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Necesitamos una mujer en la vida

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¿Han sentido alguna ves que, dentro de una relación, ustedes están solos?

Bueno, eso me pasó a mi después de la historia anterior que le conté, después del encuentro con Roberta ambos decidimos seguir la vida normalmente, sin algún compromiso entre nosotros, como siempre habíamos sido: los mejores amigos.

A los 3 meses de nuestro encuentro, encontré una novia cuyo nombre es Liliana, rellenita, pechos grandes y creo que un poco más tímida que yo.

Hasta donde sé, ya había tenido otro novio con el que había tenido relaciones, pero conmigo era cada 2 semanas, si bien en mi caso no sentía tanta necesidad por el sexo así que no me importaba que fuera tan alejado. Ella no era la más “suelta” en esta actividad, aunque sabía moverse si es que ella estaba arriba. 

Por el otro lado, Roberta al mes encontró al que muchas dirían como “el novio perfecto”: Lucas de 18 años, alto, guapo, delgado y según las propias palabras de Roberta cuenta con un abdomen marcado, brazos y piernas marcadas por el duro ejercicio del gimnasio y en su inventario contaba con un miembro de casi 25 cm con erección (Ella no supo calcular). Él vivía solo, tuvo problemas con sus padres y abandonó la escuela para trabajar y conseguir su propio departamento, lo cual era una ventaja para Roberta ya que de esta forma podía llevarla cuantas veces quisiera. 

Pero no todo en la vida es miel sobre hojuelas y había algo en la personalidad de Liliana que no me terminaba de parecer, no me terminaba de agradar, así que decidí a los 3 meses de haber empezado nuestra relación cortar nuestros lazos, no solo por eso si no que no me sentía cómodo conmigo mismo, no sentía que la felicidad me inundaba cada día y que era mejor no tener a nadie para no amargarle el día también.

A los 6 meses de haber terminado con ella, aún no me sentía como yo, no me gustaba salir, iba a la escuela, pero nada me podía llenar de este sentimiento que sentía, aunque no sabía que era. 

La familia de Roberta nos había invitado a la fiesta de aniversario de Porterillos, si bien no es un pueblo con muchas personas, las casas están un poco separadas una de otra lo cual crea un ambiente de paz. 

A regañadientes decidí ir para despejar mi mente que solo estaba llena de pensamientos de soledad, series, las ideas de cómo podría irme de este mundo para no sentir más, pero me detenía el pensar como sufrirían mis padres, películas y porque no admitirlo: porno. 

Eran vacaciones por lo cual no tuvimos problema de la escuela y ya que ambas familias habían decidido quedarse 3 días, uno antes de la fiesta, el día de la fiesta y después de la fiesta para descansar un poco. 

Este pueblo no quedaba a más de 2 horas desde Tegucigalpa por lo cual fue un viaje rápido que hicieron mis padres mientras yo dormía un poco, era unos de los pocos momentos en los que no sentía nada, me dormí con mis audífonos puestos ya que no me importaba el género sino algo que reflejara el como me sentía, soñé con varias canciones. 

Llegamos a la casa de los familiares de Roberta la cual era grande ya que tenían 2 cuartos de invitados donde durmieron tanto mis padres y los de Roberta, dejándonos a ella y a mi en los sillones de la sala. Ella ya sabía todo lo que pasaba por mi mente en los últimos meses, el que había terminado con Liliana, mi sentimiento de soledad. 

No me sentía con muchas ganas de platicar por lo que me puse mis audífonos y derramé unas cuantas lágrimas silenciosas para pasar a dormir. 

A la mañana siguiente me desperté a las 7 AM y como de costumbre me sentía cansado y sin muchas ganas, tomé mi camino directo al baño el cual para mi suerte estaba vacío, entré a la regadera y dejé que el agua me despertara para poder poner una cara neutral en la que nadie pudiera saber como me sentía, era más efectivo que explicarlo todos los días. 

Fui al cuarto de mis papás y ahí con toda la privacidad del mundo me puse la ropa más formal que tenía para la fiesta, peiné mi cabello y hasta loción me puse. 

Los papás de Roberta ya estaban cambiados igualmente, salí un poco de la casa para despejar mi mente, sentir el aroma del campo, busqué una vista agradable y me senté a observarla sin darme cuenta de como el tiempo pasaba hasta que Roberta llegó con un vestido blanco, maquillaje ligero y un cabello crespo que me encanta, tengo que admitir que una sonrisa me sacó. 

Me dijo:

–Antonio, ya son las 12, ¿vas a venir?

Le dirigí una sonrisa leve.

-Claro que si 

Me levanté limpie el polvo de mis pantalones y abrazándola por el hombro caminamos hacia el carro. 

Yo subí al carro de mis padres, Roberta al de los suyos, arrancamos y los seguimos hacia la casa. 

La fiesta se haría en una calle del pueblo la cual sería cerrada para las fiestas. Tengo que admitir que era un lugar hermoso, adornado con papeles, banderas y música tradicional. Casi estaba feliz de haber venido. 

Comenzamos a ayudar a hacer comida y demás actividades que se necesitaran: pique tomates, lave uvas, ayude a colgar cosas, barrí una parte de la calle, ayude a juntar a los niños del coro que cantarían el Himno nacional, es decir un día de trabajo completo que me permitió olvidar todo. 

Por fin después de todo el trabajo a las 16:00 comenzaron las festividades con un discurso del alcalde agradeciendo a todos por haber venido. Luego lo común, la gente con sus familias riendo, bebiendo, comiendo y demás cosas que terminan en "endo". 

Yo caminaba por la calle viendo la felicidad de la gente.  

Hicieron un concurso de quien era la persona que podría atrapar a una gallina en 2 minutos, sobra de decir que no participé, aunque el ganador atrapó la gallina en 1 minuto por lo cual ganó algo de dinero. 

Después volví con mis padres, vi la hora y ya eran las 18:00, no me empecé a sentir bien y decidí pedir el carro para llegar a la casa, mis padres accedieron sin problema alguno prestándome el carro con la condición de que les llamara en cuanto llegara, quizá ellos si se quedarían hasta altas horas de la noche con los padres de Roberta. 

Luego de despedirme fui a buscar a Roberta para despedirme, me dijo que quería ir conmigo, le dije que no había problema y fue a hablar con sus padres para que le permitieran.  

Regresó feliz señal de que le habían permitido, caminamos en silencio al carro. 

Arranqué el motor, apagué el radio y comencé a manejar, no sé por qué, pero en ese momento sentí horriblemente la necesidad de llorar por todo lo que sentía y así lo hice. Roberta era la única persona en el mundo con la que podía realmente desahogar lo que sentía, me detuve en un estacionamiento y lloré como un bebe, ella puso mi cabeza en su hombro donde pude derramar hasta la última lágrima y la escuchaba decirme -Tranquilo, todo va a estar bien, deja de preocuparte-. Por mi lente solo pasaban todas las imágenes que no quería ver y me hacían sentir peor. 

No sé cuánto tiempo dure derramando mis lágrimas, pero al terminar estaba más oscuro afuera. 

Volví a manejar un poco más cansado y al llegar a la casa fui a mi cuarto, tomé mi pijama y me dirigí al baño para bañarme. Me sentí un poco ido, como si estuviera mi mente en otro lado, solo sentía el frío en mis manos que venía de la losa en la pared, sentía el agua corriendo por todo mi cuerpo, cada fría gota que recorría mi pie. Mis sentidos estaban más agudos. Seguí llorando. 

De pronto siento como una mano me toca el hombro, giré mi cabeza y vi que Roberta estaba dentro de la regadera, desnuda frente a mí y con una gran sonrisa de ángel en los labios e inmediatamente me besó en los labios. 

No sé si fue el momento o si realmente necesitaba una salida a mis problemas, quizá ella era, es y será siempre la única persona en la que realmente puedo confiar, en la que no me juzga, sin pensar le seguí el juego, tocaba todo su cuerpo, de pies a cabeza, la abrazaba y la pegaba lo más que podía a mi ser, disfrutaba sus caricias, sentía mis sentidos más agudos que de costumbre, incluso algunas lágrimas aún salían de mis ojos. 

El agua seguía saliendo, y con esa voz tan hermosa que la caracterizaba me dijo:

-Verás como todo se soluciona.

Se arrodilló en frente de mí, tomó mi pene en sus manos y con el suave movimiento que la caracteriza comenzó con una masturbación lenta, el cual no tardó en tomar un tamaño considerable y fue justo en ese momento cuando lo introdujo en su boca, sus labios lo encerraban de una forma única, sentía el "vacío" de su boca, sentía en cada centímetro sus hermosos labios, llenos del amor que muchas veces había necesitado. 

Mi mente se había ido del lugar, por fin todo lo que sentía, toda esa soledad se filtraba en cada hermoso movimiento que hacía mi amada, sentía su lengua en la punta de mi miembro, sentía un escalofrío que era señal del placer que recibía por su parte. 

Tan lejos estaba mi mente del lugar que no sentí cuando mi líquido seminal salió de mí, aún con la mente fuera le dije -Perdón- y una sonrisa hicieron mis labios, se levantó y cerro la llave del agua, me tomó de la mano señal que quería que la siguiera y así lo hice, caminaba desnudo sintiendo el frio en mis pies y viendo su hermoso cuerpo (yo siempre he dicho que el cuerpo femenino es precioso, no importa como sea) de espalda. Llegamos al cuarto donde dormían mis padres, ella se acostó en la cama y me enseño un preservativo, lo iba a tomar, pero ella lo quitó y me dijo:

–Aun no. 

Al estar sobre ella la besé un poco más (me encanta hacerlo), era una escena común de las películas y novelas donde ella tenía su pierna derecha medio levantada y yo con mi mano izquierda en su muslo mientras la besaba, la acercaba lo más que podía a mi cuerpo, queriendo hacer un solo individuo de su alma y la mí. 

Dejé de besarla y me dirigí sin pensarlo a su centro de amor, su zona íntima. No sé qué pasaba por mi mente, pero por ese momento algo se apoderó de mí y olvide el tratarla de una forma correcta, me refiero a ser delicado como sé que le gusta a ella, pero pasé a ser un desenfrenado, mi lengua iba más rápido que mis pensamientos (ya es mucho que decir), con mis brazos la acercaba aún más a mí, no quería que el presente se me escapara por que como dice el libro del rey Salomón "Toma lo que esté cerca, porque lo demás puede que te engañe".  

No escuchaba sonido alguno, por mi mente solo salían gritos que me pedían que aferrara lo más cerca que había tenido de felicidad y que en ese instante no me preocupara por mí mismo después de mucho tiempo de hacer eso mismo. Sentía algo parecido a una deuda con ella y pensaba que debía pagarla, falta decir que no con dinero. 

Sentía como sus piernas y su cuerpo se retorcían, pero no era que me retirara de ella, si no que estaba a llegando a su clímax, seguí con mi velocidad y con un profundo y audible suspiro llegó al clímax. 

Me levanté y sin importarme los modales, le arrebaté el condón y me lo puse tan rápido como pude, teniendo cuidado. 

Y sin un juego previo, mi miembro entró en ella, un ligero gemido por su parte me dio a entender que había entrado limpiamente, en ese momento y sin permitir que aceptara mi miembro, comencé con el "vaivén" de una forma desenfrenada, sentía que con cada movimiento todo se iba de mí, la tomaba por la nuca, la besaba mientras mi pelvis se movía más que nunca, escuchaba nuestras pieles chocar en ese momento. Sus gritos eran una mezcla de dolor con placer, mi mente no estaba clara y todo era demasiado confuso. Sentía la fricción de ambas partes frotando en una forma constante, como cada movimiento de mi parte me llevaba al paraíso, sentía como el dolor iba a otro lado. Cada "estocada" lenta o fuerte me hacía sentir que lloraba, que mi mente por fin dejaba de pensar.  

Me concentré en mi amante, observé su rostro, detalle a detalle, la vi directamente a los ojos los cuales estaban un poco dilatados, la besaba en todo el rostro, su frente y labios eran recorridos por mis labios. 

Clavó sus uñas en mi espalda cada vez más profundo mientras mis movimientos continuaban, no dejaba de besarla y ella me encerró fuertemente con sus piernas. 

-Antonio -alcanzaba a decir entre jadeos. 

Luego de que liberó mi cuerpo, saqué mi pene y siendo un poco rudo giré a Roberta y la coloqué de "perrito", pude tocar esas caderas que tanto me enloquecían, esa sensación de la piel desnuda de mi amante, esta forma me permitía seguir con más velocidad, lo cual aproveché cada segundo que me era posible, no sabía si ella lo disfrutaba o solo yo lo hacía, pero en ese momento ya nada importaba, solo el presente. 

No sé cuánto tiempo pasó, pero escuché un gemido leve, su respiración se aceleró y con un gemido no tan audible pude ver que mi tarea había terminado y que ella estaba complacida por lo cual aceleré el ritmo lo más que me alcanzó la fuera y por fin pude eyacular. 

El aire se me fue unos segundos cuando sentí el semen salir de mi cuerpo. 

Salí de ella, me acosté a su lado y retiré el condón. 

Me sentía volando mientras me acomodaba en la cama al lado de Roberta, sentí que reclinaba su cabeza en mi pecho y su mano en mi pectoral izquierdo, la rodeé con mi brazo acercándola lo más que podía y diciendo –Gracias- mientras la besaba en la frente. 

-¿Puedo preguntar  que te pasaba? 

-Perdóname si en algún momento te lastimé o te ofendí, pero necesitaba liberarme, sentí como de mi interior salía algo que necesitaba sacar. 

-No es eso, es que esta faceta de ti me gusta mucho mas, nunca me habían tratado de esa forma y lo necesitaba, te quiero mucho Antonio, no quiere que nos separemos- y me besó en los labios ahora más lento y romántico. 

-No creo que podamos, tu aún tienes a tu novio y no quiero separarlos.

-Por una vez en tu vida deja de preocuparte por los demás y concéntrate en ti, te estoy ofreciendo una relación, en la cual….

La interrumpí.

-Acepto. 

Y al terminar, acerqué mis labios a los suyos para fundirnos en un nuevo beso, era el primero que daría con pareja que realmente quería, el primero que eliminaría la soledad de mi vida. Sentía nuestras lenguas entrelazarse, sus manos en mi nuca y las mías en sus caderas desnudas, mi pene no tardó nada en retomar su erección, pero por el momento solo me interesaba recorrer sus labios. 

-Antonio, solo traje un condón, pero mi periodo fue hace 5 días, no hay riesgo alguno- 

La idea me enloqueció y seguí besándola, y poco a poco acercaba mi pelvis a la suya, tenía mi órgano en la "entrada" de su zona íntima y otra vez olvidé ser caballeroso con ella y seguí con el mismo movimiento que la vez anterior, ambos estábamos de lado lo cual lo hacía un poco más difícil dar las "estocadas" en esa posición donde no tenía la movilidad suficiente, aunque en ese momento no me importara. 

Tengo que admitir que la escena era un poco más provocadora sin ese pedazo de látex en mi miembro, sentía la fricción de ambas partes, como mi piel se movía de arriba para abajo, mis labios que iban directo a su cuello, los besos se convertían poco a poco en mordidas pequeñas y llenas de mi amor y pasión. 

Sus uñas me arañaban aún más conforme la intensidad subía, me sentía poseído conforme aumentaba el ritmo y de pronto, un gemido mío terminó con la situación, dejándome liberado de cualquier mal al lado de Roberta. 

Después de eso, nos besamos un poco y luego me sentía cansado y quedé dormido, Roberta a mi lado.

A la mañana siguiente mis padres me despertaron y vieron a Roberta junto conmigo, si bien pensé que se enojarían; al contrario, solo me preguntaron:

-¿Lo hicieron seguro? -asentí con la cabeza- me alegra que vuelvas a ser feliz. 

Quizá si es necesaria una mujer en la vida.

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