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Josy Prostituta. El primo enseña primera lección. Parte 2

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Relatar la historia de Josy es poner en secuencia su auténtica realidad, sin concesiones y sin culpas, enfrentó la crisis económica poniendo su sexo a trabajar, medio de superar el mal trance. Pero la realidad tiene secretas forma de descubrir las vocaciones, ella descubrió la suya en esta circunstancia, su espíritu lujurioso y el placer de la promiscuidad sexual, dueña de un cuerpazo, exuberante y voluptuoso que despierta la lujuria y el deseo en todos los hombres, le hicieron comprender que ser prostituta era su auténtica vocación. 

Para entender la génesis del porque y del como descubrió su vocación de ser prostituta, sería necesario remitirse a “Josy, Vocación de prostituta. El marido testigo del inicio con su jefe. Parte 1” donde se relatan el pormenorizado del cómo y el cuándo se ve dentro de una experiencia que cambiaría su vida, ésta parte que da inicio fue publicado el 10-6-16 en la categoría intercambios. 

En este relato, Parte 2, Josy me cuenta de qué manera luego de su primera experiencia con otro hombre, en verdad es el primer hombre que le hace el sexo que no fuera su marido, hasta ese momento el primero y único en sus 27 años de vida.

Josy, esposa y ama de casa.

La naturaleza ha sido pródiga por demás, voluptuosa y exuberante figura era un imán para las miradas de cuanto hombre se le cruza, siempre le gustó vestirse de tal modo que las ropas exaltaran las cualidades con que la bendijo la naturaleza, mucho y bueno de todo, generosa. Buenas y grandes las tetas, caderas firmes y exuberantes, como nos gusta ver en las revistas eróticas, todo esto subido a unos zapatos de tacón alto ponen de relieve que la armonía de formas puede convivir con la voluptuosa exuberancia de sus carnes.  Según su maridito, y ahora el primer cliente, le reconocen que coger es lo que más disfruta. Con Rafa, su marido, perdió la virginidad a los 18 años, y desde ahí ha disfrutado mucho del sexo, hacerlo por dinero tan solo fue una decisión consensuada entre ambos, sin ocultamientos, con el jefe de su marido descubrió su verdadera vocación: Ser prostituta.

Fue precisamente el jefe de su marido que le propone la opción de prestarle a su mujer por toda una noche a cambio de conservarle el empleo, y como los apremios económicos aprietan, consulto con su mujer y acceden a la única opción posible, entregarse al jefe por esa noche. Luego de lo cual éste señor comienza a visitarla, ya en condición de cliente, pagando con regalos los servicios sexuales de la mujer, al mismo tiempo que el propone presentarle a sus amigos para hacer de lo que más disfruta, el sexo, una fuente de ingresos.

Josy entró en el mundo del comercio sexual, nada que ver con las mujeres que ejercen el “oficio más viejo del mundo”, ella está dispuesta a gozar y dejarse gozar, no cumple casi ninguno de los estereotipos de las prostitutas, ella besa en la boca, disfruta y tiene orgasmos reales, su cuerpazo y la forma de gozar hacen de ella una mujer distinta, deseable, obediente con los gustos y deseos de los señores que pagan por entrar en sus carnes y venirse dentro de ella sin protección. Tiene bien en claro que es una mujer de servicio, que se entrega al servicio sexual.

La vecina le dice como ser prosti

Luego del jefe de su marido tuvo esa noche a cambio de conservarle el empleo, comenzó a visitarla para tener sexo, también lo hicieron los amigos de él, comenzando de manera artesanal y en su casa a tener sexo por dinero, lo que podría decirse una actividad vocacional, con mucho fervor, pero poca experiencia.

La situación se salía de control, urge salir del ahogo económico de alguna forma, así fue que una señora vecina, con la que comentó esta debacle en la economía familiar le dijo

“Estás muy buena, tienes muy buenas carnitas, si las sabes usar te pueden servir para salir a flote de todo este problema de tu economía familiar. Si quieres te puedo conectar con una chica que ´hace la calle´, para que te lleve a trabajar, puedes sacar unos billetes y de paso divertirte”

Esta revelación la dejó pensando y lo comentó con su marido, en un primer momento desecharon esa alternativa, aunque más tarde, cuando vieron las facturas impagas, no les quedó otra opción que asumir esa opción de la vecina, como la única salida de esta situación…

Meneaba sus exuberancias delante del espejo, testigo imparcial del conflicto moral, éste devolvía una figura voluptuosa totalmente cargada de lujuria. Dos tremendas tetotas y portentosas caderas que despertaban siempre el deseo y codicia en cada hombre que se cruzaba a su paso, se miró de frente y de perfil, probando posturas y gestos sensuales, también su marido quedó atrapado en los movimientos de su esposa, ambos se encontraron mirando la misma imagen, pensando casi a un mismo tiempo la repuesta que tenían a la vista: Una mujer muy deseable.

En ese momento tomó cuerpo, nunca mejor empleado el término, la decisión que toda esa voluptuosa exuberancia podría ser la herramienta para producir dinero y saldar cuentas. La decisión está tomada, Josy usará sus carnes para traer el dinero a casa, nada cambiará, solo será vender el cuerpo, pero no su alma ni los sentimientos, eso queda para su Rafa.  El abrazo de ambos sellaba el permiso para que otros disfrutaran de ese apetecible cuerpo, desde que la desvirgó y hasta que su jefe hizo uso de ella, había sido el único hombre en entran en sus carnitas.

Josy vive en la fantasía oculta de sus amigos, no hacía falta ser demasiado perspicaz para notar todo el morbo que su presencia despertaba en cada mirada masculina. Tenía el qué, solo faltaba el cómo hacerla ingresar a ese mundo del comercio sexual, trasponer el umbral, vencer el pudor, entregarse a un desconocido no debe ser nada fácil… entonces como un mago saca un conejo de su galera, se le ocurrió a su maridito busca a un primo para consultarle acerca de esta cuestión tan reservada, llamaría al primo Memo.

Luis además del parentesco también era confiable y bastante discreto, sabían que un hombre acostumbrado a visitar burdeles y frecuentar prostitutas, según sus propios dichos en las reuniones familiares.

Se lo consultó y pidió que fuera un poco el chaperón, el consultor “de marqueting”, el instructor y hasta manager para ingresar al ejercicio profesional.

Realmente Luis, demostró manejarse con soltura y conocedor del tema, se reunió con la pareja para ponerlos al tanto de cómo se hacen las cosas. Comenzó su clase magistral, pero fijando el foco de atención en Josy:

“Debes tener presente que iniciarse en una actividad como es la de comerciar con tu cuerpo, y vendiendo el placer que los hombres buscan, requiere que estés mentalmente preparada y físicamente entrenada. La primera parte parece que la tienes bien asumida y bien en claro qué vendes de ti y que te guardas para el Rafa, en cuanto a lo segundo, por lo que me han dicho solo conoces a mi primo, que como todos los maridos no son tan habilidosos y los hombres con los que te vas a topar en la calle van a querer cantidad y variedad en las relaciones sexuales, por eso debes estar bien preparada y conocer qué es lo que les gusta a ellos.

Mañana en la tarde, luego del trabajo vendré para comenzar el “entrenamiento”. Josy recuerda especialmente cuando mencionó esta última palabra que había hecho un gesto con la boca, relamiéndose el labio inferior, que ella entendió como eso que se hace delante de la exquisitez de un postre antes de comérselo, y ese gesto tan simple sirvió para hacerla estremecer, sentir esa vibración que le humedecía la panochita.

Ahora es tiempo de prepararla para “hacer la calle”, perder el pudor de la desnudez frente a un desconocido, entregarse para ser objeto del deseo del hombre.  Hasta hoy solo conoció la verga de su esposo y la del jefe él. Producir la metamorfosis de ama de casa a trabajadora del sexo será trabajo del primo Memo, el instructivo de cómo venderse de Elsa, la vecina.

Desde los diecisiete años que Rafa la desvirgó, solo había tenido sexo con él, claro está hasta que se la entrego toda una noche al jefe, donde experimentó sentir como otro hombre entra en ella. Pero para hacer la calle se necesita saber más, Memo el elegido para enseñarla.

Ella recordaba que, en una reunión familiar, casi de madrugada cuando los tequilas habían arrasado con la prudencia y soltado la lengua más de la cuenta, el Memo y Rafa habían estado tan ebrios que hasta les había entrado ganas de “tirársela” formando un trío, que se la habían llevado a la habitación y los tres se pusieron a jugar con ella, pero de tan borrachos se durmieron antes de concretarlo. En esa ocasión las manos de Memo habían sentido el calor de sus carnes, pero luego de tan borrachos se durmieron los dos hombres y todo se quedó en ese fallido intento.

Ahora Memo es quien ordena qué hacer, y le propone al Rafa, que estaría bueno comenzar haciendo un trío como para hacerle perder el pudor. Mientras se tomaban otra corona (cerveza) el diálogo fue algo así:

—¿Qué te parece como está Josy para el trabajo de prosti?

—Por cierto, que está muy buena. Buenas carnes, bien plantada y todo tan firme, apetecible, esta yegua va a despertar las vergas de todos los tipos. –mientras habla, le aprieta las nalgas y termina con una palmada. –Te parece si comenzamos de a tres?

—La verdad es que no sé…

—¿También te calientan sus carnitas sí?

—Cla… claro… como a casi todos…

—¿Es decir que... te la podrías tirar ahorita para comenzar a enseñarla?

—Pues, claro que vamos a comenzar ya mismo. El profesor está listo…

Comienza la clase: - Hagamos de cuenta que soy el cliente, que viene por ti, - hace el gesto con la mano, llamando a Josy. – ¡Ven aquí!

“Cuando el señor te llama, te debes acercar, obediente y algo sumisa, pero con soltura, mostrando tus atributos de hembra que está para cumplir sus órdenes, moverte, insinuarte que el tipo vaya entrando en calor mientras te acercas, haciendo sentir el calor de tu presencia, mostrarle lo tan cachonda que estás, que llevas en ti toda la energía femenina para consumirla a fuego lento con la verga del tipo.

Esperar ese llamado era sentirse entre el cielo y el infierno, la imagen afiebrada de Josy trastorna los sentidos del cliente Memo, agitando la cabellera trigueña enmarca el bello rostro, mirada tierna y sensual, sonrisa prometedora. Con su mano mueve las suaves ondas en su cabello que se derrama como lluvia de verano sobre los hombros, la piel blanca se esfuerza por retener el recuerdo del sol veraniego, las formas voluptuosas exacerban el afiebrado deseo de Memo por tenerla entre sus brazos, recorrerla de pies a cabeza, ascender por esas piernas, perderse en el vértigo de sus caderas, navegar por su vientre hasta ascender a la cima de sus exuberantes pechos y dejarme morir en el beso de su boca carnosa… La notable erección de Memo es harto elocuente de que por su mente abrasada por el fuego de la lujuria ha producido ponerlo de ese modo.

Clase teórica

Josy entró en la actividad con todo por aprender, sabido es que cuando la mujer solo conoce la cama con su único hombre y marido, el conocimiento del sexo se torna pobre y mal entretenido, ahora es el momento de dar el primer paso al mundo del sexo promiscuo.

Desde el primer momento puso voluntad de cambio y de aceptar las reglas del juego, aprender del mejor modo a sentir y disfrutar lo bueno, asumir, adaptarse a los gustos de los hombres que la busquen para encontrar en lo desconocido y no tan grato ese costado lúdico y rescatar de él todo el erotismo que le permita disfrutar y transmitir ese disfrute como devolución por el sexo pago, pero nunca exento de la demostración auténtica del goce y el disfrute. Esas fueron las primeras instrucciones.

Aprendió y aprehendió de sus eventuales clientes las formas y los modos de hacerlos disfrutar, la variedad hace al gusto, y ella se prestó gustosa a recibir las indicaciones de ellos, aprendió con ellos y para ellos. Siempre es honesta en sus actos, rompe con el molde y derriba el paradigma que tenemos de la prostituta, porque Josy es una prostituta, que tiene sensible diferencia con la puta. La prostituta es la persona que ejerce el comercio sexual a cambio de un pago por el servicio, la segunda es lo mismo, pero además compromete el sentimiento, es el caso de las amantes, las que engañan al marido, novio o pareja, y se regresan con el pago por sus atenciones de sexo y afecto, esa doble cara de tener esposo y amante dando por igual cariño y sexo. La prostituta tiene la honestidad de tener en claro que hace su oficio por dinero y lo lleva como una profesión, la puta lo hace por placer y lo lleva como un estilo de vida. Nuestra amiga tiene una forma de describir con claridad meridiana, ser prostituta puede ser una profesión deshonrosa pero que se puede hacer honorablemente, no busca justificarse, sino que lo dice desde la convicción de la honestidad brutal de la realidad. La prostituta tiene bien en claro que sus sentimientos que no se venden, solo entrega su cuerpo y cede sus carnes para disfrutarlas y dejarse disfrutar sin esconder el placer que representa sentirse gozada: Josy es prostituta. Difícil de creer, pero ciento por ciento auténtica, por eso mismo Josy es una prostituta, así de simple, así de auténtica que está por recibir a su primer cliente, su primera experiencia en carne ajena, trasponer el umbral en un camino hacia lo desconocido, yo fui el elegido para su ceremonia de iniciación, por eso este relato tiene la impronta de la improvisación, de la enseñanza, del descubrimiento y quisimos compartirlo con los lectores como una experiencia real al ciento por ciento. Ahora viene lo mejor…

El primer cliente.

Memo entra en escena, llega a la casa de primo, dispuesto a hacerlo en trío, Rafa, marido de Josy, trajo unas cervezas bien frías, para hacer más amigable el prólogo. Antes de ir por otras dos cervezas, le dice que estaría más cómodo esperando en el sofá, se retira y demora buscando las frías bebidas. 

Era obvio que fue un movimiento preparado para que Josy entrará en escena y se presentara. Delante de Memo, toda esa mujer en cuerpo entero, con tacones altos y enfundada en un ajustado vestido bien cortito, casi una segunda piel resaltando aún más los encantos de esa figura carnosa, rellenita, pero sin rollitos, todo en su lugar y armoniosamente, ludiendo todas esas exuberancias que comenté al inicio del relato. 

De cuerpo entero era algo que se impone por la voluptuosidad de sus formas, podría decirse que era una mezcla de ángel y demonio, el deseo y la lujuria en combo fatal. 

Sus movimientos y el modo de presentarse denotan que es una esposa ángel que no ha salido aún del cascarón marital, para ser el demonio que se puede imaginar con solo mirar esas generosas formas que la vida puso para hacerla una mujer deseable necesita quemarse las alas en el bautismo de fuego de su primera batalla que está comenzando a librar.

Para el saludo, un beso en mi mejilla, se inclinó y la imagen de sus abundantes tetotas libres, colgando perviven en los ojos afiebrados de Memo. Ella puede notar que ese gesto fue el momento donde la calentura que invade al primo le hace perder el tomo autoritario, distraído en comerla con los ojos. Sentir el efecto producido en el hombre le sacó de cuajo de cualquier prejuicio, aprecia con total claridad, el hirviente deseo del hombre por probar sus deliciosos odres llenos de goloso placer.

Rafa miraba la escena apoyado en el marco de la puerta, Josy apoya su mano sobre las de Memo para rescatarlo de ese momento de ensoñación, evitarle escapar de su fantasía… Se quedó delante de él, sumisa y mansita, esperando el próximo movimiento escénico. 

Nada era casual, el asunto del trío fue un ardid para llevarme a la casa, Memo era el cliente para iniciarla de prosti, todo bien claro, la calentura provocada aceitaba todo el engranaje de hacerla sentir con su primer cliente.

El hombre le hace sentir quien manda, el que ordena, con notoria autoridad:

—Mueve, gírate para que pueda verte bien... otra vuelta más. Sí que está bien buena, buenas carnes (una palmada y pellizco en las nalgas) y esto que tenemos aquí… ¡muéstrame!

Josy se baja los breteles para que el tetamen desborde la tela, acerca las carnes hasta ponérselas delante de la cara, las eleva con sus palmas como ofrenda, los pezones erectos hasta rozar el pecho desnudo de Memo.

—Bien, bien... estás buena… ¡Muy buena eh! Bien, bien, yo ahora soy tu cliente, soy quien ordena. Voy a hacer de ti una buena puta, te voy a probar y enseñar… tú me obedeces en todo ¿Está claro? Pero… tardaste mucho, debes estar más atenta, debes entender los gestos del hombre, no todos explican tanto, cuando lo ves que está interesado en algo de ti, debes estar presta a dárselo. Lo que sea, lo que sea. –una cachetada, no muy fuerte pero lo suficientemente sonora para llamarla a esta nueva realidad.

—Bien, esa fue tu primera lección, entender, aceptar, dejarme hacer y deshacer, el cliente ordena y la puta obediente se deja hacer, el que paga compra tu deseo, compra tu servicio. Ahora eres una mujer de servicio.

Rafa presenciaba silencioso, desde la puerta, observando cómo está a punto de cogerse a su esposa.

Ordeno: - Desnúdate, sácate todo, despacio, quiero ver cada movimiento tuyo, ¡vamos! Sedúceme, caliéntame.

Comenzó a dejar deslizar el vestido, soltando las tiras sobre los hombros, y dejando que el movimiento de su cuerpo lo deslizara hasta los tobillos, menea las caderas para que caiga y descubra toda esa carne apetecible. – No te quites la tanga, solo corre la tela para mostrar la chepa, abre los labios, frota el dedo sin dejar de mirarme, debes observar y entender lo que me gusta de ti. No te quites los zapatos. Date la vuelta, apoya las manos en la cama y empina el culo hacia mí, muévelo, más, mas, sigue moviéndolo, bien empinado. 

—Estás bien nalgona, como nos gusta a los machos. Muévelas. 

Se arrima a la mujer, dos sonoras palmadas la ponen alerta, una tercera termina por excitarla, la carne se va poniendo roja. El tipo esta envarado solo en bóxer, apoyando todo el paquete sobre el canal entre las nalgas, mientras la toma de los cabellos, como a una yegua para sofrenarla, con la mano izquierda, con la derecha enganchada en el borde de la tanga, tantea la resistencia y de un tirón se la arranca.

—Vamos, ahora mueve las cachas, muévete.

Quedó vestida solo con su pudor y subida a los tacones altos. -¡Volteate! Fue la orden.

Acató la orden, el instinto de esposa decide, su brazo izquierdo le cubrió, bueno es una forma de decir (son grandes) la tetas y la derecha cubre la vagina. 

—¡Saca las manos!, deja verte toda, así desnuda… el pudor y la vergüenza no tiene lugar en este negocio, el sexo es para mostrar, el cliente paga y ordena. Una cachetada le hace entender la realidad. Memo la está domesticando, le hace sentir el rigor de sentirse una mujer sometida, aprender a ser sumisa.

Obediente me acerca sus pechos para que meta su cara entre ellos, es evidente el pudor que siente desde el instante en que le ordena desnudarse. La presencia del marido y nunca haber estado desnuda y vulnerable delante de otro hombre es la primera lección para ser prosti.  

Sin palabra con gestos le marca otra página de del cuaderno de enseñanzas. Frotando su vagina demuestra cómo puede mostrarse ante el exigente cliente. Todo es real, también estremecerse, cuando dos dedos del maestro se abrieron paso en su panocha, siente como el hombre navega en la humedad de una mujer caliente, sus carnes vibran al contacto con el hombre, se va dejando hacer, llevar a la dimensión desconocida del sexo con otro hombre, la comparación con el manejo rústico y convencional del marido, califica a Memo de consumado maestro del sexo. 

El hombre retiene la cara de Josy entre sus manos para recibir de ella el beso de lengua intenso y ansioso, el abrazo le permite palpar sus carnes, prepararla para la metamorfosis de esposa en una mariposa de la noche, a manifestarse con deseo para incentivar al tipo a manifestarse.

—¡Vamos, quiero verte bien puta! ¡Muestra la carne, que me ofreces! – Siéntete bien hembra, bien puta.

Debes ser una muestra activa de sumisa y altiva, de ángel y demonio, el tipo pagar por tu carne, por el pago tiene derecho a exigir, tú a entregarte toda…

Nada más importaba, nos besamos con apasionado ardor, en la boca, metí mi lengua dentro de la boca de él. Lo sentía disfrutar ese beso, las lenguas danzando azotadas por el deseo que me despierta, su calentura transmite a mis carnes el deseo arrollador, me lleva al desenfreno de mis fantasías, me olvido de todo, me dejo volar en su calentura de macho dominador. 

Fue un polvo, en la forma convencional, el misionero y en la conchita, dos veces me vine. Los gemidos fueron legítimos y gozados a mil. Memo sabía de qué modo hacerme sentir su gruesa verga, la movía sacándome sensaciones desconocidas, recorría todos y cada uno de los rincones de mi cueva, sabio en descubrir nuevas sensaciones. Tiene una mano sabia en tocar los puntos más sensibles, sabía sacar esa perra que llevé oculta, el índice y mayor dentro de la vagina, friccionando hacia arriba en cada envión, el pulgar acosa al clítoris sin pausa, haciéndome jadear, mientras con la mano libre estruja mis chichis (tetas). 

Maestro exigente, no deja de mirarme, domina y controla, maneja y dirige mis orgasmos, sabe cuánto y hasta donde llevarme detenerlos justo a tiempo para incrementar el deseo, dice, de ese modo estarás más cachonda, más dispuesta para entregarte a darme todo el placer que pago por ti.

Se salió de mi chepa jugosa, nunca me había sentido así tan llena de jugos que sentía chapotear la gordota pija. No sabía que podía sentir tanto placer. Me voltea, acomoda de perrita, arrodillada ofreciéndome, totalmente expuesta al hombre. Con una toallita quita buena parte de mis jugos, para entrarme toda la cabezota de un golpe, tanto que me hizo doler y gemir.  – ¡Así!, siénteme, goza putona. –una sonora nalgada enrojece las nalgas.

Dice con voz atragantada por la exigente penetración cuánto placer le produce la brusca penetración, las nalgadas enrojecen y transmiten el efecto deseado, aumentar el goce a niveles inéditos. Le ordena moverse, sacudirse en vaivén acompañando sus embestidas. Ordena y manda, dejando su mano impresa en las nalgas, caliente sensación en la carne, excitante experiencia lleva a la enésima potencia de la lujuria. El hombre comienza a montarla con desesperación, urgencia y exigentes entradas, ya no ordena, ella sabe entender los gestos del macho cuando transita el último tramo del polvo, se siente transportada por su calentura, se deja domar, la mano izquierda del señor agarra sus cabellos, como riendas para sofrenarla, y esta yegua ardiendo le regala su mejor y más gritado orgasmo, fue como un grito, salido desde muy adentro, que me hacía temblar y morder la ropa de cama por el ardor y las violentas metidas de pija. No sé cuántos, pero me estremecía y sentía que los labios de la chepa informaban al señor las sensaciones, algo más calma, seguía atenta a las sacudidas de mi macho, sometiendo a su yegua.

Un gemido jadeado a todo vapor, anuncia el envión de mecos, empuja más allá de los sentidos, me abre toda, vuelve a impulsarse lanzándose dentro mío.  Estaba tan trastornada por las embestidas, que ni sé cuántos envíos de semen me largo, los sentía calientes y creo que hasta pude sentir el espeso fluido del hombre en su momento de gloria. Los azotes llegaron acompañando las últimas descargas, seguro que era su forma de firmar el aprobado de su primera lección.

Salió de mí, tengo vivo el momento y hasta el sonido del desacople, se me hacía que me descorchaba, saliéndose de mí, dejando esa sensación de liberación y descanso.  Las flatulencias lógicas por el continuo bombeo de un pistón de esa dimensión, producen las flatulencias de la vagina, sonorizan y erotizan el momento. Me obliga a tenderme, abierta de piernas para mostrarles a ambos hombres el producto del macho, me frota los labios, pero por haberme cargado tan profunda, necesité meter mis dedos para que su leche espesa emergiera de la vagina, mientras su mirada decía cuanto aprecia que la mujer le permita al hombre ver salir de ella el semen que regó dentro.

—¡Ahora límpiala!

Me hace hincar, delante de él, para limpiar con mi boca cada resto de su leche, dejársela impecable, sin restos de semen.  Que ponga mi mano debajo para recoger en mi mano los restos que gotean de la chepa y lamer mi mano delante, tal vez como control de calidad del producto, dijo con sorna. No sabía tan bien, algo áspero y como con cierto amargor, ¡tal vez sea por nuestra alimentación de mucha carne de res y tanto chile!!!  picante. 

Desnudos los dos nos aguarda Rafa con unas cervezas y tequila.  Ese momento de recreo era bienvenido, a él para recuperar fuerzas, a mí para recomponer el dolor y ardores de semejante cogidota.

El Rafa disfruta viendo disfrutar a su mujer cuando otro hombre se la está tirando de todas la formas y modos que nunca intentó, quizás algo sorprendido por lo pronto y bien que Josy se avino a obedecer el mando del tipo que compró su tiempo de sexo.  En algunos momentos de relax podía verlo frotarse la excitación que le producía ver cómo están cogiéndose a su esposa, gozando como una puta consumada, sabiendo disfruta, que no finge.

El relato de Josy es tan rico en experiencia personal que amerita un desarrollo detallado, y por su extensión no cabe todo en una página de lectura, prefiero seguir en la parte 3 la continuación de este aprendizaje para aprender el abc de una prostituta.

Solo me resta agradecer esta recreación de la historia de Josy para hacerse una buena prosti, y también puede servir para incentivar esa fantasía de la mujer casada, colmada de las experiencias aburridas y monótonas del sexo marital para sacar de su interior esa putita, esa perra que siempre quiso hacerlo. No soy un maestro, pero conozco algo del alma de la mujer madura y encerrada en las formas y costumbres socialmente correctas pero que muy dentro de sí pervive esa fantasía de vivir un amor prohibido. El relator, amigo de Josy, estará esperando tus comentarios en [email protected], para platicarnos.

 

Lobo Feroz

(9,38)