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El lascivo pajote que terminó en jodienda

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Yo estaba preparado con un libidinoso y depravado tanga sexy que me regaló una exnovia un poco golfa y viciosa y con la que solía acudir a una cala solitaria de un bien conocido pueblo de la costa Mediterránea en vacaciones. Ya lo tenía todo preparado y cuando alguien hizo sonar el timbre, yo, tal cual estaba, por morro, atrevimiento, descaro y mucho morbo osé por abrir.

—¡hola, buenas tardes! —articulé.

—¡bu... bu... eenas, ta... ta ... tardes! —tartajeó ella.

—¿qué es lo que desea, señora? —interrogué yo.

—perdone que haya tartamudeado un poco, no esperaba que me abriera un macho en celo vistiendo un procaz y depravado tanga tan obscenamente sexy —declaró ella.

—es lógico. Cuando se hace este tipo de trabajo, nunca sabes quién te puede abrir la puerta de su casa —advertí yo.

—Me llamo Vivian, estoy haciendo un estudio sobre el comportamiento sexual de los machos al joder con una desconocida como yo —observó Vivian.

Vivian era una psico-puta que vestía procaz y obscenamente sexy y deseaba con lubricidad joder conmigo lujuriosamente. Era rubia, con una media melena que le caía hasta los hombros y usaba un ceñido y muy minifaldero vestido negro que desnudaba todo su hombro derecho y llegaba hasta la mano y a la altura de la cintura enseñaba un poco de carne con tres sexys agujeros y además un par de medias negras de satén. Calzaba unas sandalias negras sexys de tacones altos con cierre bombas negro. Su sola imagen me puso salido y cachondo con ganas de petarla y darla rabo a base de bien.

—vamos a ver qué tal te lo montas conmigo en la cama. Te voy a comer —manifestó Vivian.

Vivian se desnudó y despojó de su sexy y muy fascinador modelito, quedándose solo con el negro y procaz sostén, su libidinoso tanga negro, sus negras medias y las aludidas negras sandalias.

Comenzamos por concedernos pequeños piquitos y Vivian me pregunto:

—¿te gustan los besos? 

Mientras nos regalábamos un pequeño pico, yo le magreaba una teta y Vivian observaba:

—también te encantan mis tetas.

—están muy bien, muñeca —manifesté yo.

La zorrona de Vivian se giró para que pudiese magrear sus lascivas tetazas y la muy puta me amorró a ellas.

Yo le chupaba el pezón derecho, luego el izquierdo y ella me miraba con simpatía, pero eso me molestaba y fastidiaba, porque yo deseaba que me mirase con vicio, morbo y lascivia. Proseguía lamiendo, relamiendo y lengüeteando sus tetazas y le solté.

—¡están muy ricas!, ¡sí!, ¡incitantes y seductoras! 

La fulana Vivian me dio dos picos y soltó una pequeña risita y giró para que le acariciara su seductor culo y su lascivo tanga negro. Me apeteció quitarle su nimia y concupiscente prenda y la rubia buscona largó:

—No, por favor, todavía no. ¡jijijijijijiji!

Se volteó hacia mí para desposeerme de mi también negra camiseta para proseguir lamiendo y chupando sus erectos pezones. Jugábamos y jugueteábamos con nuestros calientes y lascivos cuerpos de seres en celo y mientras yo le chupaba sus megrones, ella me acariciaba el pecho. Me tumbé lentamente en la cama y ella me obsequió con un rápido pico.

—Quédate quieto. Quédate quieto y relájate ahí —ordenó Vivian.

Yo ya estaba con el torso desnudo y la calentorra fulana empezó a desabrocharme el cinturón de mi negro vaquero:

—¿me vas a enseñar eso que tienes ahí, cabrito? ¿me lo vas a enseñar, canalla? —inquirió Vivian lascivamente.

—sobresale tu duro rabo del tanga, cabrón —afirmó Vivian, —me lo voy a comer —añadió haciendo el gesto con la mano.

Me propinó un corto beso con lengua y me extrajo mis vaqueros. Al advertir como estaba de dura mi enhiesta pero dura verga y de cargados de lefa mis huevos, me sonrió y con el dedo índice de la mano derecha, optó por empujarme el torso para que me tumbara y relajara.

—¡te voy a quitar tu lascivo tanga, cabrón! , ¡me hierve el coño! —anunció Vivian lascivamente.

La loba Vivian mientras me retiraba el tanga sexy me miraba embelesada el rabo, ya que lo tenía limpio de vello y perfectamente afeitado y babeaba lujuriosamente por tener mi rabo en su libidinosa boca de fulana libertina.
Me brindó dos rápidos besos con lengua, porque quería estar presta y muy presurosa a lamer y lengüetear mi rabo que ya estaba erecto.

—¡uuhm, queee ricaaa! ¿te gusta que te chupen los huevos? —interrogó Vivian lujuriosamente.

—Si. Y que me los muerdan, pero sin causarme dolor —afirmé yo taxativamente.

La zorra lasciva Vivian lamía y relamía mi enhiesta pero dura verga y yo estaba encantado del lascivo y goce que esta golfa rubia me daba con su depravada boca de zorra libertina. Vivian pajeaba lúbricamente mis gordos cojones cargados de lefa y lamía y lengüeteaba mi polla y volvía a magrear mis cojones para darme placer con sus rojos belfos de fulana de burdel. Dejó de tragar y engullir mi rabo, para dedicarse con gozo y deleite bucal a mis huevos que pedían con urgencia lúbrica una pasada con su boca y su lengua de fulana pervertida. Luego de lengüetear y relamer cada milímetro de mi rabo, me preguntó.

—¿alguna vez alguien te ha hecho esto? —me cogió de las nalgas, las empujó un poco hacía arriba y comenzó a lamer mi ojete.

—¿te gusta que te chupe el culo? —inquirió Vivian toda divertida.
—me haces cosquillas —manifesté.

Lo poco que me había hecho, no me disgustó porque me sentía raro y no deseaba que Vivian se molestara por tan poco.

—ahora tu a mí, cariño —anunció Vivian lujuriosamente.

Mientras nos regalábamos varios picos, la muy putona de Vivian en un acto de suprema calentura, no paraba de pajear mi rabo de macho en celo.

Estando frente a mí, echó un poco de saliva en su mano derecha que pringó en sus tetazas para hacerme una deliciosa y muy gozosa cubana. Ya tenía mi rabo cercano a su tetazas y casi metidos en su lascivo canalillo y rajó:

—¡aprieta!, ¡así se hace una cubana! —observaba Vivian, mientras mantenía mi rabo en su mano derecha y yo cogía sus deliciosos globos que subían y bajaban dándome placer al hacer un "titty-fucking" placentero.

Las soberbias tetazas de esta vulgar zorra depravada de Vivian, subían y bajaban, subían y bajaban, subían y bajaban dándome gozo y mucho placer solo por ver la cara de zorra en celo que esta libidinosa puta lujuriosa ponía en este obsceno momento.

Dejó de hacerme esta apetecible y seductora cubana para volver a engullir mi rabo y menear su cabeza arriba y abajo y situarse de pie a mi lado, para esta vez, si, despojarse de su sexy y procaz tanga negro que me estaba volviendo loco.

Se situó en un lado de la cama junto al suelo y expuso:

—¡ven aquí, canalla, que me lo vas a comer!

Se colocó frente a mí, enseñándome su perfectamente depilado coñargón de prostituta de burdel que ya pedía con urgencia libidinosa que se lo comiera, lamiera, relamiera y lengüeteara como un actor porno.

—tienes un coño magnifico —musité ardientemente.

—mi bullente coño está preparado y tiene un buen sabor —exponía Vivian lascivamente.

Yo lamía, relamía y lengüeteaba su bullente chocho y Vivian ululaba, gemía y resoplaba del placer que le daba con mi sabia lengua de macho experimentado. La muy guarra de Vivian, estaba bien abierta de patas cual zorra profesional de burdel y yo le comía y lamía el chocho complacido y muy gozosamente, entretanto que la perra lasciva de Vivian bramaba, jadeaba, gemía, ululaba y rezonga del placer que le daba con mi socavante lengua.

—¡que rica lengua! —gemía Vivian libidinosamente.

La guarrona de Vivian se echó hacia atrás para ponerse más práctica y le pudiera comer el coño más eficazmente, a la vez que jadeaba, ululaba, gemía y rezongaba de placer cual lúbrica fulana obscena. Al tiempo que le lamía el coño, Vivian me tocaba la cabeza y no me gustaba.

—¡qué bien me lo comes, canalla!, ¡eres un vicioso cabrón! —bufaba Vivian de placer.

Yo acoplaba mi mojada y libidinosa lengua a su profundo coñargón y lamía con sicalipsis su coñote que ya estaba encharcado del gusto que yo le daba a esta puta puerca.

—te voy a comer el rabo para que se te ponga super-super duro —afirmaba Vivian con lujuria.

Vivian se deleitaba al tragar mi enhiesta pero dura verga y subía y bajaba su cabeza y yo no paraba de rezongar y bufar de lascivia.

La putona lasciva de Vivian, gozaba con cada milímetro de mi rabo de macho, al lamerlo lenta y lujuriosamente para que yo gimiera como un cabrón obsceno y rijoso.

—¿no quieres follar?, ¿me vas a follar, cabrón?, ¿en qué postura te gusta?, ¿eh, bribón? —interrogaba Vivían al tiempo que me pajeaba y miraba lascivamente a mi endurecido rabo.

—¡me da igual! —aseveré yo.

Me volví a poner delante de ella y lanzaba unas sicalípticas y pornográficas miradas a mi duro rabo porque intuía que su profundo y caliente coñargón de guarra obscena tragaría toda mi dura masculinidad.

La muy golfa, tumbada, se me abrió de patas y la pegué unos rápidos lametazos al tiempo que la muy cerda se toqueteaba libidinosamente el clítoris.

Acerqué mi rabo a su profundo coño y gimió como una loba lasciva.

—¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —rugió Vivian como una zorra en celo.

Yo proseguía y continuaba jodiendo y fornicando sin parar su coño y la puerca de Vivian gemía y se desgañitaba abierta de patas con más ganas de que no terminara de joderla bien el coño, pues para mí era un verdadero gozo y deleite y ella parecía ser la reina de las putas al estar en esa postura tan procaz y depravada mientras se tocaba y magreaba su teta izquierda.

—¡ah!, ¡ah!, ¡ay así!, ¡ah!, ¡ah!, ¡uff!, ¡qué gran follada me estás pegando, maricón —jadeó Vivian lascivamente.

La golfa Vivian se tocaba procazmente sus tetazas y miraba como jodía su chochazo hirviente.

Yo jodía y fornicaba el muy borbotante chochazo de la furcia libidinosa Vivian, mientras que aferraba con fuerza sus manos a sus rodillas y la muy puta se desgañitaba, gemía, ululaba y resoplaba del inmenso placer que le producía el ser jodida en esta lujuriosa postura tan obscena.

La muy puta tenía la pata derecha arriba y la izquierda la mantenía descansada para ver ella como jodía y fornicaba su muy ardoroso chochazo de golfa obscena.

—¡Ay que rica polla tengo aquiií!  —jadeaba Vivian lujuriosa.

La ramera Vivian, estaba corrida de gozo mientras yo follaba y jodia su muy efervescente coño de zorra libidinosa.

 ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡oh!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! —jadeaba Vivian sin parar.

Vivian se movió para que la jodiera en una posición diferente y estaba que se moría por seguir siendo jodida y taladrada por mi duro rabo.

La guarrona, se puso a cuatro patas, en doggystyle, pues le daba morbo y se sentía cual loba viciosa.

¡oh, sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí!, ¡sí! —gemía Vivian como una guarra obscena. —¡ven aquí que ahora te voy a follar yo!  —mandaba Vivian.

Me tumbé con el rabo bien duro y nos dábamos lascivos besos con lengua y luego la muy zorra mojó con saliva su agitado coñargón y se fue metiendo mi rabo y antes yo le lamí su teta derecha.

La ramera de Vivian, tragó mi rabo en su ardoroso coño y botaba con mi rabo y se desgañitaba como una furcia depravada gimiendo y ululando de placer libidinoso al tiempo que le lamía una de sus tetazas.

—¡dame fuerte, así, dame fuerte!  —gemía Vivian lascivamente.

¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! —jadeaba Vivian sin parar. —¿has visto lo que has hecho, canalla? ¡has hecho que me corra, maricón —agregó Venus jadeando.

Después de haberse corrido, la cerda Vivian retomó su gusto por mamar mi enardecida y dura polla y volvió a montar en mí y se clavó mi pollón en su hirviente coñargón y volvió a botar.

¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! —jadeaba la guarra Vivian vociferando.

Volvió a salir otra vez de mi polla y me pidió más rabo la fulana esta.

—fóllame ¿quieres? —inquirió Vivian bufando de placer.

La zorrona Vivian se puso otra vez a cuatro patas y la agarré por sus nalgas y retomé un placentero metisaca en su muy agitado coñargón de zorra lúbrica.

— ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! —bramaba Vivian de placer lascivo.

Se volvió a quitar de mi rabo y yo con mi polla dura, miraba con vicio y depravación a esta golfa libertina de Vivian.

—¿qué pasa, eh? —interrogó jadeante Vivian.

Se tumbó en la cama y la muy guarra, bien abierta de patas, se mojó su hirviente coñargón de prostituta para que la diera más rabo.

Yo me deleitaba lamiendo ese chochazo que me había enardecido y no deseaba que terminase ese momento pues veía que esta procaz prostituta gemía y ululaba de pasión libidinosa.

—¡vamos, cabrón, jódeme ya!  —ordenó Vivian lascivamente.

Me postré ante la golfa lujuriosa de Vivian y ella, abriendo sus lascivas patas de par en par se situó para que la diera rabo inmisericordemente al tiempo que ella bramaba, rezongaba, jadeaba y gemía cual guarra depravada.

¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! ¡ah! —jadeaba Vivian obscenamente.

Mientras follaba y jodía lasciva brutalmente su hirviente coño de obscena golfa lujuriosa, ella me agarró de la cintura para recibir mejor mis mil golpazos de rabo en su chochazo de prostituta enardecida.

¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah!, ¡ah! —gemía Vivian sin parar.

Yo toqueteaba, magreaba y sobaba sus tetazas sin parar y Vivian gemía y jadeaba cual zorra en celo y me miraba con lujuria como era follada por mi pollaza de macho febril.

—¡así despacito ahora!  —jadeaba la zorra Vivian.

Saqué mi duro rabo del chocho bullente de Vivian y la muy guarra me preguntó:

—¿te quieres correr, canalla?

—si —afirmé yo categórico.

Se amorró a mi rabo y me dijo:

—bribón, tú vales mucho —anunció Vivian.

Me pegó unas ultimas mamadas y eché toda mi cremosa y blanquecina lefa caliente en su careto de zorra depravada que tragó con sus belfos de guarra en celo. Los restos que quedaron en mi rabo, los limpió al mamar mi rabo con lujuria y lubricidad.

Al final, me vestí y allí la dejé con su cara de zorra en celo con obscena cara de haber disfrutado a tope de mi rabo y de mis continuas lamidas de coño.

(9,30)