Nuevos relatos publicados: 13

¡Soy tu Preceptora! −3−

  • 5
  • 12.699
  • 9,22 (37 Val.)
  • 0

Primero y principal disculpen que me haya tardado en redactar la última parte.

*****

Cuando terminé de hacerle la comida para mis amos, quiero recordar que yo preparé la comida completamente desnuda y bañada con su leche, se las puse en mesa para que los cuatro que ya me habían cogido, cenaran. 

Antes de irme, Manuel me pidió que les haga algunos bailes eróticos mientras ellos comían. Después de un rato de estar ellos me dieron permiso de que vaya a la habitación con Nahuel. Nahuel no es un chico muy lindo, al contrario, es bastante feo, y bastante aislado dentro del colegio. Por lo que yo se jamás ha tenido novia ni estado con ninguna chica.

Cuando llego a la habitación me recibe Nahuel completamente desnudo, me lanza una toalla y me dice: “¡Limpiate Puta mugrosa!”.

Al mismo tiempo el cierra la puerta, al darse vuelta hacia mí me ordena que me ponga en cuatro patas, porque no merecía estar de pie, pero cuando voy a agradecerle, me da una cachetada y me dice:

—desde ahora no hablas más, sos solo una cosa que hace lo que yo pido.

Yo me pongo en 4 patas, completamente furiosa por la cachetada, pero paralizada por la situación, él me agarra el pelo y me lleva hasta el marco de una puerta, me ordena que me siente y pone mi cabeza contra la pared. Luego me abre la boca con la mano, y me dice que, si no me muevo, todo va a estar bien. En ese momento se endereza y me comienza a coger la cabeza de una forma muy fuerte y muy bruta. Por un lado, la situación me estaba mojando bastante, pero por el otro me estaba dando muchas arcadas y ahogamiento. En un determinado momento lo empujé hacia atrás porque yo ya no podía respirar. El dio un paso para atrás me miro con odio y dijo:

—¡Pedazo de puta te avisé que no te movieras! ¡Esta me la pagaras te lo aseguro!

En ese momento me asusté mucho y le pedí perdón, al escucharme hablar el enfureció y me dijo:

—¡Te dije que no hablaras! ¡Acuéstate en la cama!

Yo procedí velozmente a acostarme, él se me acercó y comenzó a retorcer mis pezones y a golpear mis tetas. Yo me moría de dolor, pero al mismo tiempo me excitaba aún más. Cuando mis tetas por fin estuvieron completamente rojas y adoloridas, Nahuel me ordena que me ponga contra la pared. Yo procedo, debo agradecer que la pared estaba fría y calmó, aunque sea un poco, el dolor de mis tetas. Él se acerca rápidamente hacia mí por detrás y mete dos dedos en mi concha, cuando los saca, los mira y me dice:

—¡Se nota que te gusta que te castiguen pedazo de puta! 

Luego de decir eso me mete la verga en el culo, de un golpe, me dolió demasiado, me envestía con demasiada fuerza, sentía que me iba a partir en dos. Aunque el dolor era tremendo yo estaba cada vez más excitada y cuando él lo noto, me prohibió acabarme, porque según él yo no merecía disfrutar.

Luego de cogerme un buen rato el culo, me saco su verga de repente, se tiró en la cama y dijo:

—¡Vení y rompete el culo vos sola, porque no vale la pena!

Obviamente yo fui con rapidez y comencé a montar su verga, después de unos segundos él me agarró de la cadera y me metió todo su pene dentro mío de un solo empujón, y me grito: “¡así con fuerza!”.

Esto era un suplicio, me tenía que romper el culo a mí misma y encima hacerlo brutalmente aun que me doliera, pero bueno, lo superé y conseguí un buen ritmo, cuando el comienza a gritar cosas como: “¡Apurate puta!”, “¡No ves que me quiero acabar pedazo de mierda!” “¡Pero que puta que sos la querés hacer larga!”. 

Mientras gritaba estas cosas, me daba cachetazos en las tetas, las cuales me dolían inmensamente y se me ponía la piel de gallina cuando me las tocaba. Hasta que, por fin, se acabó, justo en mi culo, para lo cual me volvió a hundir su verga hasta lo más profundo.

Al sacar su verga me pide que se la chupe para sacar la suciedad que se le había quedado. Yo comienzo a chupársela con bastante alegría porque parecía que ya estaba terminado todo esto, hasta que él me dice:

—¡ahora por nada vayas a sacar tu boca de mi verga! 

Al instante, comienzo a sentir un líquido caliente en mi boca, ¡¡¡El muy hijo de puta se está meando en mi boca!!!, al no poder sacar su verga tenía que ¡ir tragándomelo hasta que el terminara! al terminar de mear, me dijo que ya podía salir de habitación.

Después de eso, el resto me tuvieron chupando vergas y cacheteando hasta la mañana. A las 9 de la mañana borraron las cosas y me dieron permiso de irme. Pero una cosa más ellos "Perdieron mi ropa interior, en el trascurso de la noche" por ende yo me tuve que ir a viajar en trasporte público, con una remera muy ajustada, sin corpiño y unas calzas blancas que traslucían sin tanga. Creo que en mi vida jamás me miraron tanto como en ese viaje hasta mi casa.

Lo más triste es que al llegar a mi casa no pude evitar colarme los dedos pensando en la situación porque ellos no me habían dejado ¡acabarme!

 

Los quiero lectores.

(9,22)