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47.2 Día primero de mayo

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Su respiración se calmó y permaneció mirándome, parecía como si quisiera envolverme en la luz de sus ojos, crear una cúpula de cristal que me protegiera del mundo exterior.

-Nuca más volvimos a follar si es lo que deseas saber, pero tú sabes que a Borja le siento como si fuera mi hermano, no podría vivir sin él y su ayuda, y mis abuelos tampoco, sobre todo mi abuelo, Borja es como otro nieto para él.  –se le sentía el profundo afecto hacía aquel chico y del que ya me había dado cuenta.

-He podido ver lo que os queréis y que sois como hermanos, no me preocupa eso Gonzalo, ya no, era solamente mi curiosidad y además me estoy dando cuenta de cómo es Borja, me siento a gusto con él. –sujeté su barbilla para besarle en los labios.

-A Ál no le gustaba y tuvimos nuestros problemas. ¡Perdona que te hable de Ál ahora!  -volví a besar sus labios que temblaban.

-No importa, él será una parte de nuestra vida que nunca olvidaremos, ni queremos olvidar.  -y a continuación le intenté explicar mis sentimientos, esa inexplicable atracción que sentía por algunos hombres y que yo veía pecaminoso por mi relación con él.

-Todo eso no me importa Daniel, esos sentimientos los tenemos todos, creo que a partir de este momento, cuando en la calle veas o veamos un tío que nos despierte la libido nos lo diremos y yo haré lo mismo cuando sea una mujer.  –paró un momento de hablar y aspiró como si quisiera llevar todo el aire del mundo a sus pulmones y sonreía por su ocurrente travesura.

-No quiero volver a perderte, he hablado con Nico de ti. –volvió a callar esperando mi reacción que no llegaba. No me preocupaba lo que ellos pudieran hablar o comentar sobre mí.

-Dice que eres como un pajarito al que hay que dejar volar, que necesitas un espacio donde te veas libre y que tengo que dejarte vivir tus amistades que son como parte de tu alma.  –me dejó profundamente sorprendido.

-Por qué con Nico, podías haberlo hablado con mis padres u otra persona, Nico no me ha comentado nada.  –de momento calla y levanto la vista para mirarle y sentir su mirada perdida en el techo.

-Se lo he preguntado a él porque es el que mejor te conoce, y es el que te ha amado como nadie y aún continúa amándote.  -noto mucha amargura en su voz.

-Yo también le quiero Gonzalo, espero que no te sientas mal, le quiero con toda mi alma, pero solo puedo amarte a ti.   -me envuelve en sus brazos, hay momentos de ternura suprema y otros de mucha apasionada fuerza.

-Bien, ya que estamos en un momento de confidencias tienes que saber otras cosas. Mi abuelo está arreglando tu situación con tu padre.  -esto sí que llama mi atención.

-Mi padre no me ha dicho nada, parece que trabajas a mi espalda para que no me entere ¿qué es lo tienen que arreglar entre ellos?, soy mayor de edad, viejo ya para saber lo que quiero hacer.  –es simple curiosidad que no me preocupa en absoluto.

-Están tratando las fórmulas de nuestra convivencia.  –me suena tan, tan ridículo que me echo a reír.

-¿Nuestra convivencia?, Gonzalo somos tu y yo lo importante en este caso.  –me mira serio y aprovecha para besar mi nariz y mi boca.

-No, no es tan fácil, pero son temas legales que ellos arreglaran, tu padre ha trabajado muchos años para mi abuelo y para Luis, se conocen y harán lo mejor para nosotros, solo quería que lo supieras, tenemos que firmar unos documentos de pura formalidad pero que ellos habrán tratado, te lo digo para que no te asustes, tu padre ya te informará.

Dios mío, eso no me asusta, ni me preocupa tan siquiera, es él y su relación conmigo y el que me quiera aceptar como soy lo que distrae mi cabeza.

-Gonzalo, ¿podremos llegar a ser felices con tanto protocolo y compromiso por medio? Me gustaría que todo fuera más simple, nos amamos y nada más.  –no puedo dejar de acariciar su pecho y quiero que la charla termine.

-Te has puesto rojo y no sé por qué, me gusta verte las mejillas encendidas. –vaya que sabe el por qué, aunque se haga el tonto.

Tengo espacio para meter mi mano por la cintura de su pantalón y sobrepasar el elástico de su bóxer hasta posar la palma sobre el glande de su polla, ahora juguete de mi mano.

-Deja de hablarme de cosas técnicas y números, haz lo que quieras en ese sentido.  -la siento tan calentita, tan tierna.    

 -La quiero Gonzalo, me tientas. –abandono su pene para abrazarme con mis dos brazos a su cuello y mirarme en sus oscuros y misteriosos ojos.

-¡Dios!, Gonzalo déjame disfrutar de ti.  -muerdo furioso sus labios, los chupo sacando ruidos de chapoteo con mis besos y él se deja hacer. 

Mi risa fluye mientras juego quitándole la camisa y la seda resbala de mis manos y tiro nervioso de sus pantalones y bóxer arrodillado en la cama, para quitárselos sin bajar la cremallera en un juego pueril de risas entrecortadas y nervios a flor de piel.

-¡Ayúdame!  -tiro de ellos, pero no puedo hacer fuerza por mi posición y cae mi cabeza sobre sus piernas, su olor a hombría llega a mi nariz y desvío la mirada a lo que ha quedado al descubierto.

Mi adorado trofeo me espera y reclama, me bajo de la cama y tiro de sus prendas hasta que salen por sus pies, y sin esperar su ayuda saco por mi cabeza la camisa que con tanta dedicación me coloqué para él, y el pantalón hasta quedar desnudo y tirarme entre sus piernas que ha abierto, dejando su tótem alzado sobre el bosque de sus pelos y sus poderosas y peludas pelotas.

Me arrodillo rendido ante él, le sujeto con mi mano para ver su único ojo, que aparece en su glande aún no descubierto del todo, se está formando en él una lágrima que brilla y no soporto la tentación de darle un lametón y arrebatarle su miel.

Entierro mi rostro en su entrepierna para oler de él, de esa esencia de macho que perturba mis sentidos hasta niveles que logran que mi verga palpite de excitación, me encanta el olor de su pene y sus testículos, estaría oliéndole toda mi vida sin descanso.

Le masturbo despellejando del todo su alargado y rojo glande y paso mi lengua por todo su fuste desde abajo hasta llegar a su capullo. Empujo con mis piernas para separar las suyas hasta ver su peludo ano al fondo, con su fruncida entrada que se arruga y se estira como una gruta misteriosa oculta en el bosque oscuro de sus pelos.

Lamo mis dedos y los llevo a esa entrada que tanto llama mi atención y la acaricio, suspira profundo y cierra aún más su entrada que sigo acariciando y arrancando quejidos de su garganta. Hace movimientos con sus caderas elevando su pelvis, sus testículos se mueven y contraen como si tuvieran vida en su bolsa escrotal, resaltando las venas que la cruzan al fondo de la maraña de su vello que los tapa, pudorosa.

Es un espectáculo tan sensual y tan bello que me detengo a observarlo, mientras sigo acariciando la entrada de su varonil y peludo culo. Me agacho e intento lamerlo pero mi lengua no llega muy bien, y me centro en ese tótem tremendo que espera lanzando lava en su cúspide y se escurre a lo largo de su fuste, me relamo y empiezo a comerme su polla como a él y a mí nos gusta. La meto y la saco de mi boca degustando todo su sabor, grandeza, y portentosa majestuosidad.

Me gusta meterla del todo, aunque a veces me ahogue, pero no hay problema si soy yo el que dirijo la profundidad e intensidad de la mamada y disfruto como siempre que tengo su verga para mí.

Mientras se la mamo y él con los ojos cerrados lo disfruta, agarrando y tirando de las sábanas, llevo mi mano a mi ano y lo voy preparando, dándome placer con mis dedos en espera de contener lo que mi boca no quiere abandonar, no la puedo tener en dos lugares distintos a la vez, y cuando ya entra casi toda mi mano por mi culo me siento preparado para recibir ese pollón de ensueño que tengo en mis manos y boca.

Me coloco a horcajadas sobre su abdomen y sujeto su verga dirigiéndola a la entrada de mi culo, necesito meterla, sentirla dentro de mi ser, pero quiero su conformidad.

-Quieres meterla así.  –le estoy hablando y él impulsa su pelvis tocando con la punta en la entrada de mi ano.

-Sí, dale así, no esperes más.  –me voy dejando caer y cuando ha entrado su glande retiro mi mano para sentir como poco a poco voy siendo invadido por su potente falo.

Esta todo en mi interior y flexiono mis rodillas para elevarme un poco, su máquina sexual se pone en acción y eleva y baja sus caderas con velocidad de crucero, entrando y saliendo de mi cuerpo como una flecha que no da cuartel y hace que mis ojos giren locos, caigo sobre su pecho, pero él no para de follarme como ido y logro decirle al oído.

-Quiero follarte a ti un día, así de fuerte, quiero darte por el culo.  –para un momento como si le hubiera asustado y saca su lengua para recoger el sudor que resbala por sus labios antes de que aparezca una sonrisa de lujuria en su cara.

Unas cuantas metidas más y noto como su verga se hincha y explota dentro de mí y deja salir un bramido de placer de su garganta, yo estoy a punto y masturbo con fuerza mi polla para llenar su pecho y abdomen de mi leche hasta caer rendido, sentado y penetrado hasta el fondo de mi vientre.

Es sumamente placentero notar cómo va resbalando su simiente de mi interior hasta caer y bañar sus testículos con ella, una sensación especial de notar que al estar encima de él no siento esa dominación de hacerlo en otras posturas, aunque todas ellas me deleitan.

Oculto mi rostro en su hombro para besar su cuello.

-Te lo has pasado bien mi amor.  –eleva las caderas para que su pene se mueva en mi interior.

-Ha sido estupendo y todo trabajado por ti mi campeón. -abraza mi espalda pasando sus brazos por ella y aprieta hasta que no puedo respirar y hace que mi ano se contraiga y apriete su verga aún en mi interior.

-¿De verdad que me quieres dar por el culo?  –no sé lo que hay en su mirada que logra que me sonroje más aún de lo que ya estoy.

-Solo si tú lo deseas, sí, me gustaría alguna vez, pero si tú no quieres no hay más que hablar.  –rehúyo sus ojos, avergonzado de lo que, llevado por el momento, le he pedido.

-Cuando tú quieras precioso, ¡si te has puesto rojo!  –ahora sus labios besan mis mejillas queriendo llevarse mi vergüenza en sus labios.

-Será una experiencia exquisita sentir a mi muñequita sodomizar a su macho.  –se ríe como burlándose de mí, pero no deja de reír besándome y llenándome la piel con su saliva.

-Ya se la has metido a alguien por el ano. -me jode como me mira, tan condescendiente, como cuando un niño le pide a su padre que le deje disparar la escopeta de caza por primera vez. Le digo que si con la cabeza.

-¡Coño! , ¿y quién ha sido el receptor?  -siento renuencia a responder, pero simplemente por afirmarme le contesto.

-Varios, han sido algunos, Nico, Lorian, Denís, Vasiliy…  -me detengo, aunque no ha habido más, pero le veo la cara de asustado.

-Leches, ¡qué me dices!  ¿Nicolás se ha dejado coger por ti? -empieza a reír y ahora su verga va saliendo de mi junto con su esperma.

-Eres todo un macho, ¡quién lo diría!, tú tan dulce y suave.  –sigue riendo sin parar hasta que le salen las lágrimas.

-No te rías Gonzalo, no me gusta que te rías de mí.  –¿para qué le habré dicho esto?, se ríe más fuerte aún pero abrazándose a mi muy prieto.

-No te molestes mi amor, es que me has sorprendido, eres encantador e inocente, me gustas Dani y dejaré que me folles encantado, lo harás como nadie, seguro.

Estamos un rato así, festejando su risa que me encanta y al fin vamos a la ducha de este hotel, del que tanto me gusta sentir caer el agua de todo el techo.

-¿Pedimos que nos suban la cena a la habitación?, creo que hay un servicio para eso.  –le miro entre la espuma del gel.

-Vamos fuera para pasear un rato, no llueve ahora y tenemos que ver la estatua de Charles de Gaulle.

No encontramos a nuestros amigos y conocidos pero el andar por la calle es entretenido y me siento muy a gusto sujetando su mano con la mía o al revés y entrar en un par de bares a tomar alguna bebida mientras él come algo. Está comenzando el largo fin de semana para nosotros donde tenemos muchas cosas que hacer.

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Le despierto con un rápido beso y entre trompicones le llevo cogido de la mano al baño.

-Orina que vamos a correr un rato.  –abre la boca aún dormido y se apoya en la pared con una mano, mientras con la otra sostiene su polla para apuntarla al inodoro y comienza a soltar un chorro de orina dorado.

En unos segundos lavo mi boca y le entrego su cepillo mientras salgo  a la habitación y busco mi ropa de correr que me coloco con rapidez.

Las nubes dejan ver el sol a ratos, en la gran plaza comienza a verse grupos de personas portando banderas de la nación y sindicales, es un muy bonito día de fiesta y reivindicaciones laborales. Impávido desde la altura, De Gaulle observa el movimiento sindical que, como hormigas, pululan alrededor de su estatua. ¿Se sentirá contento el viejo general, allí donde esté, mirando a sus paisanos?

-Vamos hacia la catedral y luego nos llegamos hasta el río, habrá menos público.  –le hablo jadeando un poco a mi chico que corre a mi lado pacífico y mirando el espectáculo.

-Tú diriges la marcha.  –golpea con un ligero azotito mi culo que me hace correr contento.

Ha pasado más de una hora desde que iniciamos la marcha y esperamos en la terraza de un bar que nos sirvan el desayuno que hemos pedido, estamos a cubierto del suave y fresco aire que hace. Algunos pequeños grupos van de camino al encuentro de la manifestación que han preparado, rezagados y casi todos jóvenes que se habrán levantado tarde después de la fiesta del jueves a la noche.

Gonzalo se queda mirando a un grupo de chicas que van riendo entre ellas, son todas jóvenes y divertidas, alguna guapa, todas adornadas de su alborozada juventud y piernas largas.  Coge mi mano entre las suyas y la acaricia llevándola a sus labios, un par de chavalas nos ven y se sonríen entre ellas.

-El martes estuve con una chica.  –me cogió de sopetón lo que me decía y le miré apretando mi mano entre las suyas.

-Estuve en la cama con ella, era muy parecida a esa pelirroja con el pelo alborotado que ha pasado hace un momento.  -¡joder!, ¿qué me estaba diciendo?

-¿Quieres saber cómo sucedió? Yo creo que debes saberlo, tenemos que ser francos entre nosotros y no tener miedo de saber y conocer nuestras flaquezas o como se diga.   –yo solo le escuchaba a la vez que pensaba en lo que estaba sucediendo en mi vida, desde ese martes que Gonzalo había estado con la chica, habían transcurrido sesenta horas donde Rafael me proponía que hiciéramos el amor y nos dejáramos llevar por nuestros deseos.

-Estoy de acuerdo contigo, cuéntame.  –no sentía nada, ni enfado, ni ira, ni celos, solo curiosidad por saber cómo se había dado la circunstancia.

Podía haber tenido que ser yo el que me estuviera confesando ante él, si Rafael hubiera vuelto a besarme. Me sentía en paz como si me estuviera haciendo el favor más grande y liberara con su confesión mi corazón y mi alma.

-Sabes que te amo Dani y eso no se puede cambiar, pero a veces fallamos, nos dejamos llevar por los deseos o el momento.  –le sonreí queriendo transmitirle mi compresión y llevé sus manos, que sujetaban la mía, hasta mis labios para besarlas pidiéndole que continuara.

-Entre el edificio de mis oficinas y el que tiene tu empresa, a medio camino, hay otro dedicado a residencia de ejecutivos, con cafeterías y lugares de recreo, todo preparado para personas en tránsito, la empresa del abuelo tiene varios estudios contratados para el personal que pasa algún tiempo en Londres, y donde al principio vivimos Ál y yo hasta que nos cambiamos a la casa que conociste.

-Es un lugar donde acuden trabajadores y altos directivos de las empresas de lo que denominan La City de Londres, puedes imaginarte que donde hay ese tipo de personas, muchas de paso, abundan también los chicos y chicas que faltan a sus estudios buscando complementos para sus bolsillos, y profesionales que se dedican a la prostitución también.

-Iba a llegar el chófer para llevarme al aeropuerto y como tenía algo de tiempo decidí caminar a ese lugar para tomar un té mientras esperaba. Estaba tomando mi consumición y se me acercó la chica de la que te hablo, era holandesa, estudiante en la ciudad y con esa hermosa cabellera, como la chica que ha pasado a nuestro lado.

-Me pidió que la invitara a una consumición y comenzamos a charlar hasta que me propuso que nos fuéramos a la cama. Me negué, tenía que marchar y en un rato pasarían a buscarme, entonces me dijo que necesitaba el dinero, no podía pagar el alquiler de su casa y tampoco pedírselo a su familia.

-No me preocupó si era cierto o no y le ofrecí lo que necesitaba, pero que no precisaba pagarme con sus servicios, se negó a aceptarlo en esas condiciones y, ¡joder!, entonces creía que me había hablado sinceramente.

-Para que decirte que estaba rebuena, joven y yo con muchas ganas, hacía mucho tiempo que no estaba con una mujer, le dije que de acuerdo y pedí en recepción la llave de unos de los apartamentos donde ya había vivido y que estaba sin ocupar, allí me conocen y no hubo problemas, deje recado al chófer para que me esperara y subimos.   –no hacían falta más detalles, lo importante y sustancial estaba dicho, calló y esperó mi reacción, permanecimos unos minutos en silencio.

Le miré con una sonrisa comprensiva en mi boca y apreté sus manos.

-Ese mismo día estuve a punto de irme a la cama con Rafael, no faltó nada para que folláramos. –le miré, sus ojos parecían luceros de lo que le brillaban.

Desayunamos con ganas dirigiéndonos miradas pícaras y lujuriosas y sin poder contener la risa a veces. Nos sentíamos más unidos al conocer nuestras debilidades y fallos, y le veía tan tierno que me lo hubiera comido a él en lugar del desayuno, comenzábamos a pertenecernos de verdad, los dos unidos en un solo ser donde teníamos y queríamos perdonarnos si había algo que perdonar.

Reí más cuando tuve una idea que antes no se la hubiera presentado jamás, y ahora tampoco lo iba a hacer, pero me había abierto el camino.  Los hijos que tuviera de él serían estando con una mujer, al natural y engendrados en un acto de amor como el que había tenido con la pelirroja chavala.

Nos duchamos y casi era la hora de comer cuando salíamos del baño, quería que hubiera pasado algo, pero le veía entretenido y pensativo, al pasar sus manos por mi cuerpo parecían movimientos automáticos y no quise forzar lo que no se daba.

La conversación sobre la pelirroja me había llevado a un mundo de fantasías eróticas que no terminaban de encauzarse, me coloqué una camiseta de él que cubría hasta justo mi culo y no me puse el bóxer, se entretenía con su móvil leyendo mensajes que tenía y enviando otros, se había sentado con solo su slip puesto, ante la pequeña mesa de escritorio.

Me acerqué por detrás y abracé su cuello besando su oreja, rio contenido sin dejar de mirar la pantalla.

-Espera, ahora te voy a atender, contesto a Borja y soy tuyo.  -intentó apartarme de él con el codo, pero le resultó imposible y seguí besando su mejilla sin afeitar y acariciando sus hombros. Pulsó para enviar el mensaje y sujeté su mano para llevarla hasta mi nalga, la abrazó con su palma y se percató de mi desnudez.

-Déjalo para luego, estoy muy caliente y te necesito.  -depositó el aparato sobre la mesa y me miró, levantó su camiseta que yo llevaba puesta, mi verga apuntaba a su cara, el paquete que contenía su slip desde mi posición se veía descomunal y tentador.

Sujetó mis dos nalgas, cada una en una mano y metía los dedos de ambas por la hendidura de separación, abriéndolas y tirando de mí hasta que la punta de mi polla llegó a sus labios.

Sacó su lengua para comenzar a jugar envolviendo mi glande con ella, sujeté su cabeza agarrando su cabello. Quería que me la comiera, pero era más la fuerza de su cuello que la de mis manos, lamió mi glande y se la tragó toda y fueron solo unos segundos, la sacó de su calorcito y se levantó para quitarse con rapidez su slip, volvió a sentarse colocando el culo en el borde la silla y tiró de mi para que me colocarme a horcajadas sobre sus piernas, me dejé llevar y creí que quería meterla en mi culo y me asusté, no estaba aún preparado para recibir tan tremendo pene.

Juntó sus piernas y me sentó arrimándome a él hasta que nuestras vergas estuvieron juntas y nuestros testículos pegados, abrazaba mi espalda y me miraba con mucho vicio en su mirada.

Me sentía cazado y en la red de sus brazos, si abría sus piernas me obligaba a abrir las mías dejando todo mi ano expuesto a lo que quisiera entrar en él y entendía su jugada, sí o sí, iba a terminar con su polla dentro de mi cuando él lo necesitara, con dos movimientos podría tenerme empalado en su polla, sentado en ella sin otra opción.

Su abrazó se estrechó y unió su boca a la mía para entregarme su lengua y reclamarme que la atendiera como él quería, me puse a temblar, estaba de puntillas para no cargar todo mi peso en él. Separó su boca un momento.

-No tengas miedo, no te voy a matar, mejor dicho, voy a matar tu culito que llevas ofreciéndomelo como puta desde que salimos del baño.  –Dios como me puso su tratamiento de puta, no le dejé continuar y busqué desesperado su boca cerrándola con la mía, aunque igual me daba más placer si la usaba para hablarme.

-Gonzalo, no puedo vivir sin ti, ¡qué bien me encuentro!   -no me podía mover más, lo que sus brazos me permitían y sentado en sus fuertes piernas sentía como acariciaban mis muslos con sus vellos.

Llevé mi mano a la boca para mojarla de saliva y la dirigí a mi culo, tenía el ano ardiendo de deseo y creo que mi saliva se evaporó al dejarla allí, tuve que repetir la operación hasta que pude comenzar a meter mis dedos, Gonzalo estaba aprendiendo mucho, abrió sus piernas para forzar a que abriera mi culo y facilitarme mi trabajo, le ofrecí mi mano para que la ensalivara.

-Sabe a tu rico culo.  –chupó mis dedos, goloso y me arrebató el sabor con sus lamidas antes de dejármela mojada.

-Sí, eres divino, mi amor, vete metiéndola, rómpeme el culo de una vez.   -pero él solo me besaba apretándome contra su pecho y yo en mi movimiento frotaba los dos penes contra nuestros sudados abdómenes.

-Folla a tu puta, dame tu verga de una vez.  –sentí como tembló al escucharme, y me sujetó de las caderas para elevarme, le ayudé apoyando las uñas de los dedos de mis pies en el suelo, la punta de su verga, rígida como una lanza, se poyó en la entrada de mi culo y me dejó libre para que yo me empalara su polla en mis entrañas, me sostenía con sus manos en mi cintura, como si mi cuerpo fuera una vagina donde él se fuera a meter y solo la dirigía.

Me fui metiendo su polla poco a poco, hasta la mitad, y ahí dejé caer mi cuerpo de golpe, produciéndome dolor al enterrar en mi toda su verga de golpe, yo lo había querido así, quedé unos segundos encogido y apretando mi culo con fuerza, encrespando mi espalda como un gato dispuesto a saltar, el dolor se calmó rápidamente.

Podíamos acariciarnos, besarnos, lamernos y sentirnos todo nuestro cuerpo en el inacabable pasar de nuestras manos, el movimiento era muy lento, me dejaba caer y giraba mi cuerpo para que los pelos de su pubis acariciaran mi culo, en ese momento el placer era sublime y quería que durara, pasaba y volvía a repetir la operación, aplastando sus testículos entre sus muslos y mi ano hasta un momento en el que necesita más.

-Llévame a la cama y dame fuerte, lo necesito mi amor. –se puso de pié con mis piernas rodeando su cintura y me follaba a lo bruto, sosteniendo mi cuerpo en sus brazos, inclinando su espalda buscando entrar más y romperme por dentro, dio unos traspiés haciendo fuerza como un toro hasta que caímos sobre la cama.

Seguía y seguía follándome y no sabía dónde estaba, sollozaba de placer y arañaba sin darme cuenta su espalda, estrangulé su polla con mi ano apretando muy fuerte y tuve un orgasmo que me llevo a gritar y morder su cuello.

-Por favor, ya vale. –pateaba en el aire mis piernas buscando consuelo y paz hasta que volvieron a enredarse en su cintura, colgando mi cuerpo del suyo, me atacaba con fuerza y me relajé para que llegara a su clímax.

Daba bramidos en mi cuello, con la boca abierta mientras sus estertores le agotaban y descargaba en mi vientre todo su semen.

Había resultado grandioso, y estaba encantado ahogado por su peso, golpeando con los talones de mis pies en sus muslos, acariciando sus costados, metido dentro de mí, dominado y rendido a su hombría.

-¿Gonzalo?  -saca su rostro de mi cuello y me mira.

-¿Qué, lo has pasado bien?  -mis manos pasan por su cara repasando sus rasgos, a veces tan fuertes y otras suavizándose hasta parecer dulces.

-Envidio a la pelirroja que te follaste el otro día.  -su mirada me interroga.

-Pues eres tú al que amo vida mía.  No tienes que envidiar a nadie.

-Me gustaría poder ser ella, una chica hermosa que te gustara y llenaras de tu semilla, para ser fecundada de tu amor y darte un hijo. Eso es lo que envidio de ella.  –hay mucha tristeza en lo que le digo y comienza a besar mi rostro.

Rafael nos llama para saber si queremos comer con él y poder llamar a Martine para reserva una mesa, estará Evans también, ha sacado un poco de tiempo entre tanto trabajo para comer con nosotros.

Gonzalo me hace un gesto frunciendo sus labios como si estuviera a disgusto con lo que propone Rafael, y no le hago caso.

-Llama a Martine, pero nos encontraremos allí, aún tenemos que ducharnos.  –se le oye reír gozando de la situación.

-Ya veo que aprovecháis el tiempo, no esperaba menos de ti.  –suelto una carcajada y corto la comunicación, Gonzalo no está para bromas.

-Quiere follarte y encima os reis, ¿qué te ha propuesto esta vez?, ¿un trío con su novio?  -se encamina al baño, su verga va goteando el semen y no se da cuenta.

-Me decía que aprovechamos nuestro tiempo, una broma de las suyas, no tiene mala intención y nunca he hecho un trío con él.

-Entonces los has llegado a hacer.  –voy detrás de él hasta meternos bajo la lluvia de la ducha.

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