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Patas arriba (XI)

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Después de unos días con turbulencias varias, que incluyeron la Champions (divertido publicar el capítulo 11 al ganar la Undécima), me decidí a buscarle un hilo a la madeja de ideas para poder continuar, aquí está el resultado:

 

Patas Arriba XI

 

Ylian

Debo admitirlo, mi nuevo hermano Vanya y mi cuñado Ricardo me animaron bastante, no sólo en la tarde cuando me derrumbé al hablar con mi madre, sino también en la cena, Cami estaba más pendiente de sus amigas que de otra cosa y me sentí bastante fuera de lugar, pero Ricardo tiene un maravilloso don para no olvidarse de mí, todo el rato estaba pendiente de mi estado de ánimo y en cuanto notaba que yo estaba callado o distante de inmediato me hacía volver a la realidad y en casa es igual, sólo que en lugar de que me hable puede que de repente me abrace por detrás o simplemente me dé un beso en la mejilla cuando pasa. Ahora entiendo todavía mejor por qué Iván se enamoró de él, es un chico muy detallista y sensible, aunque a primera vista sólo parezca un niño bonito más del montón.

Pero la vida pasa y Cami me dio un buen consejo: empezar desde ahora todo el follón con la universidad y así que nos fuimos a hacer colas y pedir papeles para hacer más colas reuniendo todos los requisitos para convalidar las asignaturas que ya cursé en San Petersburgo, no quiero tener que repetir todo eso, especialmente porque hay una cosa de detesto de tener que ir a clases: que los profesores repitan como loros durante casi todas las clases de la asignatura cuando todos los alumnos entienden desde la primera hora de clase el Teorema de Pitágoras, no necesitas pasar todo el año repitiéndolo, ya es sabido desde el insti. No creo que pueda resistirlo más de lo que he hecho, no quisiera tener que volver a pasar por ese suplicio.

Cuando hacíamos cola en la secretaría de la facultad habían bastantes alumnos realizando diversos trámites y me llamó la atención un chico que esperaba fuera de lo que parecía el despacho de un profesor, era un chico que me atrajo como un imán: debía medir cuando menos 1,85, incluso era alto para mí, tenía el pelo un poco largo y negro como la noche, tal como me gusta, lo veía de perfil y podía ver que sus ojos eran color marrón, casi miel, un tono que nunca había visto, pero que me gustó mucho, sus brazos eran una verdadera escultura, con músculos muy marcados, me imaginé la de horas que debió matarse en el gym para tener esas venas tan gruesas y marcadas; por su ropa no podía intuir el resto de su cuerpo, pero supuse que no sería nada feo con lo que había visto, además, aún con el calor que empieza a sentirse en junio el chico no vestía de manera que se exhibiera, lo que en mi opinión significa que no es de esos que se matan en las máquinas sólo para presumir, me imaginé que le gustan los deportes y por eso tiene ese cuerpo...

- Joder, tío, te lo vas a comer con los ojos -Cami me hizo aterrizar de vuelta en la realidad-, es tu turno en la ventanilla, anda, que Joel no se irá a ningún sitio por ahora...

¿Cami lo conoce? Jo, justo cuando más quería hablar con Cami, tuve que pasar y solicitar los requisitos de convalidación de asignaturas estudiadas en el extranjero. Salí pitando de la secretaría y me encontré a Cami hablando con Joel:

- Joel, macho, tú otra vez en broncas de fin de año... -le decía, se ve que el reproche no era muy serio porque los dos sonreían, en ese momento Cami me vio llegar-, Joel, mira, él es mi amigo Ylian, acaba de venirse a vivir a Madrid desde San Petersburgo, Rusia.

Nos dimos un apretón de manos y pude sentir que sus manos son suaves, como quien no acostumbra pasarse las tardes en el gym, eso me gustó, confirmaba mi idea de un chico deportista y no una máquina de gimnasio.

- Ruso, ¿eh? Tienes suerte, Ylian, a mí lo más suave que me dicen es “guiri”, no veas lo que incomoda, por suerte mi piel morena y mi pelo lo disimulan un poco, porque llego a ser rubio como tú y me despellejan vivo, por cierto, estudio arquitectura -¿que estudia qué? ¡No me creo mi suerte!- ¿tú que estudiarás?

- Pues yo estaba a mitad de arquitectura en Rusia, así que, dependiendo de lo que me convaliden, puede que coincidamos en alguna asignatura, o eso creo -vamos, si eso pasa, me convenceré de que venirme a España habrá sido mi mejor idea en mucho tiempo-, cambiando de tema, dijiste que te llaman “guiri”, ¿eres inglés?

- Sí, mi familia es de Chelsea, en Londres, pero mis padres se conocieron cuando mi madre hacía un Erasmus en Londres y decidieron vivir aquí, yo nací en Chelsea, pero desde hace unos años vivimos aquí, a muchos les hace gracia mi nombre en español y mi apellido en inglés: Mellors, por suerte no es un apellido que se pueda pronunciar mal fácilmente... aunque crean que es catalán...

Continuamos bromeando con esa coincidencia y terminamos por quedar en el curso de la semana para ver nuestros esbozos de proyectos y hablar un poco de eso. Joel entró a su reunión con el profesor y nosotros nos fuimos a seguir con lo mío.

- Oye, ¿sabes si Joel se mata en el gym? -le pregunté a Cami.

- Te ha gustado, ¿eh? Pues no, Joel es la persona más alérgica a los gimnasios que conozco... realmente es un flipado de la natación, lo chifla el tema, pero nunca ha puesto un pie en un gym, lo malo del tío es que se cree la última cerveza del desierto y por eso descuida un poco sus estudios.

- Bah, eso lo hacemos todos, Cami, lo que pasa es que tal vez él se descuida demasiado, ya veremos si se llega a una amistad cuando lo veamos mañana, no quiero apresurar nada, llevo menos de una semana aquí y prefiero vivir las cosas una a una.

- Tú siempre tan prudente, no parece que tengas 20 años... oye, hablando de motocicletas voladoras, ¿has notado que todos nos miran como si fuéramos gemelos? Han de estar alucinando a colores con nuestro parecido, supieran que no tenemos ni un gen de parentesco...

Por suerte el brusco cambio de tema de Cami hizo que empezáramos a reír como pocas veces en la vida al notar que, efectivamente, todos nos miraban como si no se pudieran creer nuestro parecido y es que sólo la cara nos diferencia, así que cuando nos ven por detrás o de lado, se creen que somos al menos mellizos, así que empezamos a hablar de eso y se me olvidó la bronca que iba a echarle por lo de decir que parezco un vejete... aunque puede que tenga razón...

 

Iván

Puff es junio y entre el calor que hace y lo de la selectividad, no hay cuerpo que aguante esto, menos mal que podemos salir a las terrazas y tomarnos un par de cervezas de vez en cuando para engañar al cuerpo y que crea que no hace calor, o Ricardo y yo nos encerramos en nuestra habitación y ponemos el ventilador a tope, con lo cual dan ganas de quitarse ropa para sentir la brisa y terminábamos desnudos y cuando menos habían caricias y algún beso... por mí, que tengamos calor todo el año, que esto me encanta, soy muy cariñoso y me encanta darle mi cariño a mi Ricardo.

En fin, esa tortuosa semana de la Selectividad pasó y por fin somos libres para hacer lo que queramos, lo primero fue irnos de cabeza a una piscina y refrescarnos como debe ser, aunque Cami e Ylian no quisieron venir, dijeron algo de que habían quedado, en fin, ellos se lo pierden.

 

Cami

Según Ricardo, Ylian y yo nos perdemos de disfrutar la piscina... no sabe que la familia de Joel tiene un chalé en las afueras, bueno, quien dice las afueras dice la Sierra Madrileña, y tienen una piscina que se disfruta que no veas.

En fin, que nos pasamos la mañana chapoteando como patos, pero eso acabó con la comida, porque no puedes meterte al agua nada más comer, pero tampoco nos apetecía echar la siesta, así que sacamos nuestras carpetas y empezamos a ver los dibujos que teníamos hechos, en mi caso, abundaban cosas del estilo del Château de Versailles, Joel abundaba en diseños de casas al estilo colonial americano y, cómo no, Ylian tenía mil dibujos del Titanic, su sueño. Mi dibujo favorito de Ylian es uno donde se ve al transatlántico navegar apaciblemente y en el horizonte lo que parecía ser tierra... o un iceberg, es realmente una obra de arte más que un diseño de arquitectura, pero le quedó genial.

Cuando llegamos a ese dibujo, Joel se puso blanco como si hubiera visto un fantasma y nos pidió acompañarle y mostrarle el dibujo a su abuelo. No sé muy bien lo que hablaron, porque como buen español, yo de inglés ni puta idea, pero Ylian, Joel y su abuelo hablaron en un rápido inglés que me sorprendía más al ver cómo Ylian parecía triste o emocionado según el tono de la conversación, pero sus emociones iban in crescendo, casi parecía explotar. Por fin su abuelo se dio cuenta que no entendía nada y decidió hablar en un lento español, pero mucho más comprensible para mí:

- Me imagino que usted es Camilo, el amigo de estos dos jóvenes -asentí y el terminó de presentarse-, mi nombre es William Mellors Jr., supongo que mi atolondrado nieto no le explicó por qué era imperioso que viese este dibujo, ¿no es cierto?

- Para ser sincero, Mr. Mellors, Joel no nos dijo nada -contestó Ylian, que por lo visto aun siendo ruso domina perfectamente la etiqueta victoriana-, pero creo que sólo por su nombre puedo imaginarlo.

- ¿Cómo es eso posible, joven Ylian? -inquirió don William.

- Es sencillo, memoricé las listas de sobrevivientes del R.M.S. Titanic y entre ellos figura Mr. William John Mellors en segunda clase, de 19 años en el momento del hundimiento, además, embarcó en Southampton y se dirigía a Long Island, Nueva York, usted indicó que se llama igual que su padre, así que podría ser posible que usted sea hijo de este viajero.

- Veo que es usted todo un apasionado de todo lo relacionado con ese barco, memorizar la lista de sobrevivientes es algo que nunca había visto, pero sí, soy el hijo menor de William John Mellors, quien tenía 19 años al momento del accidente y, al igual que Joel, su padre y yo, nació en Chelsea, Londres. Vengan, jóvenes, sacaré los viejos álbumes de fotos en los que aparece mi padre con los otros sobrevivientes y las pocas fotos que pudo obtener del barco antes del hundimiento, muchas de estas no están dando vueltas en internet y es muy probable que sean las primeras personas fuera de la familia que ven estas fotos, porque mis dos hermanas mayores no quisieron tener ninguna relación con el tema y yo las he guardado como tesoro familiar, de hecho, las traje de Chelsea porque pensaba en heredarlas a mi hijo mayor, en memoria de mi padre y para que no se olvide lo que ha pasado la familia.

Pasamos toda la tarde en eso, a Joel e Ylian se les olvidó la piscina y cuando don William sacó las viejas fotos de su padre y pude ver el Titanic desde dentro, hasta a mí se me olvidó la piscina y el mundo. Nos volvió a la realidad mi móvil, era Iván preguntando si llegaríamos a cenar, le dijimos que sí y después de despedirnos y agradecer la hospitalidad de los Mellors salimos pitando para la casa de Ylian en el coche de mi papá Luis.

 

Aurora

Vaya, por fin me dejan narrar, que ya tenía ganas de contar cómo veo las cosas... bueno, que Iván y Ricardo estaban pensativos porque Ylian y Cami no llegaban a cenar, pero joder, es verano y vas a un chalé en la Sierra con piscina, como para no volver en un par de días.

Finalmente, los chicos llegaron y pudimos cenar, aunque cuando no nos miraban yo tuve mi propio aperitivo en la boca de Ester, pero bueno, es su culpa por llegar tarde.

Después de cenar y ver una peli cada quién a su casa, cada mochuelo a su hoyuelo, más que todo porque con Ricardo e Ylian la casa de Iván está petada, pero yo tenía otras ideas, no dejé a Ester irse con Cami a su edificio, sino que me la llevé a dar una vuelta, puede que hayan clausurado el Pacha, pero todavía hay sitios dónde salir por Madrid y no pensaba dejar títere con cabeza esta noche.

Teníamos ya un pedo del doce cuando amaneció y vimos salir de un bar a alguien que podría haber pasado desapercibido si no fuera por lo que iba gritando a los cuatro vientos: “Camilo, por tu culpa Pedro nunca fue mío, sé que tampoco fue tuyo, pero me las pagarás”. Cami nos había contado de Pedro y de la confusión que sentía cuando Ester lo dejó porque no podía decidir entre los dos, habían pasado ya casi seis meses, cómo podía existir alguien tan rencoroso para todavía estar afectado con eso, porque era demasiada coincidencia de nombres y circunstancias como para que se tratara de alguien más...

 

Iván

- ¿Diga? -contesté mi móvil esa mañana- mi nombre es Iván, sí... comprendo, conociste a Ricardo en Finisterre... llegarás a Madrid mañana... de acuerdo... iremos a buscarte, aunque Ricardo no tendrá ni idea, será una sorpresa para él... hala, nos vemos... -terminé la llamada.

Continuará...

 

Amigos míos, hasta aquí este capítulo, espero que lo encontréis interesante o al menos no os desanime a leer lo que venga después... como siempre, espero vuestras impresiones, sugerencias, críticas y demás en los comentarios, también os agradezco que valoréis, ¡gracias!

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