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Patas arriba (IV)

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Cuarta parte de esta saga, mil y una sorpresas, aunque sin exagerar, espero que os guste:

 

Patas arriba IV

 

Tavo

- Dani, mi amor, ya tengo que volver al hospital, bien sabes que cuando tengo guardias no puedo quedarme mucho tiempo, al menos pude escucharte, bien sabes que pensaré sobre esto e intentaré aconsejarte una solución, pero no me exijas mucho –me acerqué y besé a mi pelirrojo esposo-, nos vemos en la noche… igual y Joseph tal vez tenga alguna idea, recuerda la bronca que tuvo en el insti por pelearse con un compañero homófobo, puede que nuestro hijo pueda ayudarte a ver las cosas desde otra perspectiva y me voy, que es tarde…

Un par de besos después me fui al hospital y de camino me asaltó un mal presentimiento, que algo pasaba con esos chicos, lo que más detesto es que casi nunca fallo, aunque hasta ahora el presentimiento más grave fue cuando a Fran le dio apendicitis, pero no me hace ni pizca de gracia, en fin, estos huevonesalgún día me darán un susto de muerte. Entre los alumnos de Dani, los pacientes de Javi y ciertos clientes de Luis, a veces tengo demasiada gente por la qué preocuparme, no es mi obligación, pero, ¿qué putas? Soy médico y me preocupo por la gente que no está bien… menos mal que Fran es matemático y Sarita junto con su esposo Manu que ya tiene su propia clínica, no me dan pacientes adicionales jajaja

Apenas llegué al hospital pude ver que había un revuelo terrible, estaba entrando una ambulancia a todo lo que daba y la seguía un coche de la Embajada de Rusia (eso ponían las placas) y había también un coche oficial de la Cancillería. Sé que no debe hacerse, pero le lancé las llaves a uno de los oficiales de la seguridad privada y con la bata médica a medio colocar me presenté para ayudar al médico que me cubría, por lo visto no sería fácil, cuando hay una Embajada de por medio dicen que son delicados por el tema de las Relaciones Exteriores. Eso se confirmó: nada más entrar estaba una mujer gritando en ruso, el que sabe algo de idiomas es Javi, pero no creo que sepa ruso, así que ni llamarle, pero uno de los misceláneos (por no decir limpieza) me dijo que la mujer gritaba porque era su hijo el que estaba en la ambulancia, le pregunté si hablaba ruso y me dijo que sí, que era su país natal; entonces miré su identificación y casi me parto de risa: se llama Mijaíl, ¿cómo no lo había notado?

- Misha, ¿podrías decirle a la señora que atenderemos a su hijo de inmediato? –Me volví a los de la ambulancia-, chicos, pasen al paciente de inmediato, este es un caso especial.

Cuando bajaron al paciente me descorazoné un poco: era un chico de unos 17 años y de inmediato supe que se trataba de un intento de suicidio: el chico parecía a punto de dormirse, estaba demasiado pálido y uno de los de la ambulancia intentaba despertarlo con todas sus fuerzas. Le dije a mi colega que me encargaría personalmente y uno de los paramédicos me dio un frasco vacío: benzodiacepina. Un medicamento contra el insomnio, fue recetado a Pedro Pérez, ahora, según la etiqueta tiene treinta y tantos años, por lo que no creo que se trate de mi paciente.

 

Javi

- Sí, entiendo… de acuerdo… cálmate, Tico, yo hablo con tu esposo, de hecho, sólo esperaba a tu hijo Joseph para ir a verlo… ¿Luis y Fran también? Está bien… claro apoyar a Dani, lo sé… nos vemos en el hospital, hasta ahora.

Yo tampoco entendí la llamada de Tavo, ¿por qué nos necesita a nosotros para atender una emergencia? En fin, Joseph no tardó en llegar, lo suficiente para decirle a Cris que llamase a todos los pacientes de esta tarde para cancelarles y me fui con mi sobrino a su casa, de camino llamé a Luis y Fran y quedamos de vernos en el hospital en media hora. Le pedí a Joseph que no apagara el coche y me bajé y sin decir nada a Dani le hice subir al automóvil.

Ya en el parking del hospital, junto a Luis y Fran, le dije a Dani lo que hacíamos allí: el Tico me llamó para que le ayudáramos a atender un paciente y su familia, así que subiríamos para ver qué sucedía.

 

Luis

¡Por fin me toca narrar a mí! Vaya, ya lo extrañaba, eso de desaparecer del mapa no es para mí jajajaja en fin, no sé por qué, pero la timidez de Fran volvió a aparecer y pude sentir cómo me tomaba de la mano en el ascensor, los cuatro pensábamos lo mismo, era algo demasiado extraño, era raro como un perro verde. Por fin el ascensor llegó a la planta principal, donde estaba ubicada el área de urgencias.

Nada más llegar, Dani se nos fue al piso, el chico que tenía una sonda en la nariz, respiraba con dificultad y estaba de un pálido verdoso muy inquietante era al parecer un alumno suyo. Javi también pasaba saliva con dificultad, por lo visto lo había visto en su consulta, pero no me esperaba que Fran también estuviera afectado, mi esposo parecía como si hubiera visto un fantasma.

- ¿Qué pasa aquí, colegas? –pregunté, siempre ha sido la forma más rápida de obtener información de mis amigos.

- Simple amor, -me contestó mi esposo-, ese chico se llama Iván, es uno de los alumnos más queridos y cercanos de Dani, Javi lo atendió en su consulta porque es gay y no puede hablar con su familia ni con el chico que le gusta, era de él de quien hablamos en la cena en casa de Javi y Cris el otro día cuando Cami nos salió con la sorpresa de Ester…

Entonces tuve que sentarme, ahora lo entendía todo, ya Fran me había hablado del caso y era horrible, era lo que mi esposo pasó durante ocho años, pero con un homófobo de narices. Sólo espero que todo esté bien, es comprensible que Tavo decidiera que Dani y Javi estuvieran allí y que nos necesitaran como apoyo, pero era algo que nos afectaba a todos, es un caso que toca el corazón.

 

Rut

Vaya, parece que finalmente me dan la oportunidad de hablar en primera persona… curioso que suceda cuando tengo 15 años de muerta, pero bueno, tengo un trabajo qué hacer y no es precisamente bonito, así que a ello.

- Tú, Iván, levántate, tenemos que hablar –le ordené aun chico tirado en… ¿el suelo? Sí, supongo que es la palabra que lo define-, vamos, no tenemos todo el día, tienes una decisión qué tomar.

- ¿Quién eres tú? ¿Dónde estoy? –me interrogó el chico.

- Soy una amiga de tu profesor de historia, recuerda mi nombre: Rut. Si lo mencionas a las personas adecuadas, puede que te hagan un favor. ¿Dónde estamos? Eso depende de ti, es un lugar entre tu mundo y el mío, su aspecto depende de ti. Pero pasemos a temas más interesantes: ¿por qué viniste aquí? ¿Acaso quieres ir más allá?

- No quiero ir a ningún sitio, sólo quería dormir, pero no sé por qué me tomé todos los somníferos del frasco… sólo pretendía tomarme uno, actué sin pensar –se sinceró el chico.

- Ya veo por qué me enviaron a mí: yo también actué sin pensar, me costó la vida, maté a mi bebé y me maté a mí misma, pero tú tienes opción, ahora el mejor médico de Madrid hace todo lo que puede para que tu cuerpo te permita seguir viviendo, te lavaron el estómago, de modo que ya no te matarán esas pastillas, pero te dormiste y sólo tus ganas de vivir impedirán tu muerte –el chico hizo amago de interrumpirme-, no, no hables todavía, déjame terminar. Tu profesor y tu psicólogo están allí deseando no tener que dar una mala noticia a tus padres, además hay un abogado y un matemático que no te vendrían mal como amigos, aunque algo ya sabes de ellos, sólo recuerda lo que te dijo Dani en su última reunión, oh, no te sorprendas, lo sé todo de ti, también sé que lo que te tiene mal es Ricardo, pero te daré un consejo: Ahora o Nunca, es mejor que te rechace a que luego te arrepientas toda la vida por no decírselo, eso si decides volver a vivir, claro.

- Pero ¿cómo sabré cuál es la decisión correcta? Es muy difícil determinar si alguien merece vivir o morir, sobre todo cuando es tu propia vida la que está en juego, aunque… me parece que si me dan la opción es porque quienes sean los que te enviaron esperan que no muera, algo me dice que seguiré tu consejo desde este momento: ahora o nunca, decido vivir.

 

Ricardo

¿Iván de nuevo en el hospital? ¿Un intento de suicidio? ¿Pero qué es este mundo en que vivimos? Pero no, no puede ser, es que este chico no puede morir, no puede morir sin saberlo, necesito hablar con él. No sé por qué don Pedro me avisó, pero se lo agradezco, el universo conspiró contra mí, pero no como pensaba, no me quería humillar, quería mostrarme que no hay nada de malo en Iván, que es una buena pareja… durante la siesta soñé con él, soñé que me decía que tenía novia y que era tremendamente feliz y sentí un ataque de celos tal que me desperté y sólo fui capaz de pensar “él es mío y sólo mío” por unos minutos, hasta que me llamó don Pedro, claro.

Cuando llegué al hospital me llevé una curiosa sorpresa: tanto don Dani como Javier estaban allí, pero don Dani tenía la mano entrelazada con un médico, yo en mis dudas llegué a pensar que Javier era gay, ¿pero don Dani? Me acerqué a ellos, saludé, inmediatamente don Dani se separó del médico, y le pedí a mi profesor y a Javier hablar con ellos en privado.

- Don Dani, Javier, creo que les debo una disculpa…

- No te preocupes, estás confundido, no hay nada que disculpar –me interrumpió Javier.

- No, Javier, ya no estoy confundido, los dos tenían razón: me gusta Iván, es un chico único, especial, siento algo especial por él, no puedo dejarlo irse sin que lo sepa, ¿qué me aconsejan?

- Espera un momento, Ricardo, veo que por fin entendiste todo, así que hablaremos claro –don Dani le hizo señas al médico, que se acercó-, Ricardo, este es Tavo, mi esposo, eres el primer alumno que le cuento que soy homosexual. Tavo, no hagas esa cara, podemos confiar en él. Mi amor, este chico será el novio de tu paciente en cuanto los dejes hablar, Ricardo él está a cargo de Iván. ¿Qué dices, mi vida?

- Primero, un placer conocerte, Ricardo, -me tendió amigablemente una mano que estreché con gusto-, ahora sí, no he permitido a los padres de Iván verle porque él mismo me lo pidió, quiere verte a ti antes que a nadie, así que usarás la entrada del personal médico, para que no tengas problemas con tus futuros suegros, sólo te advierto que Iván tiene una sonda en la nariz para que podamos recomponer su estómago después de la cura que le tuvimos que hacer, luego dejaremos entrar a sus padres, si él lo permite. Dani no me mires así, me lo pidió en nombre de Rut, me dijo que había hablado con ella.

Los tres adultos se miraron de manera significativa y luego Javier me hizo cara de “no preguntes”. Después seguí a Tavo por una serie de pasillos, es curioso la sensación de poder que te da el atravesar las puertas de “Sólo personal autorizado” con total impunidad, como si fueras alguien importante. Llegamos a una habitación, el médico me abrió la puerta y me dejó pasar, luego cerró y me dejó solo con Iván.

 

Iván

Estoy incómodo, esta manguera en mi nariz no me deja respirar bien, es demasiado molesta, pero dicen que si me la quitan tendré que beberme un medicamento espantoso que no puedo vomitar y que no existe nadie que lo haya resistido, por lo que Tavo, mi médico, decidió por mí que es mejor y que me recuperaré más rápido si me aguanto esta cosa un poco más.

En fin, pensé que el médico no había cumplido su promesa, pero Tavo al que dejó entrar fue a Ricardo, tal como se lo había pedido, iba a hablar, pero no me dejó:

- Mira, no sé lo que pasó, ni me interesa, la verdad, sólo me alegro que no te pusieran nada en la boca, porque necesito que la tengas despejada para lo que quiero hacer –Ricardo se comportaba extraño, se veía nervioso y era más fácil entender una profecía del Oráculo de Delfos que sus palabras.

- No te entiend... –Ricardo no me dejó terminar, mientras hablaba se había acercado a mí y ahora… ¡me besaba!

No podía haber nada mejor que esto, no necesité decirle que era gay, simplemente él vino a mí, parece que es cierto eso de que el amor aparece cuando menos lo esperas, en ese momento me di cuenta que lo que me dijo Rut es muy cierto: Ahora o Nunca, o como dirían en Roma, Carpe Diem. Viviré este momento y lo que tenga que venir, que venga, ya le plantaremos cara. Cuando Ricardo decidió dejar de besarme, pude hablar:

- Ricardo, pensé que eras un homófobo, me alegra que no sea así, porque tengo algo que decirte: me gustas desde que me salvaste la vida, he hablado de esto con don Dani y me recomendó un psicólogo, él me dijo que intentara conocer tu opinión sobre la homosexualidad, justo estaba pensando cómo preguntarte cuando don Dani propuso el tema en clase y me desanimé mucho, me rompiste el corazón cuando me dijiste que habías dicho todo eso en serio, llegué a mi casa y quería dormir un poco, pero no sé por qué me tomé el frasco entero de papá, lo hice sin pensar, créeme.

- Iván, me dices demasiadas cosas, más de las que necesito saber, pero bueno, ya que estamos sincerándonos, ahora me toca a mí: cuando fuimos a hablar con don Dani, quería consultarle porque en mis 17 años me enseñaron que ser gay es malo y todas esas ideas que dije, él también me recomendó hablar con Javi, nuestro psicólogo, y Javi me dijo que pasara tiempo contigo para saber si me gustabas de verdad, pero no quise hacerlo porque me daba miedo, yo intuía la respuesta e iba en contra de todo lo que había sido mi vida hasta entonces, estaba muy asustado, pero hoy, después de tratarte como te traté, llegué a casa y cuando dormía la siesta soñé contigo y me di cuenta de que por mucho que para mi cabeza sea un atentado contra la naturaleza, para mi corazón es la realidad: me gustas y quiero intentar algo contigo. Lo que hiciste, ya pasó, fue un acto tonto, especialmente porque lo hiciste sin pensar, pero tal parece que estaba destinado a pasar para unirnos, yo no podría haberte dicho esto en otras circunstancias… cambiando de tema, ¿sabías que tu médico es el esposo de don Dani?

- Eres un cotilla, tío, pero la verdad ni me lo imaginaba, ¿quién iba a decir que don Dani es gay? Bueno, eso no es tema nuestro… ¿dijiste que quieres intentar algo conmigo? –Asintió- ¿va en serio, o estás de coña? –entonces me besó, adiós dudas. Cuando nos separamos, toqué el timbre que se usa para llamar a la enfermera.

- ¿Qué haces, Iván? –me preguntó Ricardo.

- Tú calla, espera y no sueltes mi mano por nada del mundo, ¿va?

- Como quieras, guapo.

Unos segundos después entró el propio Tavo en persona, pensé que entraría una enfermera, pero entonces recordé quiénes son mis padres y me imaginé que mamochka habría obligado a Tavo a estar atento a todo lo que necesite.

- Tavo, supongo que no necesitas que te diga lo que acaba de pasar, ¿no?

- Os veo tomados de la mano, para mí eso es suficiente, pero imagino que necesitas algo, o no me habrías llamado.

- Tienes razón, Tavo, ¿podrías pedirles a mis padres que pasen? Y después me gustaría hablar contigo, don Dani, Javi, Luis y Fran, si no tenéis problema, claro.

- Un momento, comprendo que Ricardo te haya dicho de Dani y Javi, que son los que conocéis, pero de Luis y Fran no sabéis nada y tú no puedes saber sus nombres o que estén aquí, ¿quién te lo dijo?

- Hablé con Rut, ¿recuerdas?, me dijo que estaban aquí, sus nombres y oficios y, en todo caso, don Dani ya me había contado cómo les hizo de Celestina.

- Bueno, hablaré con ellos, por lo pronto, haré pasar a tus padres. Ricardo, si eres tan amable de acompañarme…

- No, Tavo, él se queda, sin él no recibiré a mis padres, no sé si me entiendes.

- Sí,pillín, ya sé por dónde va la cosa, los haré pasar, no te preocupes.

Un par de minutos después, mis padres entraron, mamochka todavía estaba afectada y no paraba de reprocharme en ruso el que no hablara en casa si tenía algún problema, papá me dijo que todo estaría bien y él fue quien reparó en que Ricardo estaba allí, me preguntó con la mirada qué pasaba.

- Papá, mamochka, creo que hay algo que debéis saber –aunque a mamochka era mejor hablarle en ruso en este momento y papá entendería todo, no quise dejar a Ricardo por fuera de la conversación-, me he tardado un par de años en reunir valor para hacerlo, pero ya es hora: desde hace dos años descubrí que me gustan los chicos, que soy gay, en pocas palabras. Él es Ricardo, vuestro yerno… desde hace cinco minutos.

La reacción de mis padres fue contrario a lo que me esperaba y por la cara de Ricardo no se esperaba tampoco que mamochka le abrazase hablando en un ruso tan rápido que ni yo entendí, ni que papá le tendiese la mano mientras traducía lo que mamochka le había dicho: bienvenido a la familia.

- Nos preguntábamos cuándo nos lo dirías, Iván –mamochka había vuelto a hablar en español, signo de que ya estaba más calmada, ¿en serio lo sabían? -pero bueno, parece que este accidente vino del cielo para que pudieras confiar en nosotros y para que encontraras tu media naranja… ¿o crees que tu padre llamó a Ricardo porque era un amigo? Si hasta Maripaz decía que por fin salías con alguien, Vanya, -un momento, ¿de cuándo a acá mi madre usa el diminutivo ruso de mi nombre? - no sabes lo felices que estamos de verte contento…

- Eso mismo, lo que dice tu madre, mi querido Iván, ya era hora -resumió papá las cosas.

 

Javi

En cuanto Ricardo se fue con Tavo, nos pusimos a hablar:

- Impresionante, así que habló con Rut… pero si Iván no sabe nada de Rut, ¿verdad?

- No, Javi, hasta donde sabemos, no sabe nada de ella, seguramente la enviaron por nosotros y no por él, vete tú a saber, pero algo me dice que estos chicos necesitarán nuestra ayuda –dijo Fran.

- Eso parece –Tavo estaba de regreso-, el chico dijo que Rut le dijo que yo le ayudaría si me daba su nombre y que mis amigos también, eso no podía saberlo, incluso me dio los nombres de Luis y Fran, pero no podía saber que vosotros estáis aquí, creo que allá arriba quieren que ayudemos a la próxima generación.

- Eso sin duda –tuve que reconocer.

- Tío Javi, estás aquí –Cami llegó con flato de la carrera que llevaba-, necesito hablar contigo, pero como profesional, por favor… ahora mismo…

- Claro Cami, vamos por un café… Tavo, me mantienes al tanto, ¿entendido? –me alejé con mi sobrino y con la mirada de sus padres en la espalda, era demasiado raro que Cami confiara en mí y no en ellos, pero apeló a mi lado profesional, así que no podía negarme.

 

Continuará...

Llegamos al final del cuarto capítulo, tal parece que estos tortolitos por fin se atrevieron a sincerarse, ahora a ver cómo les va...

Por supuesto que os pediré valorar y comentar, para eso está ese espacio...

 

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