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Sexo en el ascensor

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Llevaba unos meses viviendo sola, en un departamento en el centro, había decidido mudarme debido a que me facilitaba el traslado a la universidad y al trabajo.

Soy estudiante de periodismo y por las tardes soy locutora en una radio local, no suelo pasar mucho tiempo en casa, pero las pocas horas que paso en casa no puedo dejar de pensar en mi vecino de en frente, un hombre de unos 28 años aproximadamente, alto, cabello y ojos oscuros como su personalidad, hombros anchos, delgado pero tonificado en los lugares correctos.

Cada noche, a la hora de la cena, puedo escuchar al otro lado del pasillo como toca el bajo (soy una grupi por vocación y siempre me gustaron los bajistas) y siento envidia por ese estúpido bajo. ¿Cuantas noches me toque pensando en lo que sus dedos podrían hacer con mi cuerpo?

Varias veces intenté tener una conversación más larga e interesante que el típico "que buen clima hace hoy" del cual estoy tan cansada, pero es que el hecho de vivir en apenas un 6to piso no ayuda al tiempo de relaciones verbales. 

Generalmente siempre salimos a la misma hora y compartimos el "viaje" en el ascensor, a veces charlamos un poco, otras veces solo bajamos en silencio, ese día parecía que iba a ser uno sin charla, el me miraba un poco nervioso a través de los espejos del ascensor, intentaba decirme algo y sus manos no dejaban de sudar al parecer porque no paraba de limpiarse en sus pantalones. 

En un momento lo escuche susurrar -Al carajo todo, presionó el botón de emergencia y lo detuvo, se dio vuelta y se quedó mirándome con una expresión entre inseguridad y excitación. Yo solo podía verlo con incertidumbre, ya que no entendía nada de lo que pasaba. 

Él: -Llevo varios meses subiendo a este ascensor solo con vos, mirando de reojo esas largas piernas y mirando esos hermosos labios cada vez que me hablas. Varias veces quise besarte sin siquiera preguntarte, pero soy tan estúpidamente tímido que creí que me ibas a mandar al carajo, pero realmente no aguanto más, necesito besarte, y si, no te voy a mentir, también quisiera follarte acá mismo. 

YO: -¿Y que estas esperando? No te das una idea las noches que pensé en algo como esto

Entonces solo lo hizo, se acercó a mí y me beso, fuerte y desesperadamente, enredando nuestras lenguas en una danza excitada, descargando toda esa tensión acumulada durante tanto tiempo. 

Se separó un momento de mí, me miro a los ojos y dijo -Que hermosa que sos, espero no te moleste que sea tan azucarado. 

Lo miré sonriendo y le respondí besándolo con intensidad, rodeando su cuello con mis manos. El comenzó su recorrido hasta mi oreja, donde mordisqueo mi lóbulo y siguió bajando su boca por mi cuello, mordiendo en el camino hacia mi clavícula, mientras que al mismo tiempo bajaba sus manos, agarraba con firmeza mi culo y subía mi falda. 

Su boca siguió bajando hasta llegar a la altura de mis pechos, bajo mi blusa y lamio mis pezones, en círculos, después rápido y con la punta de la lengua, luego mordiendo y succionando con fuerza mientras una de sus manos se metía bajo mi tanga y sentía como uno de sus dedos me penetraba con tortuosa lentitud.

Yo gemía, sujetándolo de los hombros y levantando mi pierna para rodear su cadera y así el pudiera tener más acceso para que siguiera masturbándome con más fuerza.

Al cabo de un momento, saco su mano de mi tanga, baje mi pierna. Me quite la blusa y el bajo mi falda a tiempo que succionaba mis pezones, y luego bajaba dando besos húmedos por mi estómago, metió su lengua en mi ombligo y subió nuevamente hasta mis pezones, reemprendiendo nuevamente hacia abajo, rozando con la punta de la lengua a medida que bajaba. Cuando llego a mi clítoris yo solté un suspiro, tiré mi cabeza hacia atrás y solo cerré los ojos, disfrutando de su lengua en mi zona más sensible. 

Dio un pequeño toque con su lengua a lo largo de mi coño, después agarro mi pierna e hizo que colocara mi pie en su hombro, para tener más acceso, empezó a lamer mi clítoris otra vez, en círculos firmes, después me coló un dedo, luego dos sin dejar de lamer y succionar mi clítoris. 

Después de unos momentos pude sentir ese calor tan satisfactorio recorrer mi columna y acumulándose en mi interior, hasta que exploté con un grito, sujetando sus hombros mientras convulsionaba con las secuelas del orgasmo. 

Él se puso de pie mirándome con restos de mi excitación en su boca, y los ojos vidriosos. Lo bese intensamente, le quite la camisa que llevaba puesta, mostrando un abdomen bien trabajado y baje sus pantalones liberando así su duro, erecto y bien dotado pene. Recorrí su cuello con la punta de mi lengua mientras recorría todo el largo de su pene con mi mano, me arrodille en frente de él, lo mire a los ojos y con una sonrisa pícara toque la punta de su pene con mi lengua....

 

Continuará...

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