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Culeada por un desconocido en el eje cafetero 2

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Todo comenzó al mediodía, después de tener sexo con Pedro (leer mi relato “Culiada por un desconocido en el eje cafetero en Colombia”), mi deseo sexual siguió en aumento, quería seguir recibiendo verga.

Al día siguiente de la culeada con Pedro, visité varios clientes, estuve en reuniones, tuve mis fantasías con ellos, pero no podía ir a más. Algunos intentaron cositas, pero no era posible, los asuntos laborales lo impedían, por ahora, no era bueno enredarse aún con ellos.

Al medio día regresé al hotel, pretendía almorzar y relajarme un poco.

El comedor estaba lleno, un cuarentón casi cincuentón se ofreció a compartir la mesa.

Se presentó como Víctor, un hombre lindo, bien cuidado, aseado, fina loción, amable y gran conversador.

Pronto empezó a insinuarse cosas, le seguí la corriente, pero no concrete nada, quedamos de encontrarnos en la tarde noche en la zona húmeda del hotel.

La tarde pasó como la mañana. Regresé al hotel, descansé un rato en la habitación, me cambié y subí a la zona húmeda. Allí estaba Víctor, sonriente, con un cuerpo muy bien cuidado para su edad.

Comenzamos a conversar, llegó la primera, la segunda, la tercera cerveza y con ellas los temas sexuales. Como siempre las preguntas los gustos sexuales y experiencias sexuales.

Víctor iba de prisa, estábamos en la orilla de la piscina e intentó besarme, eludí su intención, me sumergí, al bajar vi su erección, menuda polla se mandaba el cuarentón. El bulto era enorme, largo y grueso, en ese instante decidí comerme ese pedazo de carne.

Regresé a la superficie y tosí como su hubiese tragado agua, se acercó y me cubrió con sus manos, me dio algunos golpes con sus palmas en mi espalda, seguí “tosiendo”, se aproximó y sentí su pene rozando mis glúteos.

Tosí más fuerte y me incliné hacia atrás, la presión se incrementó, y me chorreé, me sentí húmeda, mi chochito empezó a palpitar, enviaba señales inequívocas, quiero tragarme esa polla.

Nos besamos, el bajo la mano y me toco, no aguante y acaricie su miembro, lo apreté, masturbé un poco, me invito a salir y fuimos al sauna.

Entramos y me la mostró, no dije nada solamente me senté y se la chupé.

Escupí, lamí ese grande y hermoso glande y lo chupé.

Después me ocupé del tronco y me la metí hasta donde pude.

Víctor me follo por la boca, al principio suave, pero se fue violentando, me quería hundir toda, casi me vomito en su polla.

Se relajó, intento clavarme, no lo deje, le pedí el condón, bajamos a la habitación.

Me tomó con fuerza y me recostó contra la puerta, me mordió los senos, los chupo, los volvió a morder, los volvió a chupar.

Bajé mi mano, acaricié esa vergota, la apretaba, la pajeaba, con cada caricia me mojaba más, el chocho me palpitaba más de prisa.

Él seguía mordiendo y chupando mis tetas.

Me desnudo totalmente, sus dedos rozaron y entraron en mi vagina, gemí, aceleré la pajeada. Me soltó, se puso un condón.

Lo empujé contra la cama, se dejó caer, vi su palo erecto, largo, grueso, lo monté, lo sentí chocar con mis labios vaginales. Placer, deseo. La contracción fue larga, casi me corro. Sentí, su glande rozándome el chocho, buscando la entrada, sabía que el placer seria inmenso.

Por fin empezó a entrar, me dolió, era muy gruesa, pero me encantó. Que vergota me empezaba a taladrar, me habría como una perra en celo, me gustaba el dolo y el placer que sentía.

No recuerdo cuanto duro el proceso de metérmela, solo que en un instante determinado me sentí empalada totalmente, partida en dos por ese pollón.

Lo cabalgue, lo montaba muy suave, arriba, abajo, el me abría, me partía en dos, me hacía gozar, un gozo doloroso, pero muy, muy placentero.

Víctor me culeaba en silencio. Disfrutaba de mis movimientos, sabía que estaba encantada con su verga, que me estaba acomodando y que más adelante el sería el que llevara la manija.

Cuando me sentí abierta y llena de verga, aceleré mis movimientos. Lo cabalgue con más fuerza y más velocidad. Me corrí, no resistí el placer y exploté en un orgasmo, largo y estrepitoso.

Víctor me tomo por las caderas y empezó a moverse, ahora el controlaba la penetración. Comenzó suave, recordé la mamada en la zona húmeda y pensé que pronto me destrozaría a pollazos.

Lo ayudé con la penetración, le seguí el ritmo. Su verga entraba y salía “como Pedro por su casa”. Estaba abierta y chorreada. Gozaba con cada embestida, empezaba a caminar hacia el segundo orgasmo.

Víctor me dejó nuevamente el control de la situación. Mi sentir era distinto, mi chocha se había ajustado al tamaño de la verga, ahora el dolor era mínimo, inexistente, subía y bajaba sintiendo un fuerte oleaje de placer.

Empecé a hablarle, a pedirle verga, sí que me diera con esa polla rica que tenía. Que ya estaba abierta, que siguiera abriéndome, partiéndome sin miramientos.

Solamente me dijo que a todas les gustaba su verga. Que cuando las abría todas gemían de placer y querían recibir y recibir.

Le dije que me diera entonces como perra en celo, como una puta de alcantarilla que quería verga toda la noche.

Me tomo de la cintura y me facilito mi subir y bajar sobre ese enorme trozo de carne que me comía.  El placer subió de tonalidad, gemí y le hablé.

Estaba en el paraíso, le confesé que era una traga vergas, que me encantaban las pollas grandes, esas que partían como la que él tenía.

Acelere la cabalgada, sentía que llegaba el segundo orgasmo, y timbro el celular. El sonido me desconcentró, sentí que era lanzada a un costado, el placer de la verga saliendo de mi vagina fue enorme. Las palabras de Víctor desconcertantes:  Mi mujer, vete perra, sal de aquí puta de mierda.

Él se incorporó, se metió al baño, solo escuche, “mi amor estaba en la ducha”.

Me vestí, cerré con cuidado y subí a la habitación.

Me sentía muy abierta, cortada y con ganas de leche.

Recordé a Víctor, sonreí, no sentí rabia por él.  Me duche, me masturbe. me acosté, quería dormir, sentí hambre, sonó mi celular, era uno de los clientes de la mañana, me invitaba a comer.  Le dije que sí, y pensé por qué no. Pero esa historia es de otro relato.

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