Nuevos relatos publicados: 13

Diario de un Prisionero III: la calma antes de la tormenta

  • 20
  • 12.422
  • 9,34 (32 Val.)
  • 2

Diario de un Prisionero III: la calma antes de la tormenta

 

A San José, 10 de abril

Mi amado Andrés,

Hoy ha sido un día feliz, ayer hablamos por teléfono, como todas las noches, y me hiciste una proposición… me pediste hablar con nuestros padres. Me dejaste frío, es la verdad, vale, que te amo, que haría cualquier cosa por ti, pero vamos un poco rápido, ¿no? Bueno, realmente no me importa, si por mí fuera, iría a velocidad luz contigo. Lo planeamos así: tus padres vinieron a mi casa y obligué a mis padres a volver temprano, así lo decíamos una vez y listo. Cuando los seis estuvieron sentados en la sala (accediste a que estuvieran también Sergio y la nana), les dijimos a nuestros a nuestros padres que los habíamos reunido porque queríamos presentarlos, ya que eran consuegros. Jajaja todavía recuerdo sus caras, se quedaron estupefactos, la primera que reaccionó fue la nana, claro, se abalanzó sobre mí y me dio un beso y me dijo que ya se imaginaba ella que estaba con alguien y que nos deseaba que fuéramos felices, papá se quedó en blanco, no supe cómo se lo había tomado porque simplemente soltó un “ah, vale” casi imperceptible; tus padres reaccionaron de manera diversa, tu madre nos abrazó, pero tu padre dijo que a él eso no le parecía correcto, que nos respetaba, pero que no lo aprobaba; mamá ya fue otra historia: sacó su móvil y se puso mandar SMS. No lo entendí y no quise preguntar… Después cenamos, y, aunque la escena estaba un poco tensa, sobre todo por mi padre y el tuyo, pronto la cosa se relajó y comimos como grandes amigos. El chofer fue a dejaros a ti y a tus padres y entonces me quedé solo con mis padres; la nana y Sergio prudentemente se evaporaron de la sala, y papá me sorprendió, no había dicho nada, según dijo, porque no creía poder contenerse en su aura de hombre frío e insensible que le gusta transmitir para impresionar, pero que estaba feliz por nosotros y que lo que necesitáramos, lo pidiéramos; después hizo algo que no me lo esperaba porque nunca en mi vida lo había hecho: me dio un abrazo y un beso en la frente. Una vez que se hubo asegurado que entendí que me ama, me dijo que iba a evitar que ese cariñoso desliz se repitiera, al menos en público. En ese momento mamá dejó el móvil y me dijo que ella también me amaba (aunque no hubo “desliz” de su parte) y que no había dicho nada porque estaba muy ocupada contándole a todo el mundo que su niño por fin tenía pareja y estaba feliz.

Cuando dejamos de hablar, me subí a mi habitación y te llamé para ver qué tal te fue. Me contestaste a la quinceava llamada, estabas llorando y me pediste perdón por no contestar antes, pero estabas con tus padres, tu madre se mantuvo en aceptarte cómo eres y apoyarte, pero tu padre… ¡tu padre gritó tanto que los vecinos llamaron la policía! No lo podía creer, ¿quién se ha creído ese hijueputa para tratarte así? Explicó cómo pudo y quiso la situación a la policía y volvió a entrar dando un portazo, me contaste, que por poco hace la puerta giratoria. Pero no siguió gritando, le susurró algo al oído a tu madre que le contestó con una de sus miradas que dices que usa para mandar a alguien a la mierda sin tener que hablar y tu padre se volvió y te dijo que lo perdonaras, pero que era algo difícil de asimilar, que le dieras tiempo, que no te odiaba, pero no podía aceptarte, así como así, necesitaba pensarlo un poco. Me dijiste que te fuiste corriendo a tu habitación y justo viste que te llamaba y me contestaste. Te conté lo que pasó con mis padres y te animaste bastante. Mañana cumplimos dos semanas de amarnos y me prometiste un regalito, estoy ansioso por saber lo que tienes para mí, sólo me pediste que averiguara si te podías a quedar a dormir en casa; mis padres, como siempre, se irían fuera toda la semana en una de sus interminables giras, así que era yo quien tenía que darte permiso y no me atreví a negártelo, todo solucionado, nos deseamos las buenas noches entre promesas de soñar el uno con el otro y colgamos. Medio segundo después recibí un mensaje tuyo: “no puedo vivir sin ti, mi Pablo, velaré tus sueños esperando verte mañana, te amo con todas mis fuerzas. Andrés”. Me derretí y me sonrojé, pero no me importó porque nadie me veía, me di una ducha y me acosté, aunque lo que menos hice fue dormir pensando en ti y en cuánto te amo.

Tuyo de corazón,

Pablo.

−−−−−−−−−−−−−−−

A San José, 11 de abril

Mi amado Andrés,

Anoche dormí fatal, incluso terminé haciéndome una paja pensando en ti, pero nada sacaba de mi cabeza la inquietud por la sorpresa que me darás hoy… por lo pronto, bajé a la cocina y desayuné con la nana y le dije que por favor preparara más comida porque tú vendrías a comer y además quería que ella y Sergio comieran con nosotros, por primera vez en mi vida, oí a la nana protestar por algo, dijo que justo hoy que ella también tenía visita se me antojaba pedirle de favor que almorzara con nosotros. Me quedé perplejo, la nana nunca había refunfuñado por nada y menos de esa manera, pero entonces Sergio, que había estado muy concentrado en su cereal, me aclaró las cosas: ayer, después de que nosotros hablamos con ellos, él habló con la nana y habían invitado a Julio a almorzar con ellos.

Mi risa no pudo ser más pura ni más cálida ni más… sincera. Le pregunté a Sergio si tenía algún problema en presentarles a Julio a su hermano y a su cuñado y como este se negara, se resolvió el dilema de la nana, con lo que se puso contenta, como siempre, y hasta preparó lasaña, mi comida favorita, quería que fuera un almuerzo especial para todos y sabe que esa comida le queda especialmente bien y además se esmeró demasiado, la casa olía a gloria cuando llegaste. Poco después llegó Julio y ya estuvimos todos para comer. Julio sabía muy bien que yo era “el jefe” por lo que no le sorprendió que me sentara a la cabecera de la mesa, pero nunca se esperó que la nana ocupara el puesto de honor y otra de las domésticas se encargara de servirnos, para él eso era nuevo, no por prejuicios clasistas, sino porque no conocía a nadie que lo hiciera. Sin embargo, la charla estuvo muy animada, nos contó que como acá en Costa Rica no hay academia de bomberos, tuvo que ir a Estados Unidos a formarse, entre risas, nos dijo que no sabía cómo le había hecho para aprobar el primer año, porque no hablaba inglés ni para insultar jajaja nos reímos un buen rato con sus ocurrencias y la comida se nos pasó rápido, cuando nos dimos cuenta, ya habíamos terminado con el postre y estábamos gozando de una maravillosa sobremesa. Julio nos prometió llevarnos a su estación y darnos el tour completo, si teníamos suerte incluso podríamos acompañarle a algún incendio. Luego narró miles de anécdotas sobre gatitos en árboles, casas en llamas y árboles que caen sobre casas, además de rescates de personas atrapadas en sus carros como consecuencia de un accidente de tránsito. La verdad Julio se da a querer y ya lo sentíamos como parte de la familia.

A eso de las 4 p.m. miraste tu reloj y me dijiste que sería mejor que fuéramos saliendo porque si no íbamos a llegar tarde… te pregunté si querías que nos llevara el chófer; te negaste, así que conduje yo y fuimos a Multiplaza del Este [centro comercial famoso de la capital], de camino me preguntaste que cómo sabía que tu comida favorita era la lasaña, te dije que no lo sabía que la nana la hizo por ser mi comida favorita y en el parking del centro comercial nos fundimos en un hermoso beso que me llevó al cielo, en estos días habíamos descubierto que los dos somos zurdos y tenemos gustos parecidos, es que estamos hechos el uno para el otro, de eso no hay duda. Ya en la sala de cine, vimos una película, estaban haciendo una feria de cine y daban películas viejas, así que elegiste una de tus favoritas: “El niño del pijama de rayas”. Vimos la película, pero estuvo tan interesante que no pasamos de unos piquitos rápidos entre escena y escena, no tuvimos tiempo de más.

Después de la peli, volvimos a mi casa y cenamos, aunque esta vez estaba sólo la nana: Julio y Sergio salieron para aprovechar; después de la bendición de la nana y la nuestra Sergio se sentía libre y quería disfrutarlo; no lo culpo, yo hago lo mismo… tuviste un detalle que derritió a la nana y te ganaste su amor por toda la vida: la llamabas suegrita, porque es mi segunda madre, mi madrecita, según tú, ella corrió a abrazarte cuando lo explicaste y luego yo te recompensé con un beso, fue una cena mucho más animada que la de ayer con nuestros padres, pero la pobre nana estaba cansada y tú tenías otros planes, así que no hubo sobremesa, sino que la ayudamos a lavar los platos y subimos a mi habitación. Apenas entrar en la habitación me empezaste a besar y yo, feliz, te correspondí con todo mi amor y ternura, fueron besos apasionados y dulces que disfrutamos todo lo que pudimos, de hecho, pronto estuvimos sin ropa, desnuditos, uno junto al otro, pero nada más, estábamos agotados y no teníamos fuerzas, así que lo dejamos para después de dormir. Pero tú de pronto te diste cuenta de que no me habías dado la sorpresa, o eso dijiste, y eso que para mí pasar un día a tu lado es la mejor sorpresa, cada minuto descubro un amor indescriptible que nace en mí y quiere ser entregado a tu corazón en entrega inmediata y personal; rebuscaste en la mochila en que llevabas la ropa y sacaste un osito de peluche, me sorprendiste tanto que me lancé de nuevo a tus brazos y estuvimos besándonos otro buen rato hasta que me llevaste a la cama y nos acostamos sin dejar de besarnos, pero nos dormimos en el acto.

Tuyo, con todo el corazón,

Pablo

−−−−−−−−−−−−−−−

[Esta escena de cortesía de un amigo mío llamado Camilo Andrés, ¡mil gracias!!!!]

A San José, 27 de abril

Mi amado Andrés,

A la fecha he comprobado que eres un caballero veo en tu mirada las ganas irremediables de hacerme sentir tu amor de la mejor manera, si supieras que el solo hecho de estar a tu lado ya es perfecto; mi cuerpo aún se estremece con los detalles de los que solo ha sido testigo la luna y en unos minutos el amanecer, en este instante te veo dormir plácidamente, me gusta verte dormir apretado a mi cuerpo mostrando un matiz despreocupado realmente feliz.

En la tarde luego de estudiar me pediste que me pusiera guapo que saldríamos durante la noche y luego de un beso te marchaste entre la multitud; la noche ha caído y con ella el cielo se tornó negro sin estrella alguna solo una luna brillante que baña de plata la hojarasca del jardín; me puse guapo: unos vaqueros ajustados, una camisa a botones con estilo de cuadros muy moderno, unos cuantos toques de loción y estaba listo. El timbre sonó, bajé ansioso las escaleras con una mirada le dije a la nana que yo abriría me detuve un momento frente a la perilla e inhale gran cantidad de aire con fuerza, miré de reojo a la nana que me indicó que estaba bien; sonreí por lo bajo si supieras los nervios que recorren mi cuerpo de saber que me amas que lo darías todo por mí.

Abrí la puerta te encontrabas con la vista en el suelo removiendo un poco tus zapatos uno contra el otro sin percatarte que te veía, te observé un momento, vestías unos vaqueros ajustados, zapatos de cuero y camisa en con cuello en V, dejando ver un poco tus pectorales, de momento quedaste inmóvil, quizás sentiste mi mirada, pasaste saliva con dificultad, tu rostro se ruborizó un poco y giraste la vista a mis ojos para sonreírme, ‘te amo’ me susurraste entre dientes, te acercaste tomándome de la cintura y finalmente me besaste, sentía como tus labios se abrían paso entre los míos para apretarlos con deseo para nuevamente ser recorridos, tu lengua ingresando entablando una sutil batalla con la mía, la calidez de tu saliva combinado con el calor de tus manos al recorrer mi espalda, si sólo hubiese durado más tiempo, ‘se pueden atragantar si se descuidan muchachos’ resonó a escasos metros de nosotros la nana.

Jadeaste un poco mientras apartabas tus labios de los míos, llevaste tu pulgar a mis labios y secaste los rastros de saliva; le sonreíste a la nana para luego saludarla con un abrazo. Al salir de la casa el frío del ambiente me abrazó, mis dientes castañearon, las caladas de aire que expulsaba eran visibles, me miraste un momento y en segundos tus brazos me rodeaban. Habíamos caminado bastante y de un momento a otro te detuviste en medio de una extensión de pasto totalmente verde cubierto por algunas gotas de rocío alumbrado por los rayos de la luna; te miré intrigado me pediste que esperara ahí que no tardarías y eso hice. Llegaste con una canasta grande llena de cosas que podríamos necesitar. No pude evitar sonreírte mientras te ofrecía ayuda, te pregunté de dónde habías sacado lo que ahí tenías y te limitaste a decirme que ya lo habías colocado con anterioridad.

Era el mayor de los gestos: una corta tela roja cubría el suelo, a su costado una botella de vino y dos copas, te besé un largo tiempo pero no podía ocultarlo tenia frío y lo notaste; te reíste un instante te dirigiste a la canasta y sacaste en un rollo de tela con unos cuantos troncos, organizaste el terreno para que el fuego no se extendiese todo estaba listo ¿y el fuego?; evitaba reírme mientras buscabas con qué iniciar la fogata: eres despistado ya lo sabía era de las cosas que más me divertía de ti, te levantaste colocaste tus manos en la cintura y me miraste apenado ‘plan B, amor’ dijiste en un suspiro resignado. Te alegrará recordar lo efectivo que salió el plan B: cogiste unas rocas y las golpeaste durante un tiempo, pero no daba resultado, seguiste con los palos, pero lo poco que intentabas era apagado por la ventisca de la noche, para esos momentos reía plácidamente logrando apenarte más… si eso ya era posible.

 ‘¿Y si lo intentas con esto?’ te dije, sacando un encendedor que guardaba en mi bolsillo, regalo de mi padre, suelo cargarlo todo el tiempo. Finalmente ‘encendiste’ la fogata y te recostaste a mi lado, me señalabas una que otra estrella, te amaba, de eso estaba seguro. Te arrodillaste y yo hice lo mismo, apoyamos nuestras frentes mientras jadeábamos, irónicos de encontrarnos en esta situación, tomaste mi mano y la enlazaste a tus dedos para luego llevarla a tus labios y besarla, ‘te amo, Pablo’ cerré un instante mis ojos permitiéndome sentir el tacto de tus manos desabrochar los botones de mi camisa, ‘te deseo’ el calor de la hoguera cubría parte del ambiente, las llamas realizaban contraste de luz en tu piel, tu palma se apretó a mi pecho y subiste hacia mi hombro retirándome en el recorrido la camisa; la miré caer para luego enfocarme en tu mirada.

Bajaste tu mano por mis brazos hacia atrás dejando mi pecho desnudo a merced del ambiente, te acercaste para besarme el cuello tu lengua rozando en su recorrido mientras tus labios tomaban la saliva que mi piel le había robado a tu boca, suspiré, tus manos se apretaron a mi espalda en una caricia, con tu mano en mi pecho me invitaste a acostarme, no olvidaré la luz de tus ojos en esos momentos, te despojaste de la camisa tu tableta dura de tonalidad variante ante el movimiento de las llamas, tus pectorales fuertes de tetillas anchas y duras, me senté deje que mi boca le comieran resiguiéndolos con mi lengua al tiempo que succionaba, tu mano sobre mi nuca apretándome con fuerza.

Nos besábamos desenfrenadamente, con la respiración agitada, dos pechos desnudos compartiendo su calor; bajaste por mi cuello, lamiste mis tetillas, bajaste por mi abdomen, desabrochaste mi pantalón y me despojaste de él, apretaste entre tus labios la tela del bóxer y lamiste una y otra vez apretando con tu mano mis huevos, poco a poco adquiría tamaño y fuerza, ya tus dientes apretaban el trozo de carne; tomaste la botella de vino y la descorchaste, la inclinaste y dejaste que me mojara, el frío de los ríos que formaban en mi piel, el olor que se impregnaba en el ambiente nos producía una incontrolable sensación de deseo, succionaste el vino de mis bóxer húmedos, introdujiste tus dedos en el elástico y bajaste poco a poco mi pene golpeó tus labios para luego caer sobre mi abdomen, apretaste con tu boca la base, tus manos agarraron mis caderas en mi contracción, subiste en un camino de besos y lamiste la punta una y otra vez, con tu mano lo tomaste, lo descapullaste un poco, se apreciaban las gotas de pre seminal cubrir el glande; centímetro a centímetro se introducía mi pene por tu garganta.

Sentir tus labios apretando el tronco y succionando en la subida era tocar el cielo, le sentía palpitar en tu paladar, tu nariz tocaba mis vellos, tus dedos jugaban con los pliegues de mis huevos, ‘Andrés’ dije en un jadeo suplicante que te detuvieras, ya estaba sudando. Me sonreíste un instante me tomaste de la nuca y me besaste, apoyaste tu codo en la tela sin dejar de besarme desabrochaste tu pantalón y bajaste un poco, tomaste mi mano libre y la guiaste a tu bóxer, tu pene se sentía tieso en su tamaño máximo; reseguí con los dedos desde la base hasta sentir la punta apretarse con el elástico en una batalla por salir. Tome el bóxer desde el elástico y lo bajé, cuando lo liberé tu miembro rozó babeante mi mano, gemí un momento sin parar de besarte lo tome fuerte de la base y lo descapullé. ‘Pa… Pablo’ dijiste en señal de que me detuviera y colocaste tu frente sobre la mía ‘Pablo, tú me pones mal, no dejo de pensar en ti…’ me besaste rápidamente y entre jadeos continuaste ‘mi cuerpo te desea, no veo futuro sin ti; ¿entiendes?’

Te besé con intensidad permitiendo que mi lengua entablara caricias en tu boca y cuando dejara de estar fueran mis labios quienes te apretaran; comencé con una paja rápida apretando fuertemente la base para posteriormente acariciar el glande, colocaste tu mano en mi pecho empujándome sutilmente entonces detuve mi intensidad y te pajeé lento acariciando tu glande esparciendo tu néctar desde el capullo hasta la base para terminar acariciando tus bolas; recogiste tus dedos casi en rasguño. Me tomaste de la nuca y te tumbaste a la tela, bajé por tu cuello, reseguí tus tetillas jugando con mi lengua un buen tiempo sin dejar de pajearte; gemías y tomabas saliva con necesidad, la luz de la fogata reflejada en la capa de sudor de tu cuerpo te sentaba excelente.

Bajé por tu abdomen hasta donde los músculos de tus caderas se abren en V apoye mis manos a tus piernas, rocé tu glande con mis labios antes de ingresarlo poco a poco aún no era experto pero te gustaba, o eso me hacías sentir, lamí el tronco mientras te pajeaba, me detuve un momento así hasta que levante tus piernas y las apreté a tu pecho dejando tu culito a merced de mi boca, mordí tus nalgas, busqué tu ano, reseguí con mi lengua sus pliegues depositando saliva en cada movimiento; ‘Pablo, yo… yo no he hecho en amor donde tú sabes, o sea el…’ no dejé que continuaras te besé y busqué la punta de mi miembro y la deje descansar en tu ano, para luego ejercer un poco de presión apretaste los dientes pero siempre dispuesto a seguirme besando. ‘Mírame, Andrés, no te haría daño’ acariciando tu mejilla en aquella confesión apreté un poco más la entrada, teniendo el glande en tu interior el tronco fue entrando a medida que tu cuerpo se relajaba, le dejé estar un momento en tu interior.

Tus manos se apretaron en mi espalda, besé tus mejillas y te contemplé un instante, la saqué despacio sentí como tu cadera se contrajo y sin tenerla toda afuera la volví a insertar, era fantástico sentir como tu esfínter me apretaba a cada intento, la intensidad aumentó, ya mi cadera chocaba de golpe con tu culito, en un desenfreno animal de mete y saca, tu cuerpo teñido de rojo con tu cabello pegado a tu frente. Te amaba, tomé tu pene y comencé a pajearlo, en unos instantes retomó su tamaño y el pre seminal volvía a untar mi mano todo era perfecto.

‘Andrés’ paré mi movimiento y la saqué de tu interior, me tiré a un costado y respiré, me besaste, acariciaste mi pecho con dulzura, casi timidez; apretaste un poco mi cuerpo y me pediste que me colocara de espaldas le besaste cada disco a mi columna hasta encontrar mi culo, lo elevaste un poco mordiste cada nalga, y con tus manos te abriste paso, sentí tu lengua en mi ano un buen tiempo simulando lo que había hecho, cuando deje de sentir tu calor te levantaste y me la insertaste poco a poco y como yo no tenía tu boca apreté el pasto con fuerza; ya adentro me bombeaste una y otra vez. Sentía mi abdomen a punto de explotar.

Sacaste tu pene, me gire y te pajeaste un instante frente a mis ojos para luego tumbarte a mi costado, nos mirábamos a los ojos mientras nuestras manos acariciaban el pecho del otro, bajaban por nuestro abdomen y cada cual se ubicaba en el miembro de su amado. Tu respiración se aceleró un tanto menos que la mía, tus dedos me tenían en el cielo con la intensidad que le propinabas a los movimientos.

La presión se abrió paso y me corrí, la lefa cubrió tu mano y mi abdomen, gemí de placer sonreíste apretando tus dientes y te corriste en varios trallazos; miré tu abdomen y subí hasta encontrar tus ojos, la noche más bonita era la que en ellos se contemplaba.

Al poco tiempo te levantaste sacaste unos pañitos para limpiarnos, me pediste que no me vistiera, me cubriste con una cobija un tanto gruesa… lo traías todo menos un encendedor jajaja nos acostamos el uno con los pies enlazados en el otro intentando amortiguar el frío, apoyaste tu cabeza en mi pecho ‘Pablo, te amo’ susurraron tus labios antes de dormir.

Yo a ti mi vida…

Tu devoto novio,

Pablo.

−−−−−−−−−−−−−−−

 [Ahora volvemos a mi pluma, ¡gracias!!!!!]

A San José, 5 de mayo

Mi amado Andrés,

Mi amor, te amo, me diste tu virginidad y todavía tengo sueños húmedos con eso, pese a que hemos repetido… pero no me preocupa, eres mi dueño y es normal que estés hasta en mis sueños, ¡te amo!

No recuerdo si te lo he contado, porque me la paso más besándote que en otra cosa, pero resulta que he descubierto que Quique me sigue mirando raro y me vigila como queriendo asegurarse de todo lo que hago, incluso lo he visto anotando cosas un par de veces. Lo que más me sorprendió es que ayer lo vi saliendo de casa de uno de mis vecinos: Antonio. Se ve que discutieron, porque Antonio cerró la puerta con tanta fuerza que hasta la nana se asustó, como somos compañeros en algunos cursos de la universidad, me acerqué a su casa para ver si todo estaba bien y lo único que gané fue una mirada llena de odio y que me mandara a la mierda, así que ya no me preocupo por él, pero me sigue intrigando Quique…

Te contaré un poco quién es Antonio: Antonio y yo fuimos compañeros en el colegio, nos llevábamos bastante bien hasta que él intentó besarme, es un chico guapo, atractivo y buena persona, pero eso no me gustó, me sentí traicionado, ¿no se suponía que teníamos confianza?, entonces, ¿por qué no me lo dijo antes? Si me lo hubiera dicho, tal vez habría accedido, pero que me besara, así como así me hizo sentir usado y nos distanciamos un poco. Sin embargo, cuando nos reencontramos en la universidad, decidimos intentar ser amigos y hasta ahora había funcionado, incluso los días que nos tocaba juntos se venía conmigo a la universidad y pasábamos juntos todo el día, nos reíamos bastante y aunque se le notaba que todavía siente algo por mí, al menos se esforzaba por llevar las cosas con calma y darme mi tiempo. Todo estaba caminando bien hasta que le conté que estaba contigo, desde entonces se distanció un poco, me dijo que, para no interferir entre nosotros, pero no le creo, además es evidente que entre él y yo sólo hay una amistad, pero la mirada que me dedicó cuando le pregunté por Quique me hizo recordar la mirada que yo mismo le hice cuando me intentó besar y me sentí mal por él. Llegué a una conclusión sobre él: le pediré a Julio que le dé una buena ducha con la manguera de la estación, a ver si espabila un poco y deja de vivir de recuerdos…

Pero hoy no fue en vano, otra vez mis padres están fuera así que vinisteis Julio y tú a cenar y a… dormir. O eso dijimos, aunque la nana no se lo creyó, de hecho, no preparó la habitación de huéspedes, sino que llevó un juego extra de toallas a mi habitación y a la de Sergio, como que lo entendió perfectamente jajajaja. Después de cenar tuvimos otra maravillosa sobremesa, cortesía de Julio y sus anécdotas, y después nos retiramos a dormir.

Esa noche hicimos el amor como nunca, me besaste hasta que nuestros labios ardieron de tanto roce, nos acariciamos hasta que se nos entumecieron las manos de estar recorriendo nuestros cuerpos. Decidí avanzar un poco y te empecé a besar el cuello, luego fui bajando por tus definidos pectorales y llegué a tus deliciosos pezones, que no dudé en acariciar con mi lengua, besarlos, succionarlos, llenarlos de saliva para succionarla después y volver a besarlos. Tú gemías de placer y decías mi nombre y que me amabas, me puse a mil y seguí bajando, llegué a tu bello ombligo que degusté con placer y te hice retorcerte de placer y ahogar gemidos y jadeos que entremezclabas con mi nombre. No pude postergarlo más y me lancé a tu bello y duro falo, besé tu capuchón, lo acaricié con mi lengua y, finalmente, lo metí en mi boca, permitiéndote llegar hasta mi garganta y ahogar un gritito de placer. No resististe mucho y terminaste en mi boca, me bebí todo tu néctar, esa bebida reservada a los dioses que tú me dabas a probar con tanto amor. Te acostaste boca abajo y me ofreciste tu culito, que yo encantado me lancé a comer ese divino agujero que nos arrancaba jadeos de placer hasta que no pude aguantarlo más y te ofrecí mi polla para que la preparas y tú gustoso llenaste mi cipote de saliva, cuando estuve listo te volteaste y abriste tus piernas, dejando tu hoyito expuesto y yo me aproveché de eso y apunté y fui adentrando mi verga en tu cuerpo, te hice mío por enésima vez y buscaste mi boca para fundirnos completamente en uno. Nos amamos, nuestros cuerpos se unieron a la perfección y tú demuestras lo que me amas, igual que yo te daba todo mi amor, empecé a moverme dentro de ti y después de un rato me pediste cambiar la posición y te acostaste de lado, levanté tu pierna y volvimos a fundirnos, te besé el lóbulo de la oreja, succionándolo con mis labios y deleitándome con tu sabor. Gemiste de placer, un gemido profundo y salido del corazón, muestra de nuestros sentimientos; cuando te mordí la oreja, acabaste entre espasmos de placer y me dijiste que me amabas, eso fue suficiente para mí, me hiciste acabar en el acto. Saqué mi pene de tu culito y te giraste y me repetiste que me amabas y me abrazaste, entonces nos besamos hasta quedarnos dormidos.

Tú haces que cada día que vivo sea mucho más maravilloso que el anterior, te amo, mi vida, mi Andrés.

Tu amante novio,

Pablo.

Daŭrigos...

**********

 

Mis queridos lectores, gracias por acompañarme en esta nueva aventura, del próximo capítulo solo diré que no habrá tanta miel… ahora sí se entenderá el título, al menos el significado que le quería dar originalmente… por favor, de nuevo os lo pido, tomaros la molestia de comentar y valorar, ¡para poder mejorar y daros cada vez mejores relatos!!! ¡Gracias!!!

(9,34)