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Fuegos de Pasión III

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Fuegos de Pasión III

Entonces todo ardió.

«Querido papá: Sé que ha pasado mucho tiempo desde aquellas dos noches que estuvimos hablando sobre Rafa, mi Rafa, sé que pese a que la sociedad en que vivimos te exige que me expulses de la casa no lo hiciste, no me desheredaste como tenías que hacerlo, como manda la etiqueta, sino que me “cubriste la espalda”, me protegiste, me rogaste que no lo dijera a nadie y que me alejase de España, que fue lo que hice, me fui al continente de la tolerancia: Norteamérica.

Para disimular, Rafa se encargaba de todo en Suramérica y yo rara vez iba a Europa, aunque todo lo comentábamos en encuentros discretos y secretos de los que sólo tenían noticia Seba y Dani, encuentros que tenían lugar en Chicago o en New York o en Virginia y nunca eran de más de un mes ni menos de una semana, nos veíamos sólo cuatro veces al año y aprovechábamos, lo amaba mucho y no pensaba dejarlo irse, siempre nos veíamos para nuestros cumpleaños y para navidades y cuando ya nos echábamos mucho de menos, prácticamente el mismo modo en que tú veías a mamá cuando estabais recién casados.

Pero me desvío del tema, te escribo esta carta porque decirlo de viva voz me supera, pero a la vez necesito decírselo a alguien y sólo puedo confiar en ti: si todavía miras los periódicos, habrás visto lo del incendio de hace unos días en Chicago, sí, este 8 de octubre de 1871 se recordará por siempre, durante tres días ardió Chicago en Gran Incendio, dicen que todo empezó durante una partida de póker en uno de los establos de Patrick O’Leary, me imagino que se las apañará para que oficialmente sea culpa de una vaca o una cabra o incluso algún empleado, jamás admitirá que en sus establos se jugaba al póker, no porque fuera ilegal, sino porque su esposa se lo había prohibido, ya que siempre se gastaba una fortuna en sus apuestas que muy dificultosamente podía pagar después.

Sin embargo, no sólo Chicago ardió, también ardí yo, porque mi Rafa esa noche había ido a cerrar un trato en el centro-oeste de la ciudad, lo primero que se incendió de la ciudad, había oído que habían muerto más de 100 que se supiera, ahora se habla de 200, no sé dónde irá a parar todo esto, sólo sé que no encontraba a Rafa y estaba a punto de perder el control, todavía recuerdo cuando nos reunimos después del tercer día de búsqueda Dani y yo, Seba también estaba perdido y ya habíamos recorrido toda la zona quemada y no les encontrábamos, ese día había sido arduo, pero yo tenía esperanzas para Dani y para mí: encontré un pañuelo de Seba en una zona donde casi no hubo fuego, lo que significaba que, tal vez, le había dado tiempo de escapar, así que probablemente si siguiéramos buscando en ese lugar lo encontraríamos, con lo que pagaba mi deuda con ella.

No le dije nada a Dani, sólo le pedí que me siguiera y como era cerca del río simplemente seguí la orilla y ahí estaba: Seba remojaba su ropa en el río, pero no para refrescarse, sino para usarla como compresas en la frente de alguien más.

Seba, como siempre noble y caballero, estaba arriesgando su vida por alguien desconocido. No obstante, al acercarnos Dani soltó un grito y no me dejó acercarme más, porque según dijo esa persona estaba desfigurada.

Seba, sólo nos vio llegar, pero ocupado como estaba no reparó en que Dani no me dejó ver quién era, solamente se acercó y habló como si estuviéramos al tanto de la situación, diciéndonos que lo había encontrado mientras la ciudad se incendiaba, que sus pulmones se resintieron con tanto humo y que ahora tenía fiebre, pero que estaba seguro, por sus estudios de medicina, que Rafa estaría bien.

Justo en ese momento reaccioné, ¿Rafa? ¿MI Rafa? Tuve que correr y al menos asegurarme de besarlo una última vez, pero Seba no sólo era un excelente músico, también era un excelente médico y lo demostró, porque mi Rafa estaba despertando, así que además de estar bien lo primero que vería sería a mí, no sé cómo hice para procesar todo tan rápido, pero lo logré y tomé una decisión, besarle nos viera quien nos viera, no me importaba, era el amor de mi vida y venía de enfrentar a la muerte, así que no lo recibiría con un frío apretón de manos, que piensen lo que quieran, si los pocos que nos verán estarán muy ocupados en sus propios asuntos.

Y lo hice, papá, en público me atreví a besar a Rafa, es cierto que nadie nos vio y los pocos que nos vieron jamás nos reconocerían, pero lo que vino después no creo que lo toleres, así que seré breve: Seba había hecho una especie de rancho que era donde estaba Rafa, no había reparado en el techo porque en medio del susto nada me importó, podía volver San Miguel Arcángel a luchar con el Demonio que no me habría dado cuenta, mi vida entera pendía de un hilo, pero un hilo fuerte como el acero, que no cedió al final de cuentas. Así que pronto me di cuenta que Seba había encendido un fuego para mantenerse calientes él y mi Rafa, era necesario evitar una pulmonía, sobre todo en mi Rafa. Pronto estuvimos comiendo unos peces que Seba había pescado y que Dani cocinó con espléndida maestría, como siempre, esa chica sí que sabe cocinar, podría vivir con ellos sólo por comer lo que ella cocina todos los días.

Olvídalo, papá, sé que vivimos juntos, así que debes estarte riendo en este momento. En fin, al día siguiente tomé un carruaje y los llevé a New York, no pensaba dejar que el desastre que era Chicago impidiera que los viera un buen médico y como la familia tiene un buen nombre, lo conseguí, nos atendieron de inmediato en el Long Island College Hospital, recién inaugurado y con los mejores médicos disponibles en el momento, Seba sólo tenía agotamiento y falta de un buen baño que lo relajara y le ayudara a descansar, pero Rafa si requirió un poco más de vigilancia por sus antecedentes de problemas respiratorios, pero incluso le repitieron las pruebas y se descartó que tuviera tuberculosis o algo similar.

Estuvimos una semana en el hospital, los médicos querían asegurarse de que todo estaba bien con mi Rafa, y lo estuvo, a mí y a Dani nos mandaron también unos medicamentos, nos dijeron que preventivos para eliminar cualquier posible enfermedad que el incendio pudiera haber provocado en nosotros y se determinó que estábamos bien. Papá, estoy cansado de todo esto, de tener que esconderme, de pensar que en el momento en que me descubran me odiarán, fracasará tu negocio y será nuestra perdición. Rafa y yo hemos estado hablando y hemos llegado a un acuerdo: tanto tú como yo sabemos que mi hermano pequeño, Francisco es mejor que yo para todo esto, él si tiene cabeza para administrar negocios, cerrar tratos comerciales, con sólo ver al negociante él sabe si será un buen trato, yo tengo que matarme haciendo cálculos y termino por preguntarle a Rafa, y Rafa también está cansado de este ritmo de vida, así que hemos decidido hacer sociedad con Francisco y nosotros irnos a un lugar más tranquilo, donde podamos ser libres, si bien tendremos que actuar como buenos amigos o hermanos en la calle, dentro de la casa podremos ser felices porque nadie nos conocerá.

Papá, en este sobre están todos los documentos, sólo falta que los entregues al abogado, porque incluso Fran los firmó y no le cedo nada que no sea mío, sólo le cedo el 49% de mis acuerdos comerciales, siguen siendo míos, pero él los administrará. Rafa y yo nos iremos lejos, no te diré dónde, porque no queremos que tengas problemas, seguirás sabiendo de nosotros por medio de las cartas que le pediremos a Seba y Dani que te envíen, por cierto, ellos vivirán en la Citta’ Eterna, Roma, ya nada les impide realizar su sueño de abrir una ópera allí y empezar una escuela de músicos para los nuevos talentos, que al parecer son muchos e intenté convencer a Dani de abrir un restaurante, pero todo lo que conseguí es que haga bollitos para la sala de espera de la consulta de su esposo. Por lo demás, creo que no hace falta agregar nada más, es una decisión tomada, tal vez algún día te visitemos, pero no nos esperes. Tu hijo que te ama, Rodrigo»

Rafa y yo enviamos la carta desde New York, luego tomamos un barco a Roma junto a Seba y Dani, no quisimos despedirnos sin dejarles instalados, además nos quedaba de camino, así que el barco llegó a Cherbourg (Francia) y tomamos el tren a París, luego otro más a Roma y estábamos en destino, al menos el primer destino. En esas fechas era sencillo conseguir un buen lugar, así que Seba abriría consulta en la Via della Conciliazione, a la sombra de San Pietro y vivirá bastante cerca, en la Via Aurelia Antica, así que tampoco tendrá de qué preocuparse, estará en casa en menos de nada, listo para atender lo que necesite Dani.

Sólo Seba y Dani saben dónde nos establecimos mi Rafa y yo: en el Bogoforte en las afueras de Piacenza, un sitio ideal por su clima y la cercanía del fuime Po, lo que nos garantiza aire fresco todo el año y un lindo paisaje, ya que es de los pocos ríos de Europa que todavía se puede suponer que el agua es azul. Al poco de establecernos recibimos dos cartas, una de Fran y otra de mi padre: mi padre decidió, por su cuenta, adoptar a Rafa, decía en la carta que así no fingiríamos ser hermanos y que además, eso nos daba un vínculo legal que ninguna otra pareja como nosotros tenía, y es curioso que usara esa frase, “una pareja como nosotros”, porque la verdad es que no hay una palabra que nos defina, no somos normales, hombre y mujer, pero no por eso dejamos de ser pareja, bueno, no le daré más vueltas al hecho importante, que amo a Rafa.

Por otra parte, mi hermano Fran nos enviaba el dinero correspondiente de nuestras empresas y un dinero extra, dijo que era el pago del despido de Rafa, que para él ahora entraba en la sociedad como mi esposo (me encantó como sonaba eso en la carta y lo que más me gustaba es que lo dijera mi hermanito Fran) y no era más un empleado, por lo que había que despedirle y pagar la indemnización correspondiente. Cómo lo calculó, ni idea, porque normalmente en esta época no se paga nada, así que estoy seguro que mi hermano nos mandó sus propias ganancias, que lo del despido de Rafa era un mero pretexto, en fin, mi hermanito se lo ganó, Rafa con ese dinero puso una panadería, que era su sueño, yo me dediqué a administrarla y apoyarle en todo, así que con las primeras ganancias compramos un hermoso bastón con incrustaciones de plata en el mango y un sombrero de copa, como sé que le gustan, con hilos de plata y se los enviamos por medio de Seba como agradecimiento.

No sabíamos cómo agradecerle a papá, así que sabiendo lo religioso que era le compramos un relicario y una indulgencia para él y mamá y se las enviamos por correo, de nuevo con Seba como intermediario. Nunca nadie supo donde vivimos mi esposo y yo… hasta ese día. Imagino que tu madre te lo habrá contado, mi única hermana, mi linda Alicia, que yo siempre le dije Ali, el 31 de diciembre de 1899 se apareció en nuestra casa, con tu padre y contigo, eras un pequeño entonces, mi buen César, eras un niño de unos 6 o 7 años y tu madre simplemente nos dijo que ya todos estábamos grandes como para poder cenar juntos en Año Nuevo (yo tenía 60 años, Rafa 58 y tu madre estaba cerca de los 50, tu padre era el más joven, con 42 años) y que había seguido a Seba y Dani, que venían todas las Navidades, después simplemente se quedaron en un hotel cerca de la Catedrale y esperaron que se fueran para no hacer mucho bulto en casa, pero bueno, ya estaban aquí, les invitamos a pasar con nosotros (no era para menos, habiendo llegado a las 5 de la tarde), lo malo fue lo que vino después: tu padre bebió demasiado y terminó en el fiume, tu madre murió tratando de rescatarlo.

La Polizia nos permitió cuidarte, papá y mamá ya habían muerto, habíamos ido a sus funerales, pero nadie nos reconoció, así que Fran se hacía cargo de todo y le iba de maravillas, pero como hermano mayor me tocaba tomar la decisión, así que le revelé a Fran nuestra dirección y me dijo que ya la sabía, que lo había sabido siempre porque Seba no le quitaba el remitente a mis paquetes, que papá y él me habían seguido el juego todo el tiempo para no incomodarme, pero que vendría lo más pronto posible. Llegó en una semana. Discutimos mucho, él acababa de conocer a “alguien” y curiosamente siempre usaba términos y pronombres neutros, así que deduje que él también tenía un hombre por pareja y se lo dije. Lo admitió, aunque no me dijo nombres, pero me dijo que él a sus cuarenta y tantos no se sentía listo para criar un niño, que por favor lo hiciera yo. Rafa estuvo de acuerdo y así es como creciste con nosotros.

Hijo, te preguntarás porqué te cuento todo esto 15 años después de la muerte de tus padres, a mis casi 75 años, con una guerra en la mira, te lo cuento por un simple motivo: no quiero que vayas a enfrentar a los austro-húngaros sin saber la verdad, sin saber que estos viejos te amamos, que aunque no eres hijo de ninguno, eres heredero de los dos, heredero de nuestro amor y sobre todo, queremos que sepas que no debes ponerle límites a tu corazón, si amas a un hombre o a una mujer, mi pequeño, eso es indiferente, lo importante es que puedas amar, porque amando es como eres feliz, sé que pronto te llamarán a las armas, tienes 21 años y tendrás que ir quieras o no, así que ve y vive la vida, aprovecha lo que te dan para ser feliz, mira a Rafa, no ha vuelto a enfermarse desde que estamos aquí y ya son más de 50 años que estamos juntos, tú puedes conseguir algo igual, disfruta cada momento, hijo mío.

FIN

 

Epílogo:

Francisco también aceptó el que su vida no sería como la de los demás, pero él no necesitó esconderse, para su fortuna, en su época vivió Freud, lo que le valió la facilidad de no tener que huir por ser algo que estaba de moda, aunque tampoco estuviera bien visto. El “pequeño César”, como lo llamaban sus padres adoptivos, efectivamente tuvo que luchar contra los austro-húngaros en la Gran Guerra, pero este español criado en Italia conoció a un alemán en la batalla del río Piave, un chico de su misma edad, tal vez un poco menos, se llamaba Erik y lo enamoró, al final de la Guerra volvieron a Piacenza sólo para encontrar a su tío Fran allí, llegaban justo para el entierro de su padre Rafa, su padre Rodrigo había muerto dos años antes. Fue un momento duro, pero forjó la unión de estos dos chicos, iniciada en la Guerra, pero es otra historia que será contada en otra ocasión.

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Hasta aquí esta historia, lo siento, pero el Siglo XIX está demasiado lejos como para poder encontrar información veraz, espero que no haya mencionado lugares que no existieran en esa época, si es así, espero que me perdonéis... sobre todos los italianos...

Os agradecería algún comentario y valoración para saber si os gustó...

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