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50.1 Pesadilla

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A la mañana esperaba ver a Anwar y fui yo el que se acercó a él venciendo mi prevención, para saber qué había ocurrido con la puerta de acceso al patio de la urbanización, aunque el portón automático funcionaba y era lo más importante para acceder y salir por él con el coche.

-Gracias por lavarme el coche, y por las flores, imagino que deberé dárselas a su mujer.  –me responde con una ligera ironía, o lo siento así, que puedo ir a su casa a dárselas, y sobre la rotura de la puerta, parece ser que han accedido a la urbanización con el propósito de robar sin conseguirlo, tiene que pasar antes el seguro para mandarla arreglar.

No me asusta el hecho del robo, pero seré más cuidadoso para no dejar abierta alguna de las puertas del estudio, aunque solamente utilizamos una.

Como imaginaba Elie no me necesita y ella es muy suficiente para realizar mi trabajo sin problemas.

A la tarde hago los recados que tengo en el listado y resulta un día tranquilo y relajado para ir a correr un rato, aunque solo. Troto por las calles, concentrado en mi esfuerzo y mirando alguna vez lo que sucede a mi lado, hasta llegar cansado y necesitar un largo baño, o ducha para relajarme.

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En la fábrica el comentario general es hablar sobre mi marcha, y lo enlazan con la próxima llegada, el mes de junio, de una de mis compañeras para pasar nueve meses en el laboratorio, ella es química de mi misma promoción.

A media mañana me sacan de una reunión para atender un problema de la depuradora y no tengo que desplazarme, el encargado ha venido hasta las oficinas para hablarme de ello.

No habíamos mantenido grandes conversaciones ni intimado, salvo lo estrictamente necesario para el trabajo, aunque es un chico extraordinario, un poco mayor que yo y le calculo más de treinta años, no es que sea guapo, pero tiene otras cosas además de hacer muy bien su trabajo y haberme ayudado en el proceso de renovación que hicimos.

Estamos en mi despacho, al lado de mis compañeros que ahora me acompañan junto con Elie, se muestra tímido, nervioso y extraviado al hablar de las razones de su visita, decido ver el problema en su lugar de origen y le pido que vayamos a la depuradora.

Caminamos bajo las tuberías de colores que recorren el camino que he realizado tantas veces, caía una llovizna ligera parecida a la niebla como sucede en este momento.

Tenemos que correr para no mojarnos y llegamos jadeando a las puerta donde tiene él su despacho, se echa a reír al mirarme y me sujeta del brazo.

-Vamos a los lavabos, tienes la cabeza mojada y un aspecto muy gracioso.

Es la primera vez que le veo reír, ser natural y sin su buzo de trabajo manchado de grasa, es de los técnicos que siempre es el primero en meterse debajo de las máquinas para resolver los problemas.

Me entrega una toalla con la que seco mi cabeza y él hace lo mismo.

Milou que así se llama, representa unos treinta y algún año, de pelo moreno y ensortijado, algo más alto que yo, tiene unas espaldas anchísimas que parecen desproporcionadas con sus caderas y cintura, la ropa le sienta como si vistiera un saco, colgando de sus anchos hombros y sin pegarse abrazadas a su cuerpo.

Habla muy poco y hasta ahora solamente lo habíamos hecho sobre los problemas que se han ido presentando y de la marcha de los trabajos, siempre se ha mostrado tímido y reservado al hablar conmigo.

-Bien Milou ahora enséñame cual es el problema, lo que funciona mal.  –me mira cohibido.

-Solo quería hablar contigo antes de que marcharas, aunque ya no tiene sentido.  –retuerce la toalla entre sus manos, tiene algunas gotas de agua colgando de su negra barba.

-De qué quieres hablarme, si todo funciona bien y estarás atendido por Elie cuando la necesites y yo no esté.

-Quería decirte…, una tontería, algo sin sentido ahora…, que me gustas, me agradaste desde que te conocí y nunca me he atrevido a decírtelo y ahora no sé por qué lo hago.  –se le nota lo rojo que está por su frente, su cerrada barba no permite que se vea la piel de la cara.  Es la primera declaración que recibo tan extemporánea e inoportuna, aparte de la sugerida por aquel maquinista de la obra, en la depuradora de Leeds.

Nunca imaginé que un hombre de su apariencia fuera gay, no le había visto nada que le delatara, aunque es cierto que aparte de lo relativo al trabajo no hemos tenido trato alguno. Me siento agradecido por su declaración, aunque no venga en el momento más oportuno. Siempre es agradable saber que eres querido por la gente y que de una forma u otra te da su aprecio y cariño.

-Tenías que habérmelo dicho antes Milou, podíamos haber hablado, aunque solo fuera eso, me hubiera encantado, a mí también, tener alguien con quien poder hablar en la fábrica de nuestras cosas.  –le recuerdo en el comedor siempre en silencio o hablando muy poco.

-Como siempre no me decido hasta el final, como ahora contigo, pero si alguna vez vuelves podremos hablar y conocernos.  –le miro en silencio.

-Tienes razón, si alguna vez vuelvo ya nos conocemos y hablaremos, pero recuerda que Elie estará para ayudarte, ahora vamos a dar una vuelta por la planta, tengo que justificar mi ausencia.

En la revisión que hacemos voy observándole y dándome cuenta de lo lamentable que resulta que un chico como él no se atreva a hablar con los demás, la cara apenas se le ve, pero resulta atractivo con su barba y el cuerpo, ahora viéndole al detalle, se le adivina de infarto.

Yo creía que había mejorado para localizar a los de mi género y gustos y como siempre fallaba.

Quería acompañarme de vuelta y no se lo permití, al final sentía pena por él, en su despacho me despedí con un beso en los labios que le deja en suspenso y aproveché para salir a la calle.

En el deportivo Rafael bromeaba conmigo sobre mi ausencia de una semana, hablando de que habría perdido facultades y estaría flojo.

-He nadado algunos días, no todos y estoy en plena forma, lo comprobarás ahora.  –le empujé para que cayera en el agua, él sí que había mejorado mucho. Estos meses con su esfuerzo conseguía un resultado que se apreciaba mirando su cuerpo simplemente.

-Mañana necesito hablar con Evans, quiero que me deje ver la lista de los invitados que están preparando, a mi madre no se la puedo pedir y Gonzalo no conocerá a la mayoría, quiero ver si falta alguien que ellos no conozcan.  –me sujetó del hombro con la mano que tenía libre, en la otra sostenía una cerveza.

-Estuve con él ayer, en realidad estamos todos los días, ahora nos es más fácil estar juntos al volver a su antiguo lugar de trabajo, podemos follar en su cama y aprovechar todo el tiempo de que dispone. Me estoy haciendo adicto a su verga.  –el recuerdo morboso de la polla de Evans llega a mi cabeza. Cuando tuve la oportunidad de tenerla y no lo quise, o fui un cobarde para cogerla y llegar hasta el final.

Llegamos al estudio y se toma otra cerveza mientras hablamos. Tenía intención de acompañarle y salir a dar una vuelta, hablar con algún amigo o conocidos y pasar un rato distraído, pero llueve en algunos momentos y fortísimas rachas de viento impiden caminar por la calle sin peligro, lo pude comprobar en el coche y las noticias aconsejaban no salir de casa. 

Se marchó cuando terminó su bebida y me quedé solo, me dedicaría a trabajar y hablar por teléfono. Después de comer mi fruta como cena, hablé con Nico y Gonzalo me llamó antes de que yo lo hiciera.

Me dormí pensando en Gonzalo, y a veces me volvía el recuerdo de lo que Rafael había dicho sobre la polla de Evans, rememoraba aquel día de la grabación de Alan y Lorian y la posterior mamada que le inicié y que luego abandoné en beneficio de Lorian. Me dormí intranquilo, inquieto y envuelto en los recuerdos del pasado.

Sentía hormigueo y dolor en mis manos y no podía moverme, intenté darme la vuelta y mis uñas arañaron la tierra húmeda y viscosa, me moví para encender la luz y mis brazos no me respondían, el dolor laceraba mis muñecas, las tenía atadas, sujetas con algo.

De mi garganta salió un grito que no escuché, tenía la boca seca y pensé que a unos metros tenía el grifo con toda el agua del mundo, no podía tampoco abrir mi boca, tenía algo dentro de ella que me ahogaba y me dificultaba respirar.

Estaba aterrado y el miedo me hacía temblar, también el frío que sentía en mi costado, tendido sobre el suelo húmedo. Intenté tranquilizarme, buscar una explicación a mi estado y de lo primero que me di cuenta es que desconocía cómo y dónde me encontraba.

Aquello no era mi cama con sus cálidas sábanas, la frialdad que sentía en mi piel no tenía nada que ver con la templada temperatura, que la calefacción aún no interrumpida, proporcionaba a mi cuarto.

Estaba muerto de frío y sin embargo comencé a sudar aterrorizado, me ahogaba sin poder respirar y las aletas de mi nariz palpitaban, intenté tranquilizarme, tenía que haber una explicación, una respuesta a las preguntas que mi mente se formulaba.

Intenté abrir mis ojos, pero ya estaban abiertos y me dolían del esfuerzo, estaba envuelto en la oscuridad, no absoluta, al girar un poco mi cabeza pude ver una ligera luz en el techo.

Pasó un tiempo, no sentía mis brazos ni mis muñecas que antes me dolían, seguía sin encontrar respuestas a mis preguntas, ¿había sido secuestrado? ¿Tenía razón Borja al querer cuidar de nosotros y ponernos vigilancia? ¿Quiénes eran lo que me retenían allí? ¿Dónde me encontraba?, me preguntaba y volvía otra vez a cuestionar lo mismo sin encontrar las respuestas.

Creí que había escuchado algo y contuve la respiración, sí, se escuchaban voces lejanas y risas, presté atención y me concentré en los sonidos, parece que venían de un punto indeterminado de la oscuridad. Mis ojos ahora veían algo, un pequeño recuadro de luz tenue en una ventana alargada en la parte superior de una pared.

Volví a escuchar los sonidos e intenté gritar pidiendo auxilio, de mi garganta no salió más que un ronco ruido imposible de escuchar, los sonidos se acercaban, los escuchaba a mi espalda e intenté darme la vuelta, no sentía mis brazos, solo mis piernas desnudas rozaron la tierra del suelo, las podían mover, pero no para dar la vuelta a mi cuerpo.

La claridad me cegó y cerré los ojos abrasados por la luz, algo me golpeó en el costado causándome un intenso dolor y fui abriendo los ojos, los tenía al nivel del suelo, mi aliento agitado y caliente se veía como una nube de vapor, solo logré ver una pared enfrente de mí y forzando el giro de mi cabeza una bombilla en el techo que colgaba de un cable eléctrico.

-¡Ya despertó el maricón!   -yo conocía esa voz y no recordaba de que o quien era su dueño. Me esforcé en relacionarla sin resultado.

-Ayúdame a colocarle en la cama.  –giraron mi cuerpo y mi mirada se encontró con la luz de la bombilla que me deslumbró obligándome a cerrar los ojos de nuevo.

Unas manos me cogieron de los tobillos y otras por debajo de los sobacos, sentía que desgarraban mi cuerpo, mis brazos comenzaron a despertar y el dolor era terrible, me tiraron sobre una superficie acolchada y reboté, cada movimiento era como si miles de cuchillos perforaran mi carne clavándose en ella.

Me percaté de que eran tres las personas que hablaban, aunque no podía entenderlas, lo hacían en un idioma que no comprendía y al fin entendí que era árabe, Volví a pesar en que se trataba de un secuestro sin adivinar el fin para el que lo habían hecho.

Cuando conseguí que mi vista pudiera fijarse en los detalles descubrí tres rostros inclinados hacia mí, no los veía muy bien por la bombilla suspendida sobre sus cabezas y que los ocultaba con las sombras que proyectaba sobre ellos.

-¿Este es el puto que pervierte a nuestro sobrino?  -un nombre refulgió como brillante fuego en mi cabeza ¡Rayhan!

Se alejaron un poco y la luz cayó como un relámpago sobre los rostros, ¡Anwar! Tres seres idénticos a Anwar como si fueran clones de él, quise volver a gritar, ahora utilizando su nombre sin darme cuenta de que no podía hablar por la mordaza que cerraba mi boca.

Le miré suplicándole con mis ojos, de su boca salió una carcajada que mostró sus blancos dientes enmarcados en el negro de su barba, reían los tres de igual forma y me ensordecían, en lugar de risa parecía viento que arrastrara miles de hojas secas.

Sus ojos no eran los mansos y amables que yo veía todas las mañanas, estaban rojos y bañados en su sangre, su voz no es aquella tierna y húmeda del llanto silencioso que me daba las gracias por lo que había hecho por su hijo Ray, era el ladrido de un perro que quería morder a su presa y que en lugar de hablar gruñía.

-Ahora vas a saber lo que les sucede a los sodomitas y sucios pederastas.  –se quitaron por la cabeza el blusón que les cubría hasta los pies y aparecieron tres cuerpos iguales, grandes y poderosos cubiertos de pelo fuerte como si fueran fieras, jabalíes dispuestos a matar y comer a su presa.

Del pelo de sus entrepiernas le elevaban tres inmensas vergas, venudas, torcidas hacia la izquierda, rojas como el tizón encendido de una fragua y brillantes por los fluidos que les salían y goteaban en el suelo, sus testículos o bolsa escrotal era enorme, pesada, y colgante, negra como el carbón.

-Primero tú, ha sido tu hijo el ultrajado.  –pensé que de donde se habrían sacado esa suposición, siempre había sido Ray él me había montado a mí y no al revés, en todo caso yo había sido en todas las ocasiones su hembra, pero eso no importaba ahora y no podía hablar para protestar y explicarlo.

Me encontraba desnudo, tendido sobre aquella extraña superficie, me dieron la vuelta dejando mi culo expuesto al ataque que llegara, cada uno de los clones tiro de una de mis piernas, abriéndolas hasta desgarrarme, queriendo convertirme en dos mitades.

Se colocó sobre mí y se dejó caer aplastándome con su peso, buscó con su verga mi entrada y cuando la encontró, sin más preámbulo empujó, comenzó a entrar brutalmente y lo único que podía hacer era llorar por el daño que sufría, por el lacerante dolor que infligía en mi ano aquella inmensa verga que invadía mi intimidad.

Se movía convulso golpeando con su cuerpo en el mío, metiendo su polla con fuerza todo lo que podía desgarrando mis entrañas, continuaba llorando y sentía como se corría dentro de mí, como me llenaba de semen en rápidas metidas de su polla y luego se quedó quieto, respirando en mi cuello.

Se retiró y al sacarla el dolor volvió más fuerte aún, el segundo ocupo su puesto y volví a tener las mismas sensaciones dolorosas, quizá menores al estar mi ano dilatado y con el semen del primer Anwar que hacía de lubricante, se repetía el golpear de su cuerpo, su caliente sudor se pegaba a mi espalda sobre el ya frío del primer violador, había dejado de llorar y comenzaba a sentir como su pene me llenaba, cuando se vació comencé a sentir cierto gusto que no llegaba a ser placer.

Al tercero lo esperaba, mi culo me traicionaba y se abría para recibirle y envolverle en su calor, el clon se dio cuenta de que estaba disfrutando de la follada que recibía.

-El puto lo está pasando bien.  –comenzó a moverse de una forma desaforada y colérica, haciendo palanca con su verga clavada en mi culo, moviéndola en distintas direcciones y ángulos, haciendo que el dolor volviera, quería dañarme y lo consiguió, pero fue poco tiempo, esa forma de follar mi culo no le satisfacía, volvió a lo tradicional, a entrar y salir de mi ano, unas veces con más energía que otras pero que me gustaba, y agradecía no poder emitir sonidos donde se escucharan mis placenteros suspiros y gemidos lastimeros.

Pensé que era Ray el que me cubría y poseía mi cuerpo, y me pareció que sus entradas y salidas se suavizaban, que era su pecho el que se posaba en mi espalda, que eran sus gritos guturales en árabe los que le escuchaba en su excitación y los mordiscos se convirtieron en besos dulces y ardorosos, besos acompañados de su aliento que quemaba.

Pensando en él recibía encantado lo que entraba en mí, y en ese momento me entregué y gocé de ser poseído, dominado y utilizado para darle placer. Comencé a envolver su polla en los pliegues de mi ano, y acariciarla notando su rugosidad y dureza.

Mis huevos se endurecieron y enviaron mi esperma de camino para que saliera por la punta de mi polla, eyaculé cantidad de semen, lo sentía humedecer la superficie donde me encontraba, cerré mi ano y luego lo relajé quedando como muerto y cerré mis ojos, vencido y decidido a dejar sin oponerme a que hicieran de mi lo que quisieran.

Continuó unos minutos follando mi cuerpo muerto, y de repente se escuchó un estampido y se abrió la puerta batiendo su hoja contra la pared, escuché un sonido seco, como si fuera un disparo de escopeta mitigado y mi follador cayó sobre mi dejando de moverse, escuché otro sonido como el anterior y luego otro, sentía resbalar algo caliente de mi espalda y caer por mi costado, miré y me estremecí cuando comprobé que era sangre, y comprendí que el Anwar real o clon, que permanecía quieto sobre mi espalda estaba muerto, sufrí un tremendo temblor de incontenible terror.

Giré mi cabeza rompiendo mi cuello, dentro de la habitación estaban dos gendarmes vestidos de uniforme con sendas armas en sus manos y a su lado estaba Faustin que también portaba una pistola. Me miraba con fijeza, altanero y arrogante, enarbolando su arma y hablándome con la mirada.

-Ya te advertí que no tenías que confiar en esta gente, lo que te ha sucedido lo mereces.

Detrás de los hombres que representaban la Ley se encontraba Gonzalo con la vista extraviada, mirando al hombre aun clavado en mi culo y bañándome con su sangre. Caí en la inconsciencia más profunda.

Un nuevo golpe seco y más potente me obligó a abrir los ojos, esperaba encontrarme aún aplastado por el cuerpo sin vida de mi violador tercero, pero era diferente, estaba en mi cama, envuelto en mis sábanas húmedas de mi sudor y mi esperma, había eyaculado en mi sueño, me senté y fui recobrando mi respiración que al poco tiempo dejó de ser agitada, encendí la lámpara y temblé, seguía escuchando los golpes parecidos a disparos.

Me levanté y llegue hasta la puerta más cercana a la cama, el viento soplaba muy fuerte, los arbustos y flores del jardín parecía que iban a ser arrancadas, volvió a sonar otro disparo, dirigí la vista al lugar de donde creía que procedía el sonido, la puerta personal de la urbanización era batida por el viento, golpeando con fuerza en el marco, alguien había quitado la piedra que la sujetaba o había sido movida por el tempestuoso viento, el espectáculo resultaba algo irreal y lúgubre, las farolas se movían haciendo formas caprichosas con las sombras y las pequeñas lámparas del jardín sonaban cuando los arbustos golpeaban contra ellas.

Fui a la cocina y bebí dos vasos de agua, cambié las sábanas y me coloqué un chándal. Salí para colocar la piedra y sujetar la puerta, el viento casi me tiraba y el frío se sentía muy intenso, me duché y volví a pasar las horas que faltaban para levantarme pensando. Me resultaba imposible volver a dormir.

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Había logrado dormir, el cansancio había vencido mi cuerpo, y respiré aliviado cuando vi la claridad del día entrando por los laterales de las oscuras cortinas, desayuné y salí a la calle, el jardín era un desastre, había plantas arrancadas y las flores estaban rotas, las que aún mantenían sus raíces en la tierra, las demás habían volado.

Anwar estaba intentando reparar los desperfectos y debía de llevar algún tiempo trabajando, tenía un montón de ramas y plantas rotas recogidas en un montón, me dirigí hacia él.

¡Qué hombre tan distinto al de mi sueño! Derrochaba ternura por todo su gran cuerpo y su sonrisa me pareció deliciosa, el bulto de su entrepierna, cubierto por el buzo de trabajo, seguía siendo tremendo, pero era así al natural, sin las connotaciones que mi sucia mente creía ver en él. Me hubiera abrazado a su cuerpo que tanto me recordaba a Rayhan en ese momento.

-Anwar, ha sido una noche espantosa.  –elevó su cabeza y dejó de recoger las ramas caídas.

Le expliqué el problema que había tenido con la puerta, los carpinteros no terminaban de venir a repararla, y él mismo iba a preparar una cuña de madera que la sujetara contra el suelo.

Tan gentil como siempre llegó hasta el portón para abrírmelo. En las calles se veían los resultados del fuerte viento, y los servicios municipales retiraban todo lo que había caído o sido arrastrado y que impedía o dificultaba la circulación de personas y vehículos.

Ayer mi nuevo amigo Milou comió en otra mesa, hoy cogí mi bandeja y me encaminé a la que él ocupaba, mi jefe me miró extrañado. Tenía la cabeza baja como si prestara mucha atención a lo que contenía su plato.

-¡Hola! ¿Puedo sentarme y comer contigo?  -levantó la cabeza y me miró sin decir una palabra, la movió para asentir.

-Creo que tengo que pedirte perdón por lo que te dije ayer.  –le miraba sorprendido de ver a un hombre tan varonil asustado ante mí que no era nada.

-Milou, no tienes por qué hacer eso. En realidad, me gustó que me lo dijeras y lamento que no fuera antes.  –su vista agradecía mis palabras.

Como no teníamos muchos temas de los que hablar y tampoco tiempo suficiente, lo hicimos sobre el trabajo y la ventisca de la noche, hoy no hacía mucho viento, pero el cielo estaba nublado con nubes rasgadas, como si en las alturas el viento soplara y lo de ayer fuera a reproducirse de nuevo.

Cuando terminamos nuestra comida coloqué mi mano sobre la suya y se la apreté, mis dedos se perdían entre su mano tan grande.

-Gracias por haberme querido, espero que encuentres a alguien que te merezca Milou, y puedas llegar a ser feliz.

Recordé que algo parecido había sucedido hacía meses en Derby con David, las historias se repiten con diferentes actores y en distintos escenarios.

Llamé a Rafael en el momento de llegar al estudio, y quedé con él para tomar algo en el centro antes de ir a ver a Evans y a bailar, tenía unas ganas tremendas de ambas cosas.

Al llegar a la disco subimos a su despacho, estaba solo, leyendo algún documento que sostenía en su mano, los dejó en una carpeta que había abierta sobre su mesa. Salió el de seguridad que nos había acompañado y Evans se levantó para venir a nuestro encuentro, abrazó a Rafael y se dieron un beso de película teniéndome de mudo testigo. Tuve que interrumpir el tórrido atornillar de sus lenguas.

-Necesito que me des una lista de las personas invitadas a mi despedida. –se soltó del abrazo de su amante y le miró, Rafael puso cara de no haber roto un plato en su vida y se encogió de hombros.

Evans aparentaba estar molesto y me eche a reír abrazándole.

-No te enfades, no importa que lo sepa, tenía que conocer lo que preparabais para ponerme guapo ese día. -me retiré un poco para mirarle a la cara.

 ¡Oh! Evans como te quiero, que intensos han sido estos meses y que suerte he tenido al encontrarte el primer día que llegué a Béthune. Se lo tenía que haber dicho así, como lo pensaba, en lugar de eso le besé en la boca robándole el sabor de Rafael de sus labios, un beso que no resultó tan erótico como el que se terminaban de dar ellos pero que me supo a gloria.

Me entregó una copia de la lista que yo estudiaría en detalle, tenía que dejarles solos y bajar a la sala para intentar buscar a mi pareja de baile.

-Ya os dejo, voy a bailar un rato y me retiraré pronto.  –Rafael me miraba sonriendo sardónico y punzante.

-Si quieres puedes quedarte, Evans tiene verga para los dos y tampoco me importaría utilizar la mía.  –mi amigo y yo nos miramos y comenzamos a reír.

Rafael siempre sería así. Recogí mis papeles y fui hacia la puerta. Rafael aún insistía en su idea.

-Te queda poco tiempo para decidirte y no tendrás que lamentar perder una oportunidad que se te presenta así de fácil. –cerré la puerta y podía escuchar sus risas a través de la madera.

(9,30)