Nuevos relatos publicados: 13

Con ella

  • 2
  • 17.898
  • 8,31 (45 Val.)
  • 0

Con ella… Norma

Parte I

 

Llegué al sitio, se mantenía un tanto oscuro el lugar, lo que me pareció apropiado para el ambiente.

Saludé afablemente al anfitrión del sitio, un hombre de gran personalidad que sabía descubrir nuestros gustos a primera vista, al menos conmigo nunca falló.

Me presentó a una morena hermosa que difícilmente puedo describir, simplemente logro decirle que era bellísima y mejor dotada.

Realmente me impactó aquella belleza y no pude disimular el deseo de conocerla en la intimidad.  Roberto -el anfitrión- nos invitó para que accediéramos a un reservado, pues allí íbamos a poder dialogar mejor y en algo más de silencio, aunque la música de fondo no era estridente, por lo contrario, invitaba al romance.  

Aquella noche había estado festejando la culminación de una obra, en la cual todo nos había resultado excelente. Tenía motivos suficientes para entregarme a una noche de placer… no lo dudé mucho y así lo hice.

Norma, así resultó llamarse mi amiga morena, estaba perfecta para la horma de mis zapatos.  Festejaríamos el encuentro con una botella -para empezar- de una buena marca de champan. Lo servimos, reímos, nos conocimos y terminamos teniendo -para calzar muchos puntos mejor-  un festival de besos que todavía recuerdo con dulzura; fue vivamente excitante y divinos. 

Poco a poco fuimos perdiendo ropa, hasta quedarnos con las bragas que teníamos ambos. Sus senos –bien desarrollados– invitaban a la caricia, al beso sensual de esas frutas riquísima con su néctar de rosas rojas. Ella quiso poseerme y la deje a sus anchas… poco a poco fu tomando posesión de mi cuerpo.

—Hasta dónde te atreves a legar… —pregunté ansioso.

—Hasta donde me lo permitas… —dijo locuazmente.

Solo atiné a decirle:

—Hazme tuyo, por siempre.

Su lengua, toda una experimentada serpa, corría veloz por mi cuerpo, y prontamente estaba instalada en mi ano… ah qué delicia de caricia era aquella, me hacía sentir al más mínimo movimiento de su húmeda lengua que agitaba dentro de mí ardientemente. Jamás había experimentado tanto placer.

Me beso con su sabor ocre en su boca que era toda una delicia en mis labios… Me invitó a saborear su falo el cual tomé delicadamente desde su prepucio, saboreando cada palmo de su brillante cabeza hasta verlo totalmente introducido en mi boca, donde lo saboreé con duces chasquidos… Ella se estremecía y yo me endulzaba con aquella miel que dejó brotar sobre mis labios.  Fue realmente palpitante esa ocasión… que no terminó sino en la madrugada. Ambos nos entregados al frenesí del sexo que nos hizo vibrar con locura.

 

(…) Vuelvo con la parte II

(8,31)