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Experiencia con una sumisa

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Hola de nuevo, debido a que he tenido algunos lectores entusiastas, pidiéndome que escribe de experiencias anteriores a las ya contadas.

Esta ocurrió hace cuatro años aproximadamente, cuando conocí por Internet a una mujer, al sur de la ciudad de México, casada, de 42 años, deseosa de experimentar su lado sumiso. Ella era alta, llenita y bastante segura de llevar a cabo lo que deseaba.

Así pues, la cité en un hotel y le di instrucciones precisas, llegar al hotel a determinada hora, rentar la habitación, subir, prepararse y cuando estuviera lista, se desnudaría y me llamaría para informarme en qué cuarto se encontraba, dejando entreabierta la puerta e hincarse en el centro, con las manos apoyadas en el suelo y la cabeza agachada. Llegué cinco minutos antes de la hora acordada y decidí curiosear por el mercado de Jamaica hasta que después de pasar 15 minutos ahí, sonó mi teléfono y vi que era su número, enseguida contesté pensando que se disculparía por no atreverse a asistir como me había y ha pasado en otras ocasiones.

Enseguida, le saludé “hola, puta” y sin responderme el saludo, solo me dijo “habitación 305, señor”, de inmediato le colgué, salí del mercado para atravesar la calle y entrar al hotel, aunque me tomé mi tiempo para subir las escaleras y llegar a la habitación. Al llegar, abrí la puerta despacio y la observé, estaba tal como le había ordenado, hincada, con la cabeza agachada y cuando escuchó que entré, se movió un poco pero no se atrevió a levantar la cara, luego cerré la puerta y dejé mis cosas en la repisa, tomándome mi tiempo sin dejar de observarla.

Cuando estuve listo, me le acerqué, diciéndole “veo que has obedecido tal como te ordené, puta, ¿tanto deseas ser mi perra?”, al tiempo que ponía mi mano en su cabello y con la otra mano, empezaba a recorrerle su espalda hasta que me respondió “así es, señor”. Cuando mi mano llegó a sus nalgas, le ordené, jalándole el cabello “ponte en cuatro patas como la perra que eres”, de inmediato lo hizo sin responder, entonces empecé a acariciarle su vagina, metiéndole mis dedos un poco, luego pasé mi otra mano por sus senos.

Después de estar unos par de minutos así, le dije “todo este cuerpo de perra que tienes, será para mi placer, puta”, en ese momento, ella gimió un poco, diciendo “como diga, señor”, luego me levanté y fui por mis cosas, sacando un collar y una correa de perra, así como una bala vibradora que dejé en la repisa. Luego, me dirigí a la cama, me senté y le dije “ven aquí, perra”, ella hizo el intento de levantarse y al momento, levanté la voz, diciéndole “espera, puta, siempre que te llame, lo harás a cuatro patas, como perra”; de inmediato, se puso de nuevo en cuatro, dirigiéndose a mí y cuando llegó, se quedó ahí. 

Luego, me incliné un poco para colocarle el collar y la correa y al tenerla puesta, la sujeté con fuerza y me levanté mientras le decía “vamos, perra”, guiándola por la habitación en cuatro patas y cuando sentía que iba más lento de lo que deseaba, me inclinaba y le soltaba una fuerte nalgada, gritándole “más rápido, perra”. Entonces, ella apresuraba el paso, repitiendo la misma acción por cinco veces más y después de cansarme de pasearla, la puse delante de la repisa y la levanté, jalándola de la correa y empujándola de la cabeza, dejándola con las manos apoyadas en la repisa, frente al espejo de la misma, con las piernas abiertas.

A continuación, puse mi pierna entre las suyas y las empujé hacia los lados, para que las abriera más, en ese momento, la jalé de su cabello y me acerqué a su oído, susurrándole “ahora, puta, voy a darte lo que has estado deseando”. Enseguida, me desabroché el pantalón y le puse mi verga en su vulva, metiéndosela de un golpe mientras ella empezaba a gemir porque la penetraba con fuerza y otra vez, la jalé del cabello para penetrarla con más fuerza, diciéndole “mírate al espejo, puta, mira la cara de perra que tienes mientras te meto la verga, por eso estás aquí y siempre estarás para cuando quiera usarte”.

Con eso, ella gemía con más fuerza mientras decía “sí, amo, esto es lo que deseaba, que me usara como su puta”, enseguida la llevé a la ventana y apoyándola en el cristal, volví a penetrarla, abriendo las cortinas y volviendo a jalarle el cabello, diciéndole “levanta bien la cara, perra, mira como todos van a verte mientras te meto la verga, todos sabrán que eres una puta”. Ella levantó la cara, diciendo “solo lo hago porque usted me lo ordena, amo” y seguí penetrándola con fuerza hasta que jalé sus nalgas contra mí con fuerza, viniéndome.

Al terminar, la llevé a la cama, ahí la tire ahí boca arriba y fui por la bala vibradora, ordenándole “abre bien las patas, putas”, lo que hizo de inmediato, luego encendí la bala vibradora y empecé a pasársela por su vulva, se la recorría por completo y me detenía en su clítoris, ahí me quedaba unos momentos para después metérsela en su vagina, para luego sacársela y volver a ponérsela en su clítoris. Mientras usaba la bala, escuchaba sus gemidos y veía su rostro y las muecas que hacía al sentirlo hasta que decidí que era tiempo de metérsela en su vagina, comenzando a metérsela y a sacársela; en ese momento, vi cómo sujetaba las sábanas con fuerza y le indiqué “puedes venirte, perra”.

De inmediato, todo su cuerpo se tensó, estaba viniéndose y cuando hubo terminado, se quedó recostada, en ese momento me recosté a su lado y ella se me acercó, apoyándose en mis piernas y tomando mi verga con sus manos, dijo “gracias, amo, era lo que deseaba”. Estuvo acariciándome mi verga algunos minutos mientras yo descansaba y hablaba con ella de lo obediente que había sido y que estaba complacido con su comportamiento. Cuando estuve recuperado, me levanté, la jalé de las piernas y empecé a penetrarla de nuevo, jalándola de la correa y mordiéndole sus tetas, ella solo gemía mientras incrementaba el ritmo.

Después de algunos minutos, ya estaba a punto de venirme, entonces la jalé al suelo y la hinqué delante de mí mientras le decía “mámame la verga, perra”, lo que hizo enseguida para que terminara en su boca, tragándose mi leche sin que se lo ordenara. Cuando terminé de venirme y sabiendo que ya le quedaba poco tiempo, la llevé en cuatro patas hasta el baño, donde empecé a bañarme, teniéndola de rodillas y le di el jabón, diciéndole “toma, puta, lávame bien mi verga”, enseguida lo agarró y empezó a hacerlo mientras me decía “como ordene, amo”.

Empezó a hacerlo hasta que decidí que era suficiente baño, luego la llevé al centro de la habitación, dejándola en cuatro patas mientras me vestía, también limpié y desinfecté mis cosas con calma, luego le retiré el collar y la correa, guardé todo y cuando estuve listo, me le acerqué y le dije “ahora, puta, te quedarás ahí hasta que me vaya y cuando me retire, podrás bañarte y arreglarte, pero sin moverte hasta que cierre esa puerta”, contestándome “sí, amo”, sin moverse. Acto seguido, me acerqué con calma a la puerta y la observé mientras la abría, para comprobar que obedecía y salí cerrando la puerta después.

Así terminó esta experiencia de cómo inicié una práctica que disfruto mucho, en ese hotel en específico.

Como siempre, cualquier comentario o duda, pueden contactarme y gracias a aquellos lectores que se han comunicado conmigo.

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