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Anita se va de excursión

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Las fechas entre mediados de Abril y finales de Mayo son, en la ciudad donde vivo, particularmente agradables, ni mucho calor ni frío así que, como había un lunes festivo Juan y yo, como era bastante usual, decidimos pasar el largo fin de semana sano acampando en la montaña dedicando todo el tiempo al deporte y al aire limpio así que fuimos a una montaña de casi dos mil metros y tras dejar el coche en un pueblo cercano el viernes después de comer hicimos una marcha a pie de algo más de ocho kilómetros hasta una pequeña laguna que fue en su día la cabecera de un glaciar esperando que no estuviese muy concurrido; hubo suerte y aunque parece increíble no había nadie así que elegimos donde acampar y nos dispusimos a pasar los tres días de vacaciones.

A última hora de la tarde apareció un par de tíos algo mayores que nosotros que intentó montar su tienda. Digo intentar porque no eran muy duchos y tras verlos luchar un buen rato (y reírnos lo nuestro) les ayudamos a montar la tienda a unos cincuenta metros de la nuestra y en la orilla de la laguna.

Después de cenar, ya de noche, mientras Juan y yo charlábamos tumbados en la hierba, se acercaron los dos. Álvaro y Guillermo eran sus nombres, y nos invitaron a una copa como agradecimiento a la ayuda en el montaje de la tienda; por supuesto aceptamos y pasamos un buen rato hablando de todo incluyendo temas sexuales, pero sin especial incidencia, aunque repitieron en el tema de intercambio de parejas.

Cuando volvimos a la tienda a dormir Juan me dijo que pensaba que eran pareja y yo le dije que también lo creía y que si se había dado cuenta de su insistencia en lo del intercambio me dijo que, si y que yo que pensaba, le contesté que no me parecía mal, parecían aseados, educados y con buen nivel pero que ya veríamos como evolucionaban la cosas, de momento estábamos provistos de preservativos y lubricante anal.

Al día siguiente y después de hacer una cochinaditas nos levantamos y decidimos ser valientes y bañarnos en la laguna desnudos puesto que no había llegado nadie. Cogimos el jabón, nos jabonamos mutuamente la espalda y las zonas nobles con lo que supusimos que nuestros vecinos, si nos habían visto se habrían dado cuenta de que iba la cosa. Después de secarnos el uno al otro nos sentamos a la puerta de la tienda a desayunar. Al poco rato salieron nuestros vecinos, en pelotas, nos dieron los buenos días y se metieron en la laguna a jabonarse imitando lo que habíamos hecho nosotros. Con todo esto había quedado claro que ellos también eran parejita, lo que había que aclarar era si querían intercambio.

Pasamos todo el día corriendo y haciendo deporte. Después de comer y de dormir una buena siesta volvimos a repetir el baño y jabonamiento, esta vez con nuestros vecinos como discretos espectadores.

Después de cenar y una vez entrada la noche les devolvimos la invitación de la noche anterior a tomar una copa. Aceptaron y estuvimos charlando y bromeando un buen rato; pareció que cada uno se decantaba por cada uno de nosotros y viceversa. Yo llevaba unas mallas cortas bien ajustadas que me marcaba bien el paquete y unas preciosas braguitas de encaje negro.

En un momento “mi candidato” dijo que iba a tirar la basura a un contenedor alejado y bien oculto supongo que por motivos estéticos. Yo dije que era una buena idea y que e iba a acompañar para tirar la nuestra. Cuando me levanté Juan me hizo una señal picarona.

Según nos acercábamos al contenedor, me iba poniendo más caliente y ya tenía una erección notable que se me tenía que notar dado la ropa ajustada que llevaba.

Una vez que tiramos la basura pensé que había que atacar, así que le dije que quería hacer un pis. Él dijo que también, nos detuvimos y prácticamente nos paramos uno enfrente del otro.

Me bajé las mallas y me quedé con las braguitas y un buen bulto. Para animar dije que estas bragas de encaje eran muy incómodas para hacer pis. Se me acercó y me acarició las nalgas y me dijo:

—Parecen muy bonitas y suaves ¿las llevas siempre?

—No, solo cuando me visto de mujer y en alguna otra ocasión cuando quiero encelar a un tío.

—¿Y es este el caso?

—A ti que te parece?

—¿Te importa que te las baje y te toque la polla?

—Lo estoy deseando, pero todavía no he visto la tuya.

Si esperar a más le eché mano al paquete, le bajé la cremallera y le metí la mano en la bragueta. Tras una corta lucha con el slip, le saqué a polla que estaba bien de tamaño, pero en estado morcillona.

Le dije que parecía que no estaba muy animado a lo que me contestó que ya no se le levantaba como antes pero que cuando quería una buena erección recurría a la pastillita azul. Le dije que no me importaba si era capaz de correrse, aunque tardase un poco.

Me bajó las bragas y me cogió el pene que estaba bien tieso y me dijo:

–Qué envidia me das, la tienes tiesa y dura como una barra de hierro.

—Seguro que esta noche la vas a ablandar más de una vez.

Le abracé con ganas y me empecé a restregar contra él hasta que me corrí. Le dije que no se preocupara que jugase conmigo mientras yo le hacía un trabajo manual. Así hicimos, me tocó el culo a conciencia y se corrió enseguida.

Mientras volvíamos al campamento le propuse dormir juntos esa noche porque tenía gomas y lubricante y podíamos hacer de todo. Cuando llegamos al campamento la otra parejita había desaparecido en su tienda que estaba cerrada.

Antes de nada, le dije que aun teniendo en cuenta lo fría que estaba el agua, querría lavarme porque tenía todo el vello sucio del semen de la corrida, él se animó también y nos lavamos en uno al otro, con lo que, a pesar de lo fría del agua, al menos yo salí calentito.

Él la tenía encogidita del agua fría y me apetecía mucho, así que le dije:

—Llevo un rato deseándolo y me apetece mucho chupártela.

—Me contestó” me encantaría porque me estoy volviendo loco de ganas de que me penetres con esa estaca que tienes entre las piernas.

Nos metimos en la tienda nos desnudamos y yo empecé a sobarle notando encantado como se le enderezaba y al mismo tiempo lo incité a que me chupara y mordiera las tetitas. Al cabo de un rato ya estábamos los dos bien cachondos así que me bajé al pilón y empecé una mamada con bien de ganas, haciéndole todas las virguerías que se.

—¿Te gustan las cositas que te hace esta guarrona?

—Eres una artista con la lengua, ni mi novio me ha dado nunca tanto gusto, ¡¡sigue y no pares, Así Así Ahhh!!

Cuando llevaba un buen rato con la polla en la boca, me hizo parar y me dijo que ahora que estaba bien caliente quería que se la metiese. No tuvo que repetirlo, me puse el condón y cogí el lubricante, pero me sorprendió diciendo:

—No me lubriques, quiero que me hagas un poco de daño además estoy muy dilatado porque llevo mucho tiempo follando con mi novio y de vez en cuando usando un consolador bastante grande.

Dicho y hecho, pero no pararon las sorpresas, se tumbó de lado adoptando una postura un poco rara, se abrió las cachas con las manos

—Métemela de golpe, hazme daño.

Yo así lo hice y la verdad es que entró bien suavita hasta los huevos a pesar de que se quejó un poco, retiró las manos y quedamos así enguilados apretados contra su culo.

Empecé a moverme, pero me dijo:

—Deja que lo haga yo todo déjame que disfrute con esa polla tan dura mucho mejor que la de mi novio, que se le pone poco más que morcillota y muchas veces no puede ni penetrarme.

Empezó a moverse hasta casi sacarse la polla y luego otra vez para dentro además apretaba el culo de manera que el roce era mucho mayor y el gusto también:

—¡Que gusto me da el follar con una polla tan dura, parece que me empalas, anda muérdeme en el cuello!

—Como follas bandido, nunca había echado un polvo tan rico, sigue dándome caña, muévete que te lo voy a dar todo.

Tuve la idea de cogerle el nabo por delante y meneásela mientras él se movía de manera que empezaron los “Así Así Ahhh me estas matando de gusto” hasta que llegamos casi a la vez a un orgasmo tremendo en que nos vaciamos y quedamos agotados. Nos dormimos.

Nos despertaron las risas y chapoteos en la laguna, abrimos la tienda y vimos a Juan y a Guillermo bañándose en pelotas. Álvaro se desnudó y se metió también en el agua en tanto yo les dije que iría pronto. Me metí en la tienda y me coloqué algo que no esperaba tener la oportunidad de usar pero que lo había traído por su mínimo volumen: un bikini brasileño color rosa y un gorro de silicona del mismo color junto con unos pechos de relleno de silicona. Lo cierto es que enseñaba todas las nalgas y con dificultad me retenía los huevos. Me metí así al agua y se formó el cachondeo los tres me metían mano a la vez, buceaban entra las piernas, me sobeteaban el paquete y yo feliz, aunque daba preferencia a Guillermo que era el que me faltaba follarme pero que esperaba hacerlo esa tarde o noche y quería irle calentando.

Vestido (es un decir) con el bikini me puse las zapatillas y me fui a correr un rato por los alrededores pensando en que pasaría si me encontraba con un pastor, lo que no ocurrió.

Llegué al campamento al poco más de una hora bien sudado, me quité el bikini y me metí en la laguna a darme una buena jabonada. Mientras me bañaba apareció Guillermo que se quedó en la orilla mirando, cuando salí me dijo: “Estas bien buena” a lo que contesté “Si quieres que sea tuya, conquístame” me dijo “¿Querrías pasar la noche conmigo?” “Poneros los tres de acuerdo porque yo follo con los tres y tú eres el que me falta”.

Después de la charla, no hacía más que mirarme y yo le ponía caritas para encelarle, la verdad es que me ponía el pensar que el machito fuera a hacer algo para encamarme.

Pasamos la mañana, comimos y nos hicimos una siestecita cada uno con su pareja. Juan me dijo que Guillermo en un aparte le había dicho que quería dormir conmigo, que si yo quería por él no había problema. Le pregunte qué tal había ido la noche anterior, me dijo que nada especial lo único que la tenía bastante pequeña pero que tenía una piel muy suave y la carne más bien blandita, me pareció divertido porque nunca he follado un tío de esas características.

Por mi parte le comenté la particular forma de follar que tenía Álvaro y que merecía la pena probarlo así que acordamos volver a cambiar de pareja esa noche.

Después de cenar hicimos la charla y tomamos unas copas sentados en el suelo uno enfrente del otro, y enfrente de Guillermo. Me pasé todo el rato imaginando fantasías eróticas con él provocándole, sacándole la punta de la lengua y pasándola por los labios y acariciándome los muslos. En un momento determinado y de forma sorpresiva les dije “Buenas noches, me voy a la cama” Me levanté y me fui a la tienda. Me desnudé del todo y me metí debajo del saco de dormir que tenía completamente abierto. Al poco rato apareció Guillermo que me pidió permiso para entrar a lo que contesté algo bruscamente, “Claro que si o es que vas a estar haciéndote desear toda la noche” Naturalmente se desnudó y se encamó a mi lado.       

Le dije que llevaba toda la noche insinuándome y que si no le gustaba que me lo dijera porque llevaba tiempo deseando darle un buen repaso, por toda respuesta me acarició la polla y suspiró un “A mí también me apetece mucho”. Bajé la mano y le acaricié el paquete y pudo comprobar que, como me había dicho Juan, era realmente pequeño lo que satisfacía las fantasías que ya había desarrollado.

Le tomé de la cabeza y le pedí que me chupara y mordisqueara las tetitas mientras le decía “Así mi niño chupa las tetitas de mamá que luego te dará un buen premio” Mientras me mamaba yo le acariciaba la espalda y las nalgas lo que me puso bien caliente porque estaba suave y blandito hasta que le dije “Ahora dame ese bomboncito que tienes entre las piernas”, me agaché y empecé a hacerle todas las cochinaditas que había pensado esperando que aguantase y no se me corriera pronto.

Guillermo suspiraba suavemente y me acariciaba la cabeza “Cariño que gusto me das, nunca me lo habían hecho así” mientras tanto yo seguía chupeteando y haciendo ruido con la boca como si la tuviera llena de caramelos. Cuando me pareció bastante empecé a darle lametazos en los huevos hasta que decidí levantarle las nalgas y empezar a lamerle el perineo y a acariciarle el ano con el dedo. Aquí empezó a ponerse realmente burro ya hacer y decir lo que a mí me gusta, levantaba las nalgas para ofrecerme todo su culito y ya no suspiraba suavemente, sino que gemía “Cielo me vas a dejar seco, que gustazo me estás dando, como pares te mato, así, así ahhhh sigue sigue” De repente levantó el culo y se corrió como una manguera manchándome de leche el pelo de la cabeza. Nos lavamos en la laguna, con el agua bien fría, pero es que eso era solo una parte de la sesión que nos esperaba.

Durante el inicio de la sesión me había acariciado la polla y hecho elogios de la  dureza que tenía, así que la anuncié que iba a disfrutar en su culito la dureza que tanto le gustaba y empecé a hacer círculos con mis dedos en su ano y luego a restregarle mi bellotita mientras él gemía y me decía “No me lo hagas desear por favor dame polla” No me lo hice repetir y de golpe y al “Toma polla” se la clavé casi de golpe mientras el dio un gritito y “No importa me ha dolido un poquito pero ya me da gusto”. Empecé a bombear suavecito para que él también gozara y acariciándole las tetitas y mordisqueándole la espalda, lo que a juzgar por los gemidos le gustaba. Me corrí después de un buen rato de meneo y le di unos toquecitos que le hicieron correrse como un ternerito, jadeando y derramándose con generosidad. Nos fuimos a dormir y cada vez que nos levantamos para hacer pis, nos hicimos unas caricias, pero sin pasar a más.

Al despertarnos empecé a tocarle, pero me dijo que parara que quería hablar conmigo. Me largó una sorpresa diciéndome que le gustaba y que quería asunto conmigo solo. Le contesté que yo no quería líos serios y que tenía dos amigos que eran eso, solo amigos y que hacían de macho porque a mí me encantaba vestirme y hacer de mujer. Me contestó que Álvaro también era uno de tres amigos que tenía y que a él le encantaría que le tratasen como a mujer pero que era un poco cortado y nunca se había atrevido a entrar en una tienda de lencería. Yo le dije que casi todo lo había comprado por Internet que si quería le daba la dirección.

Total, que después de un rato de charla quedamos en que nos veríamos de vez en cuando los dos solos y que me llamaría para que le diese la información de lencería. Después de acordar como empezaríamos el asunto, echamos un polvete, nos bañamos en la laguna y pasamos el día deportiva y campestremente.

Ya os contaré cómo evolucionó la cosa.

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