Semur abrió el ropero y un aroma de plantas naturales salió de su interior.
Sintió un fuerte viento sobre sus espaldas que lo empujó hacia adentro. Las puertas del mueble se cerraron. No veía nada. Preso del susto intentó forzar las puertas del armario. Quiso liberarse, pero algo lo sujetaba. Forcejeó con insistencia. Se desesperó hasta quedar rendido.
Un cosquilleo pasó por su estómago y un sudor lo bañó. Sus manos fueron abrigándolo. De pronto un olor a flores brotó. Pateó el guardarropa con fuerza y salió.
Pasó sus manos sobre su cuerpo para saber si estaba vivo. Notó que ya no era el mismo. Buscó un espejo. Tenía puesto un vestido de seda color rosa y unos tacones plateados que calzaban sus pies. Se miró y acarició las prendas. Intentó quitárselas.
En ese instante llamaron varias veces a la puerta de la casa. Al escuchar trató de despojarse de la ropa, pero no pudo, estaba adherida a su piel. Forzó una y mil veces.
Hubo un silencio y Semur quedó atrapado.