Nuevos relatos publicados: 16

Historias de oficina (10)

  • 26
  • 14.383
  • 9,56 (18 Val.)
  • 2

Tengo dos cosas que decir antes que empiecen a leer el relato:

1) Les pido mil disculpas por la tardanza, les aclaro (por si la idea ronda en sus mentes) que no voy a abandonar la serie, solo estoy complicado y me gusta tomarme mi tiempo para entregar lo mejor que tengo para toda la gente que la lee, se toma el trabajo de escribirme o simplemente le pone algunas estrellas.

2) ¡¡disfruten la parte10!!

 

**********

 

Capítulo 10 (Consecuencias de las consecuencias)

 

—Escuche Sr…

—Weber, Luke Weber, Srta. Márquez —respondió.

—Escuche Luke, lo único que yo quiero es salir a caminar, relajarme un poco —digo pidiéndole un poco de comprensión— solo quiero… distraerme.

—La entiendo Srta. Márquez, pero debe disculparme, soy responsable por su seguridad —dijo con una mirada totalmente inexpresiva— El Sr. Vask hizo especial énfasis en que Ud. No corra ningún riesgo.

Era inútil seguir discutiendo, cerré la puerta bastante molesta, regresé al living, me recosté sobre un mullido sofá, encendí la televisión y empecé a hacer un estúpido “Zapinng” mientras pasaba el tiempo, localice una película que ya había visto un numero incontable de veces, pero realmente no había nada más para ver, las horas pasaron si siquiera darme cuenta, escuche movimiento afuera y pocos segundos después el “Lider” del grupo armado afuera entro a la casa.

—Lamento importunarla Srta. Márquez, pero hay una mujer afuera que desea verla —dice saludando respetuosamente.

—Gracias Luke…. —Sonrió amigable— ¿Quién es?

—La Srta. Ángela Berit Srta. Márquez —responde simplemente.

—Que pase —digo sonriendo, aunque realmente no sé quién es, pensé—y… Luke si lo desea puede llamarme Mariza, Talvez si nos tratamos sin tanta formalidad podamos entendernos mejor.

—No Srta. Márquez no lo deseo… y déjeme decirle algo, no estoy acá para ser su amigo ni divertirla…me pagan para mantenerla segura y arriesgar mi vida por Ud. -dijo al momento que se retiraba con paso firme.

Que tipo más maleducado… Ángela Berit, Ángela Berit, ese nombre danzaba una y otra vez dentro de mi mente, lo conocía de algún lado no era la primera vez que lo escuch…. ¡¡ahhgg noo!!

—¿Dónde está Víctor? —pregunto apenas entro sin siquiera saludar—tengo unas cosas que entregarle.

—“te recuerdo maldita” —pensé durante unos segundos mientras elegía como la confrontaría —Víctor salió, tenía cosas que resolver.

—¿Cosas que resolver? Suena como que no sabes donde esta…

—No hace falta que lo persiga constantemente…es un adulto sabe lo que hace y sé que puedo confiar en el —escupo

—¿Confiar en él?

—Si… ¿No hacen eso las parejas? —siento el peso de su mirada y también la oscuridad que puedo ver claramente. “Así es, no te le acerques más”

—Ya veo… si, aunque debes cuidarlo, es un muy buen partido… sospechaba que no era la única mujer que había caído en sus manos, en estos días había estado distraído, ahora me doy cuenta... en fin ya que él no está me voy, disfruta tus días de novia.

—Adiós —respondo fríamente mientras veo como se retira.

Estaba totalmente furiosa, total y completamente furiosa…. “en estos días había estado distraído” ¿Qué significaba eso? ¿Víctor se había estado revolcando con esa… prostituta rubia mientras me decía mi amor? Mis rodillas tocaron el suelo bruscamente mientras las lágrimas comenzaban a caer por mis mejillas sin control, pasaron pocos segundos antes que mis manos cubrieran mis ojos ocultándome del mundo, de mi dolor “lo dijo para molestarte, Víctor no te lastimaría de esta forma, es esto lo que ella en realidad quiere, arriba Mariza” mi mente trataba de consolarme sin ningún éxito, le había contado mi dolor, mis miedos, había prometido que no me lastimaría…. “te prometo que eres una de las cosas más reales que me pasaron en mi vida, pero sobre todo te prometo que nunca… nunca haría algo para lastimarte” … me recosté sobre el sofá y entre llantos quede profundamente dormida.

Algo me despertó, mis ojos permanecían cerrados mientras mi mente intentaba resolver que era lo que me había despertado, sentí un suave beso sobre mi ojo derecho, pasados pocos segundos sentí otro sobre mi ojo izquierdo, un tercer beso choco suavemente contra mis labios, abrí mis ojos, Víctor estaba arrodillado a mi lado con una boba sonrisa, me encontré con su mirada, pero… ¿qué es lo que lo que veo en ellos? Estoy segura que encontraría cualquier sentimiento menos amor… ¿Cómo podría ver amor si me estuvo engañando? ¿Me engaño realmente?

—¿Te dormiste mirando una película romántica acaso? —dijo riéndose

—Tal vez sea una película que solo yo puedo ver… —dije apoyando mi cabeza sobre una de mis manos, mi codo se hundía en el esponjoso sofá

—No te entiendo…

—Tu amiga Ángela estuvo acá —note que se puso tenso, pero no dijo nada— ¿Tienes algo para decirme?

—Claro que no —dijo poniéndose

¿Acaso estaba enojado?... me levanté y lo enfrente cara a cara “¿me engañaste mi amor?” estaba tentada por preguntar, pero inmediatamente descarté la idea, había llorado mucho sin tener la seguridad de que fuera cierto lo que me dijo esa… mujer.

—Prometiste que me dirías la verdad…

—¿Piensas acaso que alguna vez te mentí?

—¿Te has acostado con ella? —pregunte sin rodeos.

—¿Con quién?

—Con esa… con Ángela

—¿Dudas acaso de mí?

—Eso no responde mi pregunta.

—Pero por favor Mariza, no sé qué fue lo que te dijo, lo único que sé, lo único de lo que puedo estar seguro es de lo que siento cada vez que te veo, cada vez que estoy cerca de ti, la calma que me trasmites, el deseo que tengo de besarte de amarte de hacerte mía.

—Necesito que me respondas mi pregunta —respondí tratando de evitar sus palabras

Su respuesta no llegaría, me di vuelta esquivando su mirada, camine hacia la habitación que habíamos usado la noche anterior, la habitación en la que la noche anterior me había entregado a Víctor, la noche en la que le había contado una historia que no había contado a nadie salvo a la policía y a mis padres, comencé a juntar las pocas pertenencias que había alcanzado a llevar.

—Mi amor… hablemos ¿Si? —decía desde la puerta su mirada permanecía fija en mi pequeño bolso de mano— no te vayas por favor.

Continúe sin prestar atención a lo que me decía, se me partía el corazón verlo sufrir… pero yo también estaba sufriendo ¿Qué me ocultaba? Me sentía muy lastimada, muy engañada, termine de acomodar mi pequeño bolso volviendo al living mientras él me perseguía pidiéndome que no me vaya, hasta que tomándome del brazo me obligo a dar media vuelta.

—No puedes irte Mariza o… —dijo sosteniéndome del brazo

—¿O que… me vas a pegar?

—¿Que? ¡No! —dijo horrorizado, soltándome rápidamente— mi amor… nunca te lastimaría.

—¿Te acostaste con ella? —Volví a preguntar.

—Sí, fue en nuestro primer vuelvo a Alemania, la conocí en la reunión que nos organizó Aigner —Comenzó a decir sin perder vista mis ojos—paso… algo en esa reunión y otra vez en mi oficina, pero desde que decidimos darnos una oportunidad a esto que nos pasa… a esto que siento cada vez que te veo, necesito que me creas por favor.

—¿Vos necesitas que yo te crea?

—Por supuesto que lo necesito ¿Cuándo lo vas a entender? Yo, te necesito, te necesito a mi lado… por favor —susurro

—¿Dónde fuiste? —aparto la vista de mí y la deposito en algún sitio perdido del living— yo también te necesito, pero yo necesito a alguien que no me mienta, alguien que no me oculte nada y alguien que no me lastime

—No te vayas por favor —dijo en un tono casi inaudible.

Bajé la mirada alejándome de sus ojos, de sus palabras, me di vuelta perezosamente y le pedí a Mike y su grupo que me escoltasen a el aeropuerto de Berlín, tarde como dos horas en convencerlos que no los necesitaba más para que me dejaran sola de una vez.

—Uds., regresen a la propiedad Vask, iré cuando la Srta. Márquez aborde su avión —dije a sus compañeros— y eso no se discute señorita —dijo mirándome.

Observamos como los demás hombres abordaban el elegante auto blindado de color negro y se alejaban de nosotros perdiéndose de nuestra vista.

—Andando Srta. Márquez —dijo una vez que se marcharon sus compañeros

Entramos a las instalaciones de un aeropuerto abarrotado de gente, sus tiendas se encontraban llenas de gente procedentes de todas las partes del mundo que habían decidido ir a conocer la belleza que les ofrecía Europa. Nos acercamos a uno de los tantos bares que allí había y milagrosamente encontramos una mesa antes que otra pareja decidiera ocuparla.

—Voy por un café quiere algo Srta. Márquez… ¿té quizás?

—No gracias Luke.

—Me gustaría que acepte tomar algo conmigo, me gustaría hablar con Ud. antes que se vaya.

—Está bien Luke, acepto el té —dije resignada

—¿Negro?

—Si con dos cucharaditas de azúcar.           

Aproveche los minutos para detenerme a pensar un momento ¿Qué era lo que Víctor me ocultaba? Todo este asunto del viaje era algo muy raro, estar tan defendidos ¿de qué o de quién? Serian preguntas que no me respondería, mi permanencia a su lado era inútil, no me contaba nada no confiaba en mí, tenía que irme.

—Bueno… acá esta su té, negro con dos cucharaditas de azúcar —dijo sonriente mientras se sentaba— no quería perder la oportunidad de hablar con Ud. Srta. Márquez y pedirle perdón por mi comportamiento.

— Déjalo ya Luke está bien… hacías tu trabajo, supongo que tampoco puedo confiar en ti para que me digas que está pasando.

—No tengo permiso de divulgar nada de lo que se Srta. Márquez —dije luego de pensarlo durante casi un minuto

—Estas perdonado Luke, pero no entiendo porque todo está cubierto por una capa de mentiras y secretos —digo indignada pero el simplemente me observa con una expresión totalmente fría— adiós y gracias por el té “Aunque ni siquiera lo toque”.

Un pequeño abrazo fue mi despedida de mi custodio para luego subirme al avión, primera clase… era algo que definitivamente no estaba acostumbrada ahora podía permitirme este gasto, nunca me llamo la atención el lujo ni mucho menos el dinero solo necesitaba distraerme pensar en cualquier cosa menos en Víctor Vask. A mi mente vino la imagen de mi bella amiga… “viernes 25: hoy volví a mentirle a Mariza, no quiero preocuparla, ella es mucho más frágil que yo y ahora que está comenzando algo con Víctor sería un acto muy egoísta… la amo, sin quererlo se convirtió en un pilar de mi vida…no me tiene que estar cuidando, me duele mi rostro, pero más me duele mi corazón…”

—Claro que no amiga, no soy frágil, voy a cuidarte Eva —susurre a la oscuridad de la noche que observaba por la pequeña ventanilla.

El departamento de Eva estaba totalmente en silencio, acostada a su lado podía escuchar su respiración, su rostro hundido en la almohada le proporcionaba cierto respaldo de mis preguntas de mis preocupaciones, su respiración se acelera, un sonido invade la habitación ¡está llorando! Siento temor mucho temor ¿puedo ayudarla acaso? La observo llorar contra la almohada respirando dificultosamente, mi mano no lo resiste más y toca su espalda, ella se remueve incomoda, cambia de posición y me observa a los ojos, soportando su dolor.

—Hola nena linda —dice suavemente.

Sus palabras pasan a través de labios lastimados, soy observada por una mirada triste muy triste sus hermosos ojos son ahora la sombra de lo que solían ser al estar tan hinchados de tanto llorar, puedo ver que una sonrisa le causa dolor debido a los fuertes golpes que tiene su rostro.

Me despierto de repente empapada en sudor, enormes gotas cuelgan de mi rostro, estoy agitada es demasiado, los secretos de Víctor, las insinuaciones de Ángela, la situación de Eva, sentí una gran punzada de dolor en mi pecho, nuevamente mis manos volvían a cubrir mi rostro mientras rompía en llanto totalmente desconsolada.

—Debería ser contra la ley que alguien haga llorar a alguien tan hermosa como Ud. —dijo el pasajero que se encontraba sentado junto a mí a la vez que me ofrecía su pañuelo.

—Gracias —dije aceptándolo para secarme las lágrimas que cubrían mi rostro— creí que estaba dormido ¿Acaso lo desperté?

—No para nada, Michael Sellers un gusto conocerla —dijo tendiéndome la mano— ¿puedo saber su nombre?

—Mariza Márquez, el gusto es mío —respondí sonriente.

—En verdad es algo increíble.

—¿Qué cosa? —pregunte sin comprender que me quería decir.

—Lo hermosa que puede ser cuando sonríe.

—Sr. Sellers está incomodándome, por favor —volví a sonreír

—No estoy diciendo nada que este fuera de lugar.

Le sonreí por segunda vez, era una persona realmente cautivadora, su enorme sonrisa era contagiosa, una persona realmente carismática, sus ojos eran de un color miel muy intenso y contrarrestaban con su pelo color azabache, su atuendo era mucho más informal que el mío jeans negros con una camisa de lino blanca, no iba a negar que era realmente… cautivador.

—Disculpen, estamos por aterrizar, el capitán a encendido la señal de abrocharse los cinturones, muchas gracias por elegir nuestra aerolínea.

—Muchas gracias señorita —respondió Michael mostrándole una bella sonrisa que hizo sonrojar a la aeromoza.

El viaje me había dejado totalmente agotada no solo por la duración de este sino por las pocas horas de sueño que había conseguido, revise mi celular tenía nueve llamadas perdidas de Victor “No es el momento Vask”  Michael se encargaba de hacerme reír cada dos o tres minutos no solo por sus ocurrencias sino por las cosas que me decía que lograban ponerme nerviosa “¿Estoy coqueteando con un desconocido?” era una pregunta que se repetía una y otra vez en mi cabeza, salimos del aeropuerto y fuimos recibidos por su chofer quien nos esperaba apoyado en un hermoso Mercedes Benz, nos dirigimos a un bar cercano a tomar un café que recargue nuestras energías, el sol comenzaba a ponerse en la ciudad, mire mi reloj : 21:37

—Tengo que irme, mañana tengo que trabajar.

—Fue un gusto conocerte Mariza, no quiero dejarte ir —dijo con una sonrisa pícara.

—Si fue muy…muy… —mi cabeza me daba vueltas, me sentía terriblemente cansada— no se… no sé qué me pasa, me siento muy débil de repente.

—Vamos te llevo a tu casa.

—No, no imposible ya te saqué mucho tiempo —dije mientras sentía que por momentos me desvanecía.

—De ninguna manera puedo permitir que te vayas sola en ese estado, tu bolso sigue en mi auto, te llevo a tu casa no discutas. —dijo muy serio.

Me apoye contra los delicados asientos mientras mi cuerpo se desvanecía más y más escucha que Michael decía algo, pero no lo comprendía su voz se escuchaba a lo lejos muy a lo lejos, la oscuridad comenzó a rodearme, lo último que escuche fue como una nueva llamada llegaba a mi celular, el sonido iba desapareciendo mientras mi vista se nublaba por completo y el sonido del mundo desapareció.

Mi cabeza daba vueltas y vueltas, me dolía el cuerpo entero, abrí mis ojos, pero la oscuridad seguía ahí, mis brazos estaban inmovilizados del mismo modo que mis piernas ¿estaba sentada? Si definitivamente de un momento para otros empecé a sentir voces, mi cuerpo se tensó, la capucha que cubría mi cabeza fue retirada y tirada al suelo, era una habitación sucia, húmeda, podía apreciar que la luminosidad del sol colarse por una pequeña ventana, poco más que un tragaluz o una claraboya, de repente me invadieron los recuerdos de lo que había pasado en España hacía ya tiempo.

—Srta. Márquez que alegría que ya despertó ¿Se encuentra bien? —pregunto la persona que había retirado la capucha.

Era un hombre bastante corpulento, su cabeza era brillante sin ningún cabello, su mirada mostraba algo tenebroso para mí.

—¿Dónde estoy? —pregunte aun acostumbrándome a la luz que mis ojos sufrían.

—Esta será la primera y la última vez que le explique esto con tanta paciencia Srta. Márquez, las preguntas acá las hacemos nosotros Ud. Solo dedíquese a responderlas. Ahora… ¿dónde está Víctor Vask?

—¿Quiénes son Uds.? —pregunte aun encontrándome muy débil.

Una fuerte cachetada impacto contra mi rostro, mis músculos se tensaron al instante, trate de liberar mis manos, pero las fuertes esposas no iban a ceder ante un intento tan patético.

—No lo sé —respondí reponiéndome del golpe.

—Nuestra información dice que Víctor se encuentra en Alemania en este momento. ¿Cuál es su objetivo allá?

—“Acostarse con Ángela Berit creo” no… no lo sé —dije temerosa.

Una nueva cachetada estremeció mi rostro haciendo que mis lágrimas comiencen a salir y recorrieran mis pómulos.

—Srta. Márquez, estoy perdiendo la paciencia muy rápido ¿Qué está haciendo Víctor en Alemania?

—“¿Acaso dos cachetazos a una mujer indefensa es ser paciente?” ya le dije que no lo sé… de verdad que no lo sé —dije llorando muy asustada sabiendo lo que ahora venía.

Un tercer cachetazo más fuerte que los anteriores, impactó contra mi rostro, de tener la respuesta a esa pregunta tal vez nunca me hubiera ido de Alemania en primer lugar, mi teléfono empezó a sonar nuevamente dentro de mi bolsillo, el hombre misterios se acercó a mí por lo que mi cuerpo comenzó a temblar pero solo se limitó a sacar mi teléfono del bolsillo y atender sin siquiera decir un simple <hola>.

—Lo siento… la Srta. Márquez esta algo… ocupada en este momento —dijo luego de escuchar durante unos segundos— El hombre que la tiene ahora —dijo sonriendo.

**********

Me desperté de repente sin saber las cual era la razón, miré a la hermosa joven que se hallaba junto a mí, Mariza era increíblemente bella inclusive mientras dormía, no puedo evitar sonreír como un tonto, mire mi reloj <4:45 AM> era temprano, demasiado temprano. No sé exactamente cuánto tiempo estuve observándola, su pecho subía y bajaba en una respiración tranquila, relajada casi hipnótica, me levanté con mucho cuidado de no despertarla.

—No te vayas por favor… quédate conmigo Víctor —se escuchó tras de mí.

—Voy al baño, sigue durm… —me quede callado al ver que seguía profundamente dormida.

—No… no te vayas —dijo entre sueños

—No me iré a ningún lado, me haces muy feliz —susurre a modo de confesión.

¿Era real esto que me pasaba? Mi día comenzaba muy bien, sonreía como un tonto cada dos segundos escuchando una y otra vez las palabras de mariza dentro de mi mente “No te vayas por favor… quédate conmigo Víctor”, no tenía ningún interés en sepárame de ella, ya había olvidado lo que era sentirse así de feliz, volví al cuarto para terminar de vestirme, mariza estaba agitada y se removía en la cama, el ceño permanecía fruncido estaba diciendo algo.

—Eva… no la toques… Eva —logre entender

¿Estaba celosa de su amiga? no podía negar que Eva era una mujer muy hermosa pero jamás intentaría algo con ella, por un lado, porque era su amiga y en segundo lugar porque Mariza lograba cautivarme totalmente, lo que había pasado con Ángela… es decir Hannah, había sido porque era muy parecida a ella, me acosté junto a ella rodeándola con mis brazos, su respiración comenzó serenarse lo mismo que su rostro, mostraba de nuevo una expresión, tranquila, hermosa muy hermosa, mi teléfono comenzó a sonar por lo que me apresure a responder temiendo que mi bella durmiente despierte.

—Hola —susurre.

—Nos vemos en el bar Múnich en quince minutos. —la conversación se corto

Ángela… Hannah era una mujer misteriosa, otras veces era apasionada, otras resultaba manipuladora y engañosa, solo se parecía a Mariza por fuera, mi bella durmiente no era como esa fría agente de INTERPOL, ella era dulce, tierna, enamoradiza, vergonzosa, hermosa, con una risa fascinante, una sonrisa cautivadora y unos preciosos ojos que hacían que el monstruo que llevo dentro se calme, se duerma… tome aire mientras la observaba de nuevo, hora de irse, un rápido beso sobre su cabeza fue mi despedida de ella mi despedida en mucho tiempo.

Me dirigí hacia el bar Múnich ubicado en las afueras de la bulliciosa ciudad de Berlín no me parecía un sitio muy seguro, mi reloj marcaba <5:04AM> en estos momentos me gustaría estar acostado junto con mi bella novia… si eso pudiera decirse, no habíamos hecho nada formal, pero creí que era claro que mi atracción por ella era más que evidente, entre con dos de mis guardias a un lugar bastante concurrido a pesar de la hora, la agente Hannah me esperaba en una de las mesas más apartadas del bullicio y el desorden, me senté a su lado y la observe fijamente “no me dices toda la verdad ¿no es así?”

—Llegas tarde —escupió sin siquiera mirarme sus ojos estaban perdidos en la pantalla de su notebook, mientras daba un sorbo más a su café— ¿Desayunaras?

—No, no tengo hambre ¿me dirás a qué se debe el apuro de verme? —respondí en el mismo tono frio que ella.

—Mira esto —dijo acercándose más a mí.

Se estaba reproduciendo un video de la entrada a una propiedad fuertemente custodiada se podía visualizar hombres armados que tenían un paso claramente militar.

—¿Son soldados del ejército regular? —pregunte mientras seguía viendo la pantalla

—Lo eran, son desertores, todos y cada uno de ellos, al parecer ganan más con el repugnante general y sus sucios negocios.

—Lo quiero vivo

—Claro que sí, necesitamos tenerlo bajo nuestro poder para poder sacar la mayor cantidad de información que sea posible —respondió acercándose más a mí, tomo mi mano y la coloco sobre su pierna— por otra parte Sr. Vask me tiene muy pero muy abandonada —dijo mientras hacía que mi mano recorra la cara interna de su pierna en dirección a su sexo.

—Sí, entendiendo lo que dice Srta. Berit… —dije sonriendo— “Solo te pido que no me mientas, nunca me mientas, pero sobre todo no me lastimes… por favor Víctor” creo que es mejor que me vaya, te llamo más arde —dije retirando mi mano de sus piernas.

Salí del bar seguido por mis dos guardias, ingrese en la parte trasera del coche y ordene que me llevaran de vuelta a mi propiedad, no podía arriesgar a que Aigner se escapara, pero tampoco podía poner en peligro a Mariza por lo que tenía que atacar con toda la fuerza de la que dispusiera salvo un grupo que cuide de mi bella durmiente, entre en mi casa a ver si mariza seguía dormida, efectivamente no se había movido prácticamente mi reloj marcaba <5:45 AM> cada segundo era vital, las fuerzas del general notarían nuestra presencia, me dirigí a la cocina a prepárame una taza de café que reponga mis energías.

—¿Terminaste de apreciar la belleza de la cultura alemana?

Casi tiro la cafetera cuando me di vuelta rápidamente sacando un revolver que descansaba en mi cintura, mi inexpresivo visitante solo levanto las manos

—Mierda Flix… —solté respirando agitado al tiempo que guardaba mi arma— ¿Cuál es tu fascinación con ingresar sin permiso en mis propiedades?

—Tengo que hacerlo, prometí a Lorena que cuidaría de ti muchacho —su ceño se frunció mirando mi arma— y parece que estas por hacer una estupidez. Ella no aprobaría que vayas por ahí armado.

—Voy a dar un golpe contra Aigner, si quieres venir eres puedes hacerlo sino retírate de mí vista y vete a esconder a algún lugar mientras yo me encargo de todo —dije dándole la espalda.

Ese fue mi primer error, me sujeto del cuello mientras doblaba uno de mis brazos tras mi espada, intentar golpearlo fue el segundo error, un fuerte rodillazo en mi estómago se encargó de dejarme fuera de combate mientras mi cabeza fue golpeada reiteradas veces contra la heladera, estaba totalmente fuera de combate una de tus manos tomo un puñado de mis cabellos tirando de ellos mientras mi cuerpo seguía siendo presionado contra la superficie del electrodoméstico.

—Ahora escúchame niño mimado, no hace falta que juegues a hacerte el muchacho rudo conmigo, no trabajo para vos, no te debo nada lo único que me une a vos es esa promesa que debo cumplir con Lorena.

Me soltó y me quede mirándolo mientras intentaba reponerme de los fuertes golpes que me había dado, se acomodaba su fino traje eliminando unas pocas arrugas mientras me miraba fijamente.

—A mí también me duele está bien, no sos el único que quedo dolido con la muerte de ella, pero no podés hacer una estupidez. —soltó de repente a modo de confesión— te voy a ayudar.

—Lo lamento —dije mirando al piso— es que Lorena… bueno ya sabes era una madre para mí.

—Conozco todos los detalles, muchacho. ¿Qué sabes de este tipo Aigner?

—Su residencia es una fortaleza, está completamente llena de hombres fuertemente armados, está ubicada a las afueras de Potsdam, afortunadamente en la dirección contraria a Berlín

—Somos afortunados, veré que puedo averiguar y te llamo. —dijo retirándose dejándome solo y bastante adolorido.

Volví a mi habitación comprobando que mariza seguía dormida con cuidado de no despertarla busqué entre mis cosas sacando un pequeño paquete de papel madera que me había preparado lucio hacía ya algún tiempo, tome mi auto y en compañía de un pequeño grupo de mis guardias nos alejamos varios kilómetros de la bulliciosa ciudad, de Aigner, de mi bella durmiente, de Flix, de todos, me detuve en medio de una ruta desierta tire mi auto a la banquina y sacando uno de los cigarrillos de lucio comencé mi <ritual> la primera imagen que vino a mi mente fue de ella, si, la Sra. Lorena Ortega.

Luego de la cena con mis padres Victoria y me madre comenzaron a hacerse muy amigas, la familia perfecta se había separado, mi padre se había enterado que su mejor amiga tenía una aventura con su esposa, fue algo lo lastimo mucho, todos los días discutía con mi novia o con Lorena, no creía que en algún momento pudiera perdonar a mi madre por haber engañado a un hombre que la había amado durante toda su vida.

—¡¡Bueno basta Victoria, no quiero hablar más!! —grite furioso

—Mi amor… no puede ser que seas una persona tan cerrada, es tu madre.

—Dije que no quiero hablar más de eso —dije acercándome a darle un beso— me tengo que ir Lorena me está esperando en la empresa tiene algo que quiere decirme no sé, deséame suerte —dije mientras me retiraba.

—Suerte amor —dijo sonriente.

Era algo raro que Lorena me citara sin decirme para que era, aunque me había anticipado que era prioridad que me presente. Mi día comenzó muy bien a pesar de la dura discusión con Victoria, ella seguía defendiendo a mi madre, las cosas iban de mal en peor Alex también se había puesto del lado de mamá ¿En qué momento me declararon enemigo público de la familia? Llegue a la compañía cerca de las <7:00AM> desde que la salud de mi padre se había visto deteriorada, desde los empleados apenas comenzaban a llegar, algunos saludaban sin siquiera acercarse otros directamente evitaban mi mirada ¿acaso pasaba algo? Tome el ascensor que me llevaría hasta el último piso, entre en la antigua oficina de papá Lorena me estaba esperando sentada en su sillón.

—Víctor, pasa niño ¿Quieres sentarte amor? —comenzó a decir apenas me vio en la puerta.

—¿Qué pasa? —dije yendo al grano.

Sus ojos estaban fijos en mi pero no me decía nada, su expresión era muy claro algo había pasado… algo muy malo.

—Víctor… mi niño —dijo levantándose rodeo el escritorio acercándose hasta que por fin se arrodillo ante mí— mi vida.

—Me estoy asustando ¿qué paso?

—Mi vida… tu padre —comenzó diciendo acariciando mi mejilla— tu padre sufrió una descompensación en la noche.

Sentí que algo dentro de mí se destruyó en mil pedazos, podía sentir claramente las lágrimas comenzaban a resbalar por mis mejillas mientras mi cuerpo estaba totalmente inmóvil.

—Lo siento mucho amor… —dijo abrazándome con toda su fuerza.

Mi mente se encontraba en estado de shock, no creía lo que Lorena me contaba, no entendía las lágrimas que recorrían mi rostro, no entendía el dolor en mi pecho, solo sabía que el mundo que yo tenía se había derrumbado bajo mis pies, todo se tornó confuso, inseguro y muy difícil, todo menos al alrededor de Lorena, mi soporte, mi salvavidas, salí de la empresa prácticamente corriendo, conduje a toda velocidad hacia el único lugar que consideraba un refugio, mi refugio, una pequeña cueva en la cual jugaba con mi padre, entre casi a ciegas en su interior y grite con todas mis fuerzas una y otra y otra vez, hasta quedarme sin fuerzas, sin lágrimas, sin miedos o tristezas, tirado en el suelo me hice un ovillo, cuando la oscura y fría noche cayó sobre la cueva, me era imposible saber cuántas horas me costó dejar de llorar.

—Shh shh tranquilo amor, ya estoy acá. —dijo al momento que sus brazos me rodearon.

Me había encontrado, ¿Quién más sino ella? Mi amor, mi vida, mi victoria.

—¿Dónde más buscaría a mi dulce príncipe?... en su reino, su reino perdido —dijo dándome un tierno beso en mis cabellos— vamos a casa mi amor, vamos arriba.

Sería la última vez que pisaría ese lugar, el lugar que mi padre había elegido para nuestros juegos, el lugar donde trascurrió mi infancia, el lugar que fue mi primer secreto, el lugar donde me había dado el primer beso con victoria.

El sonido de mi celular logro sacarme de mi trance y llevarme nuevamente al presente, mire el nombre que la pantalla me enseñaba negando de mala manera.

—¿Qué pasa?

—Llevas horas desaparecido casi es medio día ¿dónde estás?

—Quiero que me consigas los planos de la residencia de Aigner, llevalos a mi propiedad apenas los tengas.

No quería escucharla más corte la comunicación de un modo no muy caballeroso pero el teléfono nuevamente empezó a llorar ¿me estaba haciendo un planteo acaso?

—¿qué pasa ahora? —respondí sin siquiera mirar de quien se trataba.

—Tenemos que hablar muchacho, tengo tu ubicación, quédate donde estas.

—Por mí no hay problema.

Corté la charla con Flix y volví a relajarme, prendí el último de los cigarrillos que lucio me había preparado, dejé que su influencia me arrastre, que mis sentidos vuelvan a alterarse, quería seguir recordando los hechos que habían ocurrido aquellos tristes días.

Habían pasado ya tres días desde la muerte de papá, Lorena no se había apartado de mí ningún día además de haber quedado al mando de todas las operaciones de la compañía, me encerré en mi nueva casa ocultándome del mundo, de lo que pudiera decir cualquiera, pasarían otros dos días para que resurja de mis cenizas si quería que las cosas funcionen Industrias Vask tendría que seguir mis decisiones por lo que me dirigí a las oficinas en mi camino a la antigua oficina de papá fue recibidos con abrazos y saludos, mis empleados estaban conmigo, al entrar en la oficina Lorena se encontraba reunida con la junta de consejeros de mi padre.

—Pasa muchacho, hemos estado hablando algunos temas —dijo uno de los miembros de la junta.

Rodee el escritorio ante la mirada de todos ellos y con un simple gesto con mi mano lo invite a que se levantara del sillón de mi padre, el lugar que debía ocupar la cabeza de la compañía, mi nuevo lugar.

—Víctor… como sabrás la junta se encuentra preocupada con todo lo que ocurrió, preparamos para ti un poder que te pedimos que firmes para asegurar el bienestar de la empresa. —dijo tendiéndome un gran contrato.

—Mi niño, lo que estos hombres quieren ofrecerte haciéndote firmar eso es tu retiro de Industrias Vask.

—Solo queremos lo mejor para la compañía, Víctor si firmas eso no tendrás que preocuparte de nada, nosotros nos encargaremos de todo, podrás divertirte y no asistir más a irritantes juntas o aburridas charlas económicas, nos haremos cargo de eso.

Por unos minutos me quede con la mirada perdida en el contrato ¿renunciar a todo? ¿sería acaso lo mejor para la compañía y el legado de mi padre?

—Víctor, tu padre te dejo todas sus acciones ¿Crees que él hubiese querido que abandones el proyecto de su vida?

—Creo que Víctor es bastante grande para hablar por sí mismo, firma y no tendrás más preocupaciones.

—Mi niño —dijo tomando mi mano y dándole un suave beso— te apoyare en lo que decidas.

Me levanté con los ojos fijos en la junta que me miraba con sonrisas hipócritas y palabras mentirosas, ese mismo día la junta fue disuelta, las acciones de mi padre junto con las mías me daban el control mayoritario quedando un diez por ciento en propiedad de Alex y cinco por ciento en manos de mi madre, fui implacable con cada uno de ellos, fueron tiempos difíciles en los que hubo que desembolsar mucho dinero, soportar el duro trato de la prensa y ver como algunos acuerdos internacionales se caían debido a la falta de credibilidad y responsabilidad que mi gestión había ganado, con el paso del tiempo Industrias Vask se había fortalecido posicionándose por sobre nuestros competidores y marcando una clara diferencia en el mercado armamentístico, fueron tiempos muy felices, Lorena y yo contra el mundo, contra cualquiera que se atreviera a oponerse a nosotros. Lo próximo que recordé fue la bola de fuego en la que se había convertido mi auto, mis gritos, mis llantos, la misma sensación de inseguridad y temor que me rodeo cuando me entere del fallecimiento de mi padre.  

Luego de mi reunión con Flix en la que planificamos como debería ser el ataque contra la propiedad de Aigner, recibí una nueva llamada de Hannah ¿estaba pendiente de mi esa mujer? Era tarde hacia bastante que la noche había caído sobre la hermosa ciudad de Berlín anochecido me di cuenta que no había comido en todo el día, estaba famélico tampoco pase tiempo con Mariza, pero tal vez una cena solo para nosotros hiciera que no se enoje, entre a la casa y la vi tendida sobre el sofá, frente a ella el televisor permanece encendido, eso explica que se durmiera llorando mi dulce mariza, la despierto con pequeños besos… que lejos quedaron esos momentos de amor y ternura en el momento que se va, Hannah estuvo con ella ¿Por qué no me lo dijo? Sea como sea Mariza se había ido, me invadió una profunda angustia, el hambre desapareció, ya no me importaba, ya nada me importaba, me acosté en el sofá donde ella estaba durmiendo y abrazándome a uno de los finos cojines con su perfume logre conciliar el sueño al menos hasta la hora fijada para el ataque.

<Como cambio todo> Esa era la frase que se repetía en mi mente una y otra vez, Lorena estaba muerta, los problemas con mamá estaban encaminándose hacia buen puerto, descubrí que podía enamorarme nuevamente y ahora estaba en medio de un tiroteo en la propiedad de un general alemán que acusado de una sarta de crímenes espantosos entre los que se encontraba el homicidio de mi segunda madre.  Sentí que mi cuerpo era empujado con violencia tirándome al suelo.

—¿Qué haces parado ahí como un estúpido? Concéntrate muchacho tenemos que cumplir nuestra misión antes que lleguen las autoridades o sus refuerzos… ¡¡AVANCEN!! —Flix guiaba el grupo de ataque que se movía en los jardines de la residencia del asqueroso general.

Había llegado el momento, finalmente lo estábamos haciendo, avanzaba escuchando las balas silbar a mi lado, lo malo de la situación era que las armas que usaban eran nuestras, nuestra tecnología, avanzábamos paso a paso cubriéndonos con las muchas estatuas de mármol que decoraban el suntuoso jardín, los datos proporcionados por Hannah eran fieles, teníamos los planos y sabíamos cómo debíamos avanzar, ingresamos dentro de la vivienda entre disparos, humo y polvo, un largo pasillo se extendió ante nosotros, cubierto de una tonalidad verde producto de los lentes de visión nocturna, el combate fue atravesando habitación tras habitación, metro a metro en un lugar atestado de enemigos, se extendía ante nosotros el salón principal en el que podía apreciarse pinturas, estatuas, jarrones y arañas, subimos la imponente escalera principal cubriéndonos de todos los frentes posible, los disparos eran interminables mientras sentíamos que llegábamos cada vez más cerca de nuestro enemigo, Aigner se atrinchero en una pequeña oficina con un puñado de cobardes, el avance se ralentizo todavía más, tiramos varias granadas cegadoras <O aturdidoras> e irrumpimos dentro de la habitación dando algunos disparos más, capturamos al general atando sus manos al mismo tiempo que pusimos una capucha  sobre su cabeza, retrocedimos esquivando fuego enemigo hasta llegar al camión que en primer lugar nos había permitido el ingreso a la residencia, afortunadamente no teníamos bajas aunque si muchos heridos algunos de ellos de gravedad, los equipos de primeros auxilios eran nuestro único elemento disponible, condujimos a toda velocidad hasta la solitaria pista en la que habíamos aterrizado la primera noche, las fuerzas del general pisaban nuestros talones intentando alcanzarnos, entre disparos y explosiones entramos como pudimos en la gran aeronave que nos sacaría del continente mientras éramos insultados por nuestro <invitado>  en una lengua la cual no entendía una palabra. El avión despego Europa desapareció bajo un cumulo de nubes, lo habíamos conseguido, Aigner era nuestro.

—Necesitas descansar muchacho ¿te revisaron los médicos? —pregunto Flix.

Sentándose a mi lado en el suelo del hangar, una breve charla tuvo lugar, aunque no le di importancia, era la cuarta vez que llamaba a Mariza el teléfono sonaba y sonaba, pero siempre me atendía el contestador <Hola soy Mariza, deja tu mensaje y lo responderé lo antes posible, un besito> “un besito mi amor, un besito.

Al otro día ya repuesto de mi cansancio y haber comido más de lo necesario ordene que Aigner sea trasladado a una pequeña casa que se encontraba a cientos de kilómetros de la compañía, esos terrenos habían pertenecido a el antiguo amigo de mi padre Ernst Wikell, ante la falta de alguna persona que se hiciera cargo de ellos se convirtieron en tierras fiscales, la pequeña casa que se encontraba en ellos fue utilizada por narcos que la usaban para ocultarse de las autoridades hasta que fueron abatidos por estas y la propiedad cayo  en el abandono total, mi gente llevo al agotado general encapuchado y lo ataron a una silla hasta que yo me presente. Disfrute cada momento verlo con la capucha atado a una silla sabiendo lo que tenía planeado, ordene a mi gente que me dejara solo y abandonara la propiedad. Me acerque lentamente a él descubriendo su rostro rápidamente, le permití que intente asimilar lo que estaba sucediendo.

—General Aigner, que gusto verlo, me complace que allá aceptado mi invitación. —dije irónicamente con una sonrisa en mis labios.

—Tus hombres fueron los que acribillaron a mis guardias y destruyeron mi propiedad, ordenaste que los asesinaran para capturarme.

—No… yo solo ordene tu captura, tu eres el cobarde que se refugió tras la vida de tus hombres… en fin, estoy contento que estés aquí conmigo.

—Si te atreves a hacerme daño, abra terribles consecuencias Víctor… te lo juro —dijo con una mirada desafiante

—Ya no me importan las consecuencias —dije tranquilamente mientras tomaba un bidón que se encontraba a mis pies.

Lo abrí rápidamente comenzando a mojar el suelo a su alrededor y luego a impregnar su cuerpo con ella mientras silbaba una alegre melodía, al reconocer el olor rápidamente empezó a suplicar y llorar por su vida, pero francamente ya era tarde, no me interesaba ninguna de sus palabras, sus excusas eran vacías y sus justificaciones insultaban mi inteligencia

—¡¡VICTOR… VICTOR POR FAVOR PERDONAME LA VIDA!! ¡¡POR FAVOR!! ¡¡ ESCUCHAME POR FAVOR! ¡FUI AMIGO DE TU PADRE, VI A TU MADRE EMBARAZADA, TE TUVE EN MIS BRAZOS, TE VI CRECER Y CONVERTIRTE EN UN HOMBRE, FUI TESTIGO DE TUS PRIMERO PASOS PARA CONVERTIRTE EN UN PRESTIGIOSO Y PODEROSO EMPRESARIO, ¡NO TENGO NADA QUE VER CON LA MUERTE DE LORENA!! ¡¡POR FAVOR VICTOR!! ¡¡SOY INOCENTE LO JURO POR MIS NIETAS, POR FAVOR!!

—Nunca creí que las cosas entre nosotros terminarían así, pero me declaraste la guerra y te atreviste a tocar lo más preciado que me quedaba en esta vida… —dije sacando de mi bolsillo un encendedor de bencina, un rápido chispazo creo una llama que se erguía frente a mi dándome el poder— Esto es por Lorena —dije tirando el encendedor de forma muy despreciable sobre el inflamable líquido que cubría al General.

Las llamas devoraron todo en un abrir y cerrar de ojos envolviendo con su abrazo mortal los restos de mi enemigo que gritaba por misericordia mientras era consumido poco a poco por algo tan insensible como es el fuego, solo contemplaba la escena y escuchaba sus lamentaciones, abandone las tierras, sin ningún tipo de culpa o remordimiento por mis acciones.

—Ya está mamá cumplí mi juramento —dije con una sonrisa.

Conducía por una ruta desierta abandonada de cualquier cosa salvo el sonido de mi auto desplazándose por ella, pasaría otro día hasta que me anime a llamar por décima vez a Mariza, el teléfono sonaba y sonaba… finalmente contesto.

—Mi amor… mi amor espera no me cortes por favor… sé que estás enojada, pero sé que podemos solucionarlo si hablamos por favor amor —solté todas las palabras juntas.

—Lo siento… la Srta. Márquez esta algo… ocupada en este momento —dijo una voz masculina grave, poderosa.

—¿Quién eres? —pregunte temiéndome lo peor.

—El hombre que la tiene ahora.

(9,56)