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La mama de Beto

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Una señora en toda la extensión de la palabra, un día me la presentó Beto, en la ocasión que lo acompañé a su casa, porque teníamos un trabajo que presentar, en una exposición y yo no tenía una computadora laptop, y el sí, por ello fuimos de visita para verla, y saber si le quedaría al proyector que se tiene en el plantel escolar, me presentó a la señora Susana, que es muy amable, por cierto, y es viuda, de unos 48 años, y con otras dos hermanas que luego les platicaré sobre ellas.

Bien… lo cierto que allí se creó el antecedente para visitarlo más a menudo, fue un éxito lo de la proyección en la sala de usos múltiples de la escuela, y la exposición fue buena, así que seguí visitando a Beto, para diversos trabajos, y como a la cuarta visita en 22 días de haber conocido a la señora Susy, me encontré con que Beto, no estaba, y que la señora estaba sola, y con un dolor de cabeza a causa del estrés, que está muy de moda, como me pasó muy amable para que le hiciera compañía un rato, ya que yo no traía prisa, y Beto ese día no iría por allí, me ofrecí a darle un masaje en donde estaba sentada una silla cómoda en la sala, y comencé a masajearla, mientras platicábamos de diferentes temas, hasta que me dijo que le contara, con sinceridad, si era verdad que yo sabía mucho sobre la sexología, pues según platicas que escuchó tras las cortinas un día entre Laura y Beto, y Rosy y Beto, en otra ocasión, pues se interesaba en saber ella más sobre el asunto.

—Por supuesto doña Susy que quiere saber —le dije.

Ella me dijo que desde que era viuda, hacía ya 8 años, pues sus relaciones con otros hombres no eran tan satisfactorias, y que su difunto marido no era muy conocedor del todo, me preguntó si se podía explayar conmigo en la plática, que por que se le hacía muy necesario hacerlo con alguien que le inspira confianza y que su servidor le parecía un profesional, y su confianza había crecido con el tiempo de conocerme. Eso me halagó, y le conteste, que podía decirme y contarme lo que ella quisiera, así como omitir si deseaba los detalles que hoy por hoy no creyera prudente hacerlo.

Me contó con detalles su vida sexual, y me dejó entrever que sentía la necesidad de tener un encuentro fuerte de sexo, y que como sus fantasías fueron frustradas, nunca supo que “chupar” estaba permitido, pues el tabú de sus tiempos se decía que eso solo la hacían la “putas que son muy puercas”, pero al escuchar a Laura y Rosy hablar de ello como algo tan natural, eso le recordaba que en ocasiones estuvo a punto de hacérselo a su marido cuando estaba ebrio, pero que se detuvo siempre por lo antes mencionado en su cultura. Y preguntó un poco menos tensa:

—¿Profe usted que opina por mis tendencias?

—doña Susy está usted en todo su derecho de hacerlo, no es una moda, es un uso que siempre se ha llevado a cabo en diferentes culturas a través del tiempo, así que no dude y en cuanto tenga su oportunidad con su “novio” en turno, hágalo, y desahogue su gusto.

—solo que —me dijo— es que no le tengo confianza a nadie de los que conozco, y si me da pena y se burlan por mi edad y mi turbación, porque mejor no me enseña usted primero, y bueno después yo veo la forma —me enterneció y bueno, accedí.

Así que después de discutirlo un poco, le dije que si gustaba, la terminaría de relajar en su recámara, aceptó un tanto ruborizada, no sin antes decirme que solo querría chupar un poco, y así fue, pues ella no quería darle chamba a sus ovarios si no a su fantasía, y la puse a mamar como pueden mirar, y era tanta su ansiedad, y su cariño como agradecimiento, que me ha hecho la felación más rica que he probado con mucha ternura, más que fogosidad, pues era como acariciar algo anhelado, hecho realidad.

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