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La mujer de los muebles −3−

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Un día sábado invité a Rocío a salir por la tarde, esa vez su marido se había salido de su casa y dejando a su esposa y su hija solas, pues ya se había dado cuenta de que su esposo andaba con otra mujer, ella ya lo había visto. Y en la semana le dijo a su esposa que iba salir nuevamente el fin de semana, que se iba ir un jueves y llegaba hasta el día martes, pues ella ya sabía que se iba con la otra mujer. Su esposo trabaja para una compañía de transporte, es por eso que tiene como zafarse de su esposa, cosa que ya no le preocupa porque ya tiene con quien pasarla rico (conmigo).

En la semana me marcó al celular y me dijo que si podía ir el viernes a verla. Ya habían pasado casi dos semanas de que no nos veíamos y le dije que sí, que cuando saliera de trabajar iría a verla. Cuando llegué al local donde trabajaba, me dijo:

—Pásale rápido para cerrar.

Me pasé y cerró la cortina del local y sin decir más palabras nos agasajamos uno al otro. Noté que traía puesto unos pans, aproveché para bajárselos todos, la giré media vuelta y empecé a meterle mi lengua en su rico culo, ella empezó a gemir de placer y sus gemidos se escuchaban tan ricos que me excitaba más.

Quedamos en salir al día siguiente y vernos por la noche. Pasé por ella como a las 19:00 horas. Ese día se lució con un pantalón blanco que se le veía muy bien, se le notaban unas piernas redonditas y unas caderas anchas, muy sensual que se veía. Al momento que subió al carro, le comenté:

—te ves muy preciosa y me encanta cuando te pones tus pantalones ajustados.

—ya lo sé amor, ya sé que te gusta que me ponga ropa ajustada y que te gusta mirarme mucho mis piernas y mis nalgas.

Nos fuimos a dar la vuelta al centro donde caminamos un rato y la invité a cenar. Me di cuenta cuando íbamos caminando, noté que muchos hombres al pasar la miraban de arriba a abajo y a uno casi se le rompía el cuello, de quererle mirar esas nalgas tan ricas que tiene. Cuando estábamos cenando me dijo:

—tu eres mi amante, lo mejor que me ha pasado, nunca estuve con un hombre como tú, me has enseñado a sentir placeres que nunca había sentido y me encanta como metes tu lengua en mi panocha y en mi culo y me encanta chuparte tu pene y más cuando terminas en mi boca, es lo más rico que he sentido.

—a mí me encanta hacerte todas esas cosas y las que me pidas preciosa.

—tu hazme lo que quieras, ya sabes que yo soy tu perra y tu puta, mi amor.

Cuando terminamos de cenar, nos fuimos a pasear nuevamente al centro para caminar un rato y después ya íbamos en camino al motel donde hacemos todas las cosas que se nos antoja, fue una noche muy apasionada, obviamente he terminado en su boca que es lo que más le gusta.

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