Nuevos relatos publicados: 7

La chica de la facultad

  • 6
  • 18.356
  • 9,66 (50 Val.)
  • 0

La verdad es que cuando llegue a la clase que me correspondía, pensé que estaba en el cielo, corre el rumor que las chicas de Derecho, son muy atractivas, la verdad es que esos rumores no se alejaban mucho de la realidad, el primer día te encuentras rodeados de chicos y chicas tímidos ante los compañeros que van a tener los próximos años en clase (quien vaya claro), y esas chicas iban todas muy bien vestidas, demasiado maquilladas parecía que en vez de ir a clase, se iban de marcha un sábado cualquiera.

No obstante, tras conocer a mis primeras amigas me fijé en una chica que se sentaba en una zona alejada a la mía, su nombre Alma, una chica morena con pelo largo y rizado, no era comparable a ninguna de sus compañeras, su forma de moverse y de comportarse difería mucho a lo que estaba habituado a ver por allí, estaba claro que tendría que ver la forma de comunicarme con ella, aprovechando los primeros días y las “tonterías” de las presentaciones, sin encontrar el momento pues siempre estaba rodeada de gente y no quería que mi aproximación fuera considerada como un canteo por el resto de mis compañeros, muchos de ellos tras la presa. Siempre se aprovechaba los cruces en los pasillos para saludos y frases hechas.

A medida que pasaba el curso conseguí mantener una amistad con ella, se vestía cada vez de forma más provocativa, nuestras conversaciones en los descansos cada vez iban aumentando más de tono, y ella notaba que me estaba gustando mucho ya que casi todos los días repetíamos ese tipo de conversaciones, y casi siempre se me escapaba la mirada adonde no quería, a su sugerente escote, ella no disimulaba que le encantaba esa situación y yo me encontraba muy incómodo pues tras los pantalones casi siempre acababa un bulto que me costaba ocultar.

Nunca había sentido un instinto sexual tan grande hacia una mujer, como con Alma, su cuerpo, sus grandes pechos y su morbosa cara me daban todos los argumentos para intentar camelarla, siempre lanzaba indirectas como “¿Cuándo nos vemos? O ¿Cuándo me vas a dejar que te invite a una copa? A lo que ella respondía a un cuando quieras, incluso me invitaba a salir con sus amigos lo cual no me hacía gracia pues sabía que me habían calado desde hace meses, pero la ocasión esperada no tardó mucho y es que los odiados trabajos de algunas asignaturas me dieron la oportunidad de camelarme al pibón de la facultad.

Estaba pasando una tarde angustiosa en la facultad, era viernes y tenía muchas ganas de acabar el trabajo correspondiente y marcharme a casa para poder irme de fiesta y esas cosas, estaba haciendo un pequeño descanso con la cabeza apoyada en el libro cuando vi a Alma entrar en la biblioteca, estaba guapísima un poquito más recatada que de costumbre, rápidamente me vio y se aproximó adonde yo estaba susurrándome a la vez “ ¿No sabía que fueras tan trabajador, un viernes aquí?, le explique los motivos y mis pocas ganas de trabajar durante un fin de semana, ella sonreía comprendiendo los motivos. Ella se sentó justo a mi lado y empezó a sacar sus apuntes y libros y se puso a estudiar. Poco a poco me percaté de que si podría hacer algo con ella no encontraría mejor oportunidad, con lo cual preparé mi ataque a conciencia.

La nota que le puse en la mesa decía algo así como: “que haces aquí tan solita un viernes, no estarás aprovechando para ligar conmigo”, ella al leer la nota se quedó un poco apurada, pero inmediatamente puso una sonrisita picarona en su boca a lo que respondió ella con un “mmmm, pensaba que lo estabas haciendo tu conmigo”, al responder aquella frase me di cuenta de que ahora o nunca y me fui aproximando poco a poco, el que no se apartará me dio más probabilidades pues me estaba dando cuenta de que se estaba poniendo cada vez más caliente. Un viernes por la tarde no hay nadie en la facultad, pero la Ley de Murphy dice que siempre habrá un cotilla donde no quieres que lo haya y nuestra calentura era tan obvia que le susurré a Alma: nos vamos a dar una vuelta por ahí a lo que ella respondió pensaba que ya no me lo ibas a decir.

Salimos de la facultad, yo no podía ya evitar la erección que tenía, era la oportunidad que llevaba meses esperando y que todos los compañeros envidiarían en ese momento, la lleve hacía mi coche y observe que en el parking no había muchos coches aparcados, al estar los 2 sentados en los asientos delanteros me abalance sobre ella y ella sorpresivamente no me dejo que la besara, me gritó:

—¡Llevas 3 meses mirándome las tetas descaradamente a que espiras para comérmelas!

Me quedé perplejo y durante unos segundos me quedé mirándola y obviamente me lancé raudo y veloz a sus pechos, esos pechos que llevaba deseando los últimos 3 meses, lamiendo sus pezones y tragándomelos mientras ella gimiendo empezó a deslizar una mano bajo mis pantalones vaqueros...

—¿Qué te crees, que soy tonta?, me he estado dando cuenta de cómo se te pones cuando estás conmigo y, ¿sabes qué? ME ENCANTA.

Yo ya no podía más estaba en una situación que había soñado durante meses y la tenía delante medio desnuda, ella mientras empezó a bajarme los pantalones despacio y empezó a sobar mi polla dentro del calzoncillo, en un momento bajo los calzones del todo y quedo mi polla a relucir y afirmó:

—mm.… justo lo que pensaba.

Y continuó lamiéndome la polla sin parar pajeando y chupando a la vez, yo no quería correrme y le supliqué comerle el coco, que es algo que me encanta, cuando baje ahí me encontré con el coño más húmedo que había visto en mi vida, además estaba rasuradito y empecé a tomar esos jugos que me encantan mientras ella gemía como una loca comprendí al instante de que se le venía un orgasmo encima, y de momento no lo iba a permitir, ella me rogó que continuara cuando tras terminar la frase le clave la polla dentro de esa vagina, me sorprendió porque resbalaba de una forma prodigiosa, durante los 5 minutos más excitantes de mi vida conseguí darle placer a ese pibón y me garanticé que ese curso sería de los mejores para mí, ella estaba exhausta con ganas de correrse lo cual hizo en un momento.

Solo faltaba que me corriera y ella al darse cuenta de la situación colocó sus tetas en mi polla y empezó a darme aquello por lo que me había pajeado tantas veces, una cubana de infarto ella lo sabía y no paró hasta que los primeros chorros de semen salieron de mi polla a una distancia considerable.

Al terminar, los dos nos quedamos tumbados juntos en el asiento de mi coche, reclinado para la ocasión y nos empezamos a limpiar uno a otro tranquilamente acariciando nuestras partes más íntimas cuando de repente ella me susurra al oído:

—¿Para cuándo el próximo trabajo?

(9,66)