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48.1 Preparando el encuentro

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Ayer había hecho mis deberes para con la casa, y preparado una lista de compras, la fruta, yogures y cervezas, también algo para la oficina como café y té, alguna galleta…, quizá fuera mi última aportación a la despensa común.

Anwar vino a recibirme con un ramo de flores en sus manos, el espectáculo resultaba hasta cierto punto gracioso, un cuerpo gigantesco de viril hombría sosteniendo un ramo de flores, me dijo que lo había preparado su mujer recordando como Rayhan me las traía algunas veces.

Reí complacido y quería retirárselas para meterlas al estudio, le entregué el portátil para recogerle las flores y se me cayó la llave del coche en el intercambio, intentamos recogerla a la vez y nuestras cabezas chocaron.

Estuve a punto de caer y me sostuvo sujetándome por la cintura con su brazo, sentí un estremecimiento al contacto y la fuerza de su cuerpo que él debió notar, elevé la vista para mirarle y darle las gracias.

Sus oscuros ojos brillaban en una mirada rara, lo cierto es que en mi locura pensé, que deseaba seguir estrechando mi talle. Extraño a Ray, mi hermoso muchacho árabe, y proyecto en su padre mis deseos de él.

Me retiré y caminé hacia la puerta del estudio para dejar el ramo metido en agua, a la tarde las dispondría, y me siguió hablándome de Ray que le había llamado, y comentado como habíamos estado conversando.

Me despedí de él azorado, al abrirme el portón y pasar el coche a su lado, a la altura de la ventanilla, pude observar el gran bulto en su entrepierna, como si estuviera excitado y tuviera una fuerte erección.

Durante el trayecto me reprendía a mí mismo por tener esos pensamientos, que intentaba retirar de mi mente sin conseguirlo del todo. No podía ser que Anwar se excitara conmigo, resultaba del todo imposible, estrambótico y delirante lo que mi cabeza imaginaba.

Y el pensamiento volvía a golpearme con furia recurrente, y buscaba otros momentos donde hubiera podido apreciar algo, y a cualquier roce o insignificancia le daba crédito de verosimilitud para alimentar mi fantasía desbordada.

En un descanso entre reuniones pude hablar con Denis que me saludó gozoso, él estaba en un descanso entre clases y tampoco tenía mucho tiempo para hablar, fui breve.

-Verás, necesitaba pedirte un favor que te va a llevar un tiempo, por lo menos el fin de semana que viene y es posible que no te venga bien.  –escuchaba otras voces que hablaban cercanas a él.

-Perdona Daniel, voy a retirarme un poco que aquí hay mucho ruido.  –al momento pude volver a escuchar su voz.

-Dime lo que deseas que haga, sabes que si puedo lo haré.  –vaya, que bien, estos son amigos de verdad y elevé una plegaria al cielo.

-Quiero presentarte a un chico que necesita cierta ayuda y he pensado que tú eres la persona ideal para que convivas con nosotros el fin de semana y le conozcas.  –me extendí contándole lo que quería y hablamos un poco más para darle algunos resumidos detalles.

-Pediré permiso en casa y me inventaré algo, no te preocupes, pero te llamaré para quedar.  –le notaba nervioso, seguramente tenía que volver a clase.

-Gracias Denis, muchas gracias, ya verás que te gustará como es y te prometo que lo pasaremos bien.  –y le dejé para que volviera a sus ocupaciones de clase.

Estuve en tres reuniones a lo largo de la mañana con André y no me decía nada, me hacía pensar que no se atrevía a comunicarme la decisión que habían tomado, dado su mutismo presentía que iba a ser negativa.

Fue a la hora de comer donde me pidió que esperara, quería hablar conmigo y me sentía desasosegado e intranquilo, pensando lo podría decirle a Jean, lo sentía por él pobre niño.

-Bueno Daniel, he podido convencer a Vivianne de que debemos dejaros a Jean, no es que desconfiemos de vosotros, es nuestro hijo pequeño, pero estamos convencidos de que todo lo que hagas será con la mejor intención.  –creo que se me debió de iluminar el rostro de la alegría que sentí porque mi jefe comenzó a sonreír, lo que no había hecho en toda la mañana.

-No te preocupes André, estará bien y si todo resulta como espero será bueno para Jean, es un chico tan…, tan especial para mí, que le cuidaré como lo harías tú, pero de otra forma.  –estaba convencido de la alegría que le iba a dar a Jean, cuando le dijera que iba a estar el fin de semana con nosotros en Lille, con la bendición de sus padres.

Mi trabajo comenzaba a relajarse, a partir de mañana Elie acudiría a las reuniones en mi puesto, y yo estaría para asesorarla. André quería que las llevara tomando notas como lo hacía yo, sin admitir que ella podría hacerlo diferente pero mejor.

A la tarde estaba impaciente por recibir la confirmación de Denis, para poder hablar con Jean y Gonzalo, poder asegurar a este último que todo iba por buen camino conforme con el plan trazado, y con Jean para escucharle reír.

Me detuve para cumplir con mi programa de compras, y pasé  un poco de tiempo paseando entre las góndolas del supermercado, viendo productos sin intención de comprarlos, temía encontrarme a Anwar en su trabajo.

El patio estaba vacío y se veía cerrada la puerta de las dependencias de Anwar. Había marchado ya y con tranquilidad fui vaciando el maletero del coche. Comencé a preguntarme el motivo de mi miedo a encontrarme con el hombre, después de hacerme varias veces la pregunta, y buscar motivaciones a mi impulso de esquivarle, llegué a la conclusión de que a quien tenía miedo, era a mí mismo.

Nunca me podría causar daño, si sentía algún tipo de impulso o atracción hacia mi podría pararle, y si era cierto no podía culparle por ello, era humano y podría suceder a pesar de negarme las evidencias, pero yo, ¿qué haría ante esa situación?

Así descubrí el motivo de mi miedo, de una forma primitiva y visceral Anwar no me resultaba desagradable, todo lo contrario. Podría ser por su parecido con su hijo o por su portentosa capacidad de atracción sexual para hombres como yo, tenía que evitar el contacto con él todo lo que pudiera.

Miré el ramo de flores que me trajo Anwar dispuestas en el jarrón y volví a recordar a Ray y los ratos tan hermosos pasados con él en el estudio. Preparé ropa que no podía lavar en casa, la metí en una bolsa y salí para llevarla a la lavandería, paseé tranquilamente por la Gran Plaza sin entrar en los establecimientos que eran frecuentados por amigos, no quería entretenerme más que lo imprescindible.

Había comido mi fruta cuando Denis me llamó, se disculpó por la tardanza, tenía el permiso concedido y estaría con nosotros esos días y di un grito de alegría, era el último obstáculo de la carrera, le detallé un poco más mi estrategia y le pareció bien, no tenía problemas en introducirle en sus círculos de amigos. Me despedí a toda prisa después de darle las gracias, quería comunicar la noticia a Jean.

Estaban cenando en este momento.

-Jean, tengo que hablar contigo.  –fue lo primero que le dije cuando escuché su voz.

-Estamos cenando, pero no te preocupes que siendo tú no habrá problemas para hablar.  –había sido poco cuidadoso con los horarios dejándome llevar por mi entusiasmado y eufórico estado.

-Lo siento, puedo llamarte después.  –me disculpé sabiendo lo rigurosos que eran respetando los actos familiares.

-No te preocupes, me retiro un momento de la mesa, me lo está ordenando mi padre con gestos, me había dicho que me llamarías y te estaba esperando.

Le dije cuál era el plan para el fin de semana y grito de júbilo, y me pareció que lloraba.

-Hablaré con André para saber la hora y los detalles del encuentro, ahora se bueno y vuelve a la mesa.

-¿Daniel?  -su voz sonaba acongojada.

-Te quiero.  –sentí que me tocaba el corazón la ternura del niño y reí para tranquilizarle. Solamente por ese momento merecía la pena todo el esfuerzo que hiciera.

-Eso no es una novedad, ya me lo has dicho antes, ahora vuelve a la mesa, no quiero que mi jefe me castigue por malograr su trabajo de familia.  –conseguí arrancarle una risita nerviosa.

Había sido un día repleto de acontecimientos, pequeños y sin importancia, pero que me habían mantenido en tensión todo el día y ahora respiraba satisfecho.

Cuando hablé con Gonzalo, y después de comunicarle las últimas novedades le dije que reservaría una habitación en el hotel para los chicos.

-Me encargo yo, le pediré a Borja que lo haga, no tienes que esforzarte más.  –rápidamente se ofreció a prestarme su ayuda.

-No sé, pero es mi proyecto y no te voy a generar más gastos.  –soltó una espontánea y alegre carcajada.

-Déjame que haga algo, no pretenderás llevarte todo el mérito, es mi regalo para los dos chicos, un fin de semana como lo quieran pasar.  –era generoso como Nicolás y no les importaba el dinero.

-Denis te gustará, además de lindo es un buen chico, adoro como eres Gonzalo. -y no sabía lo que decir para expresarle lo que sentía en ese momento por él.

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Abrí ligeramente la cortina para comprobar que no había nadie en el patio, vi que estaba desierto y apresuré mi paso para entrar en el coche antes de que apareciera ese “alguien”.

A través del espejo retrovisor puede observar la figura de Anwar, parado y observando mi huida. Sentía una profunda vergüenza, ¿qué es lo que me estaba pasando? Estaba comenzando a actuar como un loco desequilibrado y con la razón perdida.

Ayer cuando disponía las flores en el búcaro, no tan bien como las colocaba Ray, me prometí afrontar lo que fuera con valentía y ahora escapaba como una zorra descubierta en el gallinero, para que el granjero no le descerrajara un tiro por pretender cazar sus gallinas.

Cuando hablé con mi jefe quedamos en que nos entregaría a Jean a la tarde del viernes, quería saber el costo del hotel para pagarlo él.

-Lo he hablado con Gonzalo y quiere pagar todo lo de los chicos, es posible que haya quedado muy contento de cómo le atendisteis en su visita.  –lo último se lo dije en plan de broma que él captó y se puso a reír, no insistió y pensé que era mejor así.

Estaba contento y alegre cuando llegué al deportivo donde me esperaba Rafael, me invitó a un té helado para luego ir a recepción a pagar la mensualidad que iniciábamos.

-Tengo que decirles que es mi último mes, ¿tú que vas a hacer?  -me miró y no supe descifrar lo que me transmitía su mirada.

-Continuar, me has enviciado con la natación y aquí lo paso bien, no voy a empezar otra actividad si esta me gusta, como te marchas intentaré involucrarme más con el resto de los nadadores.  –le miré con pena, dejaría de disfrutar de su alegre compañía.

-Tendré que organizar una despedida o algo así, para pasarlo bien unas horas todos juntos.  –le miré pidiendo su opinión.

-No te preocupes ya lo está resolviendo Evans y creo que ha hablado con tu madre.  -le miré sorprendido y pidiéndole que siguiera, se dio cuenta de que yo era desconocedor de todo y se puso rojo como la grana.

-¡Yo no he dicho nada!, y merezco que me corten la lengua. Ya he estropeado la sorpresa.  –no pude dejar de reír al ver su expresión tan preocupada.

-No voy a decir que lo sé, no te descubriré y me haré el sorprendido, ante todo, pero cuéntame.  –dudó y no quería hablarme, pero mi sonrisa le convenció.

-Están preparando un encuentro una fiesta para tu despedida de Lille.  -y por los datos que me da, que se los tengo que sacar con el garfio del capitán Jake del “País de nunca jamás”, Gonzalo también está al corriente de lo que están organizando.

Después de la natación y cuando llegamos a mi estudio, le pedí que pasara a tomar una cerveza y seguir hablando, por si estuviera Anwar aún en su trabajo. Por enésima vez había tomado la decisión de encarar las cosas y ahora me sentía vencido de antemano, continuaba huyendo.

El patio estaba desierto y luego, después de organizar mi bolsa de deporte, marché con él hasta los bares de su calle, encontré a Natalia y me quedé con ella y otros amigos, Rafael se iba a preparar para ir a encontrarse con Evans.

Había resultado un día más tranquilo que ayer y pasé un buen rato con mis amigos, dejando descansar mi cabeza y sin pensar, solo hablando por hablar.

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Esta mañana me forcé a ir despacio hacia el coche, había llegado a él cuando pude ver que se abría la puesta y apareció el padre de Ray, se fue acercando, y aunque nervioso, esperé a tenerle al lado para poner en marcha el motor.

Me saludó normal e hizo algún comentario sobre el tiempo, yo confirmaba con movimientos de mi cabeza o asentía con monosílabos mirándole.

-Hoy no estará tan bien como ayer y puede llover, deberá tener cuidado.  –continuaba con su habitual amabilidad, como si ayer no se hubiera dado cuenta de que escapaba de él como alma que lleva el diablo.

Sentía la inmensa atracción sexual que desprendía su imagen y el poder que ejercía sobre mí, creía notar sus olores de hombre y tuve que mirar al frente, y meter una velocidad para comenzar a mover el vehículo, estaba confirmando que mi locura era real y mis, “mis” pensamientos muy sucios.

A la hora de comer miraba pasar los minutos para que llegara el momento de hablar con Gonzalo, se me hacía eterno el tiempo y esperaba que al escuchar su voz la tranquilidad me envolviera.

-Mi amor, ¿cómo estás?  -no esperó mi respuesta para continuar.

-Borja ha reservado la habitación para los chicos, ¿has pensado dónde los llevaremos?  –eso no era importante para mí, quería dejarles su tiempo y su espacio, que los acontecimientos se fueran desarrollando sin tener preparado un programa turístico de agencia.

-Te necesito Gonzalo, quiero tenerte aquí ya, lo de los muchachos ha dejado de ser una preocupación, el encuentro está resuelto y después serán ellos los que deban actuar y ver si congenian, eso no depende de mí.  –detuvo su hablar para cambiar de conversación.

-¿Sabes que a la abuela no le ha parecido bien el que vaya dos fines de semana seguidos a Lille? Luego se ha conformado al decirle que la semana que viene estarás aquí.   –me parece encantador de su parte el que nos quiera tener, pero seguro que entiende nuestras necesidades de resolver nuestros compromisos.

-Voy a procurar llegar temprano y cogeré un coche alquilado. por si nos apetece viajar a algún lugar cercano.  –su voz es amable y no desea otra cosa que complacerme, adelantándose a veces y haciendo proposiciones que me ofrecen otras opciones de actuar.

A la tarde paso algún tiempo con Rafael y no me apetece ir a bailar, no por el baile en sí, que me vendría muy bien, tengo miedo a no saber ocultar que conozco los manejos que Evans se lleva con mi madre preparando la fiesta de mi partida.

Como me quedo solo voy a pasear hasta el zoológico en los jardines de la Citadelle y vuelvo pasando por el frente de Notre Dame de la Treille, está cerrada y no puedo entrar a reflexionar y escuchar su maravillosa música.

Tengo la tentación de llamar a Denis y quedar con él para hablar, luego pienso que ya le voy a distraer de sus obligaciones del viernes al domingo, no puedo exigirle más esfuerzo.

Paso por la lavandería para recoger la ropa que dejé y me voy para casa. Al final los pronósticos de Anwar sobre la lluvia no se han cumplido, el día ha estado amenazando con tormentas, pero no he tenido necesidad de correr para guarecerme.

El resto del tiempo lo ocupo escuchando música, respondiendo correos y hablando con Gonzalo, antes lo he hecho con Nico y ha sido él el que me ha llamado, sobre todo para decirme como lo ha pasado en Barcelona y Madrid.

En Agosto Jaime volverá a Bristol y él espera ir a visitarle, y aprovechar para vernos a nosotros en su casa de Bristol o trasladándose a Londres.

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Controlé mis miedos y esperé hasta que el padre de Ray me abrió el portón como era habitual y me despidió con un gesto de la mano, sin hablarme salvo un escueto saludo. Las temperaturas van subiendo y es muy agradable el paseo que doy con Elie hasta la depuradora.

La empresa vecina, a la que depuramos sus aguas a cambio del vapor que nos envía sin costo, quiere realizar unos análisis a la salida final antes del vertido en el río, debe entregarlos a Medio Ambiente y tienen que hacerlos ellos mismos por sus propios procedimientos.

Estoy interesado en ver en qué consisten las diferencias analíticas, permanezco en la convicción de que los informes que les remitimos cumplen toda la reglamentación.

A la hora de comer recibo un correo, es de una amiga española que encontró trabajo en Alemania, al llegar a su casa se ha encontrado una carta de su empresa comunicándole su cese, así de frío ha sido todo y no ha cumplido seis meses en el trabajo.

Rafael logró que me olvidara de todo con sus juegos en la piscina, tenemos que esperar unos minutos hasta que se libera una calle y juega con los chicos que están en la zona libre, tengo que intervenir y ayudarle a desprenderse de ellos que se aferran a su cuerpo hundiéndole.

Mientras voy nadando pienso en el centro donde Gonzalo acude a hacer gimnasia, si tendré gente para pasarlo bien como aquí con Rafael y estos chicos, intentaré convencer a Gonzalo para que me acompañe y espero que llegue a enamorarse del agua como ha sucedido con Rafael, que comenzó a nadar por otros motivos no tan nobles.

Se sienta en el estudio y toma una cerveza mientras me espera, quiero ir al centro con él para no quedarme encerrado en casa. Después de despedirme, en un bar cercano de donde vive, está Ramón con su novia y Natalia, me quedo con ellos para pasar un rato hablando.

-Daniel prueba esta cerveza, te va a gustar, tiene un cierto sabor a regaliz y como a ti no te gusta la cerveza, puede que ésta sea de tu agrado.  –miro a Natalia, bebe de una botella, “kwak” es la marca, y es belga.

-Sí que me gusta beberla alguna vez, pero no lo hago frecuentemente.  –no consigo entender cómo pueden beber tanto, y además aquí la cerveza tiene más grados que en España.

Al llegar a casa me llama Denis para saber si tiene que venir mañana al estudio, le pido la dirección de su casa para ir a recogerle y le adelanto que vamos a estar en un hotel y sabe cuál es, está a unas paradas de metro de su casa y se niega a que vayamos a buscarle, irá él por su cuenta a la tarde.

-Gracias Denis, estaré siempre en deuda contigo, pero vamos a pasarlo bien. –insisto en ponerle bonito mi proyecto y no es necesario. Denis es un chico encantador y deja translucir la buena educación que ha recibido, ya me lo había comentado Rayhan, la diferencia de nivel social y económico que había entre ellos y que entorpecía, de alguna manera, su relación.

-Soy yo el que te debo mucho a ti Daniel, nunca podré olvidar tu infinita paciencia con Ray y conmigo.  –la imagen de su bonito cuerpo desnudo y nervioso junto al mío acude a mi mente, me echo a reír gozando del recuerdo, como es lógico nunca olvidará al hombre que le desvirgó.

-No me lo recuerdes, voy a calentarme si pienso en aquellos momentos, ahora mismo ya me estoy excitando.  –suena su ronca risa al otro lado.

-Yo lo hago muchas veces.  –reímos los dos y nos despedimos.

Cuando hablé con Gonzalo le sentía tan próximo, tan cercana su llegada, era pasar una noche y unas horas del día para volver a tenerlo a mi lado.

-Necesitaré llevar mi coche a Londres cuando vaya para allá y no sé cómo hacerlo.  –de alguna forma y aunque me doliera dejar Lille, tenía que empezar a pensar en mi vida futura.

-¡Qué no se te ocurra!, tienes aquí los coches que necesites y con el volante a la derecha, en su lugar, no te preocupes, no tienes que traer nada, aquí tendrás todo lo que necesites; tus oficinas están cerca de las mías, compartiremos el transporte, estate tranquilo y pásalo ahora bien.  –el no tener que preocuparme de lo que encontraría en el nuevo destino, me permitía ocuparme de liquidar mis compromisos en Lille, y lo que quedara pendiente se encargarían de resolverlo en Recursos Humanos, no es tan complicado como cuando llegué aquí la vez primera.

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El trabajo con Elie ha exigido toda mi atención durante la mañana, André quería que analizáramos todo el detalle de mi trabajo pendiente, por quedarse ella al cargo total la próxima semana. Era totalmente innecesario ya que mi compañera, en este momento, controlaba todo a la perfección según mi parecer.

Quedé con él para la tarde, ya que iba a llevar a Jean al hotel, y recogí mis billetes para el Eurostar del domingo en Recursos Humanos. Poco más me quedó para hacer a la tarde, y por eso se me hizo muy larga la espera para coger el coche y emprender el camino de regreso a Lille.

Tenía el tiempo bastante ajustado para prepararme antes de ir al encuentro con Gonzalo, y metí apresurado mi ropa en la bolsa cuando recibí su llamada, comunicándome que iban a tomar tierra en Lesquin. Eso suponía que en poco más de una hora estaría en el hotel.

Cuando pasaba delante de Saint Maurice aceleré el paso, primero porque iba tarde y segundo porque me devoraba la impaciencia. Suspiré aliviado al encontrarme delante del edificio de las ventanas ovaladas, tenía reservada la habitación de siempre y eran dos contiguas las que figuraban a su nombre, no necesitaba más datos para encaminarme hacia los ascensores a paso rápido.

Cuando me abrió la puerta estaba hablando por el móvil, empezaba a coger fobia a estos aparatos, no sabían estar sin ellos siempre pegados a sus oídos.  Me abrazó con el brazo izquierdo sujetándome del talle y tirando de mí hacia el interior de la habitación.

Tiré mi bolsa al lado de la cama y me colgué de su cuello, no dejaba de hablar y mordí su barbilla buscando sus labios, el maldito teléfono era más importante que yo y me conforme con abrazar su cintura y aspirar la fragancia de su cuerpo.

Tenía que haber llegado hacía unos minutos, no le había dado tiempo más que a quitarse los zapatos y soltarse la corbata, me aparté de él y dejó que mi brazo resbalara por su mano.

Fue a sentarse en la butaca ante la mesa escritorio, le abracé por detrás y comencé a desabotonarle la camisa y meter mis manos para acariciar sus tetillas, le sentía como temblaba y se encogía ante mis caricias, reía viendo sus esfuerzos por desasirse de mí sin dejar su seriedad al hablar con el que fuera que tuviera al teléfono.

Me di por vencido y le deje que hablara tranquilo, metí con rapidez mi ropa en el armario, me quité la chaqueta y los zapatos y me tire cuan largo era sobre la cama. Gonzalo se levantó y noté que se iba poniendo nervioso al tenerme esperándole, anduvo de la ventana a la puerta y le miraba soñador y con la mirada pervertida deseándole.

Para mi resultaba apetecible y necesario como el agua para un sediento y quería bebérmelo entero, que dejara ese horrendo invento de una vez y me dedicara su tiempo.

Fueron dos minutos más, y al fin, con gesto victorioso, dejó el móvil y se acercó a la cama donde le esperaba ahora más tranquilo. Se me quedó mirando de la cabeza a los pies sin hablar y le apareció una sonrisa traviesa que para mí le hacía parecer más bello.

Sin mediar palabra cogió mi pie derecho y lo despojó del calcetín, lo apretó entre sus manos y se llevó a la boca, puso sus labios sobre el empeine y lo beso con ternura.

-¿Qué haces Gonzalo?  -me había dejado sorprendido su gesto.

-Adorarte mi vida, quererte todo. –se tiró en la cama sobre mí y comenzó a buscar mis puntos donde sabe que tengo cosquillas, me retorcía entre sus fuertes brazos hasta que fue bajando la intensidad de sus caricias.

Se colocó a mi espalda estando yo de costado, su pecho me cubría y me sentía totalmente dominado, y dispuesto a permitirle cualquier cosa antes de que volviera a hacerme cosquillas.

-Te amo diablillo y no sé qué hacer para dominarte.  –era tan dulce su tono, tan irresistiblemente poderoso y enérgico a pesar de la dulzura que destilaba, que suspiré entregado al placer de su ternura y su fuerza.

-Gonzalo te adoro.  –tiré mi culo hacia atrás para que entrara en contacto con su pelvis retraída.

-No podría quererte más vida mía. –sus brazos recogían mi pecho apretándolo hacía él, protegiéndolo, y comenzó a subir mi camisa.

- Dani, es lo más hermoso que me ha podido suceder, poder tenerte de esta manera, que me quieras.  –era imposible resistirse a sus palabras y un susurro lastimero se me escapó sucumbiendo a su fuerte presencia.

Mi reacción fue volverme, y mirarle con deseo demencial en mi mirada, mordía sin poderme contener mis labios.

-Te deseo Gonzalo, te quiero dentro de mí, hazme tuyo.  –me lancé a comerle la boca como un desesperado demente, necesitaba llenarme de él, sentirle, salir de mi estado de espera y actuar ante su amable pasividad.

-Tómame, amor mío. –sentía que moría del deseo tan urgente que surgió. Quería tenerle desnudo, frotar mi cuerpo sobre el suyo, envolverme en él y ser solamente uno.

Me escurrí mientras retiraba mi ropa y desesperado tiré de su cremallera para meter mi mano y buscar su miembro henchido, vibrante, duro y tieso, anhelante de deseo.

Ante mi respuesta de contundente desesperación rio sordamente y bajó sus pantalones y bóxer.

-Tómala es toda tuya para que la mames y la comas.  –apareció deslumbrante ante mi vista, grande, rotunda, húmeda y escurriendo pre semen de su moreno prepucio.

Me excitó ver su reacción más aún de lo que estaba y metí la punta de su verga en mi boca, era todo húmedo y oloroso el pellejo del que tiré con mis dientes y absorbí disfrutando de su suavidad sedosa entre mis labios.

Escurrí su pellejo apretando con mis labios para sacarle el sabor, lo retraje y apareció su rojo glande que lamí goloso, suspiró cuando lo apreté con mis labios y batí mi lengua en golpecitos contra él.

-¡Ahh! Sí, me la mamas como nadie. –emitía gruñidos que me animaban a chuparla y meterla profundamente en mi garganta. La escupí para volver a meterla y que con mi saliva resbalara mejor en mi mano y mi boca.

Me apartó de su verga para llevar mi boca a la suya.

-Me gusta el sabor de tu boca igual a mi polla. –y metía su lengua profundamente llevándose mi saliva y su olor que antes había quitado de él.

Volví a su pene mientras él retiraba mi ropa de mala manera. Gemía con su pene en mi boca y mamé hasta que me sentí dolorido y cansado y lo saqué.

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