La relación con mi suegra siguió en aumento, ya no eran encuentros esporádicos sino en cualquier lugar y hora quería coger. Como yo trabajaba en casa y mi mujer afuera, realmente lo hacíamos a cualquier hora, en la cocina, en el baño en el dormitorio.
Llegó un momento en que me asusté por la situación, a mi mujer casi no la tocaba, a la noche no lograba una erección con ella.
Así las cosas, a mi suegra le encantaba por el culo y ya lo hacíamos todas las veces, ahora le encantaba que le metiera la mano en el culo, cosa que nunca creí que fuera posible, empezamos con dos dedos, luego tres, hasta que finalmente logré meterle la mano, mientras ella gemía de placer.
En la próxima sigo con nuestra relación.