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El comercial: Por fin es jueves

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Después de una intensa semana, estaba agotado de tantos kilómetros.

La vida del comercial no era tan bonita como la pintaban.

Habían sido ocho años trabajando de administrativo en las oficinas, escuchando las batallitas e historietas de los comerciales, día tras día, pero la realidad era otra y bien que lo estaba comprobando.

Hacía justo una semana cuando mi jefe me llamó al despacho y me informó que la empresa había decidido amortizar mi puesto de trabajo. Que cojones, la empresa no, él, valiente cabronazo.

-David, tienes dos opciones. Como eres buena persona me da cosa que te vayas al paro, así que o paro o te integras en el departamento comercial. Julián no acepta las nuevas condiciones y ahí tengo una vacante. Tú decides, pero tienes que decirte ahora para empezar el próximo lunes.

Bien sabía el cabronazi cual sería mi decisión. Casado con 1 niña de menos de 1 mes no tenía opción, como si me hubiese ofrecido el puesto de limpiadora.

Cuando llegué a casa hablé con Lidia y ella fue la que me animó.

-No te preocupes cariño, debemos de estarle agradecidos a Julián de no querer despedirte y de ofrecerte otro puesto. Tendrás que viajar entre semana, pero ya nos adaptaremos y nos veremos los fines de semana cariño. Lo importante es que mantengas el trabajo.

Será hijaputa, que ya nos adaptaremos y que lo importante es que yo mantuviese el trabajo. Normal, desde que nos casamos hace dos años ella lo tuvo muy claro, dejo de trabajar para centrarse en ser mama. Al principio no se quedaba embarazada porque decía que su trabajo la estresaba y que yo tenía que entenderla y que lo primero era la familia.

Al menos durante esa época con el tema de buscar el embarazo follábamos a menudo. El problema vino a partir de cuándo se quedó embarazada. Primero sus excusas fueron de que no se sentía bien con las náuseas y que no tenía ganas de nada. Luego que tenía miedo por la salud del bebe, que era muy pequeño y que podíamos lastimarlo si follábamos. Hombre, nunca estuve mal dotado, pero tampoco tengo un bate de béisbol, además que tiene que ver eso con que ni siquiera me dejase tocarla o al menos tener sexo oral. Ya por último fue que se veía gorda con la barriga y después del parto que ni se me ocurriese acercarle nada al coño después de lo que había sufrido en el parto.

En definitiva, desde hacía meses me mataba a pajas mientras trabajaba como un cabrón para mantenerla.

El viernes pasado, estuve con Julián mientras me enseñaba el listado de clientes de su ruta y me pasaba toda la información, así como diversos consejos para no morir en el intento. Nunca había vendido absolutamente nada y estaba acojonado, pero era o lanzarme a por este reto o al vacío.

Julián siempre fue un buen compañero dentro de la empresa, aunque no habíamos mantenido una relación muy cercana, me intimidaba demasiado su forma de ser. Digamos que era una persona muy decidida y autoritaria, casi agresiva cuando quería algo lo cual me acongojaba un poco y nunca hice por acercarme a él, aunque tengo que reconocer que era un comercial cojonudo, siempre se salía con la suya.

La ruta que me asignaron era Andalucía occidental y Extremadura, así que a quemar neumáticos y a aguantar el calor mientras iba de hotel en hotel, de provincia en provincia, pero ya por fin era jueves, las ventas fueron bastante bien y estaba muy contento por cómo habían acogido el cambio de comercial los clientes, pero estaba agotado de tantos kilómetros y de tantas horas solo en el coche y en el hotel, puesto que Lidia ni me dejaba llamarla con la excusa de que despertaba al niño, que cuando pudiese ya me llamaba ella. La verdad es que últimamente me preguntaba por qué seguía casado con ella.

Estaba en un hotel de carretera al sur de Cáceres, un hotel confortable, con habitaciones muy espaciosas y con un spa que por 10 € más podías acceder al mismo, así que ni me lo pensé cuando me había acomodado. Fue un buen consejo de Julián alojarme aquí, la experiencia es un grado pensé.

-Esta es la llave de su taquilla, la número 2. Aquí tiene un par de toallas y unas chanclas. Esperamos que disfrute, me indicó el chico que atendía la recepción del spa

-Gracias muy amable, le contesté mientras me dirigía a los vestuarios. Tras desvestirme, caí en la cuenta que no llevaba bañador, así que lie la toalla alrededor de la cintura y me dirigí nuevamente al chico.

-Perdona, me acabo de dar cuenta que no tengo bañador, ¿tenéis bañadores para prestar?

-Lo siento, pero no, por higiene no tenemos prendas interiores, aunque no se preocupe por eso. Como verá en el cartel no hay problema por acceder al spa sin ropa puesto que ahora mismo solo hay un caballero y estamos en el horario habilitado para tal fin.

Era cierto, no me percaté del cartel antes, pero efectivamente indicaba que, a partir de las 20 horas, el spa sería de uso exclusivamente masculino estando permitido acceder al mismo sin ropa de baño.

Dudé un poco pero más por vergüenza que otra cosa, le di las gracias al chico y me dirigí nuevamente al vestuario.

-Bueno, total, ninguno de los 2 vamos a ver algo que no hubiésemos visto antes, pensé mientras abría la puerta que conectaba los vestuarios con la zona húmeda.

Era una zona muy cuidada y con estilo. Una luz tenue de pequeñas velas repartidas por la sala principal era la única luz aparte de una iluminación muy tenue en el fondo de las distintas piscinas y jacuzzi con una agradable música relajante de fondo.

Me acerqué a la primera piscina a mi izquierda, me quité la toalla y la colgué en un perchero para entrar en el agua.

-Me cago en la leeecheeee, que friiiiaaaa.

-Jajajajajaja

Al escuchar esa carcajada recordé que no estaba solo.

-Te recomiendo que empieces por la más grande que es de agua templada, esa pequeña donde estás entrando es la de agua helada y cuando te llegue a la altura de las pelotas se te van a quedar tan arrugadas que vas a parecer un eunuco jajajajajaja

-Gracias por el consejo, no quiero ni imaginármelo habiendo solo metido el pie, le contesté agradecido dirigiéndome a la piscina que me había indicado.

Al acercarme lo vi en la piscina, no lo había visto antes por la penumbra. Tendría unas cuarenta y pico años, moreno y complexión fuerte y grande. Supuse que comparado conmigo me sacaría al menos una cabeza de altura y su brazo podría ser casi como mi pierna, aunque eso no era demasiado difícil, siempre fui un tirillas.

-Hola que tal, me llamo David, gracias por el consejo de la piscina o ahora mismo mis pelotas serían del tamaño de dos guisantes.

-Hola, mi nombre es Pablo. No te preocupes que todo el mundo cae en el mismo error. Mira que les he dicho veces que pongan unos cartelitos en cada piscina y así la gente se evitaba sustos.

-Pues sí, sería muy recomendable. Por lo que comentas, supongo que sueles venir a menudo por aquí ¿no? Le decía mientras me introducía en el agua tibia.

-Sí, casi todos los jueves suelo alojarme aquí. Soy comercial y organizo mi ruta para que la vuelta me pille cerca de aquí y así no pegarme la paliza para regresar el viernes.

-Yo también soy comercial, comercial novato pero comercial jajajaja. Comencé esta semana de comercial. Anteriormente estaba en el departamento comercial, pero han efectuado cambios en la empresa y al menos me ofrecieron este puesto, porque la alternativa era la calle. Yo sigo la ruta que me marcó mi antiguo compañero Julián al que he sustituido, no sé si lo conoces, me recomendó lo mismo y que me alojase aquí que aparte de unas habitaciones cómodas tenía la ventaja del spa donde venir a relajarme y expulsar tensiones después de toda la semana.

-Sí que lo conozco, solíamos coincidir aquí en el spa y luego tomábamos algo juntos.

-No sabes la alegría que me das, llevo toda la semana dando tumbos y necesito relajarme y charlar algo. ¿Te importa si te acompaño?

-Para nada, pero mejor vamos al jacuzzi caliente que es buenísimo para relajarse.

Entonces si dirigió hacia el borde la piscina y al salir de la misma, no pude evitar fijarme en él. No solo me impresionó el cuerpo que tenía, grande y fuerte casi como un culturista, también me impresionó el tamaño de su polla y cojones.

-Madre mía, pensé, si ese es el tamaño que calza sin empalmar no me quiero ni imaginar cómo será cuando la tenga dura. Sin poder evitarlo, me sonreí pensando en la cabrona de mi mujer que desde hacía meses se negaba a follar por que podía lastimarla con mi polla, si te pilla este bicho te deja desvencijá para los restos jejejejeje

-Ven aquí a este, verás cómo te gusta.

No sin cierta vergüenza de que me viese desnudo, sobre todo comparado con el cuerpo que se marcaba Pablo, salí de la piscina y me dirigí detrás de él hacia el jacuzzi.

Este si me gustaba bastante más, el agua estaba bastante caliente, incluso molestaba un poco al entrar, pero a los pocos segundos era súper agradable, más si cabe si a la sensación del agua caliente le unías las burbujas que salían de los innumerables chorros.

Comenzamos una charla intrascendente que se alargó durante varios minutos, manteniéndome en un estado de medio sopor producido entre el cansancio acumulado, el agua caliente, el ambiente y las burbujas del jacuzzi hasta que de pronto se vio interrumpida por Pablo

-No sé cómo me las arreglo, pero siempre me pasa igual, con las burbujitas siempre me termino poniendo morcillón. Mira, ¿a ti no te pasa lo mismo? me dijo al mismo tiempo que se incorporaba del agua delante de mí.

Lo que vi delante de mí me dejo con la boca abierta en el sentido más literal de la palabra. Eso no era normal, no podía ser normal

-No, las burbujas me hacían cosquillas y estaba a gustísimo, pero por lo que veo tú estás más a gusto aún.

¿Cómo? ¿Qué acaba de decir? No podía creérmelo, pero salieron solas de mi boca al mismo tiempo que noté como mi polla reaccionó de forma automática con una erección como hacía tiempo que no tenía.

-Que va, no creas, aún puedo estar más a gusto, observa, me dijo mientras con su mano derecha rodeaba el tronco de aquella polla y comenzaba a meneársela delante de mi cara.

No sé por qué no me levanté en ese momento y me fui, simplemente estaba con los ojos como platos y la boca aún abierta observando como aquella mano recorría ese tronco, el cual efectivamente aún no estaba duro, sino en un estado de semierección que paulatinamente al ritmo cadencioso y casi hipnótico que le imponía su mano, iba perdiendo para adquirir un estado de erección que si no lo estuviese viendo delante de mí nunca lo creería.

-Seguro que nunca viste una así.

-No.

-Te puedo asegurar que a veces es una bendición y otras una maldición, me indicó. Más de una pareja ha salido huyendo al verla, aunque otras se quedan hipnotizadas.

-Como yo, jajajajajaja

-Jajajajajajaja, si como tú, me alegra que te guste.

-No, pero si no me gusta, vamos, no quería decir eso, solo que…

-Tranquilo, no te he pedido que me la mames, aún jajajajajajajaja

-Jajajajajajaja como eres

-¿Alguna vez lo hiciste? Me espetó directamente.

¿Y ahora que decía? Tengo que reconocer que toda esta situación me había provocado una erección como no recordaba, por no hablar que estaba alucinado con el monstruo que tenía delante de mi cara, aunque lo que más me alucinaba era que no podía ni quería irme de allí. Quería quedarme, no sé por qué, pero en este preciso instante quería y estaba encantado de estar allí

-No, nunca estuve con un hombre.

-No te preguntaba tanto, pero gracias por la información. Ven y acercate.

Nunca me gustaron los hombres, aunque en mi época del instituto si tuve alguna relación con mis amigos de pajearnos mutuamente, vamos, como muchos de nosotros en esa época de hormonas descontroladas y de que las chicas nos ignorasen.

¿Y por qué no? Nadie se enteraría, estaba caliente como un burro, estaba enamorado de ese monstruo que tenía delante de mí, mi mujer me tenía abandonado y en cierta forma ella era la culpable, así que ¿por qué no?

Así que acerqué mi mano lentamente hacia su polla.

-Tranquilo, no muerde. Hazlo tú, me dijo mientras con mi mano intentaba rodear ese tronco. Imposible, solo alcanzaba con mis dedos a abarcar poco más de la mitad de su diámetro.

Era muy suave y caliente, casi quemaba. Notaba como la sangre fluía por las venas que la recorrían.

-Eso es pequeño, ahora mueve tu mano a lo largo de mi polla, si quieres puedes utilizar las dos.

Comencé a deslizar mi mano, pero viendo que no podía abarcarla bien, tal y como me dijo acerqué mi otra mano para atraparla con ambos manos. Ahora sí, ahora si podía agarrarla bien y comenzar un lento pero continuo movimiento de abajo a arriba y luego otra vez abajo.

-Bien pequeño, lo haces muy bien. Besa mis cojones al mismo tiempo que me encanta.

Sus palabras eran órdenes para mí. Mientras continuaba pajeándolo bajé mi cara a la altura de sus cojones. Eran gordos, casi como dos mandarinas. Menos mal que estaba totalmente depilado, me daban un asco horroroso los pelos y bien que lo sabía la hijaputa de mi mujer que parecía que no se depilaba queriendo. ¿Si me viese ahora? Jejejejejejeje pensé mientras dirigía mi boca a esas dos bolas que colgaban imponentes debajo de la barra que acariciaba.

-Así pequeño, así. Sigo moviendo esas manos de seda que tiene. Ummm como me gusta que me laman las pelotas, sigue así y sube con tu lengua desde mis pelotas hasta la punta.

Mientras intentaba infructuosamente introducir esas pelotas en mi boca y me conformaba con acariciarlas con mi lengua, obedientemente fui deslizando mi lengua por aquella barra de acero hasta llegar a la punta para comenzar a bajar de nuevo.

-¿Dónde vas pequeño? Después del largo trayecto no te vayas tan pronto, saca la lengua y acaricia la cabeza.

Dudé por un instante, una cosa era una paja entre amigos, aunque a Pablo hace escasamente una hora no lo conocía de nada, o incluso lamerle los huevos, pero lo que me estaba pidiendo ¿ordenando? Era que se la mamase…

…que cojones, estaba con un calentón como un mulo y no existía nada más en el mundo que no fuese ese monumento que tenía junto a mi boca y que acababa de acariciar con mi lengua a lo largo, así que, abriendo la boca, la dirigí a la punta de su polla para rodearla con mis labios.

-Ummmm, desde que te vi en la recepción del hotel esta tarde me gustaste. Hoy es mi día de suerte ummmmm. Me encanta tu boca y esos labios tan carnosos, seguro que si te esfuerzas eres capaz de meter toda la cabeza de mi polla en tu boca, mientras que con sus dos grandes manos agarraba mi cabeza y la guiaba con paso firme hacia abajo.

En esos momentos me esmeraba en dar pequeñas succiones en la punta de su polla cuando noté sus manos agarrar mi cabeza. Sabía que me estaba hablando, pero mi cerebro era incapaz de procesar sus palabras.

Al notar como presionaba mi cabeza hacia abajo, entendí claramente lo que quería. En innumerables veces lo había repetido con Lidia, pero siempre con resultado infructuoso, siempre terminaba con mi mujer maldiciéndome diciéndome que no era una puta. Yo no estaba dispuesto a ser un hijo de puta como Lidia y dejar a Pablo con un calentón del copón, así que abriendo la boca al máximo que pude, me dejé hacer mientras notaba como la polla de Pablo entraba y salía lentamente de mi boca.

Me dolía la mandíbula de tenerla tan abierta mientras Pablo seguía con su rítmico mete y saca de mi boca.

Escasamente tenía su capullo dentro, me era imposible tragar más de ese monstruo, pero sabía que Pablo estaba disfrutando, lo notaba en su cara y en sus gemidos.

-Ummmm, si pequeño, lo haces muy bien para ser tu primera vez, me encantas. Estoy seguro de que con práctica serias capaz de tragártela hasta la mitad ummmm

Al escuchar esas palabras dirigí mis ojos hacia arriba con satisfacción. Estaba disfrutando tanto como Pablo, aunque tenía la mandíbula medio adormecida, cuando noté como agarró mi cabeza más fuerte y al mismo tiempo que de un último empujón metió su polla hasta casi mi garganta ocupando toda mi faringe, comenzando a lanzar chorros de semen directamente a mi garganta sin soltarme.

-Ahhhhh siiiiii tomatela todaaaaaaaaaaaaaaaaa, me decía mientras soltaba chorro tras chorro en mi garganta que me ahogaban obligándome a tragar uno tras otro, saliéndome el semen hasta por la nariz.

Cuando estaba comenzando a marearme, lentamente Pablo comenzó a aflojar la presión y fue retirando su polla de mi garganta y luego de mi boca con un plofff cuando la retiró por completo, dejándome medio tosiendo e intentando recuperar la respiración.

-Muy bien pequeño, lo has hecho muy bien. Estoy muy orgulloso de ti. Mi habitación es la 224 y no saldré hasta mañana sobre las 7:30 aunque el jueves que viene estaré aquí otra vez. Pregunta por Pablo en recepción y te dirán dónde estoy.

-Si quieres más y sigues caliente, ya sabes dónde y cómo encontrarme, me decía mientras se alejaba de mí dirigiéndose imponente hacia los vestuarios.

Creo que me gustará mi nuevo trabajo.

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