Nuevos relatos publicados: 13

Noche de lobas, Noche de zorras (1)

  • 6
  • 7.367
  • 9,55 (20 Val.)
  • 0

Acababa de venir del gimnasio y según entraba en casa, me dirigí a echar al cesto de la ropa sucia el pantalón de deporte, la camiseta, calcetines y el slip y cuando me disponía a hacer mis deberes domésticos, sonó el teléfono. «¿sí?, ¿quién es?» -hablé yo, «hola soy Gonzalo» -dijo mi amigo, «hola majete, ¿qué quieres?» -agregué yo, «escucha, me he enterado que en las afueras de ese pueblo donde vamos a tomar pelotazos por la noche, a las afueras han abierto una "barra americana" y solo hay sudamericanas y como tú me has dicho que te gustaría follar a una maciza brasileña, me acordé de ti» -expresó Gonzalo, «gracias macho, no sabes lo que te lo agradezco» -añadí yo. «¿qué te parece si te voy a buscar a eso de las 23, 30 con el coche y vamos allí?» -expuso Gonzalo, «por mi encantado, de acuerdo» -expresé yo, «vale, pues hecho, pasaré a esa hora en punto y nos largamos a "dar rabo a alguna de las hembras y no me falles» -manifestó Gonzalo, «no solo no te fallaré, sino que voy dispuesto a comerme el mundo» - proclamé yo.

Me tumbé un par de horas antes de comer, pues me había dado un palizón a pesar de que me di una relajante sauna y me había duchado nada más terminar. Me preparé una ligera comida, para a continuación, estar toda la tarde relajado, viendo alguna película en la tele y hasta ver algún video porno para salir ambientado de cara a la noche. Estuve viendo algunos porno, donde salían mis sexuales heroínas sudamericanas con buenos culos y tetas que se movían lasciva y depravadamente y me ponían cachondo y hasta me pajeé un par de veces para luego aguantar la nocturna jodienda que tendría con esas fulanas sudamericanas. Según avanzó la tarde, ya decidí darme una más relajante ducha y me afeité para después salir oliendo a limpio y bien rasurado, incluido el vello púbico, para poder joder y fornicar lasciva, impetuosa y desaforadamente a la que eligiera.

Empecé a elegir mi ropa para dar el "cante" sexual y me puse una camisa azul clara brillante, unos vaqueros negros, así como uno de mis más libidinosos y depravados tangas, pues intuía y presuponía que a esas brasileñas eso les encantaría, previamente antes de colocarme toda la ropa, las perfumé con mi marca favorita para atraer más a las prostitutas. Busqué en mi cajón de ropa interior y me engalané con uno que me había regalado uno de mis últimos ligues, que era de unas pequeñas cintas verdes que se juntaban en la zona que tapa el rabo y que por detrás dejan un pequeño triángulo y que eso le excitaría a la que ligase y que era dos tallas menos para enfatizar y acentuar mis cojones y rabo.

Me vestí y salí a la calle a esperar a mi amigo Gonzalo y mientras llegaba el momento, cruzaron delante de mí, dos lascivas madurazas que se les veía a todas luces las "ganas de rabo" por la forma de vestir que tenían y por sus ademanes.

—Adiós muñeco, ¿vas a ligarnos? —dijeron ellas.

—No guarras, me esperan otros coños mejores y más depravados —solté yo.

Y se marcharon. Al poco llegó Gonzalo con su nuevo deportivo.

—Hola macho, ¿has visto mi nuevo buga? —proclamó Gonzalo.

Gonzalo era un tío cachondo que las tías se le deban muy bien, por su simpatía y desparpajo y porque además estaba forrado y era muy inteligente y en muy poco tiempo había ascendido en el escalafón de su empresa y era jefe de los mandos intermedios. Vivía solo, porque además era un buen amo de su casa y su madre de pequeño se ocupó de que aprendiera todas esas cosas que por naturaleza no nos gusta a los hombres. De la última novia que tuvo, acabó enfadado y molesto, porque la tía follaba poco y siempre se inventaba una excusa para no hacerlo y por no montar un escándalo, la puso las maletas en la puerta y la mandó con su familia. Yo era monitor de un enorme gimnasio cercano a mi barrio y trabajaba mucho y había dos viernes al mes que trabajaba a media jornada. Nos saludamos y nos dimos la mano.

—¿"passa" contigo tío? —habló Gonzalo.

—vaya buga guapo, cabron —largué yo— Donde lo has conseguido —agregué.

—pues ha sido de la forma más tonta, mi jefe me ha dicho que el concesionario cercano a la "oficina ha quebrado y que deja los "bugas" un 35% más barato y yo tenía un dinerillo ahorrado para unas muy largas vacaciones en Brasil y ahora lo he dado para este coche y las vacaciones serán en el apartamento que me legó mi tía —afirmó Gonzalo.

—¡que cabrón suertudo! —apostillé.

Di una vuelta por el coche y me gustó. No metimos en el coche que era de puertas elevadas y casi me corro de placer visual, porque el coche era muy "fardón" y vistoso. El interior le iba a la zaga, no solo porque olía a nuevo, sino por la tapicería de cuero, el retrovisor interior que parecía una pequeña pantalla de cinemascope y el volante que parecía de fórmula 1. Cuando puso música, los huevos se me cayeron al suelo ya que parecía una discoteca, por su sonido envolvente y los altavoces y sonido estéreo. Gonzalito sonreía por la cara de admiración que yo tenía.

—¿qué?, ¿te gusta? —parloteó Gonzalo.

—no tengo palabras —solté yo, y Gonzalo puso música caribeña para ir ambientados.

En el trayecto que nos esperaba era de toma pan y moja, pues al menos íbamos a tardar en llegar una hora. Durante el viaje me comentó que estaba buscando el viaje a Brasil y sin comerlo ni beberlo y sin saber por qué salió esa reciente barra americana cercana al pueblo donde solíamos ir a tomar copas. La web de la barra americana era muy completa, vistosa y atractiva. Llena de fotos, no solo de la barra, sino también las habitaciones de las chicas, las fotos sexys de ellas y el exterior. Me comentó que se había enterado por un compañero que le gustan ese tipo de sitios y que hacía una semana que lo habían abierto y que cabía la posibilidad de que a alguna copa nos invitasen. Nos miramos la vestimenta y largué:

 

—parecemos hermanos siameses —la verdad es que llevábamos "pintas" parecidas en cuanto a camisa.

(9,55)