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Otra llamada de B

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Saludos, amigos, después de mucho tiempo sin escribir, les relataré lo que sucedió el pasado mes de julio, cuando B se comunicó conmigo de nueva cuenta.

 

 

Luego de mucho tiempo sin saber de ella, me mandó algunos mensajes diciéndome que quería verme de nuevo pero esta vez, quería que fuera una experiencia como las que acostumbro tener con otras sumisas, así que le di las indicaciones de cómo me gusta que vistan.

La cité en la esquina que acostumbro citarlas y como siempre, decidí dejarla esperándome unos 15 minutos, pero antes de llegar, decidí llamarla y le pregunté, en cuanto respondió “¿ya estás en la esquina, puta?”, me contestó “sí, amo, estoy aquí desde la hora que me indicó” y le comenté “bien, perra, ¿estás vestida como te ordené?”, me respondió algo nerviosa “sí, amo, aunque no imaginé que fuera así”, cuestionándola “¿ha pasado algo mientras has estado esperando, perra?”. Después de una breve pausa, me contestó “mientras pasaban, un par de chicos me preguntaron si quería acompañarlos, amo y les respondí que no” pero mientras decía eso, ya estaba cerca de la esquina donde se encontraba, así que decidí detenerme y mirarla a lo lejos mientras terminaba de contarme lo que había pasado.

Desde ahí, pude observar bien cómo había ido vestida, llevaba una falda negra con holanes, que le llegaba a tres dedos debajo de su culo, una blusa verde transparente y un chaleco negro que le cubría una parte de sus tetas y de sus pezones, además llevaba unos tacones altos. Siguió platicándome “después, un carro se detuvo junto a mí y me preguntó si trabajaba por aquí, amo y cuánto cobraba, sólo le sonreí y me alejé un poco, amo” y continuó contándome “luego pasaron algunos carros más y no me di cuenta que me gritaron, amo”. Al momento, decidí comenzar a acercarme mientras terminaba de contarme y ya cuando estaba a unos metros, le dije “ya estoy cerca, perra, ya te veo desde aquí” y me comentó “ya lo vi, amo” mientras volteaba a la derecha y colgaba la llamada.

En cuanto llegué junto a ella, la saludé y de inmediato, la agarré del culo con la mano derecha y empezamos a caminar a la puerta del hotel; mientras íbamos caminando, le pregunté “¿cómo se sintió estar en una esquina, como una puta ramera, perra?”, me respondió mientras bajaba la mirada “raro, nunca imaginé que fuera así, amo”. En eso, entramos al hotel y ella se dirigió al elevador mientras pagaba la habitación, en cuanto regresé a donde se encontraba, se abrían las puertas, enseguida entramos y antes de presionar el botón del piso, la jalé del cabello y le ordené “ahora híncate y mámame la verga, pendeja”.

De inmediato, ella se hincó y mientras se cerraban las puertas de elevador, me sacó mi verga y empezó a chupármela mientras empezábamos a subir hasta que llegamos al cuarto piso, ahí la jalé del cabello para levantarla, luego me subí el cierre del pantalón y empezamos a caminar a la habitación. Mientras íbamos caminando por el pasillo, ya cerca de la puerta de la habitación, había una hilera larga de ventanas que daban al estacionamiento y a la calle, entonces me di vuelta, la agarré de nueva cuenta del cabello y la pude de frente contra la ventana, indicándole “apoya las manos aquí, perra y abre las piernas”. Al mismo tiempo, le agarraba sus muñecas y las ponía en los cristales, diciéndole “ahora veamos cómo estás, puta”; al instante, me puse atrás de ella mientras le agarraba sus senos sobre la ropa con una mano y la otra la metí bajo su falda, acariciándole su vulva.

Al momento, le señalé “estás mojada, perra, te excitó que te vieran como la puta que eres, ¿no es así?”, me contestó “sí, amo, me excitó que me vieran así los hombres y me desearan” y le ordené “quédate, así como estás, perra, sin moverte”. Entonces, tomé las cosas y entré a la habitación, dejándolas en una mesita, luego volví a salir, enseguida le levanté la falda y le quité su tanga, volviéndole a agarrar sus senos con fuerza, también empecé a meterle mis dedos en su vagina, susurrándole “así me gusta, perra, que disfrutes de ser mi puta y que te exhibas como tal”, me respondió entre gemidos “sí, amo, lo hago sólo porque usted lo ordena”.

Rápido la solté, le di la vuelta y la cargué poniéndola en mi hombro, así entré a la habitación, para aventarla sobre la cama, luego la tomé de ambas muñecas con una mano y con la otra, me bajé el cierre de nuevo y le abrí sus piernas, empezando a rozarle mi verga con su vulva, señalándole “esto es lo que quieres, ¿no, puta, que te meta ya mi verga en tu panocha?”, sin dejar de mirarla a los ojos y me respondió “sí, amo, quería que me metiera su verga desde que veníamos en el elevador”. A continuación, la levanté y la volteé empinándola, luego le subí su falda hasta la cintura y después de ponerme un condón, empecé a penetrarla mientras la jalaba del cabello y la nalgueaba, gritándole “a esto viniste, puta, a que te cogiera como no te cogen en tu casa” y me replicaba “sí, amo, esto es lo que buscaba”, de manera entrecortada por sus gemidos.

De repente, la puse en la misma posición, empinada pero enfrente de la ventana y mientras continuaba cogiéndomela, volví a jalarla de su cabello, para levantarle la cara y le dije “mira la cara que puta que tienes mientras te meto la verga, pendeja”, aunque no me respondió, sólo se observaba y gemía, también me veía a los ojos a través del espejo y de nuevo, volvía a mirarse hasta que, pasados unos minutos así, terminó viniéndose. Después, la cargué para sentarla en el escritorio delante del espejo, ahí la abrí sus piernas y empecé a cogérmela de nuevo, lo que aproveché para levantarla agarrándola del culo y me la cogí así, de pie; en ese momento, me miró, diciéndome “no sé por qué con usted soy así de puta, amo”.

Sin dejar de cogérmela, la puse sobre la cama, luego me coloqué sus piernas en mis hombros, comenzando a cogérmela con más fuerza, también le agarraba sus senos y le pellizcaba sus pezones, contestándole “porque te encanta cómo te cojo, puta” mientras le pellizcaba sus pezones con más fuerza. En este punto, su teléfono no dejaba de sonar, entonces decidí descansar un momento, lo que aprovechó para pedirme permiso de contestar, a o que accedí moviendo la cabeza y me respondió diciéndome que era su esposo, que la junta ya estaba a punto de terminar y que en un momento más, se iría a su casa. Luego, ella regresó y pidió disculpas por el momento mientras se subía a la cama, donde ya estaba acostado y al momento, le dije “no me importa, perra, súbete a mi verga” mientras me la señalaba y me respondió “sí, amo”, al tiempo que lo hacía.

Entonces, la agarré de sus senos y apretándoselos, empecé a moverla de arriba abajo para que se cogiera por sí misma mientras ella sólo cerraba los ojos y gemía hasta que en poco tiempo, gritó que se venía de nuevo y se acostó sobre mí; en ese momento, le agarré sus nalgas y continué cogiéndomela hasta que, pasados unos minutos, le indiqué “voltéate y cógete con mi verga, perra” y me respondió agitada “sí, amo”. Mientras se movía, aprovechaba para nalguearla y ella sólo daba algunos pequeños gemidos y cuando decidí que era suficiente, me levanté, me senté en un sofá y le ordené “ven aquí, en cuatro patas, perra”. Al momento, ella se levantó, se puso en cuatro y se me acercó despacio, luego la jalé del cabello y sin decirle más, la puse a lamerme los huevos, después le levanté la cara y le ordené “vas a mamarme la verga hasta que te tragues mi leche, perra”.

A continuación, la tomé de la cabeza y empecé a cogérmela por la boca, luego la soltaba y ella sola continuaba con el mismo ritmo, después volvía a tomarla del cabello y le marcaba un ritmo más lento y de nuevo, más rápido. Llegó el momento cuando sentí que iba a terminar, así que le agarré su cabeza con las dos manos e incrementé el ritmo hasta que empecé a venirme sin soltarla hasta que, con mucho trabajo, ella terminó por tragarse todo; cuando la solté, le dije “alza la cara y abre el hocico, perra”. Enseguida, ella lo hizo y me mostró que se había tragado hasta la última gota, luego la levanté y la llevé a la regadera; mientras nos bañábamos, me platicaba que su esposo ya no la tocaba y que ella siempre se quedaba con las ganas; cuando terminamos, nos vestimos y la acompañé a la entrada de la estación del Metro.

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