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Cumpliendo la fantasía de B

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Hola de nuevo, amigos, les relataré mi última experiencia con una mujer que deseaba experimentar su lado sumiso, ella tiene 38 años, de 1.65 m e estatura, morena, un poco llenita, pero con figura, lo que le proporciona un buen trasero para azotar. Ella me contactó por correo y platicamos por algunas semanas, ahí me comentó que le interesaba ser sumisa y ser humillada, ya que, en su trabajo, todos la respetan y la adulaban por ser la jefa, así como en su casa, pues su esposo hace todo lo que le pide. Por eso, quería probar todo lo contrario y después de charlar por correo y de decirle las cosas que tenía en mente para ella, nos citamos en una plaza de la ciudad.

Yo ya estaba esperándola en el lugar indicado cuando la vi llegar, llevaba una falda hasta las rodillas, de color azul y un poco entallada, un saco del mismo color y una blusa blanca, enseguida se sentó conmigo un momento mientras le preguntaba si estaba segura de querer experimentarlo, me contestó que estaba nerviosa pero que sí deseaba descubrir que se sentiría al ser tratada de esa forma. En ese instante, me acerqué, le coloqué mi mano en su pierna y me acerqué a su oído para decirle “ahora, puta, ve y paga lo que me acabo de beber mientras te espero aquí, no olvides ir moviendo ese culo de perra que tienes”. 

Levantándose en el acto, me contestó “sí, señor”, dirigiéndose a pagar y moviéndose tal como le había ordenado y cuando estaba regresando, agarré mis cosas, me levanté y cuando estuvo delante de mí, le tomé de la mano y empecé a llevarla para las escaleras, diciéndole “bien, perra, vamos a tu carro y de ahí, iremos a que te use como se me antoje pero mientras llegamos, será tu última oportunidad de recapacitar, por si deseas parar todo”. Ella no contestó mientras íbamos caminando, un poco adelante de mí, mostrándome en donde se había estacionado y al llegar, nos subimos de inmediato y entrando, la agarré del cabello, dándole un tirón y diciéndole “bien, perra, ya lo has decidido y antes de arrancar, quítate la tanga y el bra, yo te diré por dónde ir”.

Inmediatamente, ella se quitó lo que le ordené y arrancó mientras le iba indicando por donde ir y en unos pocos minutos, llegamos a un motel cercano y entramos donde nos indicaron, pero en cuanto se estacionó, le tomé la blusa, desabotonándosela y le dije “bien, perra, ahora sal, paga la habitación y cuando cierren las cortinas, quédate parada justo frente a ellas”. En ese instante, se me quedó mirando mientras se sonrojaba pero después de unos segundos, se salió del carro tal como estaba y se dirigió a pagar; naturalmente, el encargado se quedó sorprendido de la forma en que bajó y sacando dinero de su cartera, le pagó la habitación, luego cerró las cortinas y ella se quedó de pie, frente a estas, tal como le había indicado.

A continuación, tomé el collar y la correa de perra de mis cosas, luego me bajé del carro y me le acerqué, tomándola por la cintura con una mano mientras le levantaba su vestido con la otra mientras le decía “ahora desnúdate, perra y ponte en cuatro patas”, contestándome “sí, señor” mientras lo hacía. Cuando se desnudó, de inmediato se colocó en cuatro, en ese momento me incliné y le coloqué el collar y la correa, luego tomé su ropa y la puse en mis cosas, enseguida me levanté y al momento, le di un tirón de la correa, ordenándole “camina, perra”, sin dejar de jalarla.

Ella no me respondió, sólo empezó a caminar en cuatro patas, pudiendo notar cómo jadeaba por la vergüenza y por la excitación, así subimos las escaleras hasta que entramos a la habitación, dejándola en el centro de la misma mientras sacaba las esposas de tela que siempre utilizo. Posteriormente, me agaché para colocárselas y cuando terminé, pasé mi mano por su vagina, indicándole “ya estás mojada como perra en celo” mientras le metía un dedo en su vagina, a lo que me respondió sin levantar la cabeza “desde que iba camino a la plaza estaba así, señor”.

Mientras le jalaba su cabello para levantarle su cara, le comenté “muy bien, perra, esta vez no estás aquí para complacerte, estás aquí para que me complazca con tu cuerpo de la forma que quiera” y me contestó “sí, señor, solo para eso vine”. Enseguida regresé a mis cosas, para sacar el gag, entonces me le acerqué de nuevo y se lo coloqué, ella sólo levantó la cabeza mientras lo hacía y cuando terminé de hacerlo, de inmediato volvió a bajarla, luego me levanté de nuevo y empecé a quitarme el cinturón, diciéndole “ahora, perra, voy a azotar ese culo que tienes como debieron hacerlo hecho desde hace mucho tiempo”.

Agarré el cinturón y empecé a azotarla, pero a cada uno, ella sólo daba un gemido, sin moverse hasta que poco a poco, le di hasta 15 azotes; cuando terminé, su culo estaba rojo y seguía gimiendo y babeando a causa del gag, entonces me agaché y acariciándole sus nalgas, le di una fuerte palmada en estas, lo que ocasionó que diera un gemido más fuerte. A continuación, tomé la correa y la jalé para llevarla a la cama, agachándome para tomarla de la cintura, así la levanté y la puse empinada sobre la cama, tomándole sus manos para esposarle sus muñecas por la espalda, susurrándole al oído “así no podrás oponerte a lo que deseé, perra”.

Luego, me coloqué atrás de ella, me quité el pantalón y me puse un condón, enseguida le puse mi verga en su ano y empecé a penetrarla de un solo empujón, al instante ella dio un fuerte gemido y en ese momento, apoyé una de mis manos en su espalda, para impedirle cualquier movimiento y seguí penetrándola. Al tiempo que lo hacía, le gritaba mientras no dejaba de penetrarle su ano “este culo de puta que tienes ya es mío, voy a usarlo siempre que quiera, no como el pendejo de tu esposo que no quiere ni tocarlo”, ella sólo gemía, pero su fuerza fue disminuyendo, indicando que el dolor había pasado y empezaba a disfrutarlo.

En un instante dado, le saqué mi verga de su ano y me quité el condón, luego lo aventé a la basura, enseguida la subí a la cama, quedando con la cara sobre el colchón y el culo empinado, al instante le di un par de nalgadas y la dejé ahí mientras iba por otro condón, acercándome despacio, disfrutando de sus gemidos y de su posición hasta que me coloqué un condón nuevo y esta vez, le puse mi verga en su vulva. Antes de empezar a penetrarla, estaba acariciando sus nalgas y dándole unas nalgadas hasta que le metí mi verga de golpe y empecé a penetrarla con fuerza, al tiempo que ella no dejaba de gemir y yo aprovechaba cada momento para seguir dándole nalgadas, diciéndole “ahora ven aquí, puta y mira la verdadera perra que eres” mientras le jalaba de la correa para levantarla.

Adicionalmente, la tomé del cabello y empecé a jalarla contra mí mientras le levantaba su cara para que se viera en el espejo, esto ocasionó que gimiera con más fuerza mientras continuaba diciéndole “ni tus empleados y menos tu esposo saben lo puta que eres, si te vieran así, se sorprenderían de que lo realmente eres, perra”, tomándola de su cuello para levantarle más la cara; por su parte, ella gemía con más fuerza. Después de unos minutos así, le saqué mi verga, le desabroché las esposas y fui a sentarme en el sillón, indicándole “ven aquí perra”, enseguida ella se incorporó lentamente y empezaba a caminar cuando le grité “así no, perra, sabes bien que una perra como tú solo puede estar en cuatro patas”.

De inmediato, ella se colocó en cuatro y se acercó despacio hasta que estuvo delante de mí, enseguida se hincó esperando mis órdenes, luego le quité el gag, lo aventé a la cama y en ese momento, le jalé el cabello de nuevo diciéndole “ahora vas a mamarme la verga, puta”, respondiéndome “sí, señor, tomándome mi verga con su mano. Después, encendí el televisor mientras ella me la seguía mamando, así estuvo por algunos minutos y cuando consideré que era suficiente, la aparté, ordenándole “quédate con la cabeza levantada, perra”, así lo hizo mientras empezaba a masturbarme. Ya cuando sentí que estaba a punto de venirme, le dije “abre el hocico, perra”, ella lo hizo y empecé a venirme en su cara y en su boca, dejando caer un poco de semen al suelo.

Ya que terminé, ella se quedó inmóvil mientras volvía a sentarme hasta que le ordené “trágate toda mi leche, perra”, obedeciéndome con lo que tenía en la boca, después se pasó los dedos por su cara, recogiendo mi semen y se los chupó, tragándose todo y cuando terminó de hacerlo, se quedó quieta, esperando; en ese momento, le di una bofetada.

Inmediatamente, me preguntó “¿hice algo mal, señor?” mientras se agarraba su mejilla, diciéndole “te dije toda, puta estúpida, te falta esa”, señalándole el suelo, contestándome “perdón, señor, lo hago de inmediato” mientras agachaba la cabeza, volteando a donde estaba mi semen en el suelo e intentó acercar la mano, para levantarlo con el dedo; en ese momento, la jalé de su cabello, ordenándole “así no, puta, en cuatro y con la lengua, recuerda que eres una perra” y soltándola.

Rápido, se colocó en posición, aceptándolo “sí, señor” y empezó a lamer mi semen del suelo hasta que terminó, entonces se colocó de nuevo frente a mí, esta vez quedando en cuatro, enseguida tomé la correa y la llevé a la regadera. Al llegar, la coloqué de rodillas, le quité el collar, la correa y las esposas, colocándolos en el lavabo y le dije “levanta la cara, perra y abre el hocico”, al tiempo que le colocaba mi verga frente a ella, haciéndolo sin decir más hasta que empecé a orinarla. Cuando terminé, ella se agachó y la dejé ahí mientras me duchaba, sin decir más y permanecía agachada.

Ya que terminé de ducharme, salí y la coloqué abajo de la regadera, luego abrí la llave del agua fría, provocando que pegara un grito, así la dejé un par de minutos y la cerré, diciéndole “es suficiente por hoy, ya puedes ducharte” mientras me salía del baño. Después que me vestí, puse su ropa en la cómoda y me recosté mientras ella se duchaba; cuando salió, tomó un poco de agua mientras empezaba a vestirse y hablamos un poco de cómo se había sentido y qué le había parecido.

Posteriormente, salimos del motel y seguimos hablando un poco más, ella me comentó que no se lo había imaginado así, pero le había gustado más de lo que imaginaba y mientras me dejaba en la plaza donde nos vimos, nos despedimos y se fue a su casa. Hemos hablado luego de eso, esperando el momento de otro encuentro, cuando ella pueda escabullirse de su mundo.

Amigos, espero que les haya gustado, gracias por el tiempo de tomarse en leerlo y como siempre, cualquier duda o sugerencia, pueden comunicarse conmigo por correo: [email protected]

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