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El encargo de mi jefe (primera parte)

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Dos de la tarde y mi jefe me llama a su oficina, es un señor de sesenta y tantos autoritario que hay que aguantar para que no me cambien de puesto, al llegar alza su cara y me indica que me siente, me dice que en una semana va a salir por cuestiones de trabajo y no podrá recibir a una visita importante, que el compromiso estaba hecho y para compensar su ausencia yo me encargaría de pasearlo por la ciudad, añadió sin vergüenza que yo me hiciera cargo de los gastos y que también le consiguiera una chica para que lo recibiera en la habitación del hotel, que llegaría como a las 8 de la noche y que le había prometido que le daría un regalo de bienvenida. ¡Puta madre! Pensé yo, ¿en cuánto me va a salir el chiste?

Era tarde ya y aún no había comido así que fui a mi casa, cuando llegué mi esposa me miró y pregunto:

—¿qué tienes?

Nada, le mencioné y me senté a comer, mientras comíamos me preguntó de nuevo:

—¿qué pasa?

Le conteste que mi jefe iba a tener una visita en una semana y tenía que hacer gastos extra para poder atenderlo como me había dicho.

—¿Pues qué quiere? —Me preguntó

Le dije que tenía que recibirlo y andarlo paseando, mostrarle los atractivos turísticos, llevarlo a comer y que tendría que pagar todo

—Ni que fueras su vieja me dijo, nomás faltó que lo llevaras a las putas.

Me sonreí amargamente.

—Qué? ¿También eso?

—No que lo lleve, que le lleve una a su habitación —respondí— a ver de dónde saco una y cuanto me sale el chiste.

—Se pasan eh?

Y continuamos comiendo.

Mi esposa y yo llevamos 18 años de casados y tenemos la suficiente confianza para contarnos todo, tiene 40 años, 1.50 de estatura, pelo negro, morena clara, hermosa, ojos cafés, nariz pequeña, boquita chiquita y carnosa y una sonrisa perfecta, dos tetas grandes que me fascinan, su cintura siempre ha sido mi delirio, nalgas grandes, le gusta tener su concha depilada y tiene una forma de coger tan sabrosa que la mejor puta envidiaría.

Desde que me casé con ella me ha excitado de sobremanera y pareciera que cada día me excita más, esto sería a la vista de todos excelente, pero a mí me produce un gran problema, cuando tenemos relaciones es tan grande mi excitación que termino antes de tiempo y eso ha provocado una gran insatisfacción en ella y problemas en nuestra relación, al grado que tenemos sexo solo una o dos veces al mes, lo que también me ha producido insatisfacción a mí y una impotencia por no poder complacerla en la cama, la amo con toda el alma pero en el sexo nomás no puedo, tengo 43 años, 1.65 tez blanca, un poco gordito y con el trauma que mi pene es muy pequeño, ella me dice que está bien pero en la cama yo no veo que sea así, en varias ocasiones cuando tenemos relaciones le he mencionado  que lo haga con otro y le excita bastante, pero una vez que terminamos se molesta si lo menciono de nuevo, a mi parecer ella se merece al menos tener buen sexo si yo no se lo puedo dar.

Pasaron dos días, elaboré el itinerario, lo pasé a aprobación y mi jefe dijo que todo estaba bien, nomás no se te olvide la vieja y que esté buena y jovencita, le voy a preguntar a mi amigo que le pareció el servicio.

Nomás eso me faltaba, que yo fuera responsable por la vieja.

Esa noche llegué a mi casa y mi esposa me preguntó:

—que te dijo del itinerario?

—Que todo bien, pero ahora me salió que la vieja debe estar buena, joven y que coja a toda madre, pinches mamadas.

—Jajaja —se rio— ahora sí se fue grande, ¿y cómo vas? ¿Ya conseguiste? No le vayas a dar el visto bueno ¿eh?

—No, como crees, he preguntado, pero por toda la noche cobran muy caro, voy a seguir preguntando, chance y consigo alguna chamaca que necesite dinero y le pago la mitad.

—Y quién es ese amigo que va a venir, ¿lo conoces?

—No, me dijo que viene de México y se llama Arturo, nada más.

—Y cuanto vas a pagar por la puta?

—Hasta donde he preguntado por toda la noche cobran 3 mil el servicio completo, pero estoy buscando una más barata.

—Y cuál es el servicio completo?

—Pues están incluidas las mamadas de verga, cogidas que aguante y un masajito, eso sí, sin culear

—Cómo que sin culear?

—Nada anal

—Y si él quiere?

—Pues que lo pague, no está incluido y ella no se va a dejar.

Se quedó pensativa, al día siguiente contacté una chica bastante buenona, acordamos el precio y quedamos que pasaría por ella y cuando la dejara en la habitación le pagaba.

Por la noche cuando llegué a mi casa mi esposa me recibió con una sonrisa pícara, andaba más arreglada que de costumbre, una falda corta, tacones y una blusa muy escotada, le dije que se veía muy bien y le pregunté porque andaba tan contenta.

—Por nada —me dijo, y sirvió la cena.

Cenamos, vimos tele un rato y me preguntó:

—ya conseguiste a la puta?

—Sí, ya hicimos trato, pasado mañana paso por ella, la dejo en la habitación y le digo a su amigo que mi jefe le dejó un regalo para que descanse.

—Para que no descanse será —y se rio.

—A lo mejor es un viejito como mi jefe y se desmaya al primer palo jajaja.

Ella sonrió con malicia y me dijo:

—Cómo sabes? Qué tal si está bien bueno y tiene su cosa de burro hasta le vas a quedar a deber.

—Jajaja mucha suerte tendría, no creo.

Se me acercó, tomó mi mano y metiéndola bajo su falda la puso en su concha, estaba mojada.

—Te excita? —Le pregunté.

—Síí, pensar que un desconocido llegue a mi habitación a cogerme y no lo vuelva a ver, me calienta.

Verla así me excitó y me empecé a empalmar, sin soltar mi mano me llevó a la habitación, nos besamos apasionadamente, le saque la blusa y el sostén y empecé a chupar sus hermosas tetas, me quitó la camisa y seguimos besándonos, levante su falda y haciendo a un lado su panty metí mi dedo en su conchita, estaba mojada, la acosté en la cama, me desvestí y ella se quitó su panty dejándose los tacones, sabe que eso me encanta, se la metí de un golpe, suspiró, me excitó verla así, tan caliente, deseando que un desconocido la penetre, la trate como puta y haga con ella lo que desee.

—Te gustaría ser tú la puta que lo reciba? —le pregunté mientras me apretaba mi verga con sus piernas.

—Siiii, quiero que me coja el amigo de tu jefe.

—Que le harías?

—De todoooo, —y apretándose más a mi cuerpo me preguntó— ¿me darías permiso?

—Claro que sí, —contesté.

—¿Me dejarías mamársela y que me coja fuerte con su vergota?

—Sí, —le contesté, me estaba excitando de más.

—¿Y qué me ponga a cuatro patas y me la meta por el culo?

El solo imaginarla montada en otra verga me excitó tanto que no logré contenerme y eyaculé sin poder evitarlo.

Ella se dio cuenta y molesta me dijo:

—ya acabaste?  ¿Ves por qué no me dan ganas luego de coger?

—Perdóname no lo pude evitar

—Te apuesto que hasta el viejito que viene aguanta más y la tiene más grande que tú, ya ni chingas.

Se giró dándome la espalda y me dejó con mucha impotencia y sin saber qué hacer

—Era en serio que quieres ser la puta que lo reciba?

Se volteó con su cara molesta y me gritó:

—estás loco? Deja de molestarme —se envolvió en la cobija y ya no me habló.

 

Continuará.

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