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Un viudo joven − Tania, mi vecina

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De nueva cuenta, voy a aprovechar este espacio, para contarles otras aventuras sexuales que han pasado en mi vida.

Como ya saben, me llamo Fernando, soy actualmente un adulto, mayor de 55 años, 57 para ser precisos, soy de complexión gruesa, pero puedo presumir que jamás he tenido barriga, mido aproximadamente 1.80, he pesado alrededor de 90 kilos desde que tenía 18 o 19 años, desde joven practique mucho deporte y actualmente sigo visitando el gimnasio por lo menos 2 veces a la semana, en cuanto a mi amigo sexual, les puedo decir que llega a crecer hasta 18 cm. de largo y unos 4 cm. de ancho, no sé si para algunos esto es mucho o es poco, para mí lo importante es que siempre ha sido muy cumplidor, aunque actualmente y desde hace unos tres años, tomo Sildenafil, como apoyo, para mantener mis erecciones por mayor tiempo.

La historia de mi vida, incluye mi primer encuentro sexual a los 18 años (relato que Uds. ya conocen), casado a los 24 años, con una mujer extraordinaria, que fue mi pareja perfecta durante 9 años y que me dio dos hijos de los que estoy orgulloso, operado de vasectomía justo después de nacer el segundo de ellos, pero desafortunadamente, mi esposa falleció, dejándome viudo a los 33 años.

He vivido casi toda mi vida en la Ciudad de México, excepto los 14 años que vivimos en la ciudad de Guadalajara.

Cuando quede viudo y con dos pequeños de 3 y 1 años de edad, mi vida tuvo que cambiar radicalmente, ser padre y madre en esas condiciones y lejos de cualquier familiar que me echara la mano, me obligaron a cambiar mi estilo de vida, deje de ser empleado y trate de iniciar un negocio propio, que me diera libertad de horarios, trate de asistir a la mayor cantidad de eventos donde participaban mis hijos, además de estar al pendiente de sus necesidades.

Pero honestamente, en el aspecto sexual, ser viudo joven con dos pequeños, es el estado civil perfecto. Como por arte de magia, uno se vuelve el blanco, del apoyo, respaldo y simpatía de las vecinas, de las maestras y las mamas de los compañeritos de los hijos, de las compañeras de trabajo y de muchas mujeres que se enternecen al conocer nuestra historia. Tengo que agradecer a todas y cada una de ellas, por lo mucho o poco que me dieron.

Los primeros dos años después de quedar viudo, me dedique en cuerpo y alma a la educación y formación de mis hijos, no tenía cabeza para otra cosa, menos para las mujeres, pero después de que mi cuñada Rosalba (historia que ya les conté) me devolvió el gusto por el sexo y el exquisito placer de estar con una mujer, las experiencias sexuales aumentaron en número y frecuencia, no sé si sea un tema de presunción o vergüenza, de lo que si me siento orgulloso es que casi en todas mis relaciones fui totalmente satisfecho y casi podría asegurar lo mismo de mis parejas.

Después de tan largo prólogo, pasare a contarles el primero de una serie de relatos relacionados a las mejores parejas con las que he tenido sexo, como lo he hecho en cada relato que he escrito, procurare que sea 90% verídico, con un poco de imaginación, para darle color y sabor a la historia, y todos tendrán como título, Un Viudo Joven.

Esta primera historia es sobre una vecina llamada Tania.

Nos mudamos a Guadalajara, recién casados, y llegamos a rentar un pequeño departamento, en un complejo de 3 edificios con 6 departamentos cada uno. Exactamente a un lado del nuestro y comunicándose por las ventanas de un cubo de luz, estaba el que ocupaba nuestra vecina Tania, de unos 22 años aproximadamente y sus dos hijas de 5 y 3 años, mas, su casi nunca presente esposo. Cuando llegamos, fue de las primeras vecinas que se presentaron con mi esposa y una con las que mejor se llevó, tanto así, que nos invitó a ser los padrinos de la más grande de sus hijas, cuando hizo su primera comunión.

Mi vecina era una mujer delgada, bien formada y sexi, se vestía con ropa ajustada y en su casa, cuando no estaba su esposo, era común verla con shorcitos pequeñísimos, muy platicadora y en general buena persona. Tania era una mujer algo inmadura, se había arrejuntado con su esposo a los 17 años por estar embarazada, se vinieron a vivir a Guadalajara, separándose de sus papas. Después se casaron, pero el, la mantenía lejos de su familia, casi siempre encerrada en su casa procurando que no les faltara nada, su esposo solo llegaba por temporadas, pero normalmente abusaba de ella. Todo esto, hacía que ella, en ocasiones tuviera comportamientos infantiles y poco maduros que a la vez provocaban situaciones muy calientes y atrevidas. Durante los ocho años que fuimos vecinos, varias oportunidades hubo de admirarla (recuerden que las ventanas se comunicaban), su manera coqueta de ser, motivo que tuviéramos encuentros donde poco falto para que pasáramos a mas, y siendo honesto, en los dos embarazos de mi esposa, Tania estuvo acompañándola y ayudándola, al mismo tiempo que ella, sin saberlo, provocaba en mis pensamientos muy sucios. Varias veces me pajeé pensando en ella y ella, como supe después, hacia lo mismo pensando en mí.

Después de ocho años y sin que pasara nada entre nosotros, nos mudamos a una casa que compramos muy cerca de ese primer departamento, por lo que la amistad con Tania y sus hijas continúo. Pero el fallecimiento de mi esposa, cambio la situación, al principio mi ex vecina nos frecuentaba, mostrándose muy atenta para ayudarnos, pero mi actitud hacia ella era fría y de rechazo, por lo que poco después dejo de ir a visitarnos.

Sin embargo, las cosas volvieron a dar un giro, después de dos años, de repente, mi testosterona, volvió a su nivel y mi libido me llevaba a buscar con quien descargarla, y adivinen de quien me acorde en esos momentos … exactamente … de mi ex vecina Tania.

Y con la excusa de visitar a nuestra ahijada, reinicie la amistad con Tania, físicamente se mantenía igual a cuando la conocí, así como su forma de ser y de vestir, sus hijas, ya eran unas jovencitas de 15 y 13 años, y cuando las visitábamos, gozaban de jugar y cuidar a mis hijos, esta situación la aprovechábamos mi ex vecina y yo para platicar de todo tipo de temas, y viendo que Tania disfrutaba mi compañía, empecé a coquetearle y a subir el tono de la plática, aprovechaba cuando sus hijas se distraían o se metían a alguna habitación con mis hijos, para disimuladamente empezar a tocarla bajo la mesa, mi ex vecina dejaba que yo avanzara sin oponer ninguna resistencia, estaba claro, que ella también lo deseaba y de igual manera ella aprovechaba para acariciar mi paquete. Solo había que buscar la ocasión para desfogar nuestras ansias de sexo.

Un día fuimos a su departamento a cenar con ellas y al terminar Tania y yo nos fuimos a la cocina para lavar los trastos, mientras el menor de mis hijos se dormía, sus hijas y mi hijo mayor, se fueron a una de las habitaciones a ver la televisión, la situación fue propicia para iniciar un riquísimo faje con mi ex vecina, ella vestía un pantalón de mezclilla entalladísimo y una playera de algodón con tirantes y sin sostén, mis manos y boca ya jugaban directamente con sus senos, y empezábamos a tocarnos nuestros respectivos aparatos sexuales, ambos queríamos pasar a más y ahí se presentó la oportunidad. Nuestros hijos nos pidieron que les pusiéramos una película, la cual pusimos y aprovechamos para decirles que mientras ellos la veían, nosotros íbamos a ir a mi casa, para arreglar unas cosas.

Cuando llegamos fuimos directo a mi recamara, rápidamente retire la playera de Tania, dejando expuestos dos maravillosos senos, no muy grandes, pero eso sí, redondos, firmes y con unos riquísimos pezones, a mi ex vecina, le encantaba que le acariciaran y le besaran sus bubíes, solo con eso, casi llegaba al orgasmo. Mientras yo quitaba toda mi ropa, Tania se quitó su pantalón quedándose únicamente en unas súper sexis braguitas de encaje negro que quitaban el habla y que mostraban la huella de la intensa humedad que emanaba de su vagina, mi amigo estaba a mil en ese momento y era notorio el estado de excitación bajo mi bóxer, sin pérdida de tiempo, ambos retiramos la única prenda que tenía nuestra pareja, nos acomodamos en la cama, bese su cuerpo desde su conchita hacia sus bubíes y cuando llegue a estas, Tania abrió sus piernas para permitir el ingreso de mi verga a su húmeda vagina, gozo la introducción de mi herramienta, tanto como yo disfrute el ingreso a su apretada vulva, con movimientos suaves y cadenciosos, fui clavando de a poco, hasta llegar al fondo, ella se movía para facilitar el ingreso de mi verga siempre acompañada de suaves gemidos que indicaban el grado de excitación en que se encontraba.

Cuando inicié el típico movimiento de sacar e introducir, siempre fue con lentitud y calma, Tania apretaba sus piernas y brazos para marcar el ritmo y la cadencia de los mismos, su primer orgasmo fue en sincronía con un ligero temblor de todo su cuerpo, llevar lentamente cada introducción de mi pene, permitía retrasar mi eyaculación, su segundo orgasmo, lo acompaño con una intensidad en su abrazo corporal que evitaban que yo me siguiera moviendo además de una exquisita contracción de su vagina, después de eso, aflojo un poco su cuerpo, para permitir mayor velocidad en mis arremetidas, hasta llevarme a una riquísima y prolongada expulsión de semen que la llevo a ella a un tercer y gritado orgasmo, fue como si ambos nos vaciáramos. Ella me retenía fuertemente abrazado con piernas y brazos y yo procuraba mantener mi palo totalmente incrustado en ella, ninguno de los dos queríamos deshacer esa unión carnal, poco a poco fuimos relajándonos, mientras me platicaba de su fracasado matrimonio y del gusto y placer que le causaba nuestro reencuentro, ahí dejamos claras nuestras intenciones, solo habría sexo sin complicaciones.

 

Nos vestimos y regresamos a su departamento cuando la película llevaba un rato de haber acabado, solamente su hija mayor estaba despierta esperándonos, tome a mis hijos y nos retiramos a nuestra casa. Tania se despidió con un beso tierno en la boca y quedamos de repetir pronto la experiencia, solo fue cosa de buscar otra oportunidad.

(9,22)