Nuevos relatos publicados: 0

Diario de un prisionero II: la obsesión

  • 14
  • 11.793
  • 9,61 (46 Val.)
  • 0

Diario de un prisionero II: la obsesión

[Para este relato, “Colgando en tus manos” de Carlos Baute y Marta Sánchez]

 

A San José, 15 de abril

Mi amado Andrés:

Ya se me ha vuelto costumbre, no lo puedo evitar, Sergio me ha invitado a las sesiones de entrenamiento de estos días, le he dicho a la nana que lo acompaño para que no regrese solo, pero la verdad es otra, me muero por verte, por saludarte, aunque sea de lejos, claro que has venido más veces a casa, pero por ahora sólo hemos forjado una amistad, bonita, sí, pero que no es amor, al menos, no todavía.

Esta mañana, después de la universidad, justo cuando te invitaba a comer, llegó él, el chico que siempre nos ha mirado con cara de reproche, Quique, y como ni Sergio ni tú hacíais nada por presentarlo se presentó el mismo: dijo llamarse Enrique y que también quería ser mi amigo. Es un chico guapo, no lo puedo negar, mide 1.72 de altura y tiene unos preciosos ojazos negros y un pelo color azabache que siempre lleva un poco revuelto; además, como todos los atletas, está en forma y su cuerpo fibrado es muy atractivo, pero yo sólo tengo ojos para ti, eres demasiado guapo y llenas mis sentidos de una forma que nunca logrará nadie más.

Al final no pude invitarte porque Quique no se separó de nosotros, estuvo todo el rato preguntándonos cosas, lo normal, qué tipo de música me gusta, programas de televisión, películas, etc. Ese día Sergio y yo nos volvimos solos a casa y, después de comer, me dijo que quería hablar conmigo en privado. Subimos al despacho de mi padre, que ya casi era mío, y cerramos con llave para que nadie nos molestara, ya todo dispuesto, Sergio me dijo que él también era gay, pero que no sabía cómo decírselo a la nana, sobre todo ahora que tenía novio. Su novio, me contó, tiene 24 años, está empezando como bombero y dice que es guapísimo, así me lo describió: 1.85 de altura, delgado y un poco fibrado, de pelo negro al igual que los ojos, con una sonrisa linda y afable y con un culo precioso y apretadito. Quiso comentarme el tamaño de su herramienta y otros detalles, pero le dije que se guardara algo para él, no creo que a Julio le haga mucha gracia que ande contando el tamaño de su polla por ahí…

También me contó que ya habían tenido su primera vez, según me dijo, Julio es muy detallista, fue tan cariñoso que no le provocó ningún dolor y después le ofreció su culito, de modo que los dos perdieron la virginidad el mismo día y juntos. Yo me sentía feliz por él, se le veía enamorado, pero también tenía un poco de envidia, ¿por qué él si podía estar con el hombre de sus sueños y yo no? No era justo, yo quiero estar contigo y no me atrevo, me da miedo perderte, prefiero tenerte de amigo a no tenerte.

Hoy me acosté con eso en la cabeza, me muero por estar contigo, pero no sé cómo pedírtelo, por lo pronto Sergio me dijo que iba a averiguar si sentías lo mismo, total son buenos amigos y cree que le contestarás con la verdad. Ahora no puedo dormir pensando en ti y lo maravilloso que sería que estemos juntos.

Tuyo,

Pablo.

**********

A San José, 27 de abril

Mi amado Andrés,

Hoy quise darte una sorpresa y, aprovechando que es sábado, te propuse ir a pasear al volcán Irazú, está bastante cerca y es precioso, me costó un poco que accedieras, pero viniste. Esta vez íbamos solos porque Sergio saldría con Julio y como hablamos por teléfono, Quique ni siquiera se daría cuenta…

Me costó mucho, pero al final salimos, esta vez le di el día libre al chofer y conduje yo hasta el volcán, tengo amigos en el OVSICORI [Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica] y nos dejaron pasar y nos dijeron que disfrutáramos todo lo que quisiéramos de la vista del volcán. Antes de cualquier cosa te llevé al sitio que más me gusta de allí: te llevé al mirador. Curiosamente hoy no había un alma en el parque y el cielo estaba despejado, con lo que teníamos una vista perfecta del volcán para nosotros solitos. Estábamos completamente solos y, temerariamente tal vez, tal vez porque ya no podía silenciarlo más, pero posé mi mano en la tuya, queriendo decirte que te amo. Tú no dijiste nada, simplemente con tu pulgar acariciaste mi mano y nos volvimos a ver, fue una conexión única entre nosotros, las palabras sobraban, yo cerré los ojos y dejé a mi corazón hacer, mi boca buscó la tuya y… la encontró, mis labios se unieron a los tuyos, eran mucho más tersos que en mi sueño y también me buscaban con más amor, pronto tu lengua quiso hacer de nuestro primer beso algo todavía más inolvidable y yo sólo acerté a abrir mi boca para dejarla entrar, sin embargo, tu forma de aferrarte a mi cintura y colocar una de tus manos en mi cuello y presionar hacia ti, como si pretendieras fundirnos para siempre, me hizo reaccionar, te abracé y dejé que mi lengua te correspondiera, nos fundimos en un beso que nunca olvidaré: mi primer beso, mi primer amor.

Creía haber pasado toda una eternidad en ese beso, pero fueron tan solo unos minutos y paramos para tomar aire. Mientras recuperábamos el aliento, me dijiste las dos palabras que más feliz me han hecho en mi vida, me dijiste “te amo”, no pude responderte en ese momento, simplemente me lancé de nuevo a tus labios y después de otro beso dulce, profundo y largo, te lo dije, te dije que te amo con todas mis fuerzas. Nos volvimos a besar para sellar nuestro amor, entonces nos dimos cuenta que anochecía y simplemente nos sentamos a ver cómo se hundía el sol detrás del volcán mientras nuestras manos estaban unidas, con los dedos entrelazados, y nos aferrábamos a ellas como nunca. Entonces hablaste por primera vez desde que dijiste que me amabas y me preguntaste si quería dormir en tu casa, que no había nadie, que te habían dejado solo el fin de semana.

No habías terminado de hablar cuando llamé a la nana y le dije que no iba a llegar esa noche, que no preguntara, pero que iba a estar bien, que esta sería la mejor noche de mi vida. La nana no protestó, nunca lo ha hecho, aunque pude notar en su voz la alegría de sospechar que hay alguien vida, por supuesto, no se equivocaba. Conduje hasta tu casa, me indicaste una dirección que grabé en mi memoria a fuego, no sería la última vez que iba a tu casa, o eso quiero creer. Me guiaste hasta un buen barrio de la capital, aunque tu casa no era una mansión, sino más bien una casa normal, de clase media, como la mayoría en el país.

Lo que más me gustó de tu casa fue el buen gusto para la decoración, era impresionante cómo combinaba todo y cada cosa estaba en su sitio justo, el sueño de todo diseñador de interiores. Pero no me dejaste entretenerme mucho observando tu casa, me dijiste que el sitio más importante estaba al final del pasillo. Me dejé guiar, tu habitación era preciosa, con las paredes de un blanco impoluto, sólo hay un cuadro, que no detallé en el acto, pero que en una segunda barrida detecté en el acto, está justo encima de tu escritorio, de modo que cada vez que levantas la mirada lo miras, pero no era un cuadro cualquiera, era una foto. En cuanto la vi, me quedé con la boca abierta, era una foto… mía. No podía creerlo, porque no era una foto reciente, tenía por lo menos dos años. Te pregunté y me dijiste que me habías visto una vez con Sergio y te las ingeniaste para tomarme esa foto sin que nadie se diera cuenta. No me veía especialmente guapo, pero me contaste que cuando estabas triste y necesitabas un amigo, cuando querías contarle algo a alguien o simplemente tener alguien a tu lado, tomabas la foto y la acariciabas, incluso la besabas. Lograste derretirme y no lo pude evitar, tuve que besarte, otro beso de amor, simplemente amarte y demostrártelo.

Nos empezamos a desnudar entre beso y beso, descubriendo nuestros cuerpos conforme cada prenda caía al suelo de la habitación, tu cuerpo desnudo superaba a mi torpe imaginación en mi sueño, un cuerpo lampiño y fibrado, se te nota el deporte y te sienta de lujo, tienes un cuerpo precioso, perfectamente definido, sobre todo la tableta, los seis abdominales se te definen perfectamente y, como comprobé después, son más duros que el acero. Tu bella cara, tu cabello rizado, tus brazos definidos, tus piernas fuertes, tu sonrisa llena de amor, todo tú, eres increíblemente bello. De sólo verte ya mi polla había despertado, deseando conocerte, tú estabas igual que yo, me dijiste que tenías mucho tiempo esperando este momento y que querías que fuera especial, entonces me besaste de nuevo, pero me abrazaste y me acariciabas muy tiernamente, provocándome el mayor placer del mundo y haciendo que nuestro beso fuera sublime, nos uníamos en uno, y ni siquiera habíamos empezado… no sé cómo, porque nunca lo había hecho, pero sin dejar de besarnos nos acostamos en la cama, tú sobre mí, los dos desnudos y sintiendo el máximo contacto de lo más mínimo de nuestra piel, podía sentir nuestros penes oprimirse entre nuestros cuerpos, lo que me excitó todavía más, estaba a punto de ser tuyo y me moría por dejarte hacer. Cuando te hubiste saciado de mis labios, empezaste a besarme el cuello, luego fuiste bajando por mi torso, te entretuviste con mis tetillas y, más abajo, con mi ombligo: besabas, succionabas, mordías; hacías cada cosa en el momento, lugar e intensidad justos, justos para conseguir arrancarme gemidos y hasta gritos de placer, estabas consiguiendo algo nuevo para mí: me sentía cada vez más excitado, cada vez disfrutaba más del placer que me dabas y por un momento creí estallar de amor. Pero no, no estallé de amor, estalló mi pene, no lo pude evitar, igual que en mi sueño, en cuanto intentaste comerme la verga, terminé, te sorprendió, pero no te desagradó, me dijiste que te había gustado su sabor y me besaste para que probara mi propia esencia en tus labios, me volví loco, tu boca sabía a ti, sabía a mí, era indescriptible, no lo puedo decir con palabras, pero era lo mejor que me ha pasado.

Me diste tiempo para recuperarme de tan bella impresión y me pediste comerme la polla de nuevo, pero esta vez me dijiste que me harías gozar de la mamada y cumpliste, besaste mi glande, lo acariciaste con tu lengua, luego me cubriste todo el tronco de besos y te entretuviste sorbiendo mis cojones, luego, cuando ya la tenía como un canto, te la metiste a la boca, te la comiste toda, hasta la base, podía sentir mi glande en tu garganta y estaba tan excitado que de mi boca sólo salían gemidos y tu nombre, no creía poder aguantar mucho tiempo y te lo hice saber, entonces de algún sitio sacaste un cojín y lo pusiste en mi cintura, luego, tu cara se internó entre mis nalgas y lo único que sentí fue tu lengua en mi agujerito, casi me corro otra vez, me estabas dando a conocer sensaciones que no conocía y cada una superaba a la anterior, te amo y quería ser totalmente tuyo, cosa que te hice saber y tú me dijiste que ya casi todo estaba preparado, sólo te faltaba lubricar tu pene, te dije que eso no era problema, que para eso estaba mi boca. Mi proposición te gustó porque te mordiste el labio inferior y acercaste tu bella polla a mi boca, que de inmediato acogí gustoso, nunca lo había hecho, pero intenté hacer lo que tú me hiciste, no sé qué tan bien me salió, pero tú me hiciste saber que gozabas y me decías que ya estabas listo que por fin sería tuyo. Volviste a mi culito, le diste un rápido beso como para refrescar lo que ya habías hecho y entonces tu bella tranca apuntó a mi hoyito y, finalmente, me hiciste tuyo, me dolió un poco, pero sólo un poco, el placer se sentirte dentro de mí, de saber que era tuyo y el que mi primera vez fuera contigo, todo esto junto, no sólo mitigó cualquier dolor que podrías haberme provocado, sino que me hizo disfrutar todavía más lo que estaba sucediendo y querer buscar tu boca para besarte y tú me dijiste que me amabas, luego nos fundimos en uno, ahora sí que éramos uno. Después de un buen rato, en el que no dejamos de besarnos, acabaste dentro de mí, me llenaste completamente de ti y yo, entre estremecimientos y gritos de placer, terminé corriéndome sobre mí. Después del esfuerzo, te derrumbaste sobre mí y nos besamos hasta dormirnos, no supe, ni quería saber nada más que te amo y me amas.

Te amo, mi Andrés, te amo y hoy me has hecho el hombre más feliz del mundo, he sido tuyo y tú eres mío, ya no hay nada ni nadie que nos pueda separar. Te amo.

Tuyo,

Pablo.

**********

A San José, 4 de mayo

Mi amado Andrés,

Después de nuestra primera vez, pasamos juntos lo que quedó del fin de semana, más en tu cama que en otro sitio, simplemente disfrutándonos, estando el uno junto al otro, besándonos, o simplemente acariciando nuestros cuerpos. Yo me sentía en una nube, de la que no quería bajar, todo era demasiado bello para ser cierto… hoy hace una semana que nos permitimos ser libres para amarnos y es maravilloso, pero hay una cosa que me incomoda… bien sé yo que pueden ser tonterías mías, pero este Quique… no sé… vaya a donde vaya, allí está, el único día que no le vi, fu el día de nuestra primera vez, pero de ahí en fuera, él se encarga de aparecer en mi vida, lo llame o no, todos los días.

Al principio creí que tú le gustabas, pero cuando les contaste que tenías novio, como a nadie se le ocurrió siquiera pensar que era yo, entonces el Quique se vino con toda su caballería a por mí, o esa es mi impresión, me parece que quiere conmigo, pero no se atreve, la verdad, mi Andrés, no sé qué hacer con él. Es guapo, es atractivo y es muy buena persona, pero yo te amo a ti: mi dilema no es a quién amo, mi dilema es como le hago para dejarle todo claro y hacerle el menor daño posible.

Hace unos cuantos días que noto que él pasa más conmigo que en otra cosa, lo he visto cerca de mi universidad, rondando por mi casa y en los entrenamientos, que voy a verte siempre, pero él incluso ha bajado su rendimiento por estarme observando, me tiene muy incómodo, pero no voy a dejar de verte sólo por él. Si tanto le molesta que estemos juntos, que lo diga.

Tuyo por siempre,

Pablo

Continuará…

Aquí tenéis el segundo capítulo de esta entrega... ¡GRACIAS por leer!!!!

(9,61)