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47.4 Confidencias de Jean

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Cogimos la carretera que discurre paralela al canal, por dónde fuimos con el viejo vehículo que tenía su padre de la Segunda Guerra, camino de los criaderos de abejas, hasta que llegamos a un espacio donde el agua no iba encauzada, y bajamos hasta el borde, donde unos cuantos patos buscaban su comida en la parte menos profunda del cauce, metiendo su cabeza y largo cuello rebuscando en el fondo.

Tomé asiento sobre las piedras y cogí una pequeña lanzándolas lejos de donde se encontraban los ánades de brillante y colorido plumaje, se sobresaltaron momentáneamente volviendo a su perenne ocupación, buscar comida. Le alargué otra piedra y al cogerla rozamos nuestras manos.

Después de repetir mi jugada y observar la reacción de las aves, le miré elevando la vista, seguía de pie, con su frágil cuerpo un poco inclinado escrutando el agua, mirando como desaparecían las piedras que tiraba.

-Siéntate a mi lado Jean, descansa.  –tomó asiento y abrazó las piernas con sus brazos.

-Un día estábamos pescando cerca de aquí, un pez picó el anzuelo de la caña de Louis, mi padre estaba recogiendo otra pieza que había pescado, Louis no podía recoger todo el hilo y me pidió que lo pillara con la red, el pez, un bonito barbo, se perdió llevándose el anzuelo con él.  –se calla un momento y una hermosa sonrisa ilumina su cara.

- Papá comenzó a quejarse, me llamaba nenaza y cosas así, como marica y que por ser como era se había perdido el pez. Louis tiró la caña con rabia y se enfrentó a papá, le dijo que no volviera a insultarme, que era su hijo y tenía que cuidarme, dedicarme más tiempo que a él o a mi hermana.

-A la noche papá vino a nuestra habitación, entonces la compartíamos Louis y yo, estaba tumbado en la cama a punto de caer en el sueño, se arrodilló ante mí y me besó la frente, me pidió perdón, que Louis tenía toda la razón y él era un torpe.

-Yo creo que no se ha perdonado aquello y por eso está siempre preocupado por mí, pero no me pasa nada, de verdad, y Louis me vigila como si fuera una hermana a quien hay que espantar los novios que le salen, pero no aparecen, donde vamos es muy pequeño y me parece que el único chico que hay marica soy yo.

Sin darme cuenta había apoyado su mano sobre la mía y visiblemente temblaba.

-Me gustaría que hubiera un chico como tú, como nosotros, para poder hablar con él, contarnos cosas como ahora hago contigo, tú me gustas Daniel, desde que te vi sentí que eras igual que yo, y me pareces más guapo que Nicolás o Gonzalo.

Eso me halagó, que el pobre chaval me viera de esa manera, se me subieron los colores, se mantenía alejado, aunque no retiraba su mano de la mía y yo tampoco. Me corrí un poco arrastrando el culo hasta acercarme a él.

Levanté su barbilla para que me mirara a los ojos.

-Jean, ¿sabes que eres un chico muy hermoso? Vas a gustar a muchos hombres pero que sean más jóvenes que yo.

-Quiero besarte Daniel.  –no esperó mi aprobación y posó sus labios sobre los míos, los movía ansioso queriendo arrancar algo de mí.  Le aparté como pude y le mantuve abrazado sobre mi pecho.

-¿Por qué no puede ser contigo? Te quiero a ti y no eres viejo, en internet salen chicos con personas mayores que tú y les hacen el amor.  –acaricié su larga cabellera y le besé la frente.

-Esas cosas no son ciertas, están casi todas montadas con actores, no tienes que hacer caso de ellas, la vida real es diferente. –él acariciaba mi espalda y vuelve a buscar mis labios, le acompaño en un suave beso que para él es una locura moviendo su cabeza y con la mano frotaba su entrepierna.

-Quiero que me hagas el amor, lo que quieras Daniel, por favor una vez, dice mi padre que te vas a marchar, no volveré a verte.  –lleva mi mano a su entrepierna, continúa temblando y no es de frío porque suda y las pequeñas gotas de sudor perlan su frente.

Su pene está muy duro y se lo acaricio con suavidad, levanta su culo y tira de sus pantalones dejándolos en sus rodillas junto con su slip, su polla apunta al cielo impetuosa, no tendrá más de trece o catorce centímetros y es un poco gruesa, sus testículos son rosados sin un vello visible y tiene muy poco pelo en el pubis.

Está húmedo por su excitación y me mira implorando que lo atienda, no sé lo que voy a hacer y sé que está mal, ¿o bien?, me acerco hasta tenerlo junto a mis labios y lo beso para a continuación meterlo en mi boca, nervioso me la folla como si estuviera loco, subiendo su pelvis del suelo y con fuertes golpes de cadera, como en un ataque de locura, cuatro o cinco veces entra y sale de mi antes de dejarme su semen en la boca.

Le doy las últimas caricias con mi lengua y su polla no se calma, pero la saca y rápidamente se sube los pantalones y se queda mirando a los patos en el agua, rojo y muerto de vergüenza.

-Jean, no ha sido nada, no tienes que sentirte mal o harás que yo también sienta lo mismo.  –le sonrío para animarle, solo faltaba que ahora nos sintiéramos con problemas de conciencia.

-No te he avisado y me he corrido en tu boca.  –me echo a reír con ganas.

-¿Es eso? No te preocupes, me ha encantado el sabor de tu esperma, pero esto no tiene que ser así.  –no me deja continuar y me abraza volviendo a besarme con fuerza.

-Te quiero Daniel, tenías que ser de mi edad, pero no me importa la que tienes.  –hacemos nuestro camino de vuelta a la casa, despacio, los del fútbol aún no han vuelto, no hemos escuchado el ruido del automóvil que hubiera pasado por encima de nuestras cabezas.

-¿Y ahora qué le digo a tu padre?, ¿qué le he mamado la polla a su hijo y que eso ha sido lo que te he enseñado?  -Jean se ríe, pero se pone muy rojo.

-No, eso no tienes que decírselo, es capaz de caparnos, arrancarnos los testículos a los dos, dile que no tengo problemas, aunque sigo teniéndolos y tú podrías curarme si quisieras.  –a veces me da la impresión de que el muchacho es mucho más maduro de lo que por su edad debiera ser.

Quedan dos horas de luz cuando vuelven del partido, ahora el día es más largo, vienen contentos celebrando la victoria del equipo de Louis, y después de  un rato los tres niños encabezados por Gonzalo vuelven a volar el aeroplano, entre gritos cuando alguno de los pequeños comete un error y el avión está a punto de estrellarse.

André coloca unos troncos en la chimenea y Vivianne prepara una limonada casera, llama a los chicos para que beban y vuelvan a su diversión, voy con ellos para participar de sus risas, cenamos y hacen juegos de mesa. Le veo a Gonzalo disfrutando del día y de la familia, me siento tan bien que creo que me voy a dormir recostado al calor de las llamas y arrullado por las voces que me llegan de la mesa.

-¿Qué tal te ha ido con el chico?  -la cama es pequeña para los dos, pero se ha propuesto que, como sea, tiene que estar en la cama conmigo.

Le cuento algunas de las cosas que me ha dicho, un resumen muy extractado.

-Se la he mamado –esto sí que le ha parecido una bomba.

-¿Qué? ¿Te has aprovechado de un niño?  -se ríe y me hace cosquillas.

-Para, para, nos van a oír.  –se arrima a mí y se le está subiendo la verga, le gusta y excita lo grotesco de la situación y lo que le termino de decir.

-Si aún no tiene que salirle la leche, ¿o sí?  -me está provocando para que le cuente los detalles.

-Venga Gonzalo, seguro que a ti a los quince años te salía y en cantidad, me ha dicho que va a tener esa edad pronto, y sabe deliciosa, de verdad, no como la tuya, pero muy rica. Mañana te cuento más ahora vamos a dormir.

-Te la quiero meter, mira como la tengo, me la has puesto tú con los juegos que te llevas.  –la verdad es que me da un poco de reparo el que nos oigan, tenemos sus habitaciones una a cada lado de la nuestra y con cualquier ruido que hagamos van a suponer de que se trata.

-Te prometo que será suave y sin meter ruido, solo tenerla dentro.  -lo pienso un momento.

-Vale, de acuerdo, pero en el suelo que haremos menos ruido. –colocamos el edredón sobre la madera y me ofrezco a mi hombre.

Se mete entre mis piernas y comienza a comerme las tetitas a besos y chuparlas. El morbo de que puedan escucharnos acelera la excitación que siento, y no me hubiera importado que me la hubiera metido en ese momento, pero sería muy corto y quiero devorarle con mi boca y con mis dientes. Añado un extra de fogosidad a sus deseos.

-Dice que quiere que le folle, ¿tú qué dices?  -río mientras muerdo con dulzura sus huevos.

-¡Joder! No me digas esto que me pones a mil.  –su verga ha dado un salto al escuchar mi confesión, ¡ahh! Gonzalo, te adoro.

-Me dejas que te coma el culo. –no tengo que insistir y me lo entrega todito para mí.

Me gusta buscar con mi lengua su fruncido ano entre la maraña de sus pelos, prefiero los hombres con pelos en el culo y en todas sus partes viriles, les realza su poder de machos y les hace muy varoniles y deseables, así siento a Gonzalo, y su abundante vello en sus partes me excitan y estimulan mi apetito para comerme su culo.

Comer, lamer, morder, penetrar, es lo que hacen sin parar mi boca y mi lengua, podría haberle dado por el culo en ese momento, en que lo tenía tan dilatado que entraban en él mis cuatro dedos índices y corazón, y se lo abría más, tirando con ellos hacia sus costados.

Se masturbaba con suavidad suspirando enterrada su cara en el suelo, reprimiendo los gritos que en otro lugar y momento hubiera lanzado al aire, y yo peleón y deseando invadirme de su sabor a poderoso macho que ahora tenía rendido ante mi experta boca.

-¿Me la metes o te la meto yo? No aguanto más tu viciosa boca de puta.  – dejé su culo y le empujé para que cayera sobre el edredón.

-Ya he trabajado bastante, tengo la lengua rota, ahora te toca a ti.  –me tumbé y subí mis piernas abriéndolas para llegar con mis manos a la entrada de mi culo, pasaba las yemas de mis dedos por mi ano provocándole, y comencé a meterme los dedos untados de mi saliva mirándole obscenamente, invitándole a que me penetrara sin pedírselo. Un juego de lascivas miradas a sus ojos y su verga, que no dejaba de mover en su mano preparándola para meterla.

Cerré los ojos y emitía quejidos de placer metiendo mis dedos en su totalidad en mi ano y con la otra mano acariciaba mis tetillas, los abrí y continuaba mirando la provocativa perversión de mis movimientos y actos.

-¡Qué puta eres!  -me retorcía y suspiré como si mis dedos llegaran a mi alma y la estrujara.

Ese fue el final de mi provocativo número de exhibición, apartó con brusquedad mi mano y colocando su verga la metió de una vez logrando que tuviera que morder mi mano y se me saltaran las lágrimas.

-Esto es por provocarme como una puta.  -al momento el dolor pasó y el placer era mayor, lo compensaba.

Su barra de carne caliente y vibrante entraba y salía con fuerza, arrancando suspiros y sollozos de mi garganta que a veces no podía aguantar y reprimir.

-Gonzalo, mi macho, dame tu leche ya, me estas volviendo loco. –y seguía hasta que le pedí su leche, y entonces el malvado se detuvo, se inclinó y las gotas de sudor de su bigote salpicaron en mis labios, los suyos húmedos de sudor cubrieron los míos.

-Si quieres mi leche tendrás que sacármela como al chaval.  –se colocó sentado en mi pecho y aproximo su polla a mi boca, la abrí para recibirla goloso, con su doble sabor tan rica, y chupé como él que quería que mamase, echó su cabeza hacia atrás suspirando ruidoso de placer, la manzana de adán subía y bajaba de su garganta como se estuviera tragando el mundo.

Se inclinó metiendo su verga hasta fondo de mi boca y comenzó a correrse entrando y saliendo de mí, algún chorro entró directo en mi garganta y otros quedaban en mi boca de donde escurrían por mi mentón, no podía contener la cantidad que tiraba y tampoco tragar.

Mientras él terminaba de vaciarse, llevé mi mano y masturbe mi polla que estaba pegando en su ano, subí mis caderas como si estuviera en el interior de su culo y reventé llenado de mi leche su espalda.

No podía respirar con la angustia de mi orgasmo y su pene en mis labios aun soltando semen, la sacó un poco y pude liberar mi boca y respirar el aire que necesitaba.

Después de un momento y ya tranquilo, volvía a follar mi boca cabalgando por encima de mi cabeza, por un momento creí que iba a continuar hasta correrse por segunda vez, pero era un juego, se la limpié bien con mi lengua, él recogió lo que había escurrido en mi cuello y faltaba su espalda.

Entre risas ahogadas se la limpié con mi polo que ya no me pondría hasta lavarlo, no me atrevía a salir al pasillo e ir al baño y colocamos el edredón otra vez en la cama, y así dormimos, envueltos en el aroma del sexo que habíamos disfrutado.

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Me despertaron los ruidos, seguramente los habituales de la casa, música clásica de fondo y lejana, puertas que se abren o se cierran, alguna voz que habla intentando no ser excesivamente ruidosa y ese tipo de cosas.

Me sentía prisionero de unos brazos que pasaban por mi cuerpo, y el calor de alguien pegado a mi espalda, que echaba su aliento en mi hombro y cuello a la vez que unos labios me besaban.

Moví mi mano hacia atrás y tropecé con el muslo de Gonzalo pegado a mí, ronroneé del gusto que sentía y estire mis piernas haciendo que sonaran los cartílagos de algunas articulaciones.

-Qué bien estoy Gonzalo, quiero una cama pequeña y despertar siempre de esta manera.  –sentía como se movía su pecho por la risa sofocada.

¿Qué planes tenemos para hoy?  -preguntaba y no quería moverme.

-Ayer habló André de ir andando hasta cerca de donde tiene las colmenas, un paseo de unas dos horas para hacer un poco de ejercicio. –la luz entraba por la ventana atravesando los visillos.

Salimos al pasillo buscando un baño, sabíamos que había varios, pero no nos habían adjudicado uno. Toqué con los nudillos de mi mano en una de las puertas de los chicos y no obtuve contestación, me encogí de hombros mirando a Gonzalo y entonces se abrió una puerta.

Era Louis con una toalla anudada a su cintura y con el cabelle húmedo. Tenía un pecho y abdomen marcaditos y anchos hombros, su pelo le tapaba los ojos y movió la cabeza para apartarlo.

-Perdona Louis, estamos buscando un baño que esté desocupado o éste se nos mea.  –le señalé a Gonzalo que cruzaba las piernas y se sujetaba la polla que le exigía ser liberada de la presión de la vejiga.

Nos indica la puerta enfrente de nuestra habitación sin poder contener su risa ante la pantomima de mi chico, que era cierto que tenía unas ganas tremendas de vaciarse, había aguantado en la cama por mi culpa.

Le dejé a Gonzalo que vaya al baño mientras recojo el neceser. Cuando iniciamos el descenso del piso alto nos envuelve el olor a esquisto café, nos están esperando todos sentados ante la mesa de la cocina preparada para un festín y desayunamos como fieras.

El calzado no es el más adecuado, y menos si se pone a llover ya que el cielo está muy nublado, pero la mayor parte del camino está asfaltado y nos tenemos que arriesgar. Vivianne viene con nosotros y el pequeño Jean se queda rezagado para acompañarme al final del grupo.

En algún momento de la noche se me ha ocurrido una idea, complicada pero que si resulta puede ser la solución para el chico, y necesito darle alguna otra vuelta, pensar en ella y en los pasos que tengo que dar ya que implica a varias personas.

Tengo que pedirle a Gonzalo que acepte volver el próximo fin de semana a Lille, el domingo marcharíamos los dos ya que el lunes debo comenzar mi nuevo trabajo de una semana en Londres.

Conseguir de Rayhan el teléfono de Denis para hablar con él, y que éste quiera pasar un par de días con nosotros.

Pedir a André que nos deje a su hijo Jean ese fin de semana para pasarlo en Lille.

La idea es que los chicos se conozcan, estoy casi seguro de que Denis gustará a Jean y al revés, o esa es mi ilusión, el caso es que convivan esos días, se hagan amigos y puedan relacionarse, es todo un sueño, una quimera, pero algo debo hacer por este niño y que no se quede postergado sin poderse relacionar con chicos similares.

Me repito varias veces el plan en mi cabeza, para ver sus ventajas e inconvenientes, y desfallezco cuando veo que priman los segundos sobre las primeras, pero lo que sí es cierto es que si no lo intento estará todo perdido o será más difícil para Jean.

En el camino de vuelta le explico mi plan a Gonzalo, no pone objeciones para venir a Lille, además como sabe que iré con él a Londres a trabajar una semana se siente contento.

-¿Y cómo se van a relacionar entre ellos? Uno vive en Lille y el otro en un páramo perdido en la nada.  –le miro un poco picado.

-Ayúdame y no me pongas pegas, piensa un poco, pueden invitarse algún fin de semana en Lille y otros aquí, lo que hacemos todos, y Lille está a una hora de tren de Béthune.  –me ha echado un jarro de agua fría por la cabeza y acabamos de empezar.

Cuando llegamos de vuelta del paseo, quieren montar el aeroplano de Louis y marchan a las cocheras y yo sigo con mi plan, si sale bien, eso que tenemos ganado y si no es así, al menos lo hemos intentado.

Llamo a Rayhan y tengo suerte porque me contesta al momento, le pido el número del móvil de Denis y lo conserva, ¡qué Alá se lo pague! Luego hablamos y no está contento, sus tíos le controlan mucho, extraña a sus hermanos y amigos, y espera que todo se resuelva para iniciar el nuevo curso de septiembre en Lille. Estudia todo lo que puede y se esfuerza, quiere poner contento a Anwar y tenerle a su favor de esa manera.

A su prima y novia no la ve, vive en otra casa y se queja de que le obliguen a casarse con quien por ahora no quiere.

No me pregunta por mi marcha, sabe que por ahora no volveremos a vernos y nos dependimos con un triste nos queremos. Ya tengo un paso dado.

Los jóvenes continúan con su trabajo que parece resistírseles, no se escuchan los rugidos de motores y André con su mujer hablan en la cocina mientras preparan lo que vamos a comer. Han abierto una botella del vino que Gonzalo le ha traído y me ofrecen una copa, la rechazo, pero acepto un trozo de queso que tienen partido en triángulos sobre la mesa.

-No sé si será posible que Jean pase el fin de semana en Lille, con Gonzalo y conmigo.  –tengo que explicarles mi idea de presentarle a chicos de la ciudad, con los que pueda relacionarse, aprovecho con todo mi descaro, para decirle que Jean no tiene problemas salvo el de no encontrar chicos iguales a él.

No veo a Vivianne muy convencida de que lo que pretendo resulte bien. Entiendo que son sus padres y pueden verlo de otra manera. En este caso André me dará la contestación el lunes después de hablarlo y valorarlo entre ellos.

Y por fin se escucha el zumbido, que no rugido, de dos motores, ya tienen en funcionamiento las dos máquinas que surcan el cielo, y miramos por la ventana de la cocina sus maniobras, los chicos, que para eso son muy hábiles, van cogiendo el truco de los mandos, Gonzalo ha depositado su confianza en ellos y les aplaude o les enseña a realizar un espectacular rizo.

Espero que algún día juegue con nuestros niños como ahora lo hace con estos.

Comemos y nos tenemos que marchar, Gonzalo vuelve en el Eurostar para no hacer trabajar a su personal una tarde de domingo, tenemos tiempo, pero necesitamos estar solos y los muchachos estudiar que este fin de semana han hecho muy poco esfuerzo.

Nos despedimos, y ante la mirada angustiada de Jean no tengo contestación, pero le pido su móvil para que podamos hablar, todavía está todo muy verde y sin madurar, no puedo infundirle esperanzas que luego no se cumplan y sea peor.

La vuelta la hacemos en silencio, Gonzalo me mira a veces y yo voy pensando, vamos a mi estudio y aprovecho para poner una lavadora con mi ropa y que vaya trabajando.

-¿Quieres que te lave algo?,  hay sitio en la lavadora.  – como está instalada en el cuarto de baño no le oigo y salgo para preguntarle de nuevo. Mira el retrato de mis padres y las flores lánguidas y muertas en el búcaro, si hubiera estado Ray no hubiera sucedido esto.

-Vamos a dejarle a Wes algo de trabajo, solo se tiene que ocuparse de mí, y de tu armario que no termina de llenarlo.  –coge el retrato en sus manos y no deja de mirarlo.

-Tu madre esta guapa a pesar de los años, ¡cómo te pareces a ella!, ¿tú también tendrás el pelo blanco de mayor y esta hermosa cabellera?  -me causa cierta alegría que me diga que me parezco a mi madre, y espero que también en su apostura, sin coger los kilitos que le sobran a mi padre.

-Gonzalo tienes cervezas en el frigo si quieres, no tengo sirvientes para que te la ofrezcan. ¿Sabes que se me va a olvidar hacer todas estas cosas en tu casa?  -parece que si le apetece y coge una lata.

-Espero que te quede tiempo para dedicarlo a mí, además tendrás que hacer otras cosas.  –se sienta en el sofá con la lata de cerveza en la mano, no se la ha servido en un vaso.

-Bien, ya tengo todo un poco recogido, si quieres podemos marchar al hotel para recoger tu equipaje y dejar el coche, ¿cómo lo vas a entregar?  -cojo las llaves y mi bolso, él no ha terminado la cerveza.

-Ven aquí tenemos mucho tiempo, siéntate un momento, el coche lo recogerán mañana los de la compañía, ese fue el trato.  -me siento a su lado, de rodillas en el sofá mirándole.

-Ha sido maravilloso lo que has hecho estos días con los chicos, Nico enamoró a las mujeres de la familia y tú has conquistado a los hombres. –le debo de mirar muy enamorado porque me lleva hasta tener nuestros rostros tocándose y acerca sus labios para que sea yo el que le bese, en señal de reverente pleitesía, acorde con mi postura arrodillado ante él.

Quiero transmitirle con mi beso mi adoración y amor por él.

-Te va a salir bien lo que pretendes hacer con el pequeño, no puede ser de otra manera, como tú te entregas a todo lo haces tiene que resultar un éxito.  -abrazo su cuello y tiene que dejar la lata sobre la mesa para cogerme en sus brazos.

-Me alegraría tanto y tú me ayudarás, te amo Gonzalo, eres tan bueno. –nuestros besos se hacen interminables y nos chupamos la boca, con sonoros ruidos de nuestros labios al aspirar ávidos nuestras lenguas.

Sin darnos cuenta tenemos abiertas nuestras camisas para comer nuestros pechos, y nos volvemos impacientes retirando lo que estorba, para que nuestras pieles se unan y se intercambien el calor y los olores.

-Eres terrible mi bebe hermoso, te deseo Dani.  –no puedo contestarle, porque su verga me llena y mi boca está ocupada, pero le respondo con mi alma intensificando la movilidad de mi boca para darle el placer que merece.

Sus suaves manos acarician mi cabeza, y paso la punta de su verga por mis labios y mi cara, noto el calor que proyecta y la suavidad que transmite logrando que tiemble emocionado.

Me levanta para darme la vuelta y me deja de rodillas en el borde del sillón, se monta sobre mi y su polla acaricia mi espalda, sus manos mis hombros mientras besa mi cuello logrando que me sienta servil y entregado a él, sabe llevar su papel de activo macho y deja resbalar su polla marcando mi espalda con su precum, como cualquier animal marca su terreno y a sus hembras, son actos instintivos en él para manifestar su dominio y poder.

Sus movimientos son suaves y de cortejo que me privan de mi voluntad, para que prevalezca la suya que impera. Inolvidables sensaciones de entrega y sometimiento, manifestadas con suspiros y jadeos mientras espero ser atravesado por su verga cuando él quiera.

Sigue acariciando mi espalda con sus manos, pasando su jugosa polla por ella y repasa sus abdominales por mis nalgas, para que sienta el poder del macho que me va a hacer suyo. Al fin se afinca en mi espalda y respira entrecortado, y me monta colocando su pene en mi entrada, y empuja para irlo metiendo sin prisa y sin pausa, en embestidas suaves y placenteras, dominándome desde el ano a la cabeza.

Me cabalga dulcemente montado en mi espalda, metiendo su pene profundamente, atravesando mi culo y llegando a mi vientre llenándome de felicidad y de dicha.

Las sensaciones resultan irresistibles a veces, y tengo que cerrar mi culo contrayéndolo rodeando su polla, y suspira cuando la nota abrazada por los anillos de mi ano. Entra y sale en un vaivén de locura lujuriosa.

Deseo que esto no termine nunca, permanecer así, poseído y domado ante él, mi amor endemoniado de placer, que me otorga su hombría y que la quiero más y más, sin que se salga de mí, ni que me deje.

De su boca sale un rugido de satisfacción cuando comienza a descargarse en mi interior, y mi ano le aprieta, para retenerlo todo y quedar impregnado de su esencia, de su vida que se le escapa de sus huevos para dejármela a mí, queriendo preñarme con ella.

Me quedo quieto, expectante, sintiendo las profundas y violentas sacudidas de su verga en mi vientre vaciándose, notando como me va llenando y yo recibiendo, como hembra entregada a la fecundación de su macho.

Cuando queda satisfecho clavado en mi culo, llega con su boca hambrienta a mi cuello para lamerlo e hincar sus dientes y decirme furioso.

-Ahora tú, quiero que te corras como nunca, que sientas el mayor placer.  –respira entrecortado y entregado a su labor, y reanuda su delicioso movimiento de entrar y salir de mi culo.

-Me voy a correr Gonzalo, que dicha, estoy loco.  –el que se vuelve loco es él y emplea toda su fuerza para atravesarme hasta llevarme al gozo total.

Mi orgasmo es placentero y doloroso a la vez, lleno de angustia. Me duele la punta de la polla y quiero descargar y sacar todo lo que me llega en tropel, es tanto el placer que no llego a explotar, a arrancar y sacar de mi interior lo que siento, hasta que en un esfuerzo supremo, encorvo mi espalda, y hago fuerza para expulsar de una vez lo que me mata de placer.

Tomamos una rápida ducha y nos vestimos hablando mientras nos preparábamos, es la primera vez, quizá la única, que Gonzalo me hace el amor en mi casa.

Después de nuestra fenomenal follada no quería dejar de besarme y lamerme, pero teníamos que marchar, terminábamos de tenernos y planeábamos el nuevo encuentro.

-¡Joder!,  Gonzalo, que puto  me siento, terminas de follarme y ya extraño tu polla, me estoy convirtiendo en un demente del sexo que no se cansa.  –se ríe y deja de subirse el pantalón para abrazarme.

-Sí que es raro, pero me sucede lo mismo, ahora mismo estoy pensando en cómo será la próxima vez y como podré aguantar sin ti.  –le beso en los labios y le empujo para que termine de vestirse.

-Puedes contratar a uno de esos chicos o chicas para desahogarte.  –vuelvo a recoger las llaves, la lavadora ha terminado sus ciclos y no tengo tiempo de atenderla.

-¿No te importaría que lo hiciera?  -le miro sorprendido.

-Me has dicho que ya lo has hecho, y no, no importaría si lo necesitas, pero no quiero que dejes de amarme, eso me matará algún día, dentro de poco me tendrás para cuando me necesites y hacer lo que quieras de mí.

El coche queda en el hotel como estaba previsto y vamos en taxi a la estación, tenemos que esperar aún más de una hora y cuando pasa los controles voy caminando hasta el estudio.

A pesar del amenazante cielo no llueve, hace fresco y mi caminar es ligero, voy alegre por cómo ha resultado todo. La despedida ha resultado tierna y triste, marchaba animado por la aventura que seguramente viviremos la semana próxima con los chicos, le veía colaborador y entusiasmado.

Cuando André me diera su respuesta y Denis la suya ya tendría todos los elementos para construir la catedral, luego a esperar que los materiales y arquitectos supieran cumplir con su función.

Si todo resultaba bien, tendría que reservar una habitación para Jean en el hotel, en el estudio no podíamos estar todos y tampoco deseaba dejar de gozar mis ratos con Gonzalo.

Parece que estaba urdiendo un complot o algo parecido, para someter a los demás a mi plan, pero me sentía bien y llegué a pensar que hice lo que debía en aquel momento, hacerle la mamaba al chico que a él le gustó y a mí también, el pobre tenía mucha necesidad y duró muy poco hasta correrse.

Todavía debía hacer cosas en casa y como tenía mi cena en el frigo, esperé las noticias de Gonzalo para quedarme tranquilo de que había llegado bien a su casa.

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