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Finjo ser la novia de mi mejor amigo

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RIIIIIIIING, RIIIIIIIIING

-Hola Javi, ¿Qué tal?... nada, estoy en casa aburrido… ¿Un favor?, claro hombre, ¿de qué se trata?... ¿No me lo puedes decir por teléfono?… Uy, qué misterioso, está bien, voy para allá.

Javi era mi vecino y mi mejor amigo, nos conocemos desde siempre y hemos pasado por muchas aventuras y desventuras juntos. Aquel día me llamó para pedirme un favor, pero le notaba algo extraño, normalmente me lo cuenta todo, pero esta vez no, así que me dirigí a su casa para enterarme de que le pasaba.

-Hola Carlos, gracias por venir.

-A ti por invitarme, Javi. Dime, ¿qué necesitas? Al teléfono te noté un poco preocupado…

-Lo estoy, no creas que es fácil pedirte esto, pero…

-Tranquilo tío, somos amigos, ¿no? Cuéntame.

-Verás… ya te hablé un poco de mis nuevos compañeros de clase, ¿no? El caso es que… bueno, ya me conoces, les dije que tenía novia, ya sabes, para presumir un poco y eso, pero ellos no me creen.

Javi siempre había sido igual: exageraba sus historias cuando no se las inventaba. No lo hacía con maldad, simplemente es el tipo de persona que piensa que las historias no necesitan ser ciertas para ser interesantes. Yo ya estaba acostumbrado a eso, pero parece que a sus nuevos amigos de la universidad no les hacía mucha gracia.

-¡No me extraña! Eso te pasa por trolero, a mí ya sabes que me hacen gracia tus cuentos, pero sólo porque te conozco y se de antemano que es mentira. Los que aún no te conocen es normal que piensen que eres un fantasma.

-Lo sé, lo sé, es que no puedo evitarlo, ¿vale? La cosa es que quieren que se lo demuestre, y si descubren que es mentira pasarán de mí.

-Mmm, estás en un buen lío. No se me ocurre qué puedo hacer por ti…

-Podrías… podrías vestirte de chica y fingir ser mi novia…

-¿¡Qué!? ¿¡Estás loco!?

-Vamos, no te pongas así… con la cara tan bonita que tienes, con esos rasgos tan finos, seguro que se lo tragan.

-No me enfado por eso, ya sé que mi cara es femenina, y tú sabes bien que no me gusta que me lo recuerden. Me enfado porque tu idea me parece ridícula, ¿Por qué no se lo pides a alguna amiga?

-Ya lo he hecho, pero ninguna quiere, todas creen que es una excusa para ligar con ellas.

-Entonces puedo ayudarte a convencer a alguna… Quizá Marta, que confía mucho en mi…

-No hay tiempo para eso, hemos quedado esta tarde en un parque no muy lejos de aquí.

-¿Esta tarde? Pues lo siento, pero tienes un problema.

-Porfa Carlos, no me hagas esto… Me debes un favor, ¿recuerdas? Arreglé tu ordenador y te ahorré un montón de dinero.

-Joder… Está bien, pero tengo condiciones: ni se te ocurra reírte, ni se te ocurra contarle a nadie y ni se te ocurra hablar de esto cuando haya acabado, ¿entendido?

-¡Bieeeen! ¡Muchas gracias tío, sabía que podía confiar en ti!

-Vale, vale; no hace falta que me abraces. Más importante, ¿de dónde voy a sacar ropa de chica?

-Mi hermana trabaja hasta tarde, podemos coger su ropa sin que se entere.

No me podía creer lo que estaba haciendo. Estaba hurgando en el armario de la hermana de mi amigo. Ella siempre había sido amable conmigo, así que me sentía un poco culpable. Me probé varios pantalones, y aunque me estaban bien de cintura, las perneras me quedaban ridículamente cortas.

-Es inútil, la ropa de tu hermana no me vale.

-Sólo te has probado pantalones, inténtalo con un vestido.

-Ni hablar, eso es demasiado…

-Demasiado femenino, esa es la idea, ¿no?

No pude responder a eso. Busqué un vestido con falda larga pero no encontré ninguno. Me decidí por un vestido sencillo, con dibujos de flores.

Había visto a Sara (la hermana de Javi) llevar ese mismo vestido y siempre me había gustado. Lo malo era que a ella la falda le llegaba hasta un poco por encima de la rodilla, pero como yo soy más alto que ella, a mí no me tapaba ni la mitad del muslo. De un cajón, Javi sacó entonces unas bragas negras de encaje y un sujetador con relleno a juego.

-Toma, ponte esto. Yo voy a por algodón para hacerte las tetas.

-Un momento, ¿para qué quieres que me ponga unas bragas? Se supone que nadie mirará bajo el vestido, ¿no?

-Sí, se supone, pero hoy hace viento y esa falda te queda corta, ¿y si una ráfaga te la levanta?

-Visto así… solo se me ocurre una cosa más humillante que el viento haga que se me vean las bragas: que el viento haga que se descubra que soy un travesti.

-¡Ese es el espíritu! Enseguida vuelvo.

Me bajé los calzoncillos, cogí las braguitas y me quedé un momento mirándolas. “Desde luego son sexys”, pensé. Me las puse, y después me quité el vestido para ponerme el sujetador, pero no sabía abrocharlo. En ese momento, Javi volvió con un paquete de algodón para rellenar el sujetador. Me dio vergüenza que me viera de aquella forma, en braguitas y con el sujetador desabrochado, mi primera reacción fue taparme como pude con los brazos.

-Bien jajaja, ese movimiento ha sido muy femenino y… ¡joder!, esas bragas son realmente sexys.

-¡Idiota! Te dije que no te rieras. En vez de decir tonterías ayúdame a abrochar este maldito sujetador.

-Claro, claro, perdóname. De todas formas, te he visto desnudo muchas veces en el pasado, no hace falta que te avergüences así.

La situación era un poco incómoda. Él tampoco sabía muy bien cómo funcionaba el sujetador, de modo que estuvo unos minutos intentándolo. Podía sentir sus cálidas manos moverse torpemente en mi espalda y su respiración en mi cuello. Por fin logró abrocharlo. ¿Cómo pueden las chicas aguantar todo el día con algo tan apretado? Entonces me di la vuelta para que Javi me pusiera los algodones que simularían mis tetas.

 Lo hizo con gentileza, tirando suavemente de la copa del sujetador para introducir el algodón y colocarlo en su sitio. Me estremecía cuando accidentalmente rozaba mis pezones. Este trabajo era más difícil de lo que parecía: primero una teta era más grande que la otra, luego la otra era más grande que la una, luego una quedó deforme y ni parecía una teta. Por fin conseguimos algo aceptable: no eran grandes para no complicar más las cosas, pero daban el pego. Me puse el vestido y me calcé los únicos zapatitos que me cabían, aunque me apretaban horriblemente los dedos de los pies. El toque final fue una peluca morena y lisa, hecha de pelo real. Aquella fue la primera vez que me alegré de no tener casi vello, no sé qué haría si hubiera tenido que depilarme. Por fin estaba listo.

-¡Estás guapísima!

-¡Tonto! ¡No soy una chica!

-No te enfades, no me estoy burlando de ti, solo estoy ensayando. No quiero meter la pata hablándote en masculino delante de mis amigos. Por cierto… ahora eres Carla, ¿vale?

-¿Mi nombre en femenino? ¡No te burles!

Enfadado, le di un fuerte empujón, pero mientras se caía en la cama consiguió agarrarme los brazos y arrastrarme con él, de modo que quedamos tumbados en la cama, el debajo de mí.

-Si tengo que fingir ser otra persona prefiero tener un nombre que no se parezca al mío, como Lucía o María o… yo que se…

-Ya… Lo siento, pero ellos ya me preguntaron tu nombre y ya les dije que eres Carla.

-¿Y por qué demonios se te ocurrió ese nombre? Podías haber elegido uno más bonito, ¿no?

-Pues… ¿por qué será? La verdad es que no se en que estaba pensando en ese momento…

Mientras decía eso, puso sus manos en mis caderas. Yo me levanté rápidamente.

-¿Nos vamos?

-Sí, ya es hora. Seguramente ya están allí esperándonos.

-Una cosa: no quiero llevar estas pintas más tiempo del necesario, así que vamos, les saludamos y nos volvemos, ¿entendido?

-Como tú quieras, cariño.

El momento de pisar la calle fue en el que más vergüenza pasé. El corazón me latía con fuerza, me aterraba la idea de que alguien me descubriera, sobre todo algún conocido. Algunos hombres me miraban fijamente y eso me aceleraba aún más el corazón.

-Me van a descubrir, lo sé. No paran de mirarme.

-No te preocupes Carla, con tu carita tan dulce, la peluca y el vestido nadie pensará que eres chico. No te miran porque sospechen, sino porque les atraes. Estás muy guapa, de verdad.

Esta vez no me pude enfadar, sus palabras amables me confortaron y me hicieron sentir mejor. Los siguientes tíos que se me quedaron mirando ya no me daban miedo, sino que me hacían reír. “se excitan mirando a un chico jajaja, ¡que tontos!” cogí a Javi de la mano y seguimos andando hasta llegar al parque. Había un grupito de 6 personas alrededor de un banco.

-Son ellos, ha llegado el gran momento.

-Estoy nervioso, saludamos y nos vamos, ¿eh?

-Todo saldrá bien, ya verás…. ¡Hola gente! Os presento a Carla. Carla, esta es la gente.

-Encantada -Dije yo, los demás me saludaron igualmente.

-Perdónanos por hacerte venir hasta aquí, Carla -Dijo uno de ellos– Pero no podíamos creer que Javier tuviera novia… de hecho, yo sigo sin creérmelo.

-No seas tonto, Paco, ¿no la estás viendo?

-Estoy viendo que vas de la mano con una chica, pero por lo que yo sé, esta chica podría ser tu prima, o tu hermana, o algo. Que vayáis de la mano no significa que seáis novios. Queremos pruebas. Queremos ver como os dais un buen morreo, con lengua y con pasión.

-¡Que se besen! ¡Que se besen! -Cantaban los demás.

Lo que me faltaba… No, no quería besar a Javi. Es mi amigo, pero es un chico. Me puse completamente colorado.

-No por favor –dijeNo quiero hacerlo con público. Incluso hacerlo en la calle me da vergüenza. Con público no…

-¡Ja! Qué excusa más pobre, eres un mentiroso, Javi. Que te vaya bien.

Pude ver la desesperación en la cara de Javi, aunque él intentaba contenerla. No podía dejar las cosas así, era mi amigo y estaba pasando un mal momento. Tenía que hacer algo para ayudarle.

-Un momento -Dije tímidamente, con la cabeza baja y roja como un tomate– Javi, recuerdas que te debía un favor, ¿verdad? Si te beso aquí, delante de tus amigos… no solo te habré pagado ese favor, sino que además me deberás uno tu a mí, ¿de acuerdo? Javi asintió.

Le miré a los ojos, cuya expresión se había transformado rápidamente en alegría. Sus amigos estaban boquiabiertos, con los ojos como platos fijos en nosotros. Puse mis manos en sus hombros, él puso los suyos en mis caderas. Nos juntamos, ladeamos nuestras cabezas, cerré los ojos y noté la cálida y húmeda lengua de Javi rozando mis labios. Abrí la boca y su lengua entró, juntándose con la mía. Deslizó sus manos hasta mi culo y acarició dulcemente mis nalgas, pero no me importó. Yo le acaricié la cara, suave, recién afeitada. Estuvimos así dos minutos, o cinco, o diez, no lo sé. Cuando acabamos no sólo yo, también Javi estaba colorado, y sus amigos nos aplaudieron. Después nos pidieron disculpas, sobre todo a Javi.

-¿Qué fue lo que te enamoró de él? -Me preguntó una chica.

-Sus historias. Sé que casi todo son exageraciones y mentiras, pero no me importa porque nadie cuenta historias más divertidas que Javi.

Javi me miró y me sonrió.

–Bueno, nosotros tenemos que irnos, ¿no?

-¡Si! ¡Hasta otro día, gente!

-¡Adiós!

Nos pusimos en camino de vuelta a casa. Caminábamos en silencio, otra vez cogidos de la mano. No soltamos las manos ni siquiera después de salir del parque, donde sus amigos ya no nos veían. Fuimos así hasta su casa. Al llegar a su habitación me senté en la cama, aliviado.

-No ha sido tan terrible, ¿verdad? -Me preguntó Javi.

-No… La verdad es que… me he divertido.

-Lo sé, jejeje.

-¿Cómo que lo sabes?

-Pude notar tu erección cuando nos besamos.

El rubor volvió a mi rostro. Era cierto: Ese beso me excito bastante. Más de lo que habría imaginado, y sus caricias en mi trasero no ayudaban a mantener la calma.

-¡Tonto! Cualquiera se excitaría si le tocan el culo de esa forma.

-¿Cualquiera? ¿Tú crees?

-¿Insinúas que a ti no se te pone dura si te acarician el culo?

-Hace falta algo más que eso para ponerme cachondo.

-Si estás tan seguro, te apuesto una cerveza a que tú también te pones duro si te toco el culo.

-¡Trato hecho!

Nos pusimos de pie, uno frente al otro, muy juntitos. Le miraba fijamente a los ojos mientras deslizaba mis manos por su espalda hasta llegar a sus nalgas. Lo primero fue una palmadita en cada una, luego un apretón, y después empecé a acariciarlas suavemente. Noté como su respiración se hizo más profunda, me abrazó y apoyó su cabeza en mi hombro, dejando su cuello completamente expuesto, al alcance de mis dientes. Le mordí suavemente y después succioné su piel para dejarle un rosado chupetón. Entonces noté su bulto, justo al lado del mío.

 -¡No es justo! Has usado más que caricias en el culo. Esos mordiscos y… esa ropa…

Me reí, y él se rio conmigo. Nos quedamos un instante mirándonos a los ojos. Entonces bajé la cabeza. Tuve una idea que me avergonzaba, pero que no me podía guardar.

-Oye Javi… me debes un favor, ¿verdad?

-Si. Y tú a mí me debes una cerveza.

-Como quieras, mañana te la pago, pero ahora quiero cobrarme ese favor.

-¿Qué quieres que haga? Reuní valor para volver a mirarle a los ojos mientras lo decía.

-Quiero que vuelvas a besarme como antes.

Javi no contestó, me agarró del culo y mientras se sentaba en la cama me empujó hacia él para sentarme encima de él. Le agarré la cabeza con mis dos manos para besarle con fuerza y comencé a mover mis caderas para frotar mi pene contra el suyo. Las braguitas de encaje hacían que el roce se sintiera increíble. Javi metió sus manos bajo mi minifalda y me sobó el culo, primero por encima de las braguitas y luego por debajo. Después deslizó los tirantes de mi vestido hacia los lados para bajarme la parte de arriba. Si antes le costó abrocharme el sujetador, ahora que no lo veía y que me estaba besando le costó mucho más, pero fue divertido. Por fin mis falsas tetas de algodón cayeron al suelo, y él dejó de besarme para lamer mis pezones. No pude contener los gemidos que me produjo aquello. Mientras tanto, subió una de sus manos hasta mi cara, y me introdujo el dedo medio en la boca. Hice un amago de morderlo, pero en vez de eso lo lamí con dulzura. Entonces bajó de nuevo su mano hacia mi culo. Con suavidad acarició mi agujero con el dedo empapado en mi saliva.

Notó mi reacción de sorpresa y retiró la mano. Inmediatamente después me tumbó en la cama, boca arriba, y él, a cuatro patas sobre mí, me lamió los pezones, luego deslizó su lengua por mi vientre hasta donde se lo permitía el vestido. Se echó un poco para atrás y siguió lamiéndome la rodilla, el muslo, la ingle. Antes de continuar me quitó el vestido. Mi pene se veía oprimido a través del tejido de encaje, y había una enorme mancha de pre semen alrededor de la punta. Javi besó esa mancha, luego la lamió y luego se metió en la boca mi bulto, que recorrió con su lengua. Después estiró una de las aberturas de las piernas de las braguitas para dejar salir mi pene y se lo metió en la boca. El placer que sentía era intenso. Javi metía su lengua por dentro de mi prepucio y daba vueltas con ella alrededor del glande, mientras, con la otra mano, me acariciaba los huevos y el ano. Yo cogí su mano y la acerqué a mi boca. Lamí con avidez su dedo medio hasta que quedó empapado y entonces lo llevé a mi culo. Él hizo el resto, lo introdujo muy despacio, y una vez dentro lo movió hacia los lados. No pude contenerme, era demasiado placer. Con un fuerte gemido mi leche llenó la boca de Javi, y luego él lo escupió sobre mi vientre.

-Ha sido increíble –Dije.

-Aún no ha terminado.

Era verdad, su polla estaba durísima. Su dedo seguía moviéndose en mi interior y mi pene se había arrugado. Me incorporé para acariciarle el paquete. Le desabroché el botón, bajé la bragueta y saqué su linda polla, dura como una piedra. Empecé a machacársela, pero él insistía en mi culo. Entendí lo que quería.

-Túmbate boca arriba, es mi turno de hacerte sentir bien. Es mi primera vez, así que sé gentil, ¿de acuerdo?

-Si.

Le bajé los pantalones y le di a su rabo unos cuantos lametazos para lubricarlo. Su sabor era fuerte y excitante. Agarré su polla y me puse a horcajadas. Llevé la punta de su polla hasta mi agujerito y dejé caer suavemente mi peso sobre ella. Noté como se me agrandaba el culo. Me costaba trabajo meterla toda, movía mis caderas lentamente y poco a poco iba entrando más y más. Por fin entró entera. La sensación era increíble, notaba la punta de su polla golpeando las paredes de mi interior. Empecé a moverme, y eso hizo gemir a Javi. Mi pene volvió a ponerse duro mientras montaba el cálido pene de mi amigo de la infancia. Él me agarraba las nalgas con una mano mientras con la otra pellizcaba mis pezones, pero lo que mejor se sentía era ese punto en mi interior que Javi golpeaba en cada embestida. Podía sentirlo, a ese ritmo no tardaría en correrme otra vez. Mis caderas se movían cada vez más rápido y entonces noté un chorro húmedo y caliente en mi interior que me proporcionó el placer que necesitaba para soltar una segunda carga.

Fue increíble, mi primer orgasmo de próstata, sin tocar mi pene, mi mejor corrida hasta entonces. Ambos jadeábamos. Noté como su pene se encogía en mi interior. Cuando hubo salido, un hilillo de semen recorrió mis nalgas.

-Mira como me has puesto -Dijo Javi– te has corrido en mi tripa.

-Perdona, te lo limpiaré.

Lamí mi propia leche del vientre de Javi hasta que no quedó nada. Podría haberle dicho que me limpiara el a mí también, pero quería sentir un poco más su leche en mi interior.

-Carla…. Quieres…. ¿Quieres ser mi novia?

-¡SI!

FIN ¿o principio?...

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