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51.1 Adiós a tantas cosas

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Ayer cuando llegué a casa, había flores nuevas en el búcaro que compró mamá en septiembre del pasado año, Anwar continuaba con lo que su hijo comenzó y aunque no lo hacía tan a menudo como él, yo solo había tenido que comprarlas en un par de ocasiones, el resto había sido él quien mantenía vivo aquel rincón de la sala.

Pensé si sería Ray el que le recordaba a su padre que me las trajera, en todo caso era así y una forma también de decirme que me recordaba, como yo hacía con él.

La puerta continuaba rota pero había colocado una cuña para que el viento no la abriera y puesto un cartel para que se utilizara el portón automático con el mando de los vehículos.

Preparé mis cosas para el día siguiente, y después de recibir la llamada de Gonzalo,  cuando la reunión con Borja y el abuelo hubo terminado, escuché música trabajando en el ordenador un rato.

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El desastre causado por el vendaval había sido reparado en parte, Anwar regaba las plantas y se acercó para ayudarme a meter mi portátil en el coche y abrirme la puerta, nos saludamos y me pidió disculpas por que no habían venido a repararla, como si fuera su culpa.

Durante la mañana estuve todo el tiempo metido en las reuniones, teníamos que trasladarnos a la depuradora Elie y yo pero André se negó, no quería que continuáramos faltando a las reuniones los dos y al final, la pobre chica, tuvo que ir para resolver las dudas de Milou y ayudarle. Lo lógico era que hubiera ido yo pero él era el jefe y el que ordenaba, además le veía irascible y malhumorado, no era el momento de contradecirle.

Cuando Elie estuvo de vuelta hablé con ella para comentar como les había ido el trabajo.

-Hoy nuestro jefe está irritado, según ha pasado la mañana ha ido a mejor, pero estaba inaguantable, no sé lo que le puede haber pasado.  –Elie me mira, una mueca curiosa de risa contenida aparece en sus labios.

-¿No sabes por qué está así? Tú eres el culpable indirecto de su enfado.  –debe verme asombrado y suelta una risita sardónica.

-Pidió un graduate a York para sustituirte y no se lo envían por ahora, quería que tú te ocuparas de llevar la coordinación de la planta experimental con la de producción de Bristol y los clientes, con tu marcha a Londres le has hundido sus planes.

En el comedor le pedí a Milou que comiera en la mesa de mi jefe, conmigo y los que estaban en la misma categoría en el organigrama de la empresa, mi jefe no le tenía mucha estima por su carácter apocado y creía que le vendría bien abrirse y conocer lo que se hablaba al nivel de su puesto.

No era normal que se hablara de trabajo comiendo, André miró a Milou con cierta sorpresa y comenzó a preguntarle sobre los problemas que estaban surgiendo para no poder satisfacer las exigencias de Medio Ambiente y parece que se le había calmado su enfado.

Llamé a mi padre para comentarle mi idea de dejarle el coche a Ray.

-Es tuyo y puedes hacer lo que quieras con él.  –esa fue su escueta respuesta y no quiso seguir hablando, se despidió pasando el teléfono a mi madre para que me hablara. Su idea era venir el miércoles a Lille y aprovechó para decirme que no me preocupara por ella y que no fuera a buscarla al aeropuerto.

En la oficina me facilitaron el teléfono de una agencia gestora con la que trabajaban, para que gestionara el traspaso de la titularidad del coche y me dijeron la documentación que precisaban.

Tenía que hacer muchas cosas esta tarde y salí el primero del trabajo, quería llegar al estudio antes de que Anwar se marchara, mi idea inicial había sido no decir nada y entregarle las llaves del coche mi último día de trabajo, pero necesitaba algún documento de Rayhan para que la agencia trabajara.

Estaba en su departamento con la puerta abierta y después de saludarle le expliqué lo que pretendía hacer si él lo consentía. Al principio no decía nada y luego quería saber el motivo de mi decisión, y no había motivo, quizá sí, el de pretender que Ray no se olvidara y tuviera el recuerdo mío que tanto le gustaba.

Luego volví a salir para comprar pastas y bombones para la oficina, una ofrenda a mis compañeros por los cuidados y paciencia que había tenido conmigo, los dejaría en la sala del café como se hacía en los cumpleaños y celebraciones.

Cuando volví estaba realmente cansado, pero tenía que hacer dos cosas aún.

1 - Llamar a Ray para pedirle que estuviera en mi despedida, se emocionó un montón pero se negó a pesar de mi insistencia, en breve empezaban los exámenes, quería terminar el curso con las mejores notas posible para iniciar el segundo año en Lille y volver donde los suyos a los que extrañaba. No insistí más para no obligarle.  Me dolió no poder volver a verle y abrazarle.

2 - Hablé con Wes y le pedí que me enviara un traje de fiesta, si es que tenía en mi ropero, él sabía de eso más que yo. Según como es él, creo que se alegró de que le encargara algo que hacer, tendría mi  traje para el sábado, él se encargaría de que así fuera.

De las dos cosas una salió a mi gusto y la otra no, la más importante.

Por último, pero ya en la cama, hablé con Gonzalo, había tenido que volver a Edimburgo y le notaba contento, sería que todo se les iba resolviendo como deseaban, y ante su insistencia, le tuve que contar todo mi ajetreado día.

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Anwar esperaba mi llegada junto al coche con algunos papeles en su mano, después de saludarnos me los alargó con un gestó tímido y hasta cierto punto algo cohibido.

¿Cómo pude haber tenido aquella pesadilla con este hombre tan bueno y afable como protagonista, y que además me causara cualquier daño? Por mi parte también me sentía turbado ante su imponente presencia varonil y desperdiciando testosterona a raudales. Cualquier mujer tendría que sentirse totalmente subyugada ante su tentadora presencia y desear ser cubierta por semejante hombre.

Entregué todo lo precisaba la agencia y en la oficina se encargarían de hacérselos llegar. Dejé las pastas y bombones como había planificado y sin subir a mi despacho tuve que tomar un té con el personal del laboratorio.

El día transcurrió con bastante actividad y movimiento, André habló conmigo sobre sus planes de coordinación que me comentó Elie, y pensé sobre lo caprichoso del destino, resulta que Joel y él, que no simpatizaban demasiado, iban a tener un importante contacto a partir de este momento.

En definitiva, quería que le ayudara mientras lograba la persona adecuada, para mantener esa relación de coordinación entre la planta experimental de Lille con la de producción que estaba poniendo en marcha Joel en Bristol, y tener con los clientes una fluida colaboración en lo que precisaran, aunque fuera desde Londres ya que además a Bristol lo tenía cerca.

El nuevo reactor no estaría dispuesto a producir hasta Septiembre según Joel y yo tenía muchas cosas que hacer en estos meses, tendría que pedir autorización a mis jefes que imagino no se lo negarían.

Llegué al deportivo un poco estresado, no puedo negarlo, pero estaba el incombustible Rafael que logró que me olvidara del trabajo, disfrutara del ejercicio y lo pasara bien ese tiempo, jugando con los chicos y tomando mi té en la cafetería del centro deportivo mientras charlábamos.

Le hablé de que esperaba a mi madre mañana miércoles y no podría ir a bailar y acompañarle como él deseaba y era mi rutina. Dejamos el coche en el estudio y le acompañé, tenía que concretar aspectos de mi entrega de la casa con la agencia inmobiliaria y liquidación de mi cuenta, no eran muchas cosas ya que el aval tendrían que devolvérselo a la fábrica que lo presentó al inicio.

Gonzalo volvería el miércoles de su viaje y hubiera querido venir el jueves, pero iba a traer a Borja y a Blanca con él, lo que le obligaba a dejar su viaje para el viernes, Wes le había hablado sobre la ropa que tendría preparada para mi, de verdad que tantos preparativos estaban poniéndome nervioso, pero todo se compensaba sabiendo que mañana tendría a mi madre para que asumiera la mayor parte del trabajo.

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No podía ocultar mi nerviosismo, le pedí a Anwar que recepcionara unas cajas que pediría  al transportista para empaquetar las cosas que hubiera que enviar a España, estaba encantado de ayudar y se ofreció para mover los pesados paquetes a mi madre o en lo que hiciera falta podíamos contar con él.

A la mañana recibí la llamada de Pablo, estaba en Chicago y le era imposible asistir a la fiesta, llevaba varios meses allí cuando yo creía que estaba en Suiza, nos estábamos perdiendo, le hubiera encantado estar y encontrarse con los demás.

También me llamó Alan, Tristán tampoco se podía desplazar de París aunque él vendría acompañado de otra persona y no me concretó quien era.

Mamá llegaría a Charleroi en Bélgica y allí cogería un autobús que la dejaría al lado de casa, no quería que me preocupase de ella, aunque desconocía el francés podía moverse por el mundo con su inglés imperfecto pero suficiente.

Reservé habitación para ella en el hotel para las noches de viernes y sábado, el domingo haría la vuelta a casa, me parecía todo muy rápido pero se había programado al detalle como era su costumbre.

No estuve muy brillante en el trabajo pendiente de mis problemas más que de los de la empresa. Elie y mi jefe entendieron mi estado y lo disculparon. André me pidió que me trasladara un día a Bristol para hablar con Joel antes de marchar para USA, ya había hablado con Vergil mi jefe en Londres y no se oponía a que colaborara en el programa.

Así llegó la hora de salir del trabajo y suspiré aliviado, tenía miedo de cometer más errores. Mi madre me esperaba en el estudio, ¿cómo podía dudar de su capacidad?, si era capaz aún de comerse el mundo aunque la vi un poco cansada.

Después de un largo abrazo, y de mirarnos el uno al otro unos minutos, me cambié de ropa mientras hablábamos y le propuse salir a dar una vuelta a tomar algo, así intercambiábamos todo lo mucho que queríamos decirnos.

Anwar la había abierto la puerta, y no sé de qué forma habían conseguido presentarse y saber quién era cada uno. Tenía las cajas de cartón en su local y se las iría facilitando a mi madre.

Cuando la vi caminando por la calle entendí de donde habían salido mis estilizadas piernas y cuerpo, con la diferencia de ser un chico y más alto que ella, desde luego no me parecía a mi padre en eso y la vi preciosa a sus sesenta y seis años.

Nos sentamos en una cafetería de la Gran Plaza, la del chico sordomudo y el camarero mi admirador platónico, antes tuvimos que pasar por la catedral para que diera las gracias por el viaje que había tenido. Pidió un té y unas pastas que tanto le gustan y yo lo mismo.

Como siempre comenzó a explicarme como se encontraba mi padre y el resto de la familia, las cosas de siempre. Al principio de mi trabajo en Leeds nos hablábamos y nos veíamos a veces por skype pero ahora era muy raro que lo hiciéramos.

-Te veo muy bien y la felicidad se nota en tu cara, al final voy a tener que alegrarme de que hayas vuelto con Gonzalo.  –la miré con una sonrisa que quería transmitirla tranquilidad.

-Todo sucede por algo mamá, nadie fue culpable y quizá teníamos que hacer este tránsito por el desierto antes de volvernos a encontrar. No es perfecto pero le amo y sus abuelos son encantadores, tú lo sabes bien.  –la veía temerosa, siempre estaría recelosa de Gonzalo pero yo estaba ya preparado para no asustarme como en aquella ocasión.

-¿Y Nico?   -conozco el cariño que han llegado a sentir por él y lamentan que pueda pasarlo mal.

-Hablamos y nos vemos cuando tenemos ocasión, Nicolás es el hombre más bueno del mundo, le quiero y nunca dejaré de hacerlo.  –no termina de entender mis sentimientos por los dos hombres, diferentes pero muy potentes los dos.

Si Gonzalo no existiera pasaría mi vida junto a Nico, estoy seguro, pero mi amor por Gonzalo está en un nivel muy superior al inmenso cariño, amistad o al mismo deseo sexual que Nico me inspira.

Me explica sus proyectos, quiere recoger mis cosas entre el jueves y viernes, pasar la fiesta del sábado, y el domingo volver a su casa, para estar cuando lleguen los paquetes y recibirlos, también desean marchar para el pueblo y abrir su casa de verano. Me admira su energía y ganas de vivir, yo soy su única preocupación.

Me ducho a la noche y en la cama son los brazos de mi madre los que me cobijan en ellos, no son tan fuertes como los de Gonzalo, ni me inspiran lo mismo, pero me encuentro muy bien envuelto así, de esa manera que ya tenía olvidada.

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Sé que no son comparables, pero el olor del té recién hecho por mi madre fue el detonante para que abriera mis ojos risueños, Rayhan es especial preparándolo y no hay quien se le iguale. Me estiré ruidosamente haciendo crujir mis articulaciones y escuché la carcajada de mamá.

-Levántate que quiero comenzar a trabajar.  –yo despertaba somnoliento y ella parecía llevar horas despierta con su hermosa sonrisa en los labios.

Salí de entre las sábanas y corrí al baño a orinar y lavar mi cara, la música se oía tenue que ella a la vez tarareaba. Me miré en el espejo y le hice una burlona mueca a mi reflejo, la alegría de tenerla a ella mitigaba la tristeza de la despedida que inexorable se acercaba.

-Comenzaré a recoger tu ropa y le pediré a ese hombre que me vaya entregando las cajas, voy a tener un atractivo ayudante que no esperaba.  –la miré un poco sorprendido.

-¡Mamá! ¿Cómo puedes decir eso?  -solté una risita nervioso y convencido de que le haría trabajar moviendo las cajas que fuera llenando.

-Llegaré pronto para ayudarte, no me gustaría que Anwar haga todo el trabajo, además de llenar tu florero todas las semanas y lavar el coche algunas veces.  –dirigió su mirada al búcaro donde lucían los hermosos narcisos amarillos y anaranjados.

-¿Te regala flores?  -me miraba suspicaz.

-¡Bah! Déjalo mamá, es una historia muy larga.  –no iba a explicarle como Ray comenzó a llenar su florero para que no estuviera ocioso y vacío.

-Los jueves vas a la piscina y no debes dejarla, yo no necesito ayuda para recoger tu ropa y separar la que te quedes para la última semana.  –me convenció al poner en mi mano la bolsa de deporte sin opción a discusión.

Me sentía feliz, y la alta temperatura de este día, combinada con el cielo donde predominaba el azul y la despreocupación total, me tenían en un nirvana beatífico y delicioso.

En algún momento de esa mañana llegué a pensar que más que ayudar entorpecía el trabajo de los demás, me ocupé de las reuniones mientras Elie hacía el resto del trabajo.

Rafael me esperaba en la puerta del deportivo con una sonrisa un poco fatua, me dispuse a recibir alguna de sus bromas, pasó su brazo por mi cintura y acercó su cara para besarme en el cuello en un gesto posesivo que me hizo reír.

-Ayer me dejaste solo y no pude ver como movías tu culete en la pista.  –me iba llevando sin soltar mi cintura hacia la cafetería.

Quedé sorprendido al encontrarme a cantidad de los chicos con los que habíamos hablado y compartido juegos durante estos meses, estaban dispersos por algunas mesas y la barra, pero todos se acercaron cuando entramos y nos vieron.

Comenzaron a abrazarme despidiéndose entre bromas y risas que a mí me hicieron llorar, miré a Rafael buscando una explicación, se encogió de hombros.

-Yo no tengo la culpa, se han enterado por otros medios de que hoy es tu último día aquí.  –me moría avergonzado, no había tenido en cuenta este detalle.

Después de hablar un rato con ellos pedí la cuenta para abonar lo habían estado bebiendo, el barman me señalo a Rafael diciendo que todo estaba pagado.

Algunos habían terminado su entrenamiento y otros debíamos comenzar,  fueron despidiéndose los que tenían que marchar y el resto nos encaminamos a los vestuarios. Esperé junto a su entrenador a que el pequeño niño terminara su ejercicio mientras Rafael comenzaba a nadar.

Me despedí de ellos y pedí al chaval que no dejara lo que sabía hacer tan bien y tanto me maravillaba, me miró cohibido cuando estreché su pequeña mano.

El estudio aparecía limpio y sin cajas o paquetes, todo lo pendiente permanecía en su lugar, lo que aún quedaba sin guardar esperaba su destino, las cajas las había retirado Anwar hasta mañana que sería recogidas por la agencia. Aun quedaban cosas por empaquetar pero mamá estaba sentada tan tranquila leyendo un libro.

Colocó el marca páginas en él, estaba dando uso al que me regalara Maira para mi cumpleaños, aquel metálico con la piedra cristalina que brillaba en la cabeza de la especie de alfiler. Después de besarme se hizo cargo de la bolsa de deporte. Ya no tenía trabajos que hacer estando ella.

-¿Cómo te ha ido el día? ¿Has tenido mucho trabajo?  -le expliqué mi sofoco ante la despedida de los muchachos en la piscina y como Rafael había sabido resolver mi falta de cortesía al no tenerlos en cuenta.

-Son muchas cosas y siempre se olvida quedar bien con alguien, no te tortures.  –terminó de colocar mis cosas para que se secaran.

-Aunque no vayas a la piscina te dejaré algo de ropa para que puedas correr la semana próxima.  –seguro que ella no se hubiera olvidado de mis compañeros de la piscina.

-¿Estarás cansada con tanto trabajo que habrás hecho todo el día?  -dejó que se le escapara su deliciosa risa.

-¿Cansada? Para nada, solamente he tenido que meter tu ropa en cajas y ponerles la etiqueta con la dirección de envío, Anwar se ha encargado de cerrarlas y guardarlas. He salido a comer invitada por Evans y he tenido tiempo de hablar con él.

Salimos a cenar fuera y encontramos a Natalia y algunos amigos a los que presenté a mi madre y volvimos pronto al estudio, ella no lo quería reconocer pero se le notaba algo de cansancio en la mirada. En un momento la dejé hablando con Natalia, podía hablar en español y no estar callada como en otras ocasiones, llamé a Gonzalo, no quería hacerlo delante ella y que me escuchara decirle tonterías y lo que le deseaba y le iba a hacer cuando le tuviera conmigo.

Era la última noche que dormiría en el estudio y le había cogido cariño, habían tenido lugar muchos acontecimientos entre sus paredes y me dormí entre recuerdos a veces eróticos.

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A la mañana observé que tenía recogidas los útiles de la cocina en cajas y encima del mostrador.

-Mamá, ¿qué vas a hacer con las cosas que no envías a España?  -no es que hubiera muchas pero los de la agencia me habían pedido que el estudio estuviera vacío totalmente para el futuro cliente.

-No te preocupes si tiene que quedar vacio Anwar se encargará, le ofreces algo de dinero y lo hará encantado.  –decidí seguir su consejo.

Antes de marchar le encontré regando las plantas cerca del coche y así se lo pedí, se negó a aceptar cualquier pago y no le insistí aunque sabía que le hubiera venido muy bien una cantidad.

Ese día las reuniones transcurrieron lentas o a mi me lo pareció, estuve nervioso todo el día hasta el punto de que Elie me preguntara si me sucedía algo.

Y al fin todo terminó después de muchas despedidas, me detuve en el camino para llenar de combustible el depósito del coche y permanecí un momento apoyado en él, respirando la frescura del viento que soplaba húmedo y fresco.

En el estudio estaba todo recogido y mi madre me esperaba leyendo tranquilamente con el equipaje que deberíamos llevar al hotel ya preparado.

Cerré el estudio y sentí una dolorosa pena, le entregué las llaves a Anwar, él sabía lo que tenía que hacer, nos despedimos de él y le recordé que el viernes próximo vendría para entregarle el coche con la documentación a nombre de Rayhan.

Llegamos al parking del hotel  y ayudé a mamá a llevar su maleta hasta los ascensores, subimos a recepción y esperaba que Gonzalo nos esperase allí como habíamos quedado, salía de uno de los ascensores en el momento en que íbamos a recoger la llave de la habitación de mi madre.

Nos cogió de sorpresa el encontrarnos, aunque sabíamos que sería así. Nos dimos un rápido beso y me ayudó a retirar las maletas para que no estorbaran el paso. Mi madre y él se abrazaron, luego se separó para mirarle, levantó la mano para apartarle el pelo de la frente y acarició su mejilla.

A pesar del resquemor y desconfianza que pudiera sentir hacia él, nunca dejaría de amar al chico que defendía a su hijo en el colegio y al que llegó a adorar sabiendo que estaba seguro con él.

Entonces me fijé en Borja que permanecía unos pasos separado de nosotros, con la que reconocí como Blanca por la foto que me enseñó. Le abrazamos, mi madre conoce a Borja aunque no hayan tenido mucho trato y nos presentó a Blanca que me pareció más guapa aún de lo que había apreciado en la foto y más delgada.

Hablando sin parar habíamos recogido la llave de la habitación de mi madre que permanecía al lado de Blanca, no podía dejar de mirar a Gonzalo, la barba le había crecido y quería comérmelo a besos y chupar sus labios rojos.

También él me miraba y nos seducíamos con nuestras miradas, le hacía gestos con mis labios mordiéndolos ligeramente y se ponía nervioso al ver el brillo de mis ojos cargados de lujurioso deseo.

-Borja, si no te importa acompaña a la madre de Daniel mientras recogemos los paquetes que han quedado en el coche.  –los veo alejarse a los tres y no sé cómo reaccionar, si abrazarme a mi chico o subir corriendo a la habitación para besarle hasta que se me quiten las ganas.

Mi indecisión queda resuelta cuando tira de mi mano y me lleva hacia él.

-Wes me ha entregado tu encargo y está en el coche, vamos a recogerlo ahora y subirlo a la habitación.  -avanzamos lentamente para permitir que cojan su ascensor que les llevará a las planta superiores y nosotros bajaremos a las profundidades del hotel.

No había otros ocupantes en el ascensor y abracé su cintura con fuerza levantando mi cara para ofrecerle mi boca. Su beso es apasionado mientras aprieta mis nalgas llevándome hacia él.

-No puedo vivir sin ti.  –jadea en mi cuello. No le respondo pero aprieto su dureza oprimiéndola contra la mía.

-¡Joder!, que guapo estas.  –y beso su cara enardecido, lamiendo su barba que cada vez me gusta más.

El ascensor ha llegado a la planta que le ordenó en el pulsador, avanzábamos por el pasillo y abrazado a su cintura con mi brazo izquierdo, llevaba mi mano  derecha a su entrepierna acariciando lo que allí escondía, jugando y dando traspiés.

Cuando llegamos al coche me apoyé o caí sobre su puerta, sujeté mi espalda y pasé mi pierna abrazando las suyas por detrás, le besaba apasionadamente obligándole a que inclinara su cuerpo para tener acceso a todo su rostro cubriéndolo de besos.

-Fóllame Gonzalo, quiero tu polla.  –agarré como si estuviera ido su pene por encima de la ropa.  Notaba que él quería también pero se retiró un poco.

-Recogemos los paquetes y vamos la habitación.  –pero no dejaba de abrazarme y besar mi boca.

-No, la quiero ahora, necesito tocarla.

-Nos puede sorprender cualquiera que baje.  –abrí la puerta trasera del coche y me metí dentro tirando de su mano.

-No me la niegues, por favor, déjame chuparla, solo eso, por favor.

En el momento que cerró la puerta me abalancé sobre él para abrirle la bragueta y meter mi mano tirando del elástico de su slip, sentí un golpe brutal de adrenalina al tener su caliente y palpitante verga en mi mano.

Tiré de su pantalón y tuvo que ayudarme para que no se los rompiera, cuando la tuve ante mis ojos la miré con deseo sin tocarla, daba brinquitos como si me llamara, como si quisiera fundirse conmigo en mi garganta.

Alargué mi mano y la cogí por la base, brotaba el precum de la cerrada punta de su prepucio, elevé la vista hasta encontrar sus ojos como pidiéndole permiso. Sonrió un poco prepotente del poder que su miembro viril ejercía sobre mí.

-Es tuyo haz lo que quieras.

Incliné mi cabeza hasta enterrar mi cara en la mata de pelos de su base y rescaté sus testículos con mi mano para besarlos primero, mi nariz enterrada entre sus pelos no dejaba de aspirar avariciosa su embriagante olor a macho joven y potente.

Gonzalo estaba muy caliente y sabía que iba a correrse muy pronto, intenté disfrutar al máximo del momento y chupé el pellejo de su prepucio aspirando lo que contenía en él. Lo saboreé y metí mi lengua para sacar todo lo que hubiera allí escondido, suspiró ruidosamente, ahora no le importaba el que nos pudieran descubrir.

Mi boca sabía a él, a su rico pene, lo dejé un momento en mi mano para pedir a Gonzalo que me besara.

-Bésame, quiero que sepas a lo que sabe tu pene.  –me elevó un poco para llegar a mi boca y metió muy profundamente su lengua, se llevó mi saliva con ella y sujetó mi cuello con la mano, notaba como su verga se tensaba más y más poniéndose tremendamente dura.

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