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Me tiro a una clienta durante un masaje

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Nada más sacar el título de masajista y ponerlo en el local que alquilé para llevar a efecto los masajes puse anuncios en los medios para comenzar a trabajar. Ya lo tenía todo dispuesto, con una cama, un batín, un biombo, música relajante y velas aromáticas para crear un buen ambiente de masajeo.

Me telefoneó una tal Giulia, una mujer que decía ser italiana y que llevaba dos años en mi país.  Giulia, poseía una estresante ocupación, pues era secretaria de un alto ejecutivo de una importante sociedad de exportación e importación, y por lo que ella me narró, no tenía horarios, ya que muchas veces se debía de marchar de viaje en avión para solventar unas ventas. Esa tarde, al parecer, había finalizado pronto su horario laboral y telefoneó a mi local, porque requería y precisaba un masaje, ya que los tres días anteriores, había sufrido mucho estrés debido a los nervios de su jefe.
Le informe y comuniqué cual era mi dirección, el precio, el tipo de aceites a usar y le pareció bien mi tarifa y acudió puntual a la hora que yo le marque, pues había tenido dos horas antes a un deportista que había padecido una lesión.

Fue puntual esta señora y enseguida la abrí y fue rápida a cambiarse al biombo y mientras se desvestía charlábamos.

Giulia era morena y apareció preparada para el masaje con una toalla que le cubría desde la cintura hasta los tobillos. Poseía un fenomenal par de tetazas idóneas para hacer una placentera cubana con ellas.  Mientras yo me preparaba, Giulia se sobaba y jugaba con sus tetazas y me mostraba su orondo culo y lo bamboleaba y contoneaba concupiscentemente para luego tumbarse.

Yo vestía un ajustado calzón blanco y llevaba en una bandeja los aceites y cremas para untar en el regordete cuerpo de esta italiana calentorra, que me miraba con lascivas y depravadas ganas de rabo.

Comencé a untar un aceite neutro de masajes en el culo y se lo restregaba dando círculos, al pasar mis manos cerca del coño, Giulia daba gemidos y vagidos, pues comenzaba a ponerse cachondona.

Yo amasaba su culazo y su temperatura sexual iba en aumento dado los gemidos que la muy guarra profería. Seguí por la espalda para retornar al culazo y meter mano cerca del coño y la muy viciosa Giulia emitía grititos sexuales.

Amasaba y sobaba sus nalgas y piernas y Giulia se iba relajando lenta y gradualmente mientras entornaba sus ojos y proseguía emitiendo jadeos ya que comenzaba a relajarse.

—eres muy bella —expresé mientras le acariciaba y sobaba su culazo.

Giulia estaba muy relajada y me comentaba que hacía meses que había roto con su novio, que ella no le atendía como es debido y me miraba con vicio y concupiscencia al tiempo que le magreaba y sobaba sus tetazas
Pasé a ungirle sus fenomenales tetas con aceite de almendra para hidratar su piel que parecía cansada. Le aceitaba y magreaba sus soberbias tetas y ella me sonreía pues era otro pequeño aumento de lujuria para ella.

Me situé detrás de ella para extender mejor el aceite de almendra y proseguir acariciando sus fabulosas tetas y le miré su coño perfectamente depilado.

Le manipulaba y toqueteaba sus enormes globos y de tanto sobaqueo y manipulación mamaria se me puso duro el rabo cual mármol de Carrrara.

Afloró de mi calzón como si fuese un cohete y esta guarra viciosa de Giulia al verlo, echó mano a la base de mi rabo.

—¡chuik!, ¡chuik!, ¡slurp!, ¡slurp!, ¡slap!, ¡slap!, ¡chok!

Yo tenía perfectamente afeitado mis cojones y el rabo y la putona de Giulia disfrutaba como una libidinosa y depravada guarra mamando y chupando mi rabo. Al tiempo que se atracaba con mi rabo, pues la muy viciosa hacía tiempo que no sabía lo que era mamar pollas de machos, yo la azotaba el culo y la decía:

—¡me pones muy cachondo cuando me haces eso, puta! —gemí.

La calentorra de Giulia sacó mi enhiesta pero dura verga de su bocaza libidinosa y expresó.

—¡hacía tiempo que no cataba una verga en mis carnosos labios! 

— No te preocupes, Giulia, me gusta cómo me la comes —puntualicé.

Giulia, proseguía mamando y tragando mi polla y yo comencé a jadear, aullar y bufar de lujuria, con la lasciva y perfecta mamada que esta macizorra de la gorda y calentorra Giulia me estaba haciendo.

Al tiempo que devoraba y succionaba mi rabo, la indiqué que se tumbara mejor para que le siguiera magreando el culo y las tetas. Giulia sacó un momento mi rabo de su carnosa boca y musitó:

—¡quee ricooo!

Sacó mi rabo de su carnosa boca y yo le daba pequeños golpes en sus labios por el morbo que me daba como me la comía.

Yo me pajeaba para endurecer mi rabo y la calentorra de Giulia succionaba mi rabo mientras yo la sujetaba del cuello para que disfrutase de la succión.

La sacaba y volvía a meter en su hirviente bocaza de libertina ninfomaníaca y yo le sobaba y magreaba su culazo y ella emitía gemidos mientras succionaba mi rabo.

Le pedí que se bajara y yo con el rabo bien duro y tieso y con las piernas bien abiertas y ella frente a mí con sus fabulosas tetazas comenzó a producirme placer realizándome una cubana.

—¡pon tu gran polla en mis tetazas! —ordenó Giulia— ¡quiero saborearte entero, cabrón! —mandó.

Alojé mi enhiesto rabo entre sus fabulosas tetazas y ella jugaba con él y lo aprisionaba dándome un placer libidinoso.

—¡soy tu esclava sexual, haz conmigo lo que desees, cabrón! —jadeó Giulia.

La zorrona Giulia botaba con sus tetazas, con mi rabo dentro y yo me quedaba pasmado con la cara de zorra viciosa y depravada que ella exhibía y mostraba.

Frenó de pajearme "a la cubana" para retomar su boca y ponerla en mi rabo y engullir como una fulana libertina todo mi rabo.

—¡pon tu gran polla en mi boca! —mandó Giulia.

La muy guarra de Giulia ponía los ojos en blanco al tiempo que devoraba con lujuriosa pasión y obsceno embeleso mi rabo y se atragantaba con él por urgencia sexual.

La quité de chupar viciosamente, para colocarla de lado sobre la camilla y endilgar mi rabo en su muy mojado coño de loba lasciva.

—¡joder, jódeme, cabrón!, ¡lo necesito ya! —gritó Giulia.

Le daba empellones en su borboteante coño y la azotaba y atizaba en sus gordas nalgas y me ponía más y más salido y ella me pedía más rabo sin parar:

—¡clávamela!, ¡soy tu jodida puta!, ¿me oyes? —gritó Giulia.

Ella se sobaba su teta derecha con su mano derecha y la muy zorra daba mil vagidos, gemía, gruñía y jadeaba sin parar:

—¡este va a ser el jodido polvo más lascivo de tu vida, zorra!, ¡que rica estás, puta!, ¡cómo me gusta joder tu puto coño, guarra! —bramé.

El ardoroso y activo coño de Giulia absorbía y tragaba mi rabo y llegaba a los cojones que estaban cargados de cremosa lefa, mientras la agujereaba y punzaba en su hirviente coño, ella se sobaba las tetas con regocijo y gusto sexual.

—¡eres un hijo de puta, me gusta cómo me jodes!, ¡me vas a volver loca, maricón! —berreó Giulia.

Me puse frente a Giulia que estaba tumbada en la camilla y ella situó su pierna izquierda y la derecha la dejaba relajada para continuar dando golpazos y "rabazos" sin parar en su efervescente coño de ramera libertina.

—¡voy a joderte bien hasta que grites de placer, puta! —ordené.

—¡quiero que me jodas viva, como a una jodida actriz porno, hijo puta! —vociferó Giulia.

Proseguí barrenando y jodiendo como un semental ese bullente y agitado coño de la puta Giulia.

—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff! —gemía como una zorra Giulia— ¡me estás matando de gusto, cabrón!, ¡que placer! —chilló.

La agarraba con fuerza y martilleaba y jodía agitadamente su coño mientras que chillaba.

—¡qué gustooo!, ¡no pares!, ¡no me la saques! —bramó Giulia— ¡sigue así cabrón, dame rabo sin parar! —gritó.

La puerca de Giulia seguía lanzando "ayes" placenteros de pasión y frenesí con mi rabo en su bullente coño mientras la magreaba sus descomunales tetas.

Cambiamos de postura y apoyó su cuerpo de zorra gorda en la camilla, dejando un pie dentro y otro fuera para la jodienda descomunal que la iba a dar, fuese más viciosa y placentera para ambos.

La endiñé mi pollaza y exclamé:

—¡oh, sí, que gusto, zorra! —volvía dar empellones en su mojado chochazo y la azotaba su nalga derecha mientras Giulia gritaba:

—¡eres un cerdo, cabrón! ¡que placer me das, hijo puta!

—te gusta, ¿eh? ¡toma rabo, guarra! — jadeé.

La saqué mi rabo y la muy golfa gemía y se desgañitaba de placer y al darla otro empellón al recibir mi carnal estaca exclamó:

—¡nadie me está jodiendo tan bien como tú, cabrón!, ¡mátame de gusto, canalla! ¡qué gusssstaaazoo me das, bribón! —jadeó Giulia.

Mientras horadaba su chochazo, sus tetazas se bamboleaban y oscilaban libidinosamente y la fulana depravada de Giulia gemía y daba mil vagidos sin parar.

—¡hijo de puta, hijo de puta, que gustazo me das!, ¡eres un cabrón follador, bribón! —chilló Giulia.

Me tumbé en el suelo y Giulia clavo su enardecido coño de fulana obscena y comenzó a cabalgar sobre mis piernas.

—¡eres un cabrón!, ¡me estás matando de gusto, jodío! —jadeó Giulia.

—¡me encanta botar sobre tu rabo, cabrón!, ¡me gusta, maricón! —añadió.

—¡toma polla, puta!, ¡toma rabo, guarra! —grité.

La putona de Giulia subió sobre mi polla y se azotaba ella misma sus nalgas y botaba y saltaba con mi soberbia verga dura dentro de su hirviente coño de putona salida Giulia recibió mis últimos empellones mientras me gritaba:

— ¡que placer me das, hijooo putaaa! 

Paré de follarla y se corrió la muy puta, ella se arrodilló frente a mí que estaba de pie y me ordenó:

—¡correte en mis tetas de puta salida, lo estoy deseando, canalla!

Me coloqué a su lado y expulsé mi cremosa lefa en sus tetazas que antes había masajeado y engrasado a base de bien.

—¡toma lefa, puta!, ¡aaagh!, ¡que gussstooo, guarra! —bramé de placer.

Metí mi aun duro rabo en la carnosa bocaza de Giulia para que lamiera y lengüeteara los restos de mi cremosa y blanquecina lefa Yo jugaba con mi todavía erecto rabo en su bocaza y le extendía más los restos de mi lefa en sus morros de zorra libidinosa, cuando terminé este lascivo jueguecito ella me expresó.

—gracias, cariño, necesitaba un buen meneo sexual —proclamó.

Allí dejé a esta putona lasciva de Giulia que siguió sobándose sus tetazas y lamiendo y relamiendo mi lefa de macho, dado que había tocado con sus manos los restos de lefa que esparcí sobre sus tetas.

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