y puse la canción “Jè t’aime ma non plus” creo que conocéis la música y el tema, nos levantamos y el chico se arrimaba, pero no mucho así que le agarré por la nuca y los hombros y le apreté bien apretadito. Parece que la cosa funcionó porque empezó a besarme en el cuello y en las orejas y la verdad es que empezó a ponerme a tono. En un momento le dije que la bata me estaba molestando así que me la quité y me quede en sostén, tanga, liguero y medias. Ni que decir tiene que ya notaba yo su bulto porque la situación era bien erótica. Empecé a meter mi pierna entre las suyas, él lo entendió y me apretaba con las suyas y se daba algún que otro restregón. Siguiendo con la situación le dije que prefería la piel a la tela de manera que:

—¿Por qué no te quitas los pantalones? me raspa la tela.

Dicho y hecho, se desnudó todo excepto el slip, de manera que pude ver y notar que estaba bien empalmado y que parecía que la tenía más bien pequeñita, lo que era buena noticia.

Seguimos achuchándonos al compás de la música y empezamos los morreos metiendo la lengua. En un momento bajé mi mano por el costado y la moví hacia su paquete, pude comprobar lo que había notado, está bien caliente y la tiene pequeñita. Dio un profundo suspiro, yo me separé un poco le sonreí y le metí la mano por debajo del slip y le noté ya muy mojadito.

—Cariño creo que lo estas deseando, yo también estoy bien caliente —le cogí la mano y me la metí por debajo del tanga— podemos hacer lo que quieras ¿Quieres magrearme un ratito?’

No me contestó así que le llevé al sofá, traje una toalla para no manchar y le quité slip y calcetines, yo también me quité el sostén y le anime a que me chupara y mordisqueara los pezones y me acariciara las nalgas y los muslos que son tan suaves; empecé a notar que estaba a punto de correrse así que le pregunté con voz muy zalamera «Te noto ya muy caliente, ¿Quieres que te la chupe?» me dijo que si con la cabeza, así que le puse el condón con cuidado de no tocarle mucho, no se me fuera a derramar en los prolegómenos, le hice sentarse en el sofá con los pies en el suelo abierto de piernas y yo con tanga, ligueros y medias me arrodillé delante, le cogí los huevos con una mano acariciándole el perineo y con la otra mano le cogí la pollita y empecé a chupársela. La verdad es que no aguantó ni cuatro emboladas, a la tercera empezó con «Ay, ay Anita que me voy, que gusto, que gusto» y se me corrió como un ternerito, pero en buena cantidad.

Una vez tranquilito, me dijo que llevaba más de un año sin tocar hembra y más de dos meses sin correrse y que disculpara. Yo le contesté que a mí no me importaba, que yo estaba allí para eso y que me encantaba que se hubiera calentado tanto conmigo y que me hubiera dado el torrente de leche que me había dado. Estuvimos charlando y bebiendo un rato hasta que le propuse volver a bailar; por supuesto aceptó, pero como estábamos, él completamente desnudo y yo en lencería. Empezamos a restregarnos y apretarnos las nalgas uno contra otro, yo le animé a que me diese unos buenos azotes para sensibilizarme las nalgas cosa que hizo al principio con cierta timidez, pero acabó dejándomelas bien coloradas. Yo le frotaba su sexo y el perineo y se empalmó como era de esperar y empezamos con:

—Dame fuerte en el culo que soy mala y me lo merezco.

—Toma ese azote y sigue sobeteándome bien los huevos o te doy más fuerte.

—así mi vida déjame el culete como un bebedero de patos, hazme gozar como una perra.

—Ay José que culete más rico tienes, te lo voy a comer.

Cuando llevábamos un buen rato con todo lo anterior y besos y mordisquitos y bien empalmados, dado que la tenía más bien pequeña y no me iba a hacer daño me estaba apeteciendo y le dije:

—Ay José me estoy muriendo de ganas de que me folles de verdad.

—¿Dices que te la meta por el culo? Jacinto me dijo que eso estaba prohibido.

—Sí, pero tengo muchas ganas, Jacinto no se va a enterar y es que me gustas mucho te deseo y me encantaría tenerte dentro.

—Pero te tengo que confesar que nunca lo he hecho con un hombre.                      

—No importa, yo te guío y hazme lo que te diga y ya verás cómo disfrutamos los dos.

La realidad es que con la mamada y el sobeteo que nos estábamos dando yo no me había corrido todavía y ya tenía ganitas, así que me costó poco convencerle, me lubriqué, le puse el condón lubricado y me puse a cuatro patas.

—José móntame, pero primero apártame la tirita del tanga para dejar bien libre el ojete.

—Ya veo como lo tienes de lubricado.

—Ahora frótame el ojete con tu capullo, ¡así, así frota bien cariño que ya me estás haciendo gozar.

—Ahhh a mí también me está dando gusto.

—¡Métela ya de un empujón no me hagas desearlo más! ¡Así así mi vida ya me la has metido entera ya noto tus huevos contra mis nalgas!

—Muérdeme en el cuello como si fueras un semental montando a su yegua.

La verdad es que me entró muy suavecita y como no es muy larga, el capullo no me penetró mucho y al moverse me llegaba al esfínter y yo apretaba el culo y era gusto para ambos.

—¡así siii José para ser la primera me estas volviendo loca de gusto, aguanta por favor que va a ser un polvo maravilloso.

—¡Siiii mi vida que calorcito más rico y que sensaciones nunca había pensado que esto podía ser así!

—Sigue sigue dame mi merecido que polla más rica.

—Abrázame por delante magréame las tetas.

—Méamela que quiero correrme, así así eres un cielo.

Aunque incomprensible me entró un temblor de piernas como si fuera la primera vez que me penetraban. Aumentó el ritmo del metisaca, señal de que iba a correrse «No puedo más me vengo, toma toma toda mi leche putita mía».

Le dije que había disfrutado mucho pero que me había quedado con la calentura y que necesitaba dárselo todo así que le pedí que siguiera meneándomela, se tumbó a mi lado y me la empezó a menear, pero él mismo me dijo, «Aunque no tengo práctica, pero me encantaría chupártela». Me quité el tanga y José Luis hizo según me dijo, su primera mamada, mal, como si fuera una adolescente, pero al final entre chupadas y caricias terminé corriéndome.

Así con algún otro escarceo pasó la tarde, a la eso de las ocho dimos por acabada la sesión y nos duchamos, juntos naturalmente. Llamamos a Jacinto que vino a recogerle; cuando volvió me dijo que el cliente estaba encantado y que le había dicho que repetiría por lo menos cada quince días, «Ya me contarás que habéis hecho», no hemos hecho nada especial, pero es que el chico está muy tierno, lo que si te digo es que si vuelve no se va con el culo virgen... En la actualidad tenemos cinco amigos fijos, todos muy normales excepto dos: Antón y Fernandito.

A Antón le gusta que Jacinto esté presente y mirando mientras bailamos y nos sobamos después de que yo le meta mano por debajo del slip, se lo baje, me tengo que arrodillar y hacerle una felación y cuando está a punto de irse grita “¡Me viene, me viene!” y entonces Jacinto se levanta y le da unos buenos azotes mientras le insulta diciendo “Cabrón, hijo de puta que te estas tirando a mi Anita” y cosas parecidas que le ayudan a correrse.

Fernandito, le llamamos así porque es bastante bajito, debe ser para compensar un pene de tamaño Kingsize en largo y en diámetro, un verdadero pollón, menos mal que no quiere follar; lo que quiere es un numerito raro en el que yo tengo que tener puesta la bata blanca y la lencería completa, estando Jacinto presente. Se desnuda y empieza a lloriquear como un bebé diciendo “Mami quiero tetita” yo en el sofá le cojo en brazos como si fuera un bebe se apoya en mi pecho, me levanta el sostén y se pone a lamerme y chuparme las tetas mientras yo le masturbo con suavidad y despacito lo que con el tamaño de pene que tiene es una gozada y hace que me ponga bastante cachonda; nunca ha querido que se la coma cosa que me encantaría y aunque se lo he pedido un par de veces, siempre se ha negado; al cabo de 15 o 20 minutos se corre y a continuación dice que quiere biberón, se arrodilla delante de mí y me la chupa; quiere que me corra en su boca, cuando me vengo, se levanta y lo va a escupir al baño, cuando vuelve quiere que Jacinto le diga que es un niño malo y que papa le va a castigar y le da una buena azotaina. Con las nalgas rojas se viste y se va.

 

De momento esta es mi situación actual, cuando haya algo nuevo os la contaré. Besos.

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